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Un regalo inesperado por Van Phantomhive

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Notas del fanfic:

SIMPLEMENTE TANJOUBI OMEDETO NOWAKI-SAN XDDD

Un regalo inesperado

 

Después de Navidad, el Año Nuevo fue muy tranquilo, las urgencias en el hospital no fueron tantas a diferencia del año anterior, pero lo único que no logré cambiar fue que en ambas fechas no logré salir temprano para poder pasar esos días  con la única persona que me importa en este mundo, Hiro-san.

 

Sé de sobra que el trabajo de interno es muy demandante y acapara la mayor parte del tiempo, absorbiendo la vida social y la privada. Aunque también debo confesar que me gusta mucho lo que hago y estoy feliz con lo que tengo ahora.

 

El fuerte clima helado persistió durante todo el mes, calando hasta los huesos a todo ser humano que se hallaba afuera durante esos instantes, trayendo como consecuencia el enrojecimiento y entumecimiento de la piel; a causa de esto más de una vez me llevé una reprimenda de Hiro-san por no ir lo suficientemente abrigado. En parte me causaba gracia porque él también sufría tanto como yo por sus idas y venidas de la universidad, así que ambos le dimos un buen uso a las cremas que recibí en Navidad.

 

De pronto una mañana mientras ambos nos alistábamos para enfrentarnos al fuerte viento helado, hoy a diferencia de los demás días me habló de una manera un tanto extraña a mi parecer:

 

-Mmm Nowaki…

 

-¿Sí, Hiro-san?

 

-Hoy… intenta llegar temprano.

 

-¿Por qué?

 

-Solo hazlo y ya. –me respondió al sonrojado y con su tono usual que demostraba un poco la molestia de siempre, aunque eso jamás me importó, es más lo hacía ver más adorable.

 

Esa fue nuestra corta conversación, aún no entendía del todo lo que me había dicho pero amablemente le respondí:

 

-Haré el intento.

 

Luego de eso cada quien se fue por su lado como de costumbre, él a la universidad y yo al hospital, no sin antes de darle mi beso de despedida, apenando más a mi antiguo profesor particular, y recibiendo un pequeño coscorrón por mi atrevimiento. De todas maneras me hacía feliz.

 

El hospital siempre persiste ese olor a limpio, con algo de cloro; fui hacia los casilleros para dejar mis pertenencias y colocarme la bata para luego comenzar mi ronda habitual. En eso me encuentro con mi superior, Tsumori-san, un hombre quizás de la misma edad de Hiro-san y también amable con los niños ya que él es un pediatra como yo.

 

La mayor parte de la mañana fue algo ajetreada como de costumbre, entre las típicas revisadas de los medicamentos y del estado de los pacientes, las horas de la mañana pasaron volando.

Cuando surgió un pequeño intervalo en el descanso, mi celular sonó, lo abrí y vi que era un mensaje de mi amado castaño:

 

Para Nowaki

De Hiro-san

 

Espero que no se te olvide la promesa de esta mañana, no aceptaré disculpas por tu retraso.

 

Sonreí complacido por el mensaje, no importa por donde se lo miré él sigue siendo endiabladamente tierno, a pesar que se ganó la fama de “Kamijou no Oni” y comprobé en carne propia lo que posiblemente sufrían sus alumnos, yo lo sigo queriendo.

 

Como pude respondí a su mensaje, aparentemente si la jornada transcurría normalmente y no hubiera emergencias en el resto del día podía darme el lujo de pasar el resto de la tarde y noche con mi adorado castaño.

 

Apenas noté que Tsumori-sempai me observaba de reojo, quizás por mi reacción ya suponía de quién se trataba, pero no me importó yo mantuve mi sonrisa todo el día, estaba ansioso por volver a casa y encontrarme con mi pareja, tener una cena romántica y una noche de pasión. Aunque…. a pesar de ilusionarme con cosas melosas, la personalidad y el orgullo de él no cederá jamás ante semejante petición.

 

Volviendo a la rutina, nosotros dos seguimos checando a los últimos pacientes y por un par de horas fuimos a jugar con los niños que estaban internados en ese momento, en parte me sentía como si estuviera en antiguo hogar, el orfanato. Siempre cuidé de muchos niños ya que yo era el mayor del grupo e intentaba mantener la armonía entre todos los que convivíamos en aquel sitio.

 

Nunca nos sentimos como niños abandonados, al menos yo no me he sentido así, aunque por cosas naturales de la niñez hubo una vez que sí me he sentido de esa manera y quería un poco más de atención, cometí la tontería de escaparme pero mi huida fue frustrada cuando se ponchó la rueda de la bicicleta. Caminé durante un rato y descansé en una de las plazas que había en la zona, mientras meditaba, la oscuridad de la noche me envolvió impidiéndome ver mi ruta a seguir.

 

En esos momentos pensé que no era fácil para un niño de siete años sobrevivir en las calles, pero un chico un poco mayor que yo me dio ánimos para seguir adelante y gracias a él, pude ser más determinado y más centrado en mis convicciones y objetivos; lastima que no le pregunté por su nombre.

 

-Kusama-sensei, Kusama-sensei. –me llamó una pequeña, regresándome a la realidad.

 

-¿Sí?

 

-Cárgueme, por favor. –dijo con sus manos arriba.

 

-Claro. –le respondí sonriendo, a penas la alcé otros niños también me pidieron lo mismo, y como no me puedo negar nada a los infantes, cargué unos cuantos más. Una pequeña disputa entre los menores que tenía entre mis brazos.

 

-Kusama-sensei, a quién quiere más. –dijo la pequeña.

 

-Ah, bueno yo…

 

-Verdad que a mí. –dijo un niño.

 

-No, a mí. –dijo la nena.

 

-No, me quiere más a mí. –dijo otra infante abrazándome.

 

Miré a sempai rogando su ayuda, y a sabiendas y de paso para molestar a los niños se recarga en uno de mis brazos, y les dice:

 

-Kusama-sensei me quiere a mí.

 

-¡Sempai!

 

Afortunadamente y a diferencia de la última vez, no se hallaba Hiro-san cerca porque si llegaba a oír eso, de seguro habría matado a Tsumori-sempai.

 

Entre risas nos deshicimos de la tensa situación y llevamos a los niños a sus habitaciones para que las enfermeras los cambiaran y les dieran las medicinas de la tarde. Cuando dejamos al último de los menores, este me llama la atención, me acerqué manteniendo mi semblante alegre y le pregunté dulcemente:

 

-Dime, necesitas algo.

 

-Tome sensei. –y me da unos caramelos, lo mire con una sonrisa y me dijo respondiendo a mi sonrisa. –Feliz Cumpleaños Kusama-sensei.

 

Me sorprendí a más no poder, me había olvidado que hoy era mi cumpleaños, por eso Hiro-san me habló de esa manera extraña esta mañana. Supongo que él me habrá preparado algo, de algún modo me sentí feliz en ese momento porque a pesar de no ser la gran cosa este día, él lo tiene en cuenta, quiere celebrarlo, por eso me exigió que viniera temprano a casa, sabiendo que es difícil debido a mis desequilibrados horarios y de las obligaciones que tiene Hiro-san en la universidad…

 

-Gracias. –le dije al menor, acariciándole su cabeza y saliendo del cuarto donde me esperara mi superior.

 

-Supongo que deseas tomarte el resto del día no. –comentó adivinando mis pensamientos.

 

-La verdad me gustaría… pero…

 

-¿Pero?

 

-Si surge alguna urgencia, y no hay personal para colaborar…

 

-No te preocupes y ve a casa, o acaso no te acuerdas lo que dijo Kamijou-san en Navidad.

Esas palabras fueron como estacas, no pensé que sempai me dijera esas palabras, me hizo recordar las duras y egoístas palabras de mi pareja, si me alegraba que me reclamara pasar más tiempo con él teniendo en cuenta que nuestros trabajos se robaban muchas horas de convivencia.

 

-Ahora ve, considéralo como mi regalo de cumpleaños, Nowaki.

 

-Sempai…

 

-Vamos fuera, antes de que cambie de parecer.

 

-Gracias sempai.

 

Rápidamente salí disparado para recoger mis pertenencias y volver a casa, aun no había nadie en ella, faltaba un par de horas para que Hiro-san llegase, así que decidí darme una ducha.

 

El frío de la calle de verdad congelaba hasta los huesos, mientras dejé que el agua caliente cayera sobre mí, pensé que podríamos hacer esa noche, quizás salir y comer afuera, ver alguna película, pero mis pensamientos se vieron interrumpidos, al sentir un par de manos rodear mi cuerpo y un pequeño peso en mi espalda.

 

-Hoy llegaste temprano. –susurró la única voz que esperaba oír todo el día. Sin dejarlo reaccionar, di media vuelta y lo estampé contra la pared de la ducha, mojándonos mientras nos dábamos un apasionado beso.

 

Ambos jugábamos en la cavidad bucal del otro, donde nuestras lenguas danzaban de manera frenética, hasta que el aire se hizo faltar y nos separamos un poco, manteniendo una mínima distancia donde naturalmente percibía el aliento de Hiro-san, y de seguro él también sentía el mío; cuando miré mas detenidamente a mi pareja, me percaté que la camisa hacia resaltar la belleza de su cuerpo y de los mechones castaños que tapaban parte de su mirada penetrante en ciertos momentos, dejaban a la vista su estado de excitación. Internamente me maldecía, cómo podía ser que una persona fuese tan bella y que todos se asustaran con su sola presencia.

 

-Hiro-san… -empecé a lamer por su cuello, mientras que con mis manos le acariciaba su torso, arrancándole un par de gemidos.

 

-Nowaki… idiota… acá no… -dijo a modo de queja, pero igual yo seguía con mi labor.

 

Lo acallé con un beso, mientras que con una de mis manos agarré las suyas y las elevé por arriba de su cabeza, dándome más libertad para maniobrar con mis dedos. Sin esperar mucho, empecé a acariciar su virilidad, y obviamente la consecuencia de ello, era más gemidos mezclados con algunas reprimendas.

 

-Basta… ahh Nowaki….

 

-Hiro-san, sos increíble, ya estas todo duro.

 

-Idiota, ¡pervertido!... ahh

 

Ese juego siguió hasta que él se vino en mis manos, yo lamí gustosamente la esencia y compartí parte de ella con él, ya en esos instantes el no oponía resistencia y se dejó llevar por el placer y la excitación del momento.

 

-Hazlo… Nowaki… -me susurró en mi oído, no podía creer lo que me pedía, y suponía que para él tampoco debió ser fácil ya que eso significaba tragarse su orgullo ante esta situación. Amorosamente y delicadamente, lo preparé y luego introduje mi miembro en su ser, generando algunos jadeos por parte delos dos.

 

Al principio lo hice lentamente, pero a los minutos la velocidad fue en aumento, el agua de la lluvia camuflaba nuestros sudores, el calor de la misma se unía al que nosotros generábamos con nuestros movimientos, y los azulejos reflejaban los sonidos que emitíamos.

 

Sabíamos que no aguantaríamos mucho tiempo, el ritmo que llevábamos y nuestras voces nos delataban que el clímax estaba acercándose.

 

-No… Nowaki… no aguanto… más… ahh

 

-Yo tampoco… Hiro… san…

 

Ambos nos vinimos al mismo tiempo, él sobre nosotros, y yo dentro de él, un poco cansados, terminamos en el piso del baño, abrazados, y sintiendo que nuestros sentimientos eran tan felizmente correspondidos desde el primer momento que nos conocimos, hace más de seis años.

 

Con algo de paciencia y un poco de ganas, nos enjabonamos mutuamente, y luego salimos y nos dirigimos directamente a nuestra habitación, no teníamos más energías para comer o para hacer otra cosa. Cuando me tumbé sobre mi almohada, sentí una pequeña cosa dura, en mi cara, hurgué entre en ella y saqué una diminuta cajita azul oscuro.

 

Hiro-san me observaba fijamente y sin decir nada, aunque su semblante estaba rojo a más no poder, con un tono medio nervioso, me dijo:

 

-Feliz Cumpleaños.

 

Yo sonreí complacido y le besé una vez más.

 

-¿Puedo abrirlo?

 

-Por supuesto… tonto.

 

Al abrir la cajita, descubrí dos anillos iguales, cada uno con un pequeño diamante azul oscuro que lo acompañaba, mis ojos se bañaron en lagrimas, no podía creer lo que veía, era el gesto más hermoso y el que más anhelaba de la persona que más quiero.

 

Lo abracé profundamente, llorando todavía sobre su hombro, Hiro-san me acarició la cabeza, y me dijo:

 

-No llores más, ya no sos un niño.

-Sí. –dije secando mis lagrimas, pero también notaba que él estaba igual de emocionado que yo.

 

Sí, ambos somos seres perfectamente egoístas, los no queremos ceder y no queremos quedarnos atrás, pero esto va más allá de lo que cualquier ser humano pueda imaginar.

 

-Gracias Hiro-san, de verdad te amo.

 

-Yo… también te amo.

 

De verdad es el mejor cumpleaños que tuve y tendré en la vida, ya que logré pasarlo con la persona que más quiero, él tendrá muchos apodos, es una persona de carácter difícil, pero Hiroki Kamijou profesor de literatura de la universidad Mitsuhashi, mejor dicho, Hiro-san es la única que logró despertar en mí, este cálido sentimiento llamado amor.

Notas finales:

comentarios, puteadas o alguna que otra felicitacion tardia para el cumpleañero es bien recibida XDD

Adyuu


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