The thought to tell
En mi vida pasada, tanto la sociedad como yo, repudiábamos a los homosexuales, ahora, he comprendido que el ser homosexual, no es un estado, ni una forma de ser, ni mucho menos una enfermedad, y esto lo sé, porque ahora soy uno, y es por amor…
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Si tienes que alejarte,
Les diré a todos mis sentimientos,
Te amo,
Por toda la eternidad.
Me encuentro a lo lejos, cubriéndome por uno de los tantos pilares de aquella inmensa iglesia, llena de lazos blancos, con enormes arreglos florales cubriendo ambos extremos de las bancas, las cuales se encuentran repletas de personas, todas ansiosas, esperando que aquel hermoso órgano comience a dar las notas, indicando la presencia de la novia en aquel recinto sagrado, pero realmente nada de eso me interesa, sólo puedo estar pendiente de una sola cosa y esa eres tú, tus expresiones, pero sobre todo tu nerviosismo, si estas nervioso, por primera vez te veo de esa manera en mucho tiempo.
Volteas a la entrada y tu mirada parece iluminarse, amo la forma en que tus ojos brillan, pero me hiere cruelmente que no sea por mí, sonrió con nostalgia y volteo a aquella inmensa puerta y puedo divisarla, lleva puesto la prenda más importante en la vida de una mujer, un vestido blanco, no es muy llamativo, es simple, pero bonito, su cabello rubio va suelto y ondulado, se mueve graciosamente conforme ella avanza, en sus ojos logro ver lo conmocionada que esta, sus ojos azules están llenos de amor, destila felicidad por cada poro de su cuerpo.
La música suena, las personas se paran y sonríen, todos están contentos por la unión de un gran amor, cuando ella por fin llega a tu lado, la tomas delicadamente del brazo, tomas su mano y te aferras a ella, ambos se hincan frente al padre que los está esperando para dar inicio a la ceremonia.
A ti,
A partir de ahora y siempre.
La unión de ustedes dos, comienza, por un instante tú volteas y te encuentras con mi mirada, no puedo evitar sonreírte, tú simplemente, relajas todo tu cuerpo y regresas tu vista a donde tiene que estar, el tiempo pasa, cada palabra dicha por el sacerdote es como una saeta en mi corazón, sin embargo ninguna se compara, a cuando escuche las palabras: “¿Acepta como esposa a…?” y tú respondiste con un firme: “Sí”, al llegar el momento de los votos sentí como mis sentidos se paralizaban por completo, yo te había ayudado a escribir gran parte de ellos.
Aunque nunca podremos encontrarnos de nuevo mañana,
Mantendré estos sentimientos por ti,
No llores.
Pude notar como los ojos de ella se llenaban de lágrimas, con cada palabra dicha por tus labios, y los míos también se inundaban, porque todo aquello que estabas pronunciando, no era más que mis sentimientos hacía ti, mi gran y único amor.
Cuando llego su turno, su suave voz se escuchaba entrecortada, sus palabras fueron simples, pero aún así pude notar la alegría que te daba escucharlas, cuando termino, ambos regresaron su vista al frente y vino la frase: “Si alguien conoce algún impedimento para esta unión que hable ahora o calle para siempre”, realmente tuve que contenerme, quería salir y gritar: “Sí, yo amo a ese hombre”.
A partir de ahora y siempre,
Yo te protegeré.
Silencio, silencio que se vio interrumpido, al quebrarse mi corazón, cuando el padre los declaro marido y mujer, pero más aún cuando tus labios se unieron en un dulce beso a los de ella, el lugar estallo en aplausos y de la parte alta comenzaron a caer pétalos de rosa blanca, inundando el lugar de ellos, ustedes se separaron, se miraron, tomaron de la mano y comenzaron a caminar hacía donde nos encontrábamos los invitados, soltaron su agarre a algo más leve, y se sonrieron, sin poder evitarlo mi mente se llenó de recuerdos.
Fingiendo mis palabras,
Mirándolos a los dos,
El ideal que he estado buscando esta tan cerca,
Tú y yo sonreímos.
Sigo mirando la escena y mi mente sigue llenándose de memorias perdidas, y de un amor perdido, pero aún así más grande que la mismísima eternidad, una mueca de dolor se forma en mi rostro.
Independientemente de los obstáculos que nos esperan,
Estando juntos se pueden superar.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Era un verano de 1860, contaba con 18 años de edad y estaba a punto de casarme con uno de los solteros más codiciados del pueblo, su nombre Madara Uchiha, hoy iría a comer con su familia y conocería a su hermano Fugaku y a la familia de este, ya que acababan de mudarse para acá, saben creo que he olvidado hablar realmente sobre mí, mi nombre es Kirino Kurusugawa, vivo en un pequeño pueblo llamado Konoha, soy hija de una familia humilde, casi pobre, gracias a esto, mi relación con mi futuro marido al principio fue complicada, ya que sus padres no me aceptaban, acusándome de estar con su hijo sólo por interés, la verdad, es que, yo si lo amaba, pero si me dieran a elegir entre él y mi libertad, preferiría mi libertad, de ser así, posiblemente en un futuro, encontraría a mi verdadero y gran amor, pero eso no importa, mejor hablemos sobre mi físico, mi cabello es rubio y largo, llega justo por debajo de mi cintura, mi piel es morena, un tono canela, soy de estatura mediana, y mis ojos son azules, como el cielo brillante después de una gran tormenta.
Llegué a la casa de la familia Uchiha, toque la puerta y una de las tantas sirvientas me dio la bienvenida con mala cara, no era raro para mí, siempre pasaba eso, pase ignorando a toda la servidumbre, mis pasos se detuvieron al pasar por la sala, ya que pude escuchar claramente unos sollozos, dirigí mi mirada a aquella habitación pero no había nadie, sin embargo aquel sonido seguía, así que decidí entrar, comencé a buscar de donde provenía, llegué hasta un pequeño sillón, y pude divisar detrás de él unas hebras negras, di unos pasos más hasta poder ver completamente a la persona que estaba ahí, encontrándome con un pequeño niño de más o menos unos 8 años de edad, piel blanca, y cabello azabache, su rostro no podía verlo ya que se encontraba oculto entre sus piernas, me hinque a su lado y acaricie su cabeza.
—¿Estás bien?—el niño levanto la mirada y pude notar sus hermosos ojos oscuros, los cuales estaban inundados de lágrimas.
—Que te importa—hundió otra vez su rostro.
—Que niño tan grosero—la rubia molesta se paro y decidió salir del lugar, encontrándose en el camino a un hombre alto, piel morena, cabello negro un poco largo, iba vestido muy elegante, tendría unos 40 años.
—¡Sasuke!—gritó el señor—¡Deja de ser tan marica! ¡Los hombres no lloran!—tomo al niño fuertemente del brazo y lo paro, al ver que la lágrimas del pequeño no cesaban, levanto la mano para darle un buen golpe, pero se vio detenido por una voz.
—¡Espere!—la rubia decidió interceder ante aquel escena—No creo que esa sea la forma de tratarlo—dijo un poco temerosa al ver la mirada negra.
—Como sea, lo único que quiero es que deje de llorar—soltó al azabache menor de forma brusca haciéndolo caer al suelo, y después de eso salió enojado del lugar.
—Oye—los pequeños ojos carbón de posaron en ella—No está mal que los hombres lloren, es lo más normal del mundo, toma—saco un pequeño pañuelo de su bolsa.
Él lo dudo un poco, pero termino aceptando, tomo aquella tela y la coloco sobre su nariz, comenzando a exhalar fuertemente, haciendo pequeños ruidos, la joven no pudo evitarlo y comenzó a reír.
—¿Qué pasa?—pregunto un tanto molesto.
—Nada, es que me da ternura, los ruidos que emites—dijo aún entre risas.
El menor se avergonzó ante tal respuesta, más cuando los ojos azulinos de la chica se posaron en él, tuvo que desviar la mirada, para que ella no notara su enorme sonrojo.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Ese mismo día supe, que el hombre que casi golpeaba al niño era Fugaku, el hermano de mi prometido, que este tenía dos hijos, el mayor Itachi, un joven de 14 años, bastante apuesto e inteligente, y Sasuke un pequeño de 8 años, y la razón de haberse mudado acá era por la reciente muerte de la esposa.
Con el paso del tiempo, el menor de los Uchiha y yo habíamos creado un gran lazo afectivo, todos los días venía a visitarme a mi casa y hacíamos cosas durante horas, tan grande era el cariño que nos teníamos, que el día de mi boda, él, lloro a mares, y al volver de mi luna de miel, no me hablaba, me ignoraba y demás, pasado el tiempo, su enojo contra mí se disipo y todo volvió a ser como antes.
Pasados 10 años mi relación con mi sobrino, ante las leyes claro está, seguía como siempre, él sabía todos y cada uno de mis secretos, como yo de él, sin embargo, cuando el cumplió los 16 años, mi marido y él comenzaron a tener muchos altercados, Madara me prohibió verlo, pero me las ingeniaba para salir y encontrarnos.
Recientemente, mi esposo y yo acudimos con el doctor, ya que él deseaba tener un hijo, pero en todos los años interiores, no había logrado embarazarme, los resultados, dañaron gravemente nuestra relación, nunca podríamos tener un bebé, ya que mi marido era estéril.
Las semanas siguientes comenzaron a ser un infierno, unidas a insultos, golpes, noches en vela porque él no llegaba, hasta contadas violaciones, lo más frustrante de aquellos días fue el no poder ver a Sasuke.
Un día me encontraba en la cocina, preparando la comida, el sonido de la puerta me saco de mi tarea, debía abrir, pero a la vez no quería, ya que mi rostro estaba lleno de pequeños hematomas, al igual que mis brazos y más partes de mi cuerpo, decidí ignorar el sonido, sin embargo la insistencia me hizo ir a abrir encontrándome con unos sorprendidos ojos azabaches.
—Hola—dije susurrando.
Él simplemente negó con la cabeza y entro a la casa, sus expresiones lo denotaban muy bien, cuan enojado estaba.
—¡¿Por qué?!—preguntó furibundo.
—No podemos tener hijos, no lo tomo muy bien—respondí, soportando las lágrimas.
—¿Y eso qué? ¿Por qué toleras que te golpee?
—Sasuke, sabes muy bien la respuesta—mi voz comenzaba a cortarse.
—Es que no es posible que siendo una mujer tan hermosa, inteligente, y con tantas cualidades, haya terminado con reverendo patán—mi fuerzas se disiparon y me abalance contra él.
Su cuerpo no dudo en atraerme más al suyo, mientras sus manos acariciaban mi cabello con ternura, mis lágrimas caían furiosas, mis mejillas se encontraban empapadas, y mi pecho parecía que pronto estallaría del dolor, aquel molesto sentimiento desapareció por uno mucho más agradable, al sentir unos temblorosos labios sobre aquel camino que había recorrido mi llanto, hasta por fin encontrarse con mi boca, un pequeño roce maravilloso.
¿Qué paso después? Tardes de inmensa pasión, deseo, lujuria, pero por sobre todo eso, amor, y lo mejor de eso, era que podía compartirlo con la persona que más me conocía, la que desde siempre me había cuidado, ahora no había nada más que él y yo.
Mi felicidad estaba completa, aunque, la vida de cuento de hadas que había vuelto a crear, termino como una cruel pesadilla de la que desee despertar.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
—¿Por qué?—pregunté molesta.
—Fue una orden de mi padre, no lo quiero hacer, pero, piensa que si me voy a estudiar al extranjero conseguiré un mejor trabajo y podré venir por ti, y largarnos de este maldito lugar—respondió Sasuke mientras sostenía mis manos.
—Te necesito, aquí y ahora, no me importa si no podemos estar juntos frente a los demás—contesté soltando el agarre.
—Y yo no estoy dispuesto a seguir siendo el otro—mi corazón se estrujo al oír aquello.
—Te amo…—susurré mientras lo vi pararse del sillón, donde hacía unos momentos nos encontrábamos platicando tranquilamente.
—Debo irme—comenzó a caminar hacia la puerta, y mi cuerpo reacciono al instante, alcanzándolo y sujetándolo por una de sus muñecas.
—Yo tengo algo importante que decirte—sus ojos negros me miraron—Toma esto—dije quitándome la cosa más valiosa para mí, un collar que me habían regalado mis padres cuando recién había nacido.
—Gracias—lo tomó con fuerza en su mano.
—Hay algo más que debes saber—mi atención estaba totalmente centrada en él, que nunca supe cuando mi marido había entrado a la casa.
Todo lo que vino después fueron golpes, insultos, luego la aparición de un arma, lo siguiente un disparo y al final un cuerpo cayendo, para ser más exactos el mío…
Había salvado la vida de la persona más importante en mi vida, pero había matado otra, no solo la mía, sabes Sasuke, me hubiera gustado decírtelo, íbamos a ser padres, perdóname por mi decisión tan egoísta.
No llores,
Prefiero una sonrisa tuya,
Voy a mostrarte estos pensamientos.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
Cierro mis ojos con fuerza y reúno todas mis fuerzas para acercarme a ti, cuando estoy frente a ti, haces una mueca, si, así sonríes tú.
—Felicidades teme—sueltas un pequeño bufido ante aquellas palabras.
—Gracias dobe—recalcas la última palabra.
Mis fuerzas desvanecen, me acerco a ti, y te atrapo en un abrazo, al principio te descolocas por la acción, pero terminas cediendo, aunque un poco dudoso, realmente no quisiera soltarte, ya que pasado un lapso pequeño de tiempo, has aceptado por completo el abrazo, sin darte cuenta bajas una de tus manos y roza con uno de los bolsillos de mi saco, te separas de mi al sentir que hay algo dentro.
—¿Regalo de bodas?—preguntas con sarcasmo.
—Y el mejor de todos—sonrió y saco de él un collar de cristal, de forma rectangular que termina en pico.
Puedo observar la impresión en tus ojos, tratando de buscar una respuesta, de donde había sacado aquel objeto.
—Eso es mío sabías—dices tratando de tomarlo, pero yo lo impido.
—No, es mío, tú lo encontraste y te adueñaste de él, pero el otro día se te cayo y yo lo encontré—tu mirada se centra en la mía.
—¿Tuyo?—preguntas incrédulo.
Cambiaré a un nuevo yo,
Te cuidaré hasta el final,
No hay necesidad de llorar,
Estoy a tu lado.
—Sí, mío—me miras desesperado esperando que me ría.
—No juegues dobe—dices serio.
Tomo tu mano derecha y coloco en ella el collar, cierro tu mano y te la coloco en el pecho, justo donde está el corazón.
—Dáselo—tú mirada baja a tu mano observando el collar.
Nos haremos más fuertes,
Porque así lo creo.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
El día que renací, no fue el día que volví a nacer, fue cuando te encontré en un pequeño parque, sentado en un columpio mirando a la lejanía, muriendo por acercarme, pero detenido por saber que no me recordarías, en la primaria cuando peleábamos, en la secundaria cuando, me di cuenta que si me recordabas, o al menos una parte de mí, en la preparatoria… Bueno ahí nos hicimos grandes amigos, estaba dispuesto a esperar el momento indicado para hacerte saber de mis sentimientos, esperando ansiosamente, hasta que llego ella, ¿Cómo competir contra mi yo de la vida pasada? No había forma, más aún cuando dijiste: “Me he enamorado de alguien, de la misma persona que siempre he estado esperando”, creo que esta vida, no tenía un futuro feliz para mí, posiblemente me estaba cobrando todo lo del pasado, sin embargo estar a tu lado, me mantenía vivo, aunque mi corazón dejo de latir, desde el momento en que me la presentaste como tu novia y más aún cuando me pediste acompañarte a escoger un anillo de compromiso…
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*
—Porque te he esperado, y te esperare incluso en la eternidad—dije recordando las últimas palabras de los votos que había escrito junto con Sasuke.
—Naruto…—respondiste regresando tus orbes negros a mí.
Cuando tus ojos me miraron de nuevo llenos de lágrimas, lo supe, habías recordado quien era yo…