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Un mundo para nosotros por szukei

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Capítulo nº7: El conocedor de secretos

 

Bastante lejos del palacio principal, y casi en las faldas del cerro, Yun encaminaba a Al a paso rápido. Parecía una travesía ilegal que lo llevaría a un pueblo perdido, la vegetación lo llevaba a pensar que estaban bastante lejos del palacio donde habían conocido al príncipe Ling.

 

-  Ya estamos cerca, el señor Romney vive en una casona cercana al río Yueguang.

 

-  Al principio pensé que vivía en el palacio, ¿por qué no es así?

 

-  Bueno, por varias razones. La primera, es porque el palacio real es hogar únicamente de Su Majestad y de su familia.Todos los demás, sirvientes, maestros, doctores, deben vivir cerca de las hectáreas reales, en cuyo centro está el cerro Ren. La segunda, es porque el Señor Romney es extranjero, por lo que debe establecer contacto mínimo con la familia real, a menos que la salud de Su Majestad requiera sus servicios. De lo contrario, sólo puede dirigírsele a través de mi consentimiento. Y la tercera, es porque el Señor Romney comunicó que deseaba un lugar para él solo, para poder llevar a cabo sus estudios sin interrupciones.

 

Al la escuchaba en silencio, la voz de Yun era firme y segura, se tomaba su rol de asistente personal del príncipe muy en serio, tan en serio, que Al no la podía imaginar en otro empleo. "Quizás no sea empleo, quizás es una obligación heredada. Todo aquí en Xing se rige por tradiciones, por herencias de generación en generación" pensó entonces, y se entristeció por la poca libertad que existía en ese país.

 

Pero, en cierta forma, la vida suya y la de su hermano estaba ligadas a su propio pasado, de la misma forma que los habitantes de Xing lo estaban con el suyo. Era difícil desligarse del pasado, de aquello se forma el futuro, y si ellos no hubiesen realizado esa transmutación... Bueno, su presente sería demasiado diferente, extremadamente diferente tal vez, o un poco diferente a lo mejor... Quizás Al todavía conservaría su cuerpo... quizás hasta habría perdido su vida, de no haber sido por Ed, por supuesto... ¿cómo habrían sido sus vidas si su pasado hubiese sido distinto? Eso nadie lo podía saber con certeza.

 

-  Hemos llegado. ¿Estás seguro, alquimista, de tus intenciones en esta visita?

 

-  Claro, muchas gracias por haberme traído hasta aquí.

 

-  Me quedaré unos minutos para vigilar la situación, cuando acabes te pido que vuelvas junto al chaparro ese al palacio. Allí dejaremos determinadas las condiciones de su visita.

 

Al asintió, y la mano de Yun golpeó la puerta de la casa de madera que le pertenecía al doctor Romney. No era muy grande, puesto que supuestamente vivía solo, pero estaba hecha de forma muy sofisticada, como la casa de campo de algún aristócrata, sin dejar de lado detalles como los marcos de las ventanas, o las cerraduras en las puertas.

 

-  Ya voy, ¿quién está ahí?

 

-  Señor Romney, soy yo, Yun. Abra la puerta, hay alguien que necesita hablar con usted. Unos alquimistas de Ametris.

 

-  ¿Alquimistas? ¿De Ametris?

 

Y cuando se abrió la puerta, Al quedó mirando al hombre que deseaba conocer. El doctor Hans Romney tenía veintiseis años de edad, pero se veía unos pocos años más joven. Llevaba el cabello rizado y castaño claro como la miel, al igual que sus grandes ojos, escondidos detrás de unas gafas con marcos negros. Era delgado, y alto, unos cuantos centímetros más bajo que Al. Tenía pinta de estudiante trasnochado, pero tenía también un aire a sabiduría pura, de ese tipo de inteligencia que le brotaba sin ningún esfuerzo, como un superdotado. Usaba un chaleco azul marino y una camisa celeste debajo, con unos pantalones color caramelo, y unas pantuflas blancas.

 

Hans miró de arriba a abajo a la armadura que acompañaba a Yun, y mirándolo fijamente a los ojos, comprendió la condición de su visitante. Entonces, conteniendo un sentimiento de enojo, se dirigió a Yun.

 

-  Gracias, Yun. Déjanos solos ahora, por favor. Al parecer mi visita tiene mucho que contarme. Y yo mucho que enseñarle.

 

-  Quisiera dejarlos a solas, pero yo debo...

 

-  Yun, te he pedido amablemente que te retires. No quiero hacerte una escena frente a esta amable persona que ha venido desde lejos para hablar conmigo. Estoy seguro que lo que menos quieres es quedar mal frente a un extranjero, querida, piensa cómo quedará la imagen de Xing si este joven te ve actuar como niñita caprichosa.

 

Yun lo miró de reojo, hecha una furia por dentro. Hans siempre conseguía lo que quería, y esta vez no era la excepción, aún a costa del orgullo de la joven asistente.

 

-  De acuerdo, Señor Romney. Los dejaré solos, pero recuerde, joven Alphonse, que debe volver al palacio con su hermano... Ya sabe, lo que le mencioné antes.

 

-  Seguro. Nuevamente, muchas gracias por haberme conducido.

 

-  Deja ya de ser tan amable, niño. Ven, entra de una vez, y deja que la chica siga su camino.

 

Cogiendo a Al del brazo, Hans entró y cerró la puerta de su casa de prisa, sin siquiera despedirse de Yun, quien se marchó inmediatamente.

 

Por dentro, el hogar de Hans estaba peor de lo que Al imaginaba. Libros, hojas, tazas sucias, un desorden infinito donde apenas se distinguía el suelo, y donde la luz entraba a duras penas por los huecos en las cortinas. Quiso seguir a Hans, pero apenas podía caminar, no quería pisar nada que no fuese el suelo.

 

-  Perdona, muchacho, soy un loco que se la pasa metido en los libros. No temas en pisar nada, sólo sígueme hasta la sala de estar, allí estaremos más cómodos.

 

-  Di-disculpe, pero no veo bien...

 

-  Ah, claro, lo siento mucho, la luz del sol me molesta mucho. Pero, puedes quitarte el casco si así lo deseas. Podrás ver mucho mejor si lo haces.

 

Hans se dió la vuelta frente a Al, y cruzó los brazos, esperando ver la reacción del alquimista. Obviamente, se divertiría mucho jugando con él, restregándole en la cara el error que había cometido alguna vez, y sólo lo dejaría en paz hasta que reconociera haber realizado algo impensable. Una transmutación humana, un tabú roto, un precio pagado... Lo sabía todo, pero quería escucharlo de él.

Notas finales:

Un capítulo nuevecito, recién acabado. Espero les guste, y que me regalen algún review...

Ya todo comienza a ponerse interesante! =D


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