Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

15 de Febrero por Ariisa

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!!
Por fin pude terminar el capítulo...! D:

Mi siguiente comentario será un "spoiler", aunque es algo bastante predecible, pero lo aviso igual.

La discusión entre Dan y Fabi se me fue de las manos, completamente x_X
Vamos, ¡que no dejaban de responderse el uno al otro! Yo los escuchaba en mi mente y no podía escribir tan rápido, pero es que esos dos... u_u"
Aunque puede que sea mi impresión con el hecho que me excedí en el conflicto, era necesario que se dijeran todo lo que debían decir :)

Por cierto, son 15 páginas de word, así que, quiero creer que valió la pena la espera, ¿no? ^^U

“Só Rezo” comenzó a sonar en mi celular, era mi alarma.

Estaba muy cansado y, al abrir mis ojos, me encontré desorientado.

Claro, no estaba en casa.

Recordé vagamente lo sucedido, sentándome en la cama.

 

Los recuerdos llegaban rápidamente a mi memoria, atropellándose unos con otros.

“He saboteado todas y cada una de tus relaciones…”, fue la primera frase que recordé.

 

Pero… no, eso no había sucedido.

Es decir, era mucho más probable que yo fuera el borracho y me lo hubiese imaginado todo, a que Dan hubiese dicho todo lo que mi mente me decía que había dicho.

Aunque no tenía resaca…

 

Mas, aún así, quedaba la opción de que lo hubiese soñado.

 

Aún siendo horrorosamente difícil de aceptar, debía admitir que ya había soñado antes con Dan dándome un beso. Bueno, había sido sólo una vez antes, y en ese sueño no me había obligado ni nada, pero seguía siendo más factible que todo fuese producto de mi imaginación que parte de la realidad.

 

Me convencí de que había sido un sueño, por lo que rápidamente comencé a vestirme. Aún tenía que llegar a casa, bañarme, vestirme nuevamente e irme al trabajo.

 

Cuando terminé de hacer la cama, tomé mi chaqueta y salí de la habitación.

El silencio en la casa era aplastante. Sentía que cada uno de mis pasos se iba a escuchar hasta en la casa del vecino.

 

Llegué a la puerta de la habitación de Dan y la entreabrí suavemente, asomándome por ésta.

Dan dormía plácidamente, encogido y tapado con el cubrecama hasta más arriba de la nariz.

Cerré la puerta intentando no hacer ningún ruido.

 

Cuando salí de la casa, Caramelo me recibió en el patio, saltando.

Me demoré un tanto, pero logré salir sin que el perro se escapase conmigo.

 

Varios minutos más tarde recién llegué a mi casa.

 

-          No me gusta que te quedes en casa de tus amigos.- Me dijo mi mamá, que estaba en la cocina, nada más entré en casa.

-          Buenos días, mamá.- La saludé.

-          ¿Bebiste mucho? ¿Te duele la cabeza?.- Cuestionó, mirándome fijamente.

-          Sabes que no.- Le respondí.- Pero era algo tarde y Dan sí había bebido un poco.

-          ¿Quién más fue?

-          Nadie más. Sólo nosotros.

-          Ah, sólo fue Dan.- Comentó, más satisfecha.- Entonces está bien.- Dijo, dándose vuelta y siguiendo con lo que estaba haciendo.

-          …- No dije nada, pero me era extraño como mi mamá quería tanto a Dan. Casi siempre me reclamaba que no saliera tan tarde, pero si iba Dan, entonces era más fácil convencerla.

-          ¿Has desayunado?

-          No.

-          Ve a ducharte, te prepararé algo para que te sirvas antes de irte.- Me ofreció.

-          Gracias.- Dije, y me dirigí a mi habitación.

 

 

Saqué ropa limpia y me la llevé conmigo al baño. Cerré la puerta de éste y comencé a desvestirme.

Cuando estaba por entrar a la ducha, algo en el espejo de medio cuerpo me llamó la atención.

Vaya, tenía unas ojeras horrorosas… pero entonces me fijé en lo importante.

Me acerqué abriendo grandes mis ojos.

Una marca.

En mi cuello.

Una GRAN marca roja en mi cuello.

 

-          Te mataré, Dan.- Farfullé por lo bajo.

 

¡¡Claro que lo iba a matar!!

¡Esa era una maldita e irrefutable prueba física de que nada había sido mi imaginación!

¡Ahora ni siquiera iba a poder auto-convencerme de que nada había sucedido!

¡Mierda, mierda, mieeerdaaa…!

 

 

El agua me distrajo, pero no lo suficiente como para dejar de pensar en lo acontecido.

 

¿Debía creerle?

Se me hacía tan difícil pensar que todo lo que me había dicho era cierto.

Primero, porque él nunca había tomado ese tema con seriedad. Segundo, porque él siempre salía con muchas chicas, sin llegar a involucrarse con ninguna, pero siempre haciéndoles demostraciones de cariño públicamente.

Y aunque era también cierto que más de una vez había escuchado rumores de él saliendo con otros chicos, yo jamás llegué a pensar que eso fuera verdad.

 

Dan… ¿Dan enamorado de mí?

Por donde lo viese, eso no tenía sentido.

Aún si fuera real toda esa confesión, ¿qué podría haber visto él en mí?

 

Y, por otro lado, ¿él arruinando mis relaciones?

¡Eso sí que era absurdo!

El castaño con suerte, y tal vez con la ayuda de alguna divinidad, ¡lograría engañar a un árbol! ¡Vamos, que mentir se le daba pésimo! Era muy conocido por eso mismo.

Y de ahí a convencer a esas chicas… no, no podía creer en algo así.

 

Intenté olvidarme un poco de eso.

 

Me vestí de prisa y desayuné tan rápido, que casi me atraganto. Ya iba justo en el tiempo.

 

-          Te llamaré antes de que vengas a almorzar, para recordarte que compres queso rallado.- Me dijo mi mamá antes de salir.

-          OK.- Asentí. Pero entonces me revisé todos los bolsillos y no encontré mi teléfono en ninguno.

 

Corrí a mi habitación y revisé la ropa del día anterior, que había dejado sobre mi cama. Nada.

Luego recordé: mesa de noche, habitación de Augusto, casa de Dan…

 

-          Mierda.- Repetí, quizás por vigésima quinta vez en la mañana.

 

 

 

 

 

Y es por eso que estoy aquí, frente a la puerta de su casa, sin atreverme a tocar el timbre.

Han de ser las ocho de la tarde, por lo que el sol aún resplandece. Y sigue siendo 15 de Febrero.

 

¿Cómo se supone que deba comportarme ahora?

No es como llegar y hacer como si nada ha sucedido, cuando uno de mis amigos más cercanos me acaba de confesar hace menos de 24 horas que le gusto y ahora tengo que verlo a la cara sin saber qué hacer.

¿Y si fue una broma que se le salió de control?

No, en realidad no lo creo, hubiera sido muy cruel de su parte. Además, insisto en que Dan miente muy mal…

 

¿Qué haréeee…?

 

 

 

 

Me decido a tocar el timbre sin más. Que sea lo que el destino tenga preparado. (¿Qué digo? Si yo ni creo en el destino.)

 

Se demora un poco, pero pronto la puerta se abre.

La empujo suavemente y entro. Caramelo no me recibe, por lo que supongo que está encerrado en el patio de atrás.

Camino lento, muerto de nerviosismo, por el corto sendero de piedras que lleva hasta su casa.

Lo veo caminando hacia mí, sonriendo como siempre.

Me petrifico en mi lugar en tanto lo veo y creo que me ruborizo hasta la médula.

Demonios, ¡¡esta no era la reacción que esperaba tener!!

 

-          ¿Qué sucede?.- Me pregunta, sin dejar de sonreír.

-          Olvidé mi celular.- Sin decidirlo, le respondo casi murmurando y mi voz apenas se escucha; además, irremediablemente termino mirando el piso, avergonzado.

-          Ah, entonces no fue mi imaginación que salimos juntos ayer, jejeje.- Su comentario me deja helado.

 

¿Olvidó todo? ¿¡Olvidó todo!?

 

Esto es mágicamente conveniente para mí, pero no puedo evitar sentirme molesto. ¿Cómo pudo haberlo olvidado todo, TODO…?

 

-          La verdad es que hoy desperté con un dolor de cabeza insoportable.- Me dice, caminando a mi lado, despacio.- Y ni siquiera he intentado empezar a ordenar mis vagos recuerdos de lo que pasó.

-          Ah.- ¿¡Qué se supone que le diga en una situación así!?

 

No me siento preparado para ser yo mismo el que le informe todo lo que me dijo e hizo, ¡pero tampoco quiero dejar esta situación tal y como está!

 

Seguimos avanzando.

 

Tengo un nudo en la garganta… sé que es mejor para mí que él lo haya olvidado, pues soy yo quien está más confundido con todo esto y no sabe cómo actuar, pero tampoco estoy conforme.

Me siento extraño al tener que pasar por todo esto.

 

Siento música que proviene desde la casa, lo que llama mi atención. El parece notarlo.

 

-          Estoy con Fanny.- Menciona.

-          ¿¡Con Estefanía!?.- Mi reacción es tan apresurada y espontánea que nos sorprende a ambos.

 

Pero es que no pude reprimirme…

¿¡Cómo puede estar con ella después de lo que pasó ayer!? U hoy, o… ¡da lo mismo!

El punto es lo mal que me sabe el que esté con ella después de decir que me “ama” a mí.

 

-          Ehhh…- Dan no sabe qué decir y me mira confundido.- Es que llegó hoy y… no la iba a echar lejos de casa, ¿cierto?.- Comprendo, por su cara, que él jura que no pasó nada importante anoche. Y, por lo mismo, le parece natural recibir a Estefanía, con quien siempre ha tenido ‘algo’.

-          …- Miro el piso nuevamente, mientras seguimos caminando.

 

Siento su mirada sobre mí, curiosa, pero la ignoro.

Sí, eso está bien. Sólo ignoraré todo lo sucedido.

Sólo tomaré mi celular y me iré.

Me iré inmediatamente.

 

-          ¿Quién era?.- La chica aparece, mirándome algo fastidiada.

 

Lleva su cabello negro muy desordenado, amarrado con una cinta. Lleva unos short de mezclilla y un peto blanco que, con suerte, le tapan algo el cuerpo.

Lo peor; es obvio que esa ropa la escogió con la intención de visitar a Dan hoy.

No.

Lo peor es… ¿estoy celoso?

 

-          ¿Fabián? ¿Qué haces tú aquí?.- Me pregunta, enviándome una mirada de clara advertencia que cualquiera traduciría como “déjanos a solas o muérete, pero no te quiero aquí”.

-          Nada importante.- Respondo, arisco.

 

Olvido mis modales y, sin siquiera pedir permiso, me adentro en la casa, rumbo a la habitación de Augusto.

 

Estoy… estoy molesto, confundido, inseguro y odiosamente afectado por haber tenido que toparme con la “amiga con derecho a roce” del castaño, en su casa, SOLOS, justo hoy.

¿Pero acaso no tengo un poco de derecho de reaccionar así?

No, supongo que no tengo derecho a nada...

¿Derecho a qué, siquiera? No soy más que el amigo idiota de Dan que lo acompaña en su ebriedad y termina siendo víctima de sus comentarios desubicados.

 

Tomo mi móvil y respiro profundamente.

Vamos, Fabián, ahora sólo queda salir de la casa. Me digo a mí mismo, animándome a irme cuanto antes.

 

Al volver a la sala, Dan me está mirando detenidamente, analizándome en cada paso que doy y ligeramente preocupado por mi actitud. Yo lo miro de vuelta sin ningún sentimiento aparente, tan frío como me lo permite mi autocontrol.

 

Pero entonces ella hace algo que, definitivamente, me descontrola más allá de lo que puedo soportar.

Estefanía se acerca a él, que está parado junto al sillón, y comienza a acariciarlo, rozando su cuerpo contra el de él. Y la muy desgraciada, hija de… su madre, me mira con saña, intentando, tal vez, hacerme entender que quieren privacidad.

Arrugo el entrecejo inevitablemente y, cuando comienzan a chirriarme los dientes, me doy cuenta de que estoy apretando fuertemente la mandíbula.

Dan intenta alejarse un poco de ella, sin que sea demasiado evidente, incómodo por mi mirada odiosa, quizás.

Pero ella no lo suelta, insiste en permanecer en su función de parásito.

 

-          Eso era todo, gracias.- Digo, con mi voz más áspera y hablando tan rápido y molesto, que dudo que alguno de los dos haya entendido lo que he dicho.

 

Pero no importa, no quiero saber si me entendieron o no.

Salgo caminando rápidamente, golpeando el suelo con cada paso que doy.

Tal vez esté corriendo, pero no pretendo detenerme ni alivianar el paso.

 

Puede que no tenga derecho a estar molesto o furioso o INDIGNADO o… dolido, como estoy, ¡pero no me importa!

¡No puedo evitar sentirme incluso traicionado por él!

Es un idiota de antología y, muy probablemente, merezca estar con esa fácil.

 

-          ¡Fabi!.- Oigo mi nombre siendo gritado por él, pero eso no me hace querer parar. Por el contrario, me hace querer avanzar más rápido.- ¡FABI!

 

Siento su voz más fuerte, pero no es hasta que me detiene en seco tomándome por el brazo, que me doy cuenta de que me ha alcanzado.

 

-          Fabi, ¿qué sucede?.- Sus ojos encuentran los míos por un segundo, pero rehúyo su mirada casi instantáneamente.

-          Déjame.- Siseo, irritado.

-          No.- Responde seguro.- Fabián… de verdad, ¿qué pasa?

 

Me quedo en silencio, sujeto por su mano, y mirando el piso sin querer levantar la vista ni responder a su pregunta.

 

-          Fabi, no sacas nada quedándote callado, ¿qué sucede?.- Me pregunta, intentando ser acogedor con el tono de su voz y abrazándome. Y a pesar de querer golpearlo con todas mis fuerzas en estos momentos, no hago nada.

-          ¿Qué les pasa a ustedes dos?.- La voz insoportable de Fanny, que nos alcanza, logra terminar de sacarme de quicio.

-          ¿¡Quieren saber lo que me pasa!?.- Grito, ya sin contemplaciones, alejándome de Dan con un empujón y asustándolos a ambos.- Tú.- Señalo a Dan, observándolo iracundo.- Tú, AYER, me dijiste que estabas enamorado de mí y que habías arruinado mis relaciones, y que no te arrepentías. Y tú...- Me giro a verla a ella.- …llegas hoy a su casa y prácticamente te pones una cinta de regalo, ofreciéndote a él.

 

Observo sus reacciones sólo un segundo.

Ella está roja.

El se pone pálido, como si el alma se le estuviese yendo del cuerpo.

 

-          Entonces, alguien que me diga, por favor… ¿¡cómo cresta se supone que debo reaccionar!?.- Exclamo, tan, pero tan molesto, que estoy a punto de llorar.

 

Odio eso de mí. Cada vez que me enojo más allá de lo que puedo soportar, se me hace un nudo en la garganta que me orilla a las lágrimas. Patético.

 

No espero nada más y pretendo seguir mi camino hasta la puerta.

Mas, sorprendiéndome, Dan vuelve a detenerme.

 

-          Fanny, por favor… déjanos solos.- Dice, con voz calmada. En realidad no calmada, sino muy controlada.

-          ¿¡Qué!?.- Su reacción es tan espontánea como lo son las mías.

-          Por favor.- Insiste, en tanto ambos nos miramos fijamente. Yo desafiante, él preocupado y arrepentido.

-          ¡Dan! ¡No puedes…!.- Comienza a reclamar ella.

-          ¡VETE!.- Grito yo, mirándola por el rabillo del ojo.

 

La chica bufa y corre hacia la casa.

 

Pasan los segundos y sigo prendado de sus ojos, observándolo con el entrecejo fruncido y ojos entrecerrados.

 

¿Qué acabo de hacer?

Me arrepiento de todo lo que he hecho.

He sido infantil, idiota, grosero y… puede que no tenga ninguna razón real para ser así.

 

Desvío mi mirada hacia un costado, pero Dan no me suelta del brazo.

 

De verdad, ¿qué he hecho?

El nudo en mi garganta se aprieta más. Y ninguno de los dos pronuncia ni una sola palabra.

 

 

La muchacha, al cabo de unos segundos, pasa furiosa por nuestro lado.

 

-          ¡Ni siquiera me llames, Dan!.- Grita, en tanto abre la puerta de la reja y la cierra de golpe.

 

Yo sigo mirando hacia un costado, avergonzado por la escenita que acabo de montar.

Las cosas nunca debieron habérseme ido de las manos del modo en que lo hicieron, pero, ¿era acaso evitable?

Claro que lo era…

 

Es increíble como Dan consigue todo lo que quiere y hasta lo que no quiere, pero nadie más podría lograr. Porque no recuerdo cuándo fue la última vez que grité o la última vez en que, aunque fuese por un segundo, no hubiese pensado en las posible consecuencias.

 

No sé qué está sucediendo y no sé qué debo hacer ahora.

Necesito pensar, necesito calmarme y decidir qué hacer.

 

-          Fabi.- Su voz me trae de vuelta al plano real y, de algún modo extraño, me aterroriza.

 

Acabo de darme cuenta de que no lo quiero perder…

 

¡Y pensar que tuve la opción de dejar pasar todo y fingir que nada había sucedido! De haberlo hecho así, probablemente nada hubiese cambiado, probablemente no tendría que haber perdido a mi amigo.

 

Pero es tarde.

 

-          Fabiá-

-          Lo siento.- Lo interrumpo tan rápido que no sé si me entendió o no.- Debo irme.- Hago amago de irme, pero no me lo permite.

-          No.- Y con la misma seguridad con la que me habla, me obliga a mirarle, aunque sigo esquivando su mirada.

 

Los segundos de silencio me abruman.

No sé si soy yo el que está viendo este problema como una montaña inescalable y las cosas son más simples de lo que me parecen, o todo es tan complicado como lo veo yo en este momento.

La incertidumbre me carcome vivo.

 

-          Lo siento. Lo siento mucho.- Dan se disculpa, soltándome al ver que no corro para huir de él.- No puedo creer que fui tan estúpido como para olvidar lo que sucedió y… y aparte permitirle a Fanny quedarse en mi casa hoy.

-          …- Sigo sin mirarlo, sigo sin hablar.

-          Te juro que no recuerdo qué fue lo que dije ayer, ni que hice ni cómo me respondiste…

-          Me besaste a la fuerza.- Le suelto, en tono molesto. Y me siento idiota, porque sigo acercándome al precipicio por puro gusto, al parecer.

-          Yo…- Sus ojos se agrandan.

-          Lo que más me molesta...- Lo veo a los ojos, esperando que intente entenderme un poco e intentando aclararme también yo.-…no es eso. No tiene que ver con que lo hayas olvidado todo o no. ¡Me molesta que me asegures que me quieres y actúes contra eso! ¡Y no estoy hablando de Fanny, aquí, hoy…! Hablo de todo este tiempo.

 

Dan junta las cejas y me mira confundido, sin saber qué decir, sin entenderme.

 

-          ¿Cómo podría creerte, cómo podría pensar que no estás jugando o que no te estás engañando a ti mismo, si a pesar de “profesarme” amor, siempre has estado con quien se te ponga en frente?.- Trago dificultosamente, ocultando toda la desesperación que esta situación me produce tras un tono de voz fuerte.- El desfile de chicas con las que te has acostado es infinito… y como si eso fuera poco, ¿¡de verdad has estropeado todas mis relaciones!? ¿¡Dónde está la lógica en tus acciones!? ¿¡Cómo podri-!?

-          ¡Es cierto!.- Me interrumpe, no alzando la voz, pero contestando con la misma dureza.- No lo niego, he salido con un montón de gente y me he acostado con muchas personas, ¿pero qué se suponía que debía hacer luego de tu rechazo?

 

¿Mi rechazo? ¿De qué habla?

Ahora yo lo observo sin entender.

 

-          Hace tres años, llegué a tu casa el día de los enamorados, con un regalo… que sé fue una tontera, pero esperaba te agradara. ¿Y qué hiciste tú? ¡Te reíste! ¡Te reíste en mi cara!.- Me dice, y logro distinguir que aún le duele eso y le duele mucho.

-          ¡Obviamente creí que era una broma!.- Me defiendo.- Y luego, sólo por si acaso, te pregunté si era una broma o no. ¡Y tú me dijiste que lo era!

-          ¡Porque lo que dijiste no fue una pregunta, fue una advertencia!.- Inhala profundamente, intentando no empezar a gritar.- Me miraste prácticamente dándome a entender que esperabas que la respuesta fuese “sí”.

-          ¿Y qué querías que esperara?.- Pregunto retóricamente.- ¡Si hasta entonces yo sólo te había visto rodeado de chicas!

 

Dan desvía la mirada, molesto, pero sin saber cómo defenderse.

También quiero que entienda mi posición, que me era imposible pensar en que me amaba de verdad, ¡que nunca imaginé que lo decía en serio!

Y que no quise lastimarlo, nunca... pero que su actitud no fue la apropiada.

 

-          Y, por otro lado, ¿cómo es eso de que “saboteaste” mis relaciones?.- Cuestiono, sin dejar el tono arisco.- Es decir, tú podías salir con quien se te diese la gana, pero yo no.

-          ¡Ya deja de sacarme en cara eso!.- Me exige, impaciente.- ¿Y qué esperabas? ¡Tú no querías nada conmigo! ¡Yo de verdad…!.- Hace una pausa, mirándome intensamente.- De verdad quería olvidarme de ti.

-          …- No respondo porque no tengo nada que decir sobre eso. Y tampoco es que me guste la idea de haberle hecho daño, aún si yo no era consciente de ello. Intento suavizar mi voz y hablar más bajo.- Está bien, lo entiendo. Pero yo no te sacaría eso en cara si tú no te hubieses metido en mis relaciones. ¿Es que no lo ves? ¡No puedo entenderte!

-          ¡¡Pero eso es TU culpa!!.- Estalla, gritándome por fin.

 

No le encuentro sentido a sus palabras, pero su grito obtiene el mismo resultado que anoche: me intimida.

Aún creo que no está siendo claro, pero no me atrevo a responderle porque no me acostumbro a que se exalte tanto.

 

-          Fabi…- Vuelve a su tono arrepentido, acercando su mano a mi rostro, a lo que retrocedo. Mas, a pesar de su tono amable, está decidido, por lo que avanza otro paso y logra posicionar su mano justo bajo mi quijada.- Puedes estar de acuerdo con todos y decir que yo miento mal, pero tú… tú eres idiota, y al mismo tiempo adorable, de lo despistado que eres.- Lo miro con grandes ojos.

-          ¿Qué…?

-          Vives en otro mundo. O estás leyendo un libro, o estás escuchando música, o estás haciendo cualquier cosa… el punto es que no ves lo que pasa justo delante de ti.- Hace una pausa, observándome con detenimiento. Y como no sé a dónde quiere llegar con todo esto, le permito continuar.- No es coincidencia que seas el último en enterarse de algo. ¡Y no es malo! ¡Hasta me gustas por eso! Aún si es la misma razón por la que eres el único que no se daba cuenta de que estoy enamorado de ti. Pero hay veces… hay veces en que me saca de quicio que seas así.

-          ¿De qué hablas?.- Pregunto, con el ceño fruncido y confundido.

-          Yo NUNCA quise estropear ninguna de tus relaciones, ¡nunca me lo propuse! Cuando me di cuenta, ya me había entrometido…- Luego, vuelve a exaltarse.- ¡Y necesitaba librarte de todas ellas! ¡Porque parece que tienes la fijación de salir con las tipas más oportunistas que encuentres!

-          ¡Ya basta! No sé de lo que hablas… sólo veo que estás yéndote por las ramas y no dices nada. Además, ¡me ofendes!.- Grito.

-          ¡De esto es de lo que hablo, Fabián! ¿Es que acaso nunca te diste cuenta de lo maldita que era Tamara? Ella sólo te utilizaba… ¡no te quería!

-          Aún así-…

-          ¡Y Claudia igual! Ella sólo buscaba reemplazar a Nelson pronto, para sacarle celos. ¿¡Cómo iba a querer que te relacionaras con ésa!? ¿¡Cómo esperas que no quisiera alejarte de alguien así!?.- Está hablando tan enojado y serio que sólo lo escucho.- Y Ester… esa perra sí que me asqueaba. Incluso frente a ti, ¡prácticamente se me ofrecía! Y no sólo a mí, ¡a cualquiera! Fabián.- Me toma por los hombros, acercándose peligrosamente a mi cara.- Podía aceptar que no fueras mío, pero no podía dejar que alguna de ésas te tuviera, ¡eso no!

-          Entonces debiste decírmelo, no entrometerte.- Le reclamo, sin alzar la voz.- Querías “protegerme”… puedo intentar entenderlo. ¡Pero no era la forma de hacerlo!

 

Mi voz se apaga junto con las últimas palabras.

 

Supongo que ahora lo comprendo mejor, lo que no quiere decir que haya un progreso.

El lazo que nos unía ya está roto. Nada volverá a ser como antes, ya no hay forma de fingir que esto no pasó y, definitivamente, ya no nos vemos el uno al otro de la misma manera.

 

En un intento de pensar con mayor claridad, desabrocho los primeros dos botones de mi camisa, porque el calor del verano y una disputa no son la combinación perfecta.

Tampoco es agradable pensar que esta es, tal vez, la discusión más larga que he tenido con alguien en toda mi vida…

 

No quiero que nos distanciemos, no quiero llevar una relación fría de hoy en adelante, no quiero tener que dejar de verlo, no quiero perder su amistad, no quiero quedarme con esta sensación, no quiero…

Pero ya no sé qué hacer, no sé cómo volver atrás ni tampoco cómo seguir avanzando.

 

-          Dime que esa marca te la hice yo.- Pronuncia, mirando fijamente mi cuello, con sus ojos entrecerrados.- Fabi… lo digo en serio, por el bien de quien sea, dime que fui yo quien te marcó.- Lo dice como advertencia, molesto y amenazador en serio.

-          ¡¡Claro que fuiste tú, imbécil!!.- Le grito, completamente indignado de nuevo.- ¿¡Quién más me iba a hacer algo así contra mi voluntad!?.- Exclamo, para luego remover el flequillo sobre mi frente con mi mano, intentando calmarme.

 

Los segundos pasan y ninguno de los dos hace ni dice nada más.

Observo el piso, como esperando encontrar alguna señal divina en él; algo que me diga qué debo hacer ahora.

 

-          No te obligué a nada más… ¿cierto?.- Distingo una alarmante intranquilidad en su voz, por lo que alzo la vista. Me observa ansioso y preocupado, con sus ojos cargados de arrepentimiento y temor.

-          No.- Cierra los ojos y suspira, más sereno.

 

Volvemos al silencio.

 

-          Al menos golpéame.- Me dice de pronto, sorprendiéndome.- No lo sé… ¡desquítate de algún modo!.- Me pide.

-          ¿Qué?.- Pregunto, pensando que he escuchado mal. Dan comienza a caminar en círculos, desesperado.

-          ¡Me siento como una mierda!.- Exclama.- Yo no quería que las cosas se dieran así, yo no quería hacerte pasar por nada de esto.- Vuelve a situarse frente a mí.- Pero ya que está hecho, dime entonces qué debo hacer para que no me odies.

 

En este momento no siento pena por mí, pero me destroza verlo a los ojos y sentir su angustia.

Tengo igual responsabilidad en el asunto y me arrepiento de hacerlo sentir tan culpable. No lo justifico, Dan fue, de todos modos, egoísta…

Pero seguramente yo debí haber hechos muchas cosas que lo hicieron sentir mal durante estos años.

Y lo quiero. Lo quiero demasiado.

Y si hay algo que odie, no es a él, sino… a esta sensación indescriptible, que me advierte que si doy un paso más en falso, lo perderé para siempre.

 

-          Por favor, dímelo.- Repite, con voz afectada.

-          Abrázame.- Eso… ¿lo acabo de decir yo? Sus ojos encuentran los míos y me hacen sentir pequeño e infantil, completamente insignificante.

 

Cumple el deseo que se escapó de mis labios sin mi permiso y me aprisiona entre sus brazos, robándome el aire, pero protegiéndome de mi inseguridad.

 

-          Perdona si no te creí…- Murmuro.- Yo nunca imaginé que ibas en serio conmigo.

-          Olvídalo, no tienes la culpa de nada.- Menciona, apoyando su barbilla en mi cabeza.- Excepto de tener esos ojos azules que me idiotizan y me hacen actuar como descerebrado.- Su risita me conforta un poco, pero entonces recién caigo en cuenta que todo este conflicto se dio porque uno de mis amigos dice estar enamorado de mí y esa es, de hecho, la parte menos problemática del asunto.

 

Yo nunca sentí ni asco ni absolutamente nada por ver a dos personas del mismo sexo juntas; me es algo casi natural. Pero de ahí a yo tener una pareja de mi mismo sexo… eso jamás se me había ocurrido.

 

Los brazos de Dan aún me rodean y me pongo a pensar, ¿qué es lo que estoy sintiendo?

Me gusta la sensación de seguridad que me brinda, me gusta saberme amado y, aunque es extraño de asimilar a estas alturas, me encanta el hecho de que sea Dan.

Porque si todo esto hubiese sucedido con Christian, entonces definitivamente hubiese preferido hacer como si nunca nada hubiese sucedido.

¿Eso significa que también me gusta Dan? ¿Desde… desde cuándo? ¿O esto no es ese tipo de “gustar” de pareja?

 

-          ¿En qué piensas?.- Me pregunta, y su aliento tibio roza mi oreja, provocándome un escalofrío.

-          Dices que me amas, ¿cómo lo sabes?.- Pregunto, separándonos lo suficiente como para poder verle la cara cuando responda.

-          ¿El qué?.- Cuestiona confundido.

-          Que me “amas”.- Me mira con una ceja alzada, como si aún no entendiera.

-          Eh… no lo sé.- Dice al fin, arrugando el entrecejo.- Quizás es porque me encanta pasar tiempo contigo y es espontáneo en mí el querer… ¿protegerte? Bueno, no sé si “proteger” sea la palabra correcta, pero… ¿cómo decirlo?.- Dan se muestra confundido y falto de vocabulario. Me mira como pidiéndome que deje de preguntarle cosas tan difíciles.- Quizás fue porque un día cualquiera, divagando, me di cuenta de que Rodrigo era mi mejor amigo y tú eras sólo otro amigo, pero al mismo tiempo eras igual o más importante que Rodrigo para mí y… Fabián, ¿por qué tengo que explicarlo? ¿Sigues sin creerme?.- Sé que no lo pregunta en serio, sólo busca una excusa para dejar de hablar de algo que ni él mismo entiende.

-          No sé qué es lo que siento por ti.- Digo y él me mira sorprendido.- Porque eres mi amigo, pero después de todo esto…

-          Averigüémoslo.- Propone, sonriendo.- Después de todo, un beso robado más, uno menos…- Se encoge de hombros y se acerca a mí.

 

El pulso se me dispara frenéticamente. ¿Va a besarme?

Eso es obvio, Fabián.

Pero esta vez él está sobrio y sabe perfectamente lo que hace.

 

Dan no me roba el beso como yo pensé que haría, sino que se detiene a escasos milímetros de mi boca. Cierro los ojos fuertemente, esperando el contacto, mientras siento mi cara arder. Creo que me he ruborizado hasta las raíces del pelo.

 

-          ¿No me odiarás si te beso?.- Me pregunta, y a mí me dan ganas de mandarlo a freír monos a Africa -en sentido figurado- por ser como es. ¡Ya lo ha hecho antes! ¿Por qué ahora tengo que pasar por la vergonzosa situación de darle permiso o no, cuando eso nunca le importó? De todos modos, ya he comprobado que siempre obtiene todo lo que se le place de mí.

-          …- Niego con la cabeza, pero sin abrir los ojos. Mis mejillas arden y pronto mis labios cosquillean cuando siento los suyos.

 

Se me revuelve el estómago, pero no es una sensación desagradable.

 

Dicen que cuando estás enamorado sientes “mariposas  en el estómago”… si yo siento que son casi pterodáctilos, ¿significa eso que lo amo con locura?

 

Abandono mis distorsionados pensamientos cuando siento cómo su lengua logra colarse en mi boca.

No logro dejar de sentirme extremadamente nervioso y sus manos en mi cintura no ayudan mucho a deshacerme de esa impresión.

Intento responder a su beso, pero soy más torpe que nunca al intentarlo.

Y el aire se me va. Y el calor de su cercanía me perturba. Y comienzo a desesperarme.

 

Lo alejo un poco, buscando aire y un resquicio de razón.

 

-          No te preocupes, no tienes por qué estar tan nervioso, esta vez no te haré nada.- Dice, besando mi mejilla.- Yo no puedo obligarte a que me quieras.- Me suelta de a poco, lo que me asusta de pronto.

 

Yo no dije que no me gustara, ¿por qué lo asume así?

Sólo quería un poco de aire, sólo buscaba tranquilizarme. ¡No lo separé porque no lo quisiera!

 

-          Dan.- Tengo un hilo de voz, pero es lo suficiente para captar su atención.- Si te haces el difícil ahora, me enojaré aún más.- Digo, estrujando con mis manos la tela de su camiseta y, sé que es imposible, pero siento que me sonrojo aún más, por lo que mis ojos permanecen firmemente cerrados.

-          Fabi.- Sus labios me roban otro beso, más desesperado que el primero y, por mucho, más intenso.

 

Con suerte y paciencia logro separarlo de mí.

 

-          Pero vamos con calma, ¿quieres? Que esto no es tan “cotidiano” para mí…- Me sonríe abiertamente, mostrándome sus ojitos felices y ambiciosos de siempre.

-          Está bien.- Acepta, abrazándome demasiado fuerte.

-          Y, al menos, entremos a la casa.- Propongo, algo preocupado porque alguno de los vecinos decida husmear luego de tanto grito, aunque en este barrio las casas tengan terrenos muy grandes, por lo que, quizás, nadie escuchó nada.

-          ¿Cenarás conmigo?.- Me pregunta y yo, maldita sea…, yo no puedo evitar sonrojarme y sentir un cosquilleo extraño al ver su sonrisa y sus ojitos de cachorro, ilusionados.

-          Pidamos pizza, que no quiero intoxicarme con eso que tú dices que “cocinas”.- Digo, sonriéndole también casi con timidez. ¿Qué me sucede?

-          Tonto, al menos yo sé ocupar el microondas.- Me dice, sacándome en cara una anécdota de hace un par de años, y se ríe, mostrando sus perfectos dientes blancos.

-          ¡El que tenía en casa era distinto!.- Me defiendo, aunque por más que le reclame, sé que nunca dejará de burlarse de mí por eso.

 

Me toma de la mano y me lleva hacia el interior de la casa.

 

Respiro con calma, agradecido de no sentir ya más esa odiosa opresión en el pecho, que no me dejaba tranquilo.

Ahora estoy seguro de que Dan y yo no nos distanciaremos, y eso me hace sumamente feliz.

Me doy cuenta que, quizás, todo este problema fue fácilmente solucionable, pero yo insistía en verlo como el peor de los conflictos.

 

Tampoco estoy 100% claro, porque, a pesar de todo, no sé si estoy en verdad enamorado de Dan o no. Sólo sé que lo quiero y que… bueno, me hace sentir de una manera que no había experimentado antes.

 

-          Y… ¿entonces?.- Pregunta de pronto, rápidamente aprisionándome contra el sofá.

-          ¿Entonces qué?

-          Entonces… ¿qué somos? Porque, por lo que entiendo, me estás dando una oportunidad de hacerte comprender que soy el amor de tu vida.- Su sonrisa, algo pícara, agudiza las bellas facciones de su rostro. Dan siempre ha sido muy guapo.

-          Eh…- No imagino qué responder. Supongo que esto se convertirá en una “relación”, pero ¿qué nombre recibiría?

-          Porque si quieres ser mi “amigo con beneficios” por el momento, por mí está bien.- Su voz es suave y ligeramente ronca, y  sobre mi oído, causa estragos en mi mente.

 

Mas yo no quiero ser el “amigo con ventajas” de Dan, porque, aunque es cómodo para dos personas que desean conservar su libertad y gozar de los placeres de una relación, después de lo de hoy estoy seguro que si alguna otra chica se acerca a él, yo querré venderla en el mercado negro.

 

Celos, es increíble que tenga celos de él de un día para otro. Aunque tal vez los sentía desde antes y no me había detenido a pensar en ello, ya que nunca me gustó que Dan se las diera de Don Juan.

Es probable que él tenga razón y yo sí sea más despistado de lo que creía.

 

-          No quiero compartirte.- ¡Mierda! ¿Desde cuándo digo cosas sin proponérmelo? ¿¡Desde cuándo digo CURSILERIAS de jovencita insegura y celosa sin quererlo!? ¡¡Alguien debería darme un tiro AHORA!!

-          ¿Qué?.- Si piensa que lo repetiré… pero caigo en cuenta de que mi voz fue un susurro y existe la posibilidad real de que no me haya escuchado.

-          Nada.- ¡Me niego a dármelas de damisela romántica de nuevo!

-          El problema es que, aún sin que tenga el derecho, no puedo prometerte que no intentaré deshacerme de quien se te acerque demasiado… de nuevo.- Una media sonrisa traviesa adorna su rostro.- Y eso no cumple con los estándares de una relación de “amigos con beneficio”.

-          Entonces…- Dejo de mirarlo a la cara porque sé que debiera decir algo importante ahora, pero la vergüenza me gana.

-          Sé mi novio.- Me dice al oído, con voz aterciopelada, lo que acelera ridículamente mi corazón y me dificulta el respirar.

 

¡Estas reacciones mías se están volviendo muy molestas, porque son involuntarias! ¿Cuándo me habría imaginado yo rojo como tomate, sin aliento, con el corazón acelerado y siendo víctima de los encantos del castaño? …y, peor, disfrutando con ello.

 

Su lengua acaricia mi oreja y luego sus dientes la asaltan, mordiéndola suave y caprichosamente.

 

-          Dime que sí.

 

Sus brazos me aprisionan y su aliento caliente provocan que mi estómago se encoja.

 

Sus palabras me rozan y me aturden.

 

Y sus labios sobre los míos me roban el aliento.

 

“Everything you say to me takes me one step closer to the edge and I'm about to break…”

 

Y su celular nos interrumpe.

 

Ambos miramos con odio al aparato, que ahora está en sus manos.

 

-          ¿Contesto o lo tiro por la ventana?.- Me pregunta seriamente, y aunque la segunda idea me atrae, en el fondo considero que fue un momento idóneo para parar, porque las cosas tampoco pueden ir tan rápido, al menos no para mí…

-          Contesta.

-          ¿Mamá?.- Sus gestos y su voz me hacen reír a medida que conversa con ella.- ¿¡Qué!? ¿Se fueron a dónde? ¿¡Ko Phi Phi Lee!? ¿Pero dónde queda eso…? ¡Pero…!.- Su cara me da mucha risa, por lo que lo dejo discutiendo con su madre sobre su irresponsabilidad como dueña de hogar y me siento en el sillón.- ¿¡Mi hermana hizo quéee…!?

 

En tanto él le reclama a su madre unas cuantas cosas, yo llamo a casa para avisarle a mi mamá que me quedaré un poco con él. Y no me reclama nada sólo porque es Dan… de verdad, ¿este tipo los hace caer a todos bajo sus encantos o qué?

 

 

Una vez que él corta la llamada, se me acerca con una graciosa cara molesta, por las acciones de su madre.

 

-          Con que no te vuelvas así con la edad, Dan…- Digo.

-          No, nunca superaré su locura…- Responde, algo fastidiado.- Sólo estoy un poco loco…- Continúa diciendo, mientras su rostro se va tornando travieso y se me acerca peligrosamente, lo que me hace sonrojar e intentar retroceder.- Por ti…

-          ¡Dan!.- Le reclamo, manteniéndolo a distancia.- Seré muy despistado, pero estoy consciente de que aún no te mereces las confianzas que te estás tomando.

-          Pero…- Me pone los ojitos de cachorro abandonado, como siempre.

-          ¡Quieto!.- Si insiste en comportarse como un perro (uno muy manipulador, pero un perro al fin y al cabo)… empezaré a tratarlo como uno, ¿o no?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

-          Vamos, muchacho, ¡siéntate!.- Dice Fabián, como si le hablara a un can, mientras le muestra un trozo de pizza a Dan, quien sólo lo mira desconfiado y hace lo que le dicen.

-          “Funciona”.- Piensa el chico, feliz.

Notas finales:

Y eso sería... ¡sí, sí sé que no hubo lemon! ¬¬U Pero de eso ya hablaré más abajo.
Antes quiero mencionar que Fabi piensa "nunca me he imaginado a mí mismo saliendo con alguien de mi mismo sexo" y, aún así, antes había mencionado con que una vez soñó con Dan besándolo. Y, bueno, no es una metida de pata por mi parte xD Es sólo que... ¿¿Alguien mencionó lo DESPISTADO que es Fabián?? Pues él, de verdad, es peor de lo que puedan imaginar...

Sobre el lemon: yo sí quería incluir algo, aunque fuese un lime. Pero era difícil, puesto que Fabi no lo iba permitir ese mismo día y la extensión del capítulo era ya mucha.
Por eso, si la musa no me abandona, subiré un capítulo extra, aunque no sé si éste será un epílogo de este mismo fic o lo subiré como one-shot, para que revisen.

¡Y eso!

PERDONEN las inconsistencias que tiene la trama -incluso si ésta es muy básica-, pero no se le puede pedir más a alguien que se inspiró en una noticia del día de los enamorados, ¿cierto? _ _II

Adioz.-! Espero nos leamos pronto :)


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).