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Un mundo para nosotros por szukei

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 Capítulo nº19: El viento esclavo del huracán


 


Jamás en su vida se había sentido tan inútil. Bueno, sin contar la vez en que la alquimia se llevó el cuerpo de su hermano. No era algo a lo que estaba acostumbrado, no tenía absolutamente nada qué hacer, y se estaba desesperando. Relajarse parecía una buena idea al principio, pero el ocio era como veneno para él.


 


El baño le había resultado de maravilla, mas no podía quedarse todo el día en ese lugar. Además, Ling le había dejado perfectamente claro que no se verían en todo la mañana, por lo que las opciones para matar el tiempo se le habían reducido drásticamente.


 


De forma inconsciente, había estado caminando hasta la casa de Romney, y apenas lo notó, se encontró a sí mismo golpeando la puerta. Pensó en irse de allí, la reacción que tuvo cuando supo que Romney y Al se habían marchado lo avergonzaba, y no quería pensar en ello. Tenerlos al frente sería como un balde de agua fría, sabía que ambos eran buenas personas, y haber actuado como un lunático había sido absurdo e innecesario.


 


La puerta se abrió de par en par, y una armadura estaba del otro lado. Entonces, Ed sonrió. Su hermano sí que estaba en buenas manos.


-  ¡Hermano!


 


-  Hola, Al. ¿Puedo entrar?


 


- Claro, pasa... Estamos en medio de algo, pero estoy seguro que te encantará. Ven, sígueme.


 


Los hermanos caminaron hacia un ventanal, el cual Al deslizó para llegar hasta un pequeño jardín, lleno de flores de distintos colores y formas. En un principio, Ed creyó que era un huerto o algo parecido, que era un pasatiempo de Romney el plantar flores, pero apenas dio unos pasos notó que era algo un poco diferente. Eran plantas medicinales, con pequeños letreros que indican el nombre de la planta, y qué situación curaba. Claro, se le había olvidado que Romney era un doctor, específicamente el médico de la familia real.


 


-  El Señor Romney y yo haremos una transmutación para hacer medicina. Usaremos el rentanjustu, ¡será increíble!


 


-  ¿Medicina?


 


-  Sí, el señor Romney junta ingredientes y mediante rentanjustu crea medicina, la que utilizamos cuando vamos de curanderos por las calles.


 


-  No lo hacemos para presumir, sino para ayudar a quienes lo necesitan. Ayudamos a los que no tienen dinero para visitar un médico. Y lo hacemos de corazón.


 


Hans apareció con varias botellas pequeñas entre sus brazos, y miró fijamente a Ed. Sabía que Ed tenía una idea equivocada de él, de seguro pensaba que era un científico loco que creaba quimeras como un desquiciado, y aunque no le agradaba que pensara así, tampoco tenía ni la más mínima intención de hacerlo cambiar de parecer. El mocoso era libre de pensar lo que se le diera la gana, y no pensaba usar su noble labor para sacarla en cara y cambiarle la perspectiva a un desconocido.


 


-  Alphonse, harás el círculo esta vez.


 


-  ¿D-de verdad?


 


-  No actúes como si no supieras. Eres bastante capaz. Además, este enano merece ver lo que haz aprendido, se morirá de celos y quisiera ver eso.


 


-  ¡Oye, anciano! ¿A quién demonios le estás diciendo enano?


 


-  ¿Tú a quién crees?


 


-  Hermano, tranquilo. Déjame mostrarte el rentanjustu.


 


Sin dejar de reírse de Ed, Hans caminó hasta Al y colocó las botellas cerca de él. No dijeron nada, simplemente seleccionaron algunas botellas, y cuando Al obtuvo tres que parecían ser las indicadas, Hans asintió y se puso de pie junto a Al. La armadura entonces dibujó un círculo con una estrella dentro, y tras colocar las botellas en su interior, Al puso sus palmas sobre el círculo, y una transmutación maravillosa ocurrió. En unos segundos, las tres botellas resultaron ser una sola, más alta y de un color más brillante.


 


-  ¿Ves que no es tan terrible? Lo único diferente a la alquimia es que el rentanjustu realiza transmutaciones respetando el flujo de energía universal. Si pusiste atención, enano, te habrás dado cuenta que no creamos nada, simplemente lo transformamos en base a elementos parecidos.


 


-  ¡¡Basta ya de decirme enano!!


 


-  Felicidades, Alphonse. Tu primera transmutación ha sido un éxito.


 


-  Muchas gracias, señor Romney.


 


Ed se cruzó de brazos, bastante molesto con Hans. ¡Ese hombre lo sacaba de quicio de la peor forma posible!


 


-  Joven Edward Elric, Su Majestad lo ha llamado para almorzar con usted. Requiere su presencia ahora mismo.


 


La voz de Yun parecía mecánica, como siempre. Hans pensó en gritarle por haber entrado a su casa sin ninguna autorización, pero Al lo conocía bien, y colocó una de sus manos en su hombro para calmarlo. Parecía que Ed era importante para el príncipe, y debían respetar sus deseos.


 


Yun caminó hacia Ed y lo cogió de su capa roja, jalándolo hacia afuera mientras el alquimista protestaba y pataleaba. ¡Ni siquiera se había despedido decentemente de su hermano! De pronto, el deseo de ver a Ling se le olvidó, y lo único que tenía en mente era golpearlo por haber mandado a Yun a buscarlo. El hecho de ser la secretaria o lo que sea del príncipe de Xing no le daba derecho a actuar de esa forma tan autoritaria.


 


En segundos, y tras haber estado prácticamente limpiando el suelo mientras era arrastrado, se encontraba siendo lanzado por Yun hasta una habitación con una mesa central baja, repleta con comida a sus extremos. Del otro lado de la sala, justo en frente de Ed, estaba el hombre conocido como emperador de un poderoso imperio. Sin embargo, a ojos de Ed, no era más que un simple mortal, un niño encaprichado con tenerlo cerca.


 


-  ¡Ed, qué bueno que pudiste venir! Lan Fan no podrá acompañarnos, ha realizado mucho esfuerzo esta mañana y debe descansar.


 


El rubio lo observó con detenimiento, y se sentó a la mesa sin preguntar ni esperar invitación alguna. Ling estaba demasiado pendiente de la comida como para darse cuenta que Ed realmente estaba frente a él con deseos de comer. Apoyó su mentón sobre sus dedos, y esperó a que Ling continuara hablando. En su interior, no deseaba emitir ni un solo sonido, estaba seguro que si lo hacía no saldría nada bueno de su boca.


 


-  Hemos paseado por los jardínes reales, hasta dimos unas cuantas vueltas a caballo. A Lan Fan le encanta eso, aunque es un poco peligroso dado su condición. De todas maneras, nos la pasamos de maravilla juntos.


 


Algo parecido a una sopa de pescado con fideos estaba frente a él, y por mucho que deseaba dedicarse a consumirla en vez de ponerle atención a Ling, no podía hacerlo. Estaba demasiado caliente, por lo que tuvo que continuar con los ojos fijos sobre Ling, quien comía con bastante más entusiasmo de lo usual. De seguro apenas había notado la expresión de Ed, porque de haber sido así se hubiese quedado en silencio. Ed estaba perdiendo la paciencia, y cuando eso ocurría, no respondía por nada de lo que hacía.


 


-  Es probable que se vaya mañana por la noche, así que vamos a aprovechar todo el tiempo que podamos para disfrutar nuestra compañía. Se siente extraño tener lejos a alguien tan importante como lo es Lan Fan para mí.


 


-  Suficiente, Ling...


 


-  ¿Te he contado ya que Lan Fan está embarazada? No recuerdo bien cuántos meses lleva, pero sigue igual de hermosa.


 


La cuchara que sostenía con su automail se fue de golpe contra el suelo. No podía creer lo que había oído, ¿acaso Ling le estaba diciendo que aquella mujer estaba esperando un hijo... y que además la encontraba atractiva? ¿qué demonios le estaba tratando de decir?


 


-  El paso del tiempo no le afecta a esa mujer. Estoy completamente seguro que será una madre bellísima.


 


-  Ling...


 


-  Lo digo en serio. No puedo evitar imaginar que cuando su pequeño se convierta en un hombre, ella seguirá luciendo como ahora.


 


-  ¡¡Ling Yao, por todos los cielos, cierra ya la maldita boca!!


 


Entonces, y solo entonces, Ling lo entendió: Ed estaba celoso de Lan Fan, y ni siquiera Ed por sí mismo se había dado cuenta. La única persona que comprendía mejor lo que el propio Ed sentía era Ling, y cuando más lo necesitaba para comprender sus sentimientos, lo ignoraba y atormentaba aún más.


 


Planeaba disculparse, pero no pudo hacerlo. En cuestión de minutos, Ed se había marchado, corriendo lo más rápido que podía, conteniendo esas lágrimas inoportunas que siempre querían salir cuando Ling estaba cerca.


 


Llegó a la entrada del palacio, y pudo divisar entonces a un niño vestido de monje que se encontraba peinando la crin de un caballo marrón. Al notar a Ed, con la respiración agitada y los ojos llorosos, le tendió las riendas del caballo, y tras hacer una leve reverencia, se marchó y desapareció de la vista del alquimista.


 


Sin muchos deseos de seguir al muchacho y agradecerle, Ed se subió sobre el corcel, y se dejó llevar por él. No tenía ni la menor idea de a dónde se dirigía, pero en ese momento, cualquier lugar parecía mejor que estar sentado en la misma mesa que... Ling Yao, el príncipe que tenía en sus manos su felicidad y desgracia.

Notas finales:

Lamento muchísimo la demora :(

He estado demasiado ocupada con la universidad u.u

Espero poder hacerme un tiempo y acabar pronto, ya que el final se acerca y no quiero dejarlos tan intrigados... aunque no prometo nada para no desilusionarlos

Ojalá haya sido de su agrado y pronto otra actualización :)


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