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Un mundo para nosotros por szukei

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Capítulo Nº12: "Los oídos sordos de un soñador" 

 

Toda la ciudad estaba de fiesta: habían bailarines, acróbatas, vendedores de comida típica, músicos. Los disfraces de dragones se mezclaban con las personas, y las atracciones tenían embobados a todo el mundo. Ed no tenía ni la menor idea de qué celebraban, pero el ambiente lo había vuelto tan jovial como cuando era un simple niño.

 

Recorrieron largas calles durante horas, comiendo y jugando en cada puesto que encontraban. Al y Hans se llevaban de maravilla, la armadura se había vuelto inquieta e infantil, por lo que alguien como Hans se divertía mucho con sus reacciones ante las tantas atracciones que se pillaban en cada esquina. Hans lo consentía en todo, y parecían disfrutar realmente de aquél momento.

 

Pero caso completamente contrario era el de Ed y Ling. A pesar de sentirse más cómodo que antes, Ed no podía evitar sentirse acosado por el príncipe, quien parecía mirarlo de reojo y se la pasaba sonriéndole a cada instante. Y esa maldita sonrisa, perfecta y enloquecedora, lo ponía tan nervioso que su rostro se volvía de fuego, y sus manos temblaban como gelatina. Lo odiaba, odiaba que ese hombre lo pusiera en ese estado con solo un puto gesto suyo, con esa confianza y optimismo que desprendía por los poros. Era terrible, en verdad terrible.

 

El sol comenzó a ponerse, y habían perdido de vista a Hans y a Al, lo cual le dió a Ed un vuelco en el corazón. ¿Dónde demonios se había metido su hermano con ese científico desquiciado?

 

-  Ya volverán, no te preocupes. El Señor Romney puede llevarlo de vuelta.

 

-  ¿Có-cómo lo dices tan tranquilo? ¡Es mi hermano y se ha perdido!

 

-  Baja la voz, no te estoy inventando nada. El señor Romney es un buen hombre, de corazón muy puro a pesar de todo lo que ha vivido, no le hará daño a tu hermano. Además, quizás deban estar a solas, ellos dos congenian muy bien, y estoy seguro que el señor Romney puede hablar con él sobre todo ese asunto sobre las armaduras vivientes.

 

-  ¿Tú sabías que mi hermano...?

 

-  Claro que lo sabía, desde que me habló por primera vez supe que él no era humano. Su alma está atada a ese cuerpo de metal, y eso debe causarle bastante dolor. Pero el señor Romney ha tenido una experiencia cercana con ese tipo de renkinjutsu, y de seguro puede calmar su pena. ¿Sabes toda la historia del señor Romney, verdad?

 

-   Algo así, leímos su expediente cuando fuimos enviados desde Central. Solo conocemos su vida de forma superficial, pero supongo que lo que ahí estaba escrito es todo cierto.

 

-  No sé qué fue lo que leiste, así solo puedo decir que esos dos crecerán mucho si comparten sus experiencias. Ahora, sígueme.

 

-  ¿Seguirte? ¿Y a dónde si se puede saber?

 

-  El festival tiene un acto de fuegos artificiales, y la mejor ubicación para verlos en el palacio, así que vamos a regresar. Debemos llegar a la avenida principal para encontrar la carroza que nos llevará de vuelta. Asegúrate de seguirme el paso.

 

-  ¡No me hables como si fueras mi madre!

 

Caminaron unos minutos hacia el oeste, y luego hacia el norte, a través de un boulevard repleto de personas. Ed seguía cada vez más lejos al hombre de cabello oscuro que lo guiaba, hasta que al ser pisado por una anciana, perdió de vista a Ling por completo.

 

"Mierda, ¿dónde se ha metido este tipo?"

 

En un principio trató de mirar por sobre la masa de gente para identificar al príncipe, pero sus esfuerzos eran inútiles. Era demasiado... bajo para poder divisar con claridad. Tragando su orgullo, se encaramó a un pilar y pudo tener una mejor vista, pero sin poder divisar a Ling por ningún lado.

 

Su corazón redujo el pulso y una sensación fría le recorrió la espina dorsal de arriba a abajo. Estaba perdido, en un país extraño, rodeado de gente extraña, y sin saber qué hacer. Quiso gritar y correr hasta el palacio, al menos ahí se verían con Ling, hasta que una mano se entelazó con la suya, y lo jaló con fuerza entre la gente. Estaba a punto de protestar, pero pensó que se trata de algún oficial de policía que quería inspeccionarlo por ser extranjero, así que se quedó callado. Sin embargo, tras unos segundos, sus ojos se posaron en el cabello de su secuestrador, y supo inmediatamente de quién se trataba.

 

-  Oye, ya no me jales de la mano. ¡Suéltame!

 

-  Ya te has perdido una vez, si te suelto volverás a perderte.

 

-  ¡Escúchame bien, no soy tu hijo! Puedo cuidarme yo solo, yo...

 

-  ¡¿Cuál es tu problema?! Has sido algo grosero conmigo desde que llegaste, y lo he tolerado porque siento que es tu forma de ser. Pero esto es completamente diferente: te has perdido, y algo terrible pudo haberte pasado, estos lugares son algo peligrosos. Lo único que quiero es que no te ocurra nada malo, así que no voy a aceptar que me trates de ese modo, ¿oíste? ¡No se justifica en absoluto! Trátame como te dé la bendita gana en cualquier otro momento, pero justo ahora no te atrevas a joderme, ¿está claro? Ahora, ni pienses en soltarme la mano, ¿entendido?

 

Los ojos de Ed se nublaron de inmediato. No se sentía ofendido, se sentía avergonzado. Todo lo que había dicho Ling, cada una de sus palabras eran completamente ciertas, pero aún así Ed no podía actuar de otra forma. Siempre había escondido sus sentimientos, siempre había tratado de ser lo más independiente posible para no ser una carga, siempre quería hacer las cosas a su modo. Pero tras la acusación de Ling, todo lo que él creía correcto se había desplomado. Se había convertido en un simple niño caprichoso, igual o incluso peor que el hombre que alguna vez amó.

 

Al ver a Ed completamente destruido por dentro, Ling sintió unas terribles ganas por abrazarlo y consolarlo, pero recordó que sus palabras eran ciertas, y Ed debía pensar en sus acciones. Sabía que Ed no era mala persona, podía sentirlo, su energía demostraba que su corazón era cálido y sincero, pero que el pasado había hecho de las suyas, bloqueando el flujo de su energía armoniosa. Y lo peor de todo... era que Ed era el único capaz de purificar su corazón.

 

A pesar de todo, sus dedos se entrelazaron con los de Ed, y emprendió la caminata hacia la carroza que los esperaba. Fueron unos minutos, pero el silencio los hizo sentir como si hubiesen transcurrido horas antes de que Ling pudiera divisar el coche. Se subieron en silencio, y durante el camino al palacio ninguno de los dos trató de hablar: Ed estaba perdido en sus pensamientos, y Ling respetaba eso.

 

Llegaron cuando el sol ya se había escondido por completo, y una fría brisa los recibió. Sin escuchar reclamo alguno, Ling cogió la mano de Ed y lo condujo por el palacio, a una salón enorme al que se podía acceder al subir unas escaleras con un sinfín de peldaños. Iba a protestar, pero el orgullo lo dejó callado y subió cada peldaño, sosteniendo aún la mano de Ling. Cuando llegaron al salón, Ed se maravilló con gigantesco ventanal, el que daba a un pequeño balcón, justo en frente de la ciudad, que de noche parecía una danza de luciérnagas de millones de colores.

 

-  Este salón lo mandó a construir mi padre, para tener una mejor vista de los fuegos artificiales durante los festivales, ¿qué te parece?

 

-  La vista es preciosa, eso es seguro. Se puede ver toda la ciudad desde aquí.

 

-  ¿Tienes hambre? Les pediré a las criadas que nos traigan la cena.

 

Ed asintió, y de forma inconsciente se marchó al balcón, el paisaje lo tenía enamorado. Era increíble ver la enormidad de aquella ciudad, siempre creyó que Xing no era un país muy poblado, pero se equivocaba completamente. Incluso podía ver algunos grupos de casas muy lejos de las demás, pensando que quizás eran pueblos, lo que aumentaba entonces la inmensidad que apreciaba. La brisa ahora era un poco más cálida, y Ed se perdió en la sensación que le provocaba el viento nocturno en su rostro. Era una caricia amable, que le alborotaba el cabello e invadía sus pulmones de una forma exquisita.

 

-  Oye, niño soñador, la cena está servida, ven aquí.

 

Al igual que aquella mañana, la mesa central estaba repleta de comida, con platos de diversos tamaños y desprendían empalagosos aromas. Era demasiada comida la que acostumbraban consumir en Xing, pero a Ed no le molestaba en absoluto. No es que fuera un glotón, pero no hacía daño alguno deleitar el paladar de vez en cuando. Además, la gastronomía de Xing era deliciosa de punta a punta, no había nada más en el mundo más apetitoso que los platos que se estaba tragando a bocados en ese momento.

 

De tanto comer, Ed apenas se percataba de la presencia de Ling, quien también estaba hartándose de comida. A veces intercambiaban unas cuantas palabras, generalmente cuando Ling le explicaba a Ed de qué estaba hecho el plato a punto de servirse. No sabía prepararlos, cocinar estaba prohibido para la realeza, pero Yun siempre le daba una introducción sobre los alimentos usados para preparar cada comida que consumía y el cómo se preparaban.

 

Cuando la gran mayoría de los platos quedaron vacíos, Ling llamó a las criadas para que limpiaran todo. Ed había comido tanto, que sentía todo su cuerpo más pesado, y que su estómago iba a rebentársele. Se recostó de espaldas en el suelo por un momento, cerrando los ojos, hasta que sintió que alguien había hecho lo mismo a su lado.

 

-  ¿Te encuentras bien? La comida de Xing tiene varios condimentos que quizás no utilizan mucho en Ametris, y podrían causarte dolores.

 

-  Sí, estoy bien. Es solo que comí demasiado.

 

-  Qué alivio.

 

Hubo silencio entonces, ambos con la mirada fija en el techo. Ed no sabía bien qué decir, el estómago le estaba dando vueltas, y además... ¿qué se supone que podía decir? Ling lo había reprochado hace unas horas, sentía que cualquier cosa que dijera entonces lo pondría de malas, y no quería ver a Ling molesto otra vez. Mucho menos por su culpa.

 

A lo lejos se oía la música del carnaval, las risas de los citadinos, las campanas de los puestos de comida. Todo parecía lejano, como si estuviesen en un mundo diferente y aquello era la música de fondo, que se mezclaba con el sonido de sus respiraciones, algo agitadas.

 

-  Ed...

 

Estaba con los oídos dirigidos hacia el exterior, hacia todo ese mundo que no conocía. Cerró los ojos, y el murmullo de Ling quedó en el olvido. No tenía ganas de hablar, simplemente deseaba despejar su mente de cualquier cosa que tuviese que ver con todo lo ocurrido desde que llegó de Central. No más dramas amorosos, no más cargas filiales, no más transmutaciones fanstasmas, solo quería estar suspendido en la música melodiosa de ese festival.

 

Escuchó ruidos, como si alguien se estuviese moviendo, pero no le dio importancia, sus oídos no lo habían percibido detenidamente. Si lo hubiese hecho, hubiese notado que Ling se había colocado sobre él, mirándolo divertido, como si la tranquilidad que comunicaba el rostro de Ed fuese lo más hermoso que hubiese visto. Y no pudo evitarlo, sus labios se posaron sobre los suyos.

Notas finales:

Lamento la demora, me faltaba inspiración, además de haber estado resfriada y con unos trabajos en la universidad.

Espero que el capítulo compense la espera, gracias por leer!


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