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La obsesión del cuervo por RyuzakiL

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Notas del fanfic:

Este es mi primer fanfic gore. Espero que les guste leerlo así como me gustará a mi escribirlo. Siempre he sido una persona a la que el gore y la sangre le atraen mucho, y empecé a preguntarme porque no escribía un fic de ese género. Así nació "La obsesión del cuervo".

También se debe al desafío de yaSz, la cual fue la que dió la base para la creación del fic.

Notas del capitulo:

Aquí tienen el primer capítulo de "La obsesión del cuervo". Está basado ligeramente en la fábula "El zorro y el cuervo", la cual he narrado a mi manera, adaptándola a la história que pretendo contar. No es muy larga, así que no la salten, por favor.

Espero que les guste.

Todos los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.

Un cuervo surcaba el cielo que presenciaba el ocaso, tiñéndose de tonos rojos, rosados y anaranjados. Llevaba en su pico un gran trozo de carne, luciéndolo con orgullo y vanidad. Se asentó en un árbol a descansar después de un largo vuelo, sin percatarse de que, de cerca, un pequeño zorro miraba con deseo su posesión.

El zorrito se acercó lentamente al cuervo posado en el árbol, ideando un plan para quitarle tan apetitoso trofeo.

—Amigo cuervo, tu gran belleza deja en la más profunda oscuridad a todas las aves del mundo, no he encontrado a nadie mejor para ser el rey de las aves.—alagó el zorro, con el tono de voz más amigable y a la vez sorprendido que fue capaz de sacar de su garganta.

—¿Lo dices en serio?-preguntó el cuervo, dudoso de todas y cada una de sus palabras.

—¡Oh, sí! ¡Totalmente en serio!—exclamó el zorrito, simulando emoción contenida.—Si pudieras mostrarme tu majestuosa forma de volar sería fantástico.

El cuervo consideró la petición durante unos segundos, viendo claramente en su mente que no tenía nada que perder.

—Está bien—aceptó, desplegando sus alas negras y alzando el vuelo.—¿Qué te parece?—preguntó cuando estuvo volando lo suficientemente alto como para que el zorro lo admirara con total libertad.

Más el zorrito tenía otros planes en mente.

En cuanto vio el trozo de carne desprotegido y al cuervo lo bastante lejos, trepó unos pocos metros hasta llegar a la rama donde había estado el cuervo y se llevó su posesión, con aires de superioridad y satisfacción.

—Esto es mío ahora—dijo y se alejó, adentrándose en el bosque.

Cada vez que leía o le contaban la historia, se sentía enormemente identificado con el cuervo. Sasuke se removió en la cama por enésima vez esa noche, recordando la fábula una y otra vez sin cesar.

—El cuervo dejó el trozo de carne desprotegido y el zorro se lo llevó.—recitó en un casi inaudible susurro.—Yo dejé mi corazón desprotegido y Naruto se lo llevó. Naruto es el zorro, yo soy el cuervo. Sin darme cuenta, me dejé engatusar por sus encantos y caí en la trampa, igual como el cuervo cayó en la mentira.—cerró sus ojitos negros y se apartó un mechón de cabello azabache del rostro. Intentó quedarse dormido sin éxito.

A parte de la situación de la historia y de identificarse con ella, no pudo evitar pensar que ellos dos eran parecidos también físicamente a los protagonistas. Sasuke tenía los ojos y el cabello del mismo color oscuro que el plumaje de un cuervo, a veces hasta se sentía como uno. Y Naruto tenía unas marquitas de nacimiento en sus mejillas que lo hacían ver como un lindo zorrito de cabello rubio y ojos azules. Además de que también engañaba con astucia y precisión, solo que el niño lo hacía sin darse cuenta de lo que provocaba en su hermano mayor.

—Lindo zorrito inocente…—susurró mientras sentía que por fin sus párpados pesaban y, abrazando un lindo peluche de color anaranjado, se quedó profundamente dormido.

Cuando el nuevo día amaneció, se talló un ojo y se deshizo de las sábanas que tapaban su pequeño cuerpo de once años. Observó el peluche que durmió a su lado toda la noche, un pequeño zorrito anaranjado. Se levantó y caminó en silencio, deslizándose como un fantasma a través de su habitación. Abrió la puerta y se dirigió de inmediato a la habitación de su hermano menor, el cual aún dormía plácidamente en su pequeña cama de sábanas azul claro.

Observó el rostro durmiente de su hermanito de apenas cuatro años de vida, maravillándose una vez más con su inocencia y ternura; inocencia y ternura que algún día seria corrompida por su hermano mayor. De hecho, su cuerpo ya estaba siendo corrompido lentamente sin que el pequeño se diera cuenta.

Con una manito nívea apartó los mechones rubios que su pequeño hermano tenía sobre el rostro, admirando la suavidad de las hebras doradas. Lentamente, se acercó hasta sentir la respiración lenta y acompasada sobre su piel, provocándole pequeñas y placenteras cosquillas. Acortó un poco más la distancia y rozó mínimamente sus labios con los de su hermanito, para después pegarlos por completo. Con ese simple beso inocente, muchas sensaciones comenzaban a despertar en Sasuke, y su rostro se tiñó lentamente de color carmín, dándole un aire inocente y adorable.

Se separó lentamente en cuanto notó que Naruto se movía ligeramente en la comodidad de su cama. Lentamente, comenzó a abrir sus ojos azul zafiro, pestañeando varias veces para acostumbrarse a la luz del día.

—Hola, Sasu—dijo inocentemente una vez hubo enfocado la vista en su hermano mayor, el cual seguía a escasos centímetros de él pero a una distancia más prudente.

Sasuke no contestó, simplemente se limitó a sonreír y a acariciar la suave piel de la mejilla de su hermano con una manito blanca. Mano que, en el futuro, estaría manchada de un rojo vivo y espantoso.

Naruto dio un pequeño saltito de la cama para poder posar sus pies sobre el frío suelo de madera. Bostezó, tapándose la boca con la mano y salió apresuradamente de su habitación con Sasuke detrás. Bajaron las escaleras de prisa pero con cuidado, no querían caerse y hacerse daño en tal peligroso lugar. Corriendo ambos hacia la cocina, vieron a la única persona que les quedaba en el mundo, el único que cuidaba de ellos. Deidara, un rubio de ojos azules que ataba su pelo en una media cola alta y cubría su ojo izquierdo con un largo flequillo.

—¡Dei!— Naruto se abalanzó a abrazarlo, gesto que Deidara recibió con mucho gusto, agachándose para que el pequeño no tuviera que hacer esfuerzos inútiles por llegar a su altura. Sasuke lo imitó, abrazando también al chico al cual consideraban su hermano mayor.

Dei había sido novio de Itachi, el verdadero hermano mayor de los pequeños. Éste último, un fatídico día de invierno, había perdido la vida en un accidente de tráfico hace dos años. Como los padres de los chicos también estaban fallecidos, Deidara asumió la responsabilidad de cuidar de ellos siendo que no tenía por qué hacerlo. Era un gran chico.

—Siéntense en la mesa, ahora mismo les llevo el desayuno—dijo con una sonrisa en los labios y, acto seguido, el rubio menor salió disparado hacia la mesa pensando sólo en comer de una vez.

—Gracias Dei—susurró Sasuke de corazón—De no ser por ti, no sé qué sería de nosotros.

Deidara lo miró entre sorprendido y alagado. A veces ese niñito hablaba como todo un adulto a pesar de su corta vida. Superó la muerte de su hermano antes que nadie, y fue fuente e inspiración para que los otros dos también lo hicieran.

—No te preocupes, siempre estaré para lo que necesiten—aseguró, mientras llevaba unos cuencos con leche y cereales a la mesa.

Sasuke sonrió, gesto que fue visto por Deidara, provocando un leve sentimiento de felicidad en su pecho.

Lo que el pobre Deidara no sabía era que la expresión de Sasuke era de todo menos inocente…

En su retorcida mente, miles de planes asesinos se agolpaban en su cabeza, impidiéndole centrar sus pensamientos en otra cosa que no fueran ríos de sangre carmesí surcando el suelo.

Notas finales:

¿Qué les pareció? ¿Les gustó?


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