Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Un mundo para nosotros por szukei

[Reviews - 68]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 Capítulo 24: La primavera de fuego


 


Los dientes de Ling estaban a punto de romperse. Se sentía incapaz de hacer algo útil por Ed, de ayudarlo en un momento así. Sostenía la mano de Lan Fan tratando de mantener la calma, pero la rabia lo iba consumiendo por dentro, y la muchacha lo notó.


 


-  Señorito Ling, el joven Edward va a estar bien. Él es muy fuerte, y decidido también.


 


-  Lo sé, pero...


 


-  Tranquilo, si quiere ir tras él, vaya. Yo no lo detendré.


 


-  Lan Fan, no voy a dejarte sola.


 


-  Escuche con atención. Mi intención al realizar esta visita era pasar un tiempo con usted antes de que tuviera a mi hijo. En ningún momento quise ser una molestia, ni mucho menos la razón por la que usted esté aferrado a este carro en vez de acompañar a la persona que ama.


 


Ling fijó sus brillantes ojos sobre los de la chica de piel de leche, asombrado por aquellas palabras. Ella era la única persona que con solo una mirada podía entender qué estaba sitiendo Ling. Sin duda alguna, Lan Fan se merecía el cielo, la tierra, el universo entero. Eran amigos desde pequeños, se cuidaban el uno al otro, ella acabó siendo su guardiana y él su príncipe, pero siempre más allá del respeto, estaba el alo de una amistad inquebrantable. Y ahora, le costaba imaginar que debía dejar ir a aquella mujer, mas por una buena razón. El hijo de Lan Fan sería igual a ella, merecedor de toda la galaxia.


 


Acarició la mejilla de la muchacha con la punta de sus dedos, esbozando una sonrisa temblorosa. Llamó a Yun, y le ordenó llevársela a su hogar, y que se asegurase que llegara sana y salva. Fue así como, en unos cuantos segundos, Lan Fan se marchaba de las tierras del hombre al que tantos años le había dedicado su vida, y que sin dudarlo, se la habría entregado completa.


 


* * * * *


 


Los dorados ojos de Ed resplandecían como soles de un planeta lejano, como hechos de fuego divino. Tal como lo había dicho Hans, le faltaba mucho por aprender, y realmente el deseo de conocer todos los detalles sobre el procedimiento del doctor le encendía el corazón al rojo vivo.


 


-  ¡Debemos comunicar a Central que Romney ha descubierto la forma de recuperar los cuerpos perdidos por la alquimia de transmutación humana!


 


La alegría emanaba de su voz de forma infantil, pero no fue bien recibida. En segundos, Hans se había puesto de pie y cogió a Ed por el cuello de su chaqueta, levantándolo del suelo. Lo miró fijamente, con una expresión dura y firme, con ojos de asesino...


 


-  Escúchame bien, enano. Nadie puede saber esto, ¿de acuerdo? ¡Absolutamente nadie! Porque nadie, bajo ninguna maldita circunstancia, debe realizar una transmutación humana, ¿me oyes?


 


Ed instintivamente colocó sus manos sobre las de Hans, buscando liberarse, pero no lo consiguió. La forma en que el doctor lo miraba le congelaba la sangre, no sabía qué hacer. Era como ver al mismísimo demonio en persona.


 


-  Señor Romney, deje a mi hermano, por favor.


 


Un reflejo de luz recorrió sus anteojos, y apenas escuchó la voz de Al, puso a Ed sobre el suelo otra vez. Se arregló las mangas de su camisa, y se sentó en una silla de madera, cerca del escritorio donde estaba la única lámpara que alumbraba el lugar, como si fuera la puerta al inframundo. Hans se acomodó en la silla, y puso sus ojos sobre Ed otra vez, estudiando a su presa.


 


-  ¿Sabes por qué soy el protegido del príncipe Ling? ¿Te haces alguna idea de por qué permanezco aquí, en Xing? Pues, te diré que... es porque mis investigaciones deben mantenerse en secreto. Eso quiero y eso se hará.


 


Carraspeó un poco, y recordó que estaba bajo tierra. El aire se le hacía más pesado, y le costaba hablar correctamente. Debía darse prisa, el cuerpo de Al no soportaría un ambiente así por mucho tiempo, debía sacarlo de ahí cuanto antes, pero primero... debía domar a la bestia que tenía enfrente.


 


-  Enano, la alquimia de transmutación humana va contra del flujo de la vida, altera todo el delicado equilibrio del mundo. Si alguien muere, es porque la naturaleza creará de otro ser, y por lo tanto, no se debe interferir en eso.


 


Pudo recordar a su hermano, e imaginó todo el sufrimiento por el que tuvo que pasar. Su maestro les había dedicado tanto, y todo eso terminó consumiendo a Fyodor. No podía soportar la idea de que más personas pasaran por lo mismo, mucho menos aquél que había ganado su corazón en tan poco tiempo. Sentido alguno no había en todo aquello, pero no le importaba. En honor a su maestro, en honor a su hermano, en honor a todos... no iba a contribuir de ninguna forma a la transmutación humana.


 


-  Además, yo hice lo que hice porque me he enamorado de Alphonse, y espero que ahora sea feliz. Con o sin mí, eso no tiene relevancia, pero al menos ahora tiene su cuerpo de vuelta.


 


-  Romney...


 


-  Yo amo a Alphonse, ¡lo amo! Somos hombres, lo sé, pero lo amo. Lo amo como jamás nadie amó a alguien, y solo por eso... solo por esa caprichosa razón... yo... yo...


 


La voz ronca de Hans se fundió tras ser prisionero de los brazos de Al. ¡Maldita sea, que no había experimentado jamás una sensación así! Escuchó los sollozos del chico, y entonces lo abrazó de vuelta. Sabía que él no estaba listo para reconocer lo que sentía, pero era obvio que sus sentimientos hacia Al lo hacían sentir feliz. Y eso era suficiente para él.


 


La escena acabó por sonrojar al rubio, quien apretó los puños al comprender las palabras del científico desquiciado. Romney era sin duda una princesa caprichosa, escalofriante a veces, y muy terca, pero al fin y al cabo, era una muy buena persona. No solo estaba tranquilo al saber que Al era amado por alguien así, sino que también lo dejaba tranquilo el hecho de que el secreto de la transmutación humana estaba en las manos correctas.


 


Caminó sigilosamente hacia la salida de la habitación, llegando a la pequeña casita de aspecto utópico. No quería arruinar un momento así de romántico entre su querido hermano y un doctor al que le hacía muchísima falta sentir cariño. Observó a su alrededor, y colocó sus manos dentro de sus bolsillos. ¡Qué diferente había resultado todo! Nunca imaginó que su vida cambiara tanto en tan poco tiempo. Le costaba imaginar que hace unas semanas, él y su hermano deambulaban en Central, trabajando como perros de rastreo para los alquimistas estatales. Le avergonzaba además recordar que antes despertaba en la cama de un amor no correspondido, y ahora sabía que jamás caería en lo mismo. No había sentido alguno en aferrarse a aquello que más dolor nos causa, sobretodo tras haber conocido la verdadera felicidad.


 


Sintió una cálida mano sobre su cabeza, que revolvía su cabello en círculos. Subió su mirada de prisa, con sorpresa, y una sonrisa resplandeciente lo saludó.


 


-  Ling...


 


-  Hola, Ed


 


Sus ojos se llenaron de lágrimas, sin saber bien la razón, y solo pudo abalanzarse contra el torso del príncipe, y perderse en él con fuerza. Quizás Romney había traído el cuerpo de Al por amor, pero Ling le había dado algo mucho mejor: el poder de renacer de entre las cenizas como el majuestuoso ave Fénix que siempre fue.

Notas finales:

Espero que les haya gustado el capítulo... Ya solo queda unooo!! D:

Gracias a todos por estar pendientes, y espero que hayan disfrutado el fic, igual que yo :3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).