Capítulo nº6: "Lo que sentimos de verdad"
- Joven alquimista, ¿usted también desea conocer al Señor Romney, no es así?
Frente a Ed, estaba parado majestuosamente el príncipe de sangre exotica y mirada cautivante. Su cabello negro y lacio estaba tomado en una coleta, adornada con palillos dorados, de cuyos extremos colgaban cadenas con flores pequeñas hechas de oro. Su cuerpo, de tez clara, casi con una tenue tonalidad amarilla, estaba cubierto con una túnica gruesa de color blanco, y tenía bordados de flores con hilos dorados. Parecía un fantasma divino, la reaparición de algún rey que había vuelto a la tierra simplemente para regalarle una sonrisa a un mortal como él. Estaba teniendo pensamientos de niña enamorada, no le gustaba nada pensar así, mucho menos con un desconocido, así que no pudo evitar ser grosero para quitárselo de encima.
- ¿Acaso usted no debería estar llevando a mi hermano hasta donde Romney? ¿Qué es lo que hace aquí entonces?
- ¿Yo? ¿Guiar a tu hermano? Bueno, le pedí a Yun que lo llevara, mientras yo intentaba averiguar por qué tus ojos dorados parecen estar pidiéndome a gritos que escuche a tu corazón.
- ¿¡¡Qué!!? Mi corazón no quiere decirle nada, no sea pervertido.
- Ja ja ja, eres muy gracioso. Y no soy un pervertido, de hecho creo que tenemos casi la misma edad. Además, no soy yo el que está de rodillas en el suelo suplicándole al cielo algo de compasión. Así que me quedaré aquí, para saber qué quiere decirme tu corazón.
Los comentarios alegres y optimistas descolocaron a Ed. Estaba acostumbrado a ser grosero con los demás, sobretodo con Roy, para que lo dejaran en paz, y casi todos, excepto su hermano, terminaban enojados y se marchaban. Pero Ling seguía de pie, con sus ojos ligeramente escondidos por sus facciones, y una sonrisa cálida y sincera. Era una situación muy extraña para Ed, no tenía ni la menor idea sobre qué hacer exactamente, así que sólo se dejó llevar por sus intuiciones.
- Bueno, ¿puede llevarme a ver al doctor Romney? La verdad es que me quedé atrás porque me sentía algo mareado, pero ya estoy mejor. Además, es muy importante hablar con él.
- De poder, claro que puedo. De querer, bueno... el chico de la armadura debe estar hablando con él en este momento. Así que no creo que sea tan necesario que...
- Por favor, hemos hecho este viaje con el sólo propósito de hablar con el doctor Romney.
Los ojos dorados de Ed se nublaron, y trató de contener las lágrimas. Todo en ese momento en específico lo estaba frustrando: sus sentimientos hacia Roy, la responsabilidad de traer de vuelta el cuerpo de su hermano, la actitud de Yun que le hacía pensar en Riza, la presencia reconfortante de Ling... eran tantas situaciones, tantos sentimientos, su cabeza iba a estallar. Y no quería que un extraño supiese cómo se sentía realmente, jamás lo toleraría. Lo que más quería en ese momento era terminar con el tema de Romney lo más rápido posible.
Ling observó detenidamente los puños de Ed, estaban apretándose a más no poder. Comprendió entonces que el joven alquimista hablaba en serio, y que debía ser paciente, tenía que esperar el momento adecuado para conocerlo y ayudarlo en lo que realmente necesitaba. No había nada más en el mundo que le despertara más inquietud que el chico que tenía enfrente, conteniendo lágrimas que de seguro no había dejado salir en años.
- Está bien. Te llevaré. Vamos, sígueme.
- Vaya, muchas gracias. No tiene ni idea de lo que significa para mí.
- No, no tengo ni idea. Y por favor, trátame de tú, es obvio que se te hace muy incómodo hablarme de ese modo si tenemos casi la misma edad.
- ¿Seguro que puedo? Es decir, no quiero causar problemas ni nada por el estilo.
- Seguro, yo en tu lugar lo habría hecho desde un principio.
Ling dejó salir una alegre carcajada, mientras echaba a andar a paso lento. Ed, embobado por el sonido cautivante de su risa, lo seguía de cerca. Jamás en su vida había escuchado una carcajada tan sincera como la de Ling, y pensar que ese chico cada vez lo fascinaba más lo estaba intrigando demasiado. "¿Qué diablos tiene este tipo que me hace sentir como si yo fuese un imbécil? Es como si mi estómago fuese hecho de mariposas, y como si no pudiese controlar mis nervios cuando me mira" pensaba Ed, sin saber que quizás la respuesta a su pregunta era demasiado obvia. Pero bueno, quizás demasiado obvia para alguien que no le tenía rencor al amor.