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Desesperación por Artemis-chan8

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Notas del capitulo:

Bueno despues de ¿cuanto? Mil años?? estoy aquí para traer la continuación de este relato jajaj espero que les guste y que dejen reviews!!

Los rayos de luz se colaban por entre las tablas de la bodega e hicieron que me despertara. Alcé la mirada para encontrarme con los ojos oscuros de Zoro que me observaban.
– Buenos días – susurró, le sonreí y volví a apoyar la cabeza sobre su pecho desnudo, me besó la cabeza y me abrazó más fuerte – yo tampoco quiero levantarme pero tienes que hacer el desayuno o Luffy acabará por comerse a Chopper… -- no pude evitar reírme ante el comentario. Me incorporé y le besé para cerrarle la boca.
– Tu te lo pierdes – me levanté y busqué mi ropa para poder vestirme. Se quedo mirándome con cara de tonto.
– ¿Qué miras musgo? – le dije entre divertido y molesto.
– Solo pensaba – respondió emblemático.
– ¿En qué? – la curiosidad mato al gato, pero era una de mis debilidades.
– Aun es pronto para decírtelo, pero ya lo sabrás, no seas impaciente – le mire con cara de asombro, sabia perfectamente que odiaba que me dejaran con la miel en los labios de esa forma.
– De acuerdo no me lo digas – dije indignado, Zoro soltó una carcajada divertida.
– Te quiero – se acercó sigilosamente mientras me vestía de espaldas y me abrazo. Apoyé la cabeza en su hombro.
– Eres exasperante, ¿lo sabes no? – sonreí, le besé la mejilla y salí de la bodega.
La mañana siguió su curso sin mayores sobresaltos que algún beso furtivo entre los fogones, pero después de la comida, cuando todo el mundo estaba durmiendo o entretenido, salí a la cubierta para tomar el aire. Me llegó el murmullo de unas voces a lo lejos. Reconocí una de ellas como la de Zoro y la otra era... ¿Nami? Imposible ¿de qué se suponía que estaban hablando esos dos? 
– Que sepas que solo te doy el dinero porque es para eso, que sino no ibas a ver ni un céntimo –  decía la chica justo en aquel momento.
– Maldita bruja tacaña, no puedes ni alegrarte un poco que solo puedes pensar en el dinero...

– ¿Cuándo se lo dirás? – interrumpió la chica para evitar los merecidos insultos.
– Aun no estoy seguro, pero muy pronto – una media sonrisa se dibujo en sus labios – aun no puedo que vaya a hacerlo – suspiró soñador. Aun no sabía de qué iba todo aquello, pero aquella reacción por parte del Marimo me pareció más que extraña. 
Me pase el resto de la tarde comiéndome la cabeza sobre aquella conversación, pero todo se volvió aun más confuso cuando, tras la cena, Zoro se excusó diciendo que se encontraba mal.

– ¿Quieres que te lleve algo? – pregunté poniéndole una mano en la frente para comprobar si tenía fiebre.

– No, tranquilo, estoy bien – respondió sonriéndome y mirándome a los ojos. Juntó sus labios con los míos, en un beso breve y tierno – quédate aquí, no quiero pegártelo si en contagioso – me acarició la mejilla y se marchó. Suspiré con resignación y alcancé a ver de reojo como Nami sonreía “¿Qué se supone que está pasando aquí?” pensé frunciendo el ceño.

Eran las doce y no podía dormir. Noté movimiento a mi lado en la cama. Zoro se levantó sigilosamente, creyendo que estaba dormido, y salió de la habitación. No perdí ni un segundo y salí detrás de él, poniéndome la primera camisa que encontré tirada y el pantalón que acababa de quitarme para acostarme. Salió del barco y caminó, aparentemente sin rumbo fijo, por las transitadas calles de aquel pueblo. Se detuvo frente a un escaparate, pero justo cuando iba a ver que tenía de especial, se le acercó un hombre alto, de pelo negro como la noche y los ojos azules, casi blancos, que podrían helarle la sangre hasta al más bravo guerrero.

– Te estaba esperando – dijo el hombre llamando la atención de Zoro.

– Lo sé, ¿está ya mi pedido? – dijo sin miramientos, el hombre sonrió de medio lado.

–  Mi abuelo dice que estará listo mañana sin falta, no le ha dado tiempo a acabarlo hoy – el chico parecía amable, pero había algo en él que no me daba buena espina. Zoro gruñó y frunció el ceño – ¡oh vamos! Tampoco es para tanto, venga déjame invitarte a una copa – se acercó de forma lasciva, colocándole el cuello de la camisa sensualmente.

– En realidad creo que debería volver al barco – dijo apartándole y chasqueando la lengua. “Yo también creo que deberías, Zoro” pensé molesto ante aquella situación. El moreno no desistió en su empeño.

– Yo creo que podríamos pasarlo muy bien – se soltó un par de botones de la camisa, Zoro carraspeó y volvió a alejarse.

– De verdad que no lo niego, pero prefiero volver, tengo a alguien esperándome…

– Y seguro que no le importa esperar un poco más mientras te invito a una copa – interrumpió – venga, conozco un muy buen sitio aquí cerca – le pasó un brazo por los hombros. “Niégate, vamos, hazlo” pensé mientras esperaba expectante la respuesta del Marimo durante unos segundos que me parecieron una vida entera. El moreno le susurró algo al oído y Zoro puso una mueca de sorpresa. Se dejó llevar por el hombre hasta una taberna.

El sol ya despuntaba por el horizonte cuando llegó al barco. Le esperé despierto, sentado en nuestra cama, pensando en las mil situaciones que  podían estar ocurriendo, ninguna de ellas me gustaba más que las demás. Alrededor de las seis, entró en el cuarto,  me miró de arriba abajo y se lanzó a por mí.

– ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué lloras?

– ¿Dónde has estado, Zoro?

Notas finales:

bueno bueno, se que es un poco un lio pero poco a poco se irán aclarando las cosas... espero xDDDDD

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