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¿Qué debo hacer? por Airi

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Capítulo 1: ¿Te vas?


El día había sido verdaderamente duro para Kamijou Hiroki que llegaba a su apartamento arrastrando los pies en señal de cansancio. Sacó las llaves del bolso y, abrió la puerta del piso que compartía con su novio; se deslizó al interior y se dio cuenta de que no había nadie, otra vez. Hacía tres días que no veía a Nowaki y eso le enojaba y le entristecía enormemente. El joven profesor dejó sus cosas en el suelo, de cualquier manera y se dejó caer pesadamente en el sofá dispuesto a esperar a que su querido Nowaki llegara.


El pelinegro llegó cerca de la media noche haciendo un gran ruido al entrar. Hiroki, que se había quedado dormido en el sofá, abrió los ojos rápidamente cuando escucho el estruendo.


-          ¿No…Nowaki? – preguntó todavía adormilado.


-          Mmmh… - fue lo único que el joven profesor pudo escuchar.


Nowaki llegó hasta donde se encontraba Hiroki dando trompicones y golpeándose contra los muebles.


-          ¿Estás bien? – preguntó el amante preocupado, pero en cuanto vio a Nowaki de cerca su preocupación se transformó en enojo - ¿has bebido?


-          No – dijo con voz áspera – me voy a la cama, buenas noches.


-          Pero…


-          He dicho, buenas noches – repitió el joven médico mientras se alejaba de su amado Hiro-san.


Hiroki se quedó en el sofá, demasiado asustado de la actitud de su amante como para ir tras él. Esa noche la pasó en aquel mueble, intentando dormir mientras su cabeza no paraba de darle vueltas al comportamiento de Nowaki.


A la mañana siguiente el castaño se despertó temprano, cansado y, con la sensación de que algo horrible iba a pasar aquel día. Se levantó del sofá y se dirigió a la recamara dónde encontró a su Nowaki durmiendo con carita de ángel. Se acercó a él y le dio un pequeño beso en la mejilla aprovechando que el joven se encontraba indefenso. “Seguro que ayer me habló de esa manera porque estaba cansado”, pensó el castaño, “le daré una sorpresa para cuando se levante”.


Dejando al pelinegro acostado en la cama, el joven Kamijou, se dirigió a la cocina dispuesto a preparar un magnifico desayuno para su amante. Abrió la nevera, cogió unos huevos, un poco de beicon y leche y empezó a cocinar, una vez lo tuvo todo listo lo colocó en una bandeja y se dirigió de nuevo al dormitorio. Dejó la bandeja encima de la mesita y se acercó a Nowaki dispuesto a despertarlo:


-          Nowaki… Nowaki… - le susurró sensualmente en la oreja.


-          ¡Qué! – gritó el pelinegro – ¿Se puede saber qué diablos estás haciendo? Estoy cansado Hiro-san, ¡déjame en paz!


Los gritos de su amante dejaron petrificado a Hiroki que no se esperaba para nada ese comportamiento. La rabia empezó a cegar al profesor hasta que llegó un momento que no puedo más y explotó:


-          ¿¡Estás cansado para estar conmigo, pero no para ir por ahí a beber con vete tú a saber quien!?


-          ¿Qué has dicho? – preguntó el pelinegro incorporándose de la cama – si tan descontento estás, ¿Por qué no me lo dices a la cara?


-          ¡Te lo estoy diciendo a la cara! – le espetó el castaño – llevo tres días sin verte, y, cuando llegas a casa estás borracho y de un humor de perros; ¿¡Cómo quiere que me sienta!?


-          ¡Tú eres el único que me hace sentir mal! – contestó Nowaki – ya sé que estoy muy ocupado, pero siempre me preocupo por ti, te envío mensajes todos los días, pero tú no me contestas ninguno.


-          Eso es porque…


-          ¿Eso es porque que Hiro-san? – volvió a gritar – tu eres el único que no se preocupar por nuestra relación…


-          Pe…


-          No, ya estoy harto de ésta relación unilateral. ¿¡Qué pretendías hoy con esa bandeja!? ¿¡Tratabas de resolver todos nuestros problemas con eso!?


Nowaki se acercó a la mesita, agarró la bandeja y la arrojó al suelo haciendo que los platos se rompieran y que la comida quedara tirada por el suelo…


-          Nowa…


-          ¡Cállate! – volvió a gritar el pelinegro – después de ver lo descontento que estas con nuestra relación no me puedo quedar aquí…


El doctor se levantó de la cama, se vistió rápidamente y se dirigió a la puerta.


-          Nowaki, ¿a dónde vas?


-          ¡No te importa!


-          Pe… pero… - dijo Hiroki mientras le temblaba la voz – cu… ¿Cuándo vas a volver?


-          No lo sé, lo único que tengo claro en éste momento es que me tengo que marchar de aquí…


Y dicho eso abrió la puerta del departamento y salió de allí rápidamente. Hiroki intentó ir tras él, pero tropezó y cayó al suelo, fue entonces cuando se desmoronó, y todas esas lágrimas que había contenido durante toda la discusión, empezaron a fluir de sus ojos…


El joven profesor, se quedó allí, tirado en el suelo del piso, contemplando la puerta por dónde su amante se acababa de marchar, sus ojos estaban anegados de lágrimas, y, en su mente un millón de preguntas aparecieron, ¿Cuándo iba a volver su amado Nowaki? ¿Qué haría si no volvía? ¿Cómo haría para que ése dolor que tenía en el pecho desapareciera?... 


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