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Rosas azules, mirada frágil... por Lariett

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Notas del fanfic:

La serie de kuroshitsuji no me pertenece, es obra de Yana Toboso.

Notas del capitulo:

Este fanfic está dedicado con mucho cariño para Asagi Yami, espero que te guste n_n y bienvenido sea todo aquel que lo quiera leer.

Capítulo 1

~ Rosas y Poemas ~



Rosas azules, mirada frágil... Sebastian no pudo el evitar pensar en su Joven Amo. Ciel había poseído anteriormente unos hermosos ojos color azul semejantes al cielo en tempodada de primavera, pero claro que los ojos del niño superaban la belleza del mismo cielo. Dos años atrás cuando el pequeño Conde hubo formado el contrato con Sebastian, éste, como muestra de su fidelidad hacia el niño, le colocó el símbolo del contrato que consistía en un pentagrama en el ojo derecho; el ojo con el contrato se volvió de un color púrpura quedándose solo el ojo izquierdo de color azul. Ciel se tapaba el ojo con el símbolo del contrato con un parche negro. El mismo símbolo del pentagrama lo tenía Sebastian en su mano izquierda la cual tapaba con los guantes blancos que usaba. Aunque Ciel tuviera un ojo de un color y el otro de otro color diferente, no perdía su inigualable belleza; es más, Sebastian pensaba que con el pentagrama en el ojo derecho el niño se veía aún más adorable. Sebastian arrancó una flor azul de entre los rosales. La miró extrañado y maravillado a la vez de contemplar el como la hermosa rosa era completamente azul, un color no tan usual en las rosas pero eso la volvía única y hermosa, igual que su Joven Amo. Sebastian sonrió por lo bajo al pensar en lo que haría con esa flor.


* * *


Ciel suspiró aburrido a la vez que revisaba unos cuantos documentos que se encontraban sobre su escritorio. Habia pasado cerca de dos horas y media metido en su estudio trabajando y tratando de estar al pendiente de todas sus compañías. Le estaba comenzando a dar sueño y tenía algo de hambre. Se levantó de su cómoda silla y comenzó a caminar hacia la puerta, pero se detuvo en seco al fijar su atención en un mueble cercano; se acercó y descubrió sobre éste una hermosa rosa azul al parecer recién cortada acompañada de una pequeña nota doblada por la mitad. La abrió y en seguida reconoció la elegante y refinada caligrafía del mayordomo. Lo escrito ahí era un poema.


Rosas azules, mirada frágil...
no puedo evitar el pensar en tí,
en tu propio y elegante andar grácil,
en la azulina mirada que vi.


Ciel suspiró fastidiado, de pronto se sintió confundido, ¿A qué horas Sebastian había entrado y había colocado esa rosa junto con la nota? Volteó a mirar hacia todos lados luciendo desorientado; al comprobar que no había nadie chasqueó la lengua en señal de frustración. ¡Aquel hombre era el colmo! Hacía no poco de una semana que Sebastian había comenzado con aquel juego que para Ciel se estaba tornando algo molesto y fastidioso.

Sebastian entraba a hurtadillas por cualquier habitación por la que sabía, pasaría Ciel y dejaba una pequeña nota doblada justo por la mitad junto con una rosa, siempre de diferentes colores y esta acción se repetía una y otra y otra vez a lo largo de la semana. Al parecer lo que el mayordomo quería era fastidiar al menor, o al menos eso creía Ciel. Salió del estudio y se dedicó a buscar a Sebastian, no le fue difícil encontrarlo ya que éste estaba en el jadín reduciendo los arbustos y dándoles especial cuidado a los rosales blancos que había al saber que las rosas blancas eran las que prefería Ciel. El mayordomo levantó la vista al sentir venir a su Joven Amo y se preparó mentalmente para lo que seguramente seguiría ya que Ciel tenía en su rostro una cara de pocos amigos que hubiera asustado a cualquiera.

— Buenas tardes Joven Amo. — saludó Sebastian educadamente al tener al niño frente a él. — ¿Qué lo trae por aquí? ¿Acaso desea algo para merendar?

— No te hagas el idiota si sabes bien a que vengo. — le contestó el niño en gesto altanero.

— Entonces — prosiguió el mayordomo calmadamente. — ¿Me podría explicar?

— Me refiero a las rosas. — dijo el niño a modo de explicación.

— Son lindas, ¿no es verdad? — cuestionó el mayordomo lanzando una mirada a los rosales que habia a lo largo del jardín. — Claro que hay que recortarles un poco las hojas para que se vean aún mejor aunque creo que...

— ¡No me refiero a esas rosas! — exclamó el niño perdiendo la calma y mostrándose exasperado.

— ¿Entonces a qué...? — comenzó a cuestionar el mayor pero fue bruscamente interrumpido por el niño.

— ¡Me refiero a las estúpidas rosas que me mandas junto con las notas! — soltó el chiquillo mostrando la nota y la rosa que había encontrado ese día.

— Ah, Joven Amo, se refiere a eso. Hubiera comenzado desde un principio. — Sebastian seguía mostrando su actitud calmada y eso le crispaba los nervios al menor. — ¿Le ha agradado la rosa? Es color azul como puede ver, un color sumamente raro en esta especie de flores pero al igual de raro, único. También el poema de hoy es especial ya que lo he escrito yo, ¿qué le ha parecido Joven Amo?

— ¡Lo único que quiero saber es por qué me mandas estás rosas! — dijo el niño ya estresado.

Sebastian suspiró. Sabía muy bien cómo reaccionaría su Joven Amo ante eso y aún así se quizo arriesgar...

El mayordomo se encogió de hombros.

—Tan sólo me pareció un bonito detalle para con usted. —respondió de forma casual e inocente. —Aparte, es bueno para un jovencito de su edad leer poesía, puede ser algún tipo de pasatiempo relajante para alguien con una vida tan agetreada y...

—¡No necesito ningún tipo de pasatiempo relajante! —gritó Ciel.

—De acuerdo. —respondió el mayordomo, y luego preguntó —:Entonces, ¿le molesta que le envíe poemas y flores?

—¡Claro que sí! —respondió Ciel enfadado.

—¿Por qué? —preguntó Sebastian, como si no comprendiera las razones de su pequeño Amo.

Ciel abrió la boca para dar una respuesta, pero la cerró al instante. La verdad es que no se había puesto a pensar por qué le molestaba tanto que su mayordomo tuviera esa clase de atenciones con él. Se lo preguntó mentalmente y se sorprendió a sí mismo al no encontrar una respuesta totalmente clara. Sebastian vio la confusión en el rosro del niño y optó por el silencio como medida más prudente.

—Me molesta por que sí y no tengo por qué darte más explicaciones. —respondió Ciel al cabo de un rato. luego añadió —: Y no quiero que vuelvas a mandarme algo por el estilo, ¿está claro?

—Si, Mi Señor. —respondió el mayordomo, algo desanimado.

Ciel se volteó para echar a caminar de nuevo hacia el interior de la mansión, pero antes se volvió hacia su mayordomo.

—Ahora, traeme un poco de té a mi estudio. —ordenó.

El mayordomo asintió y respondió con un "En seguida".

El menor entró de nueva cuenta a la mansión y se encerró dentro de su estudio,ya que lo encontraba como una especie de refugio contra el mundo exterior. De rato llegó Sebastian con un carrito de té que contenia platos, una tetera y tazas, aparte de una bandeja cubierta. Le sirvió al niño un poco de té negro en una fina taza de plata y mientras se la entregaba y éste comprobaba que el humeante líquido estuviera a una temperatura perfecta, el mayordomo tomaba la bandeja y dejaba al descubierto una tarta de manzana elegantemente decorada. Cortó un trozo con evidente precaución y se lo sirvió al menor en un plato. Ciel se llevó un bocado a la boca, comprobando que la tarta estaba perfecta, como todo lo que hacía Sebastian.

—Por cierto, Mi Señor, le ha llegado ésto. —dijo Sebastian, dejando ver un sobre que recién había recibido.

Ciel tomó el sobre entre sus manos y lo abrió. Era una invitación a un baile.

Chasqueó la lengua en señal de frustración.

 

by Lariett

 

 

Notas finales:

Espero les haya gustado n_n la verdad es que salió algo cursi XD


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