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Un mundo para nosotros por szukei

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 Capítulo nº17: Las palabras no lo dicen todo

 

 

 

Lo único que se podía escuchar en el palacio eran sus pasos. Extrañamente, reinaba la calma, y eso que pensaba que al menos en su propio hogar podría escapar aunque fuese por unos minutos del silencio del cual se estaba convirtiendo en esclavo. Sus tutores religiosos le habían enseñado la importancia de la quietud y la meditación para encontrarse con su yo interno y crecer como ente espiritual, pero aquella situación era muy diferente. El silencio que se presentó entre él y Ed durante el camino fue una tortura dolorosa, mil veces peor que las palizas que recibía en sus entrenamientos de combate. Tenía completamente claro que ese silencio era necesario para Ed, pero para él era casi desgarrador.

 

 

 

Los caballos resoplaron, y pudo oír que alguien se acercaba. Era Yun, que llevaba una cara poco usual en ella. Era... lástima, o pena, algo así, como si estuviese a punto de comunicar la muerte de un ser querido. Ling pensó lo peor, pero entonces Yun sonrió y le regaló una reverencia a ambos. En ese momento, un escalofrío recorrió la espalda de Ling, y apretó los dientes. Si había algo más inusual y tenebroso en Yun que su tristeza era su sonrisa.

 

 

 

-  Sean bienvenidos, espero que hayan disfrutado su paseo. El señorito Elric y el señor Romney salieron unos minutos después que ustedes.

 

 

 

-  ¿Mi hermano no dijo a dónde?

 

 

 

-  Lo lamento, pero el señorito Elric no dijo nada. Tampoco el señor Romney.

 

 

 

Ling miró de reojo a Ed, sabía que reaccionaría de forma preocupante. El rubio tenía los ojos en blanco, y estaba sudando. ¡Su hermano se había marchado y ni siquiera había informado a dónde! Si algo llegase a pasarle, jamás podría perdonárselo.

 

 

 

-  Pero al menos sabemos que está acompañado del señor Romney. Debes calmarte, Ed, tu hermano está en buenas manos.

 

 

 

-  Que me calme.... ¿¿¡qué me calme!?? ¡Mi hermano menor está en un país desconocido con un científico loco sin haberle dicho su paradero a nadie! ¿Qué diablos tienes en la cabeza que me estás pidiendo que me calme? Y yo perdiendo mi tiempo contigo en vez de haberme preocupado por Al...

 

 

 

-  ¡Edward! ¿Cómo te atreves a hablarle así a Su Majestad?

 

 

 

-  Descuida, Yun. Por favor, déjanos a solas.

 

 

 

Yun estaba lista para protestar, pero Ling le sonrió. Debía entender la reacción de Ed, tenía todo el derecho de expresarse, aún a costa de otras personas. De mala gana, la muchacha realizó una rápida reverencia, cogió las riendas de los caballos, y los llevó al establo. Ed y Ling estaban solos otra vez, con ese jodido silencio que Ling estaba tratando de evitar desde que llegaron del río.

 

 

 

El viento comenzaba a ser más frío, y temió que Ed cogiera un resfriado.

 

 

 

-  Ed, ¿qué tal si entramos y comemos algo? Podrías tomar una ducha, y quizás te lleve a recorrer los jardines, son muy hermosos al atardecer y...

 

 

 

-  Lo que menos necesito en este momento es estar contigo, Ling.

 

 

 

Ed no lo miraba a los ojos, tenía la cabeza gacha, y mechones rubios le cubrían las facciones. Pero su tono de voz lo delató, estaba conteniendo el llanto, odiándose a sí mismo por comportarse como un encaprichado. Y Ling lo supo al instante: Ed sufría como un condenado a muerte, y él no podía hacer nada.

 

 

 

Lentamente, Ling dio unos pasos, y Ed retrocedió. Como si no quisiera tener contacto alguno con él, como si le temiera o lo odiase. Sin embargo, Ling continuó caminando, y rodeó el cuello de Ed con sus brazos, estrechándolo contra su pecho. Ed trató de alejarse, empujándolo con sus manos, luego lo golpeó con los puños, y finalmente lo pateó en las piernas. Una y otra vez lo fue machucando, lleno de rabia. Era una fiera defendiéndose con colmillos y garras. Pero Ling no lo soltó en ningún momento, ni siquiera intentó detenerlo. No se le pasaba por la cabeza abandonar a la persona que más quería a su suerte.

 

 

 

-  Yo jamás te he mentido, Ed. He sido sincero contigo desde el día en que te conocí. No lo dudes ni un segundo, ¿de acuerdo?

 

 

 

No esperó a que Ed respondiera. Lo único que hizo fue besarle la frente, y colocando una mano en su cabeza, lo atrajo más hacia él. Ling no había dicho aquello para que Ed le dijera lo que le estaba pasando, para que le contara su pasado o le confesara sus sentimientos. Lo único que quería era recordarle a Ed que existían personas que realmente lo querían, y deseaban lo mejor para él, dispuestos a estar a su lado sin importar las adversidades.

 

 

 

-  Puedo sentir tus latidos. Si sigue así, tu corazón va a explotar.

 

 

 

Ambos se rieron, y Ling lo soltó. Los ojos dorados de Ed se clavaron en los suyos, y pudo ver que Ed estaba luchado con todas sus fuerzas para volver a ser el mismo de antes. Su pasado había escogido el peor momento en su vida para atormentarlo, pero no quedaba de otra: había que enfrentarlo y salir victorioso si quería ser feliz.

 

 

 

-  Tienes que enfrentar tus demonios internos, Ed. Pero debes hacerlo tú solo, ¿lo sabes, verdad?

 

 

 

Ed asintió, y ahora era Ling el que trataba de contener sus lágrimas. Estaba dispuesto a seguir a Ed hasta el mismo infierno si era necesario, y le dolía tener que dejarlo a su merced. Era demasiado egoísta al pensar así, pero... lo quería con todo el corazón. No deseaba sentirse culpable de querer estar a su lado todo el tiempo.

 

 

 

-  Lamento haberme comportado como un imbécil últimamente. Y lamento mucho más haber sido grosero contigo.

 

 

 

-  No te preocupes, yo...

 

 

 

-  ¡Claro que me preocupo, ojos rasgados! He estado pensando en estupideces todo el tiempo, y me he obsesionado con todo eso.

 

 

 

-  ¡Alto ahí! No puedes actuar como si eso no importara, lo que vas a hacer es pensar en todo lo que te ha estado molestando esta mañana, y cuando estés listo, vas a volver a hablarme.

 

 

 

-  ¿Volverte a hablar? ¿Acaso piensas quitarme la palabra?

 

 

 

-  No he dicho eso, la verdad es que me muero de hambre, y pensaba ir a comer algo mientras que tú piensas en tus cosas. Y cuando esté todo resuelto, cuando estés calmado, irás a comer conmigo.

 

 

 

-  De acuerdo.

 

 

 

Y como un regalo divino, la sonrisa de Ed se presentó. Esa sonrisa sincera y brillante, que parecía sacada de un cuento de hadas. Ling se ruborizó, y se maldijo a sí mismo. Colocó ambas manos en su rostro, tratando de ocultarse, y se fue antes de que terminara haciéndole el amor a Ed en ese mismo momento. "No es justo, ¡esa sonrisa debería ser ilegal!".

Notas finales:

Me disculpo por lo cortos/breves que han sido mis capítulos, pero sinceramente me cuesta hacerlos más largos. No me gusta la palabrería innecesaria, e intento ir al grano lo más rápido posible. Lo lamento si a alguien le molesta.

Gracias por leer, atención a las actualizaciones! :)


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