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Inmortales (Antes conocido como la maldicion de los uchiha II) por langui_el_retorno

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-¿Que es una maldición?


Se preguntó el joven de cabellera negra mirando las cenizas caer como copos de nieve sobre su entorno. Las imágenes de gente muerte, no cualquier gente. Su gente, su pueblo, su clan, su familia… Todo lo que él conocía y amaba. Una maldición  es un grupo de sucesos trágicos que siguen a un individuo determinados repitiéndose de forma inevitable una y otra,  y otra vez hasta alcanza lo que quiere o quien quiere.


Las llamas habían convertido todo en cenizas y la sombra de una extraña criatura se formaba entre el humo. Pero era demasiado tarde.


-Quizás el único camino a la inmortalidad…-Se dijo cerrando sus ojos su fin había llegado, la muerte del Patriarca.


El estruendo de uno rayo furioso azotó el vasto cielo confundiéndose con el grito de dolor de un demonio. Las gotas de lluvia apagaron el incendio y asentaron las cenizas, que se confundían con la tierra convirtiéndose en lodo, lentamente las escorrentías se formaban como venas que buscaban su camino al rio. De la misma forma las lágrimas de la enorme criatura caían al suelo confundiéndose con la lluvia y la sangre del Patriarca. Al menso el arrollo de sangre, agua y lagrimas caminarían juntas hasta encontrar su fin en el rio y quizás el mar… si tuviera suerte llegarían al cielo evaporadas por el sol y allí arriba se fusionarían y se convertirían en parte de la atmosfera y permanecerían juntas para siempre.



Despertó violentamente, saltando de su cama al vacio hasta chocarse con el sólido piso de piedra, no pudo evitar soltar un gemido de dolor. Lentamente se puso de pie. Odiaba esto. Como lo odiaba. Dormir sobre piedras y caer en más piedras, vagar de aquí allá por su como animal perdido. Pero era inevitable.


Suspiro resignado y quiso salir de la cueva inmediatamente, pero un gruñido le detuvo. Sasuke miro aterrado a esa criatura. El zorro de nueve colas. Un demonio temible por no decir la más temible. Tenía una altura que sobrepasaban los siete metros y un lardo de más de diez.  Se quedo estático hasta que la bestia parecía volver a su sueño placido. Controlo su respiración, se puso de puntillas, se disponía a abandonar la cueva debía regresar a reportarse con su padre y hermano o pagaría la consecuencias.


Lentamente cada pisada marcaba su escape, y una sonrisa de victoria se formaba en su rostro al tocar con un pie los rayos del alba que se adentraban por el pequeño orificio que daba a la libertad anhelada. Giro y miro a la bestia, dentro de la cueva parecía tan apretada, siempre se pregunto como algo tan grande pudo caber en un lugar tan estrecho. Quizás estaba atorada. Bueno era su problema Sasuke tenía suficiente con ser su esclavo por su mala suerte de destino.


-¡Ahg!-se quejo al ser tumbado por una pata del demonio y apresado en sus garras. Quiso quejarse pero su voz desapareció al sentir aquel filo de más de treinta centímetros rozar su cuello.


-¡Odio a los demonios!- Se quejo al ver al demonio sonreír. Al menos eso se le era permitido. Ser sarcástico.  Mas la bestia ni se inmuto solo mantuvo su mirada burlona y superior que tanto fastidiaba al niño. Sasuke Uchiha maldecía con todo su ser a las malditas bestias de colas y se juro a sí mismo crecer hacerse fuerte y matarlas a todas.-Les asesinare, malditos demonios


-¿De verdad planeas asesinarnos?- Pregunto el Zorro soltando un carcajada –Valla, valla y, yo que pensaba que podría dormir un poco mas-dijo burlón sin parar de reír. Había encontrado a Sasuke o mejor dicho este había caído en una de sus trampas para cazar animales. El trato era simple, el menor se encargaba de alimentarlo y cuidar sus heridas y èl simplemente no lo mataba. Jamás supo en qué momento se volvió tan indispensable, al grado de tenerlo como su esclavo personal. Había que admitirlo era divertido, demasiado orgulloso y… terco, necio, testarudo, renegón, pretencioso cuando quería hacerse la burla e irónico. Es decir por más que supiera cual era su lugar jamás se rendía y, jura y perjuraba que al crecer el seria quien los cazara y asesinara a todos. La idea no le agradaba al Kyubi, pero era divertido escucharle. Sus palabras parecían promesas que de la nada le inspiraban sinceridad en el sentido retorcido de la palabra. Calro esta, pero… La inmortalidad era algo tan tedioso que aquella palabras sonaba una promesa de libertad.


-Ríete lo que quieras pero lo hare, cuando crezca les matara a cada uno de ustedes y acabare con la maldición que aqueja a mi clan- Miro con fiereza al Kyubi, y este reía melancólico. Deseo decir “Recuerda lo que prometes, porque lo debes cumplir” pero quedo callado y eso fastidio más a Sasuke.


-¿Qué harás?- Le pregunto, con el afán de sacarlo de sus casillas-Vamos, soy un Demonio de colas. ¡Mátame!- Ordeno liberándole de su agarre. Sasuke no sabía qué hacer, solo era un crio de ocho años, pero su determinación era sincera. Había visto padecer a su clan a causa de los demonios de colas y sabia que solo la muerte de estas los liberaría. Su mirada se puso a buscar alrededor de la cueva algo con que atacar y matar al demonio. De fallar los más seguro era que terminaría muerto. De pronto lo encontró, una espada y con mucha dificultad la elevo y amenazo al Kyubi con un grito de guerra echándose a correr para degollarlo.


Kyubi reía, era divertido ver los vagos intentos del niño, aunque para su edad eran verdaderos intentos. Miro como sus brazos temblaban por el peso del arma, más su fiera mirada puesta sobre él no parecía dudar o temer, después el grito y  emprendio su torpe carrera. Ese niño seria alguien peligroso cuando fuese un adulto. Alguien de temer y admirar. Repuso antes de tumbarlo y volverse a mofar de él.


El encuentro no duro ni un segundo. Sasuke estaba bajo de una de las garras del Kyubi aplastado por una gran fuerza que le impedía moverse. Quizás 100 kilos, lo más extraño era que la presión era exacta, le dejaba respirar pero no moverse.



-Te falta mil años para poder compararte con un demonio de colas- Clavo una de sus garrar en su blusa y miro fijamente-…Así que lárgate y no te olvides de la comida para mañana- lo lanzo fuera de su cueva. Sucio, lleno de polvo y barro Sasuke emprendía el camino a su aldea con la mirada que si podía mataba. Pero de pronto se detuvo, jamás entendería porque esa bestia de colas no le asesinaba.  Sasuke no era el esclavo mas sumiso que uno desease, de hecho siempre ponía cosas extrañas en la comida del demonio y una que otra vez le jugaba malas pasadas. Quizás sí estaba atorado. Sus ojos se iluminaron, lo mantendría en secreto unos años y al tener la mayoría de edad lo asesinaría o, lo domesticaría. Paso a imaginárse a él como el Gran domador de demonios de colas de la historia, su fama sobrepasaría a la del mismo Patriarca. Rio feliz.


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