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Un mundo para nosotros por szukei

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Notas del capitulo:

Algunas palabras y diálogos están en chino simplificado, no son relevantes, pero si quieren saber qué significan, les pondré aquí la traducción.

- Jingwei : guardias

En el diálogo:

- Son visitantes, Su Majestad, quieren ver al Señor Romney.

- ¿Visitantes? Bueno, entonces practicaré con ellos mi español

- Pero, Su Majestad, usted no debe hablar directamente con nadie.

- Tranquila, mujer, las reglas están hechas para romperse

 Capítulo nº5: La joven vestida de negro

 

 

 

-  ¿Quién es usted? ¿Qué es lo que quiere?

 

La voz de la chica de negro sacó a Ed de ese trance visual que había tenido con el joven bajo la sombrilla. El rítmico tono con el que había hablado antes no había dejado ni un solo rastro en aquella frase. Parecía nerviosa, pero mordía sus labios para hacerle ver que no le tenía miedo, y que le estaba exigiendo una respuesta rápido.

 

-  Soy Edward Elric, un alquimista estatal de Ametris, y he venido por...

 

-  ¿Un alquimista? ¿Enviado por Ametris?

 

-  No, no, no fui enviado por Ametris, he venido...

 

- Si de verdad usted fuese un alquimista de Ametris, se habrían comunicado conmigo antes para que nosotros pudiésemos recibirlo. De lo contrario, me temo que las puertas le permanecerán cerradas.

 

-  ¡Pero si soy un alquimista! ¡Debe creerme!

 

-  Lo siento mucho... ¡Jingwei!

 

La joven se dió la vuelta, y cinco hombres robustos y armados se colocaron frente a Ed. Su respiración se agitó bruscamente, y Al colocó sus manos sobre los hombros de su hermano.

 

-  Hermano...

 

-  No voy a permitir que se vaya, ¡no dejaré que se nos escape!

 

Con un movimiento, se apartó de la armadura, y juntó las palmas de sus manos. De ella salieron rayos azules, que lograron abrir el enrejado y atrapar a los guardias entre los fierros doblados. Los gritos de su hermano menor no lo detuvieron, y juntando sus manos otra vez, transmutó una lanza del suelo, y corrió hasta el chico de ojos profundos.

 

El joven de mirada encantadora seguía de espaldas, bajo la sombrilla sujetada por una temblorosa chiquilla que observaba aterrorizada se aproximaba hacia ellos el rubio furioso con una amenazante lanza. Pero cuando la lanza estuvo a unos pocos centímetros de la cabeza del monarca, la joven de ropas negras se plantó ágilmente frente a Ed y le colocó una pistola en la frente. Un movimiento en falso, y le volaría los sesos sin piedad.

 

-  Baja el arma.

 

-  Déjame hablar con el Rey.

 

-  Te he dicho que bajes el arma, te haré pedazos si no lo haces.

 

Los ojos verdes oscuros de la chica miraban fijamente a Ed. Ambos sabían que ninguno de los dos se echaría hacia atrás, pero alguien debía hacerlo, de lo contrario se quedarían mirándose fijo durante toda la eternidad. Y de pronto, un pensamiento fugaz se le cruzó por la mente al rubio... "Ella es como Riza. Es firme, y valiente, seguro por eso Roy está enamorado de ella, y no de mi."

 

La lanza cayó al suelo, y Ed apretó sus puños con fuerza. Sus mejillas le ardían, no podía mirar a los ojos a la chica que de seguro no dudaría en matarlo si tuviese que hacerlo. Esa chica que le restregaba en la cara que el hombre al que amaba ya tenía su corazón con un dueño, y no era él.

 

-  Te estás portando mejor. Ahora, sé claro y dime qué es lo que quieres.

 

-  Soy un alquimista estatal de Ametris, y fui autorizado por el Coronel Roy Mustang para investigar los estudios del doctor Hans Romney, quien, según nuestros informes, reside aquí y ejerce como médico de la familia real de Xing.

 

-  ¿Así que quieres hablar con el Señor Romney?

 

-  Más que hablar, quiero que me enseñe todo lo que sabe.

 

-  Entonces, un aprendiz.

 

-  Bueno, yo no lo llamaría así. Tenemos poco tiempo y...

 

La chica de lentes guardó su pistola, y lanzó unas palabras al aire que fueron incomprendidas por Ed. Aparecieron entonces mujeres cuarentonas con escobas y trapos, y comenzaron a limpiar el desastre que había dejado la transmutación del rubio. Por mucho que intentaron, les fue imposible sacar a los guardias de las enredaderas de fierro, pero un aplauso de Ed bastó para que calleran de golpe al piso, y huyeran asustados.

 

-  Me llamo Yun Qian, soy la secretaria del príncipe Ling Yao. Está estrictamente prohibido que hablen con su Majestad directamente, sólo yo puedo hacerlo. Soy su vocera y traductora, soy su todo. Te llevaré hasta el Señor Romney si así lo deseas. Pero te advierto que su Majestad está fuera de tu alcanze.

 

-  Descuida, estoy aquí por el médico alquimista.

 

-  Te creo, pero más vale dejar las cosas claras desde un principio.

 

Una mano se coló en el hombro de Yun, y cuando se dió la vuelta, se agachó en el suelo de forma impulsiva. Ante la presencia del príncipe, todos en el lugar imitaron a Yun, menos Ed y Al, quienes desconocían el estricto protocolo de la realeza de Xing.

 

-  No lo mires a los ojos, ¡y agáchate de una buena vez!

 

Las palabras de Yun resultaron lejanas ante los oídos de Ed, quien tenía el alma perdida en los ojos serenos de Ling. No sabía por qué, pero Ling se hacía pensar en una versión mejorada de Roy, más joven, más cálido, menos enamorado de Riza...

 

-  Shi youke, ni de weiyan, tamen xiang tan xiansheng luo mu ni.

 

-  ¿Youke? Rang wo pei tamen lian wo de xibanya yu.

 

-  Danshi, bixia, ni bu ying gai zhijie duihua.

 

-  Buyao danxin, zhexie guize bei dapo.

 

El diálogo entre Yun y Ling era difícil de comprender, pero Ed no pudo evitar fijarse en los rostros de los emisores. Yun, nerviosa y frustrada, y Ling, tranquilo y decidido. Los ojos de Ling entonces se posaron en los de Ed, y le regalo una ligera sonrisa.

 

-  Saludos, joven viajero, dígame por favor en qué puedo ayudarle.

 

Sonrojado, y casi de forma automática, Ed se inclinó frente al príncipe, sin saber qué responderle. Al, por su parte, imitó a su hermano, y dijo en un tono lento y claro:

 

-  Su Majestad, somos alquimistas de Ametris, y venimos para hablar con el doctor Romney, si usted es tan amable de permitirnoslo.

 

-  Por supuesto, sean bienvenidos ustedes dos. Es obvio que ustedes no son terroristas ni nada parecido, así que lamento mucho el comportamiento de Yun.

 

-  No se preocupe, Su Majestad, ella sólo estaba cumpliendo con su deber. Fue la imprudencia de mi hermano el que la llevó a actuar así. Me disculpo por su comportamiento.

 

-  Descuiden, Yun es algo exagerada pero aún así tiene un buen corazón. Por favor sigannos, les indicaré dónde se encuentra el Señor Romney.

 

El príncipe se dio la vuelta y comenzó a andar, seguido de cerca por Yun, que estaba acomodánse las gafas y haciendo pucheros con su boca. Al echó a andar, pero notó que su hermano seguía en el suelo, con la cabeza escondida entre sus rodillas.

 

-  Hermano, el príncipe nos llevará hasta el doctor Romney. Debemos seguirlo, ponte de pie, por favor.

 

-  Iré ensegudia, Al. Necesito estar solo un momento.

 

Tras unos breves segundos, Al siguió su camino, y Ed se arrodilló mirando hacia el cielo. Le costaba asumir que estaba enamorado perdidamente de alguien que jamás lo amaría, y que además, ahora tenía en frente suyo a su hombre ideal de carne y hueso. Era incluso más terrible aún el hecho de estar comparando dos personas, no lo podía soportar, no era algo que él haría. Pero no podía evitarlo, cada vez que lo hacía, se daba cuenta de más razones por las que debía olvidar a Roy y seguir adelante con su vida, era como un doloroso recordatorio que le recalcaba que era un alquimista estatal por una razón: su hermano. Nada, ni nadie, se interpondría en eso.

Notas finales:

Ya se está poniendo interesante, a mi juicio al menos. Espero que les guste y que disfruten leyendo =)


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