"Sensaciones..."
[Naruto]
Solo en su habitación.
Un silencio que le grita. Cosas confusas.
Zumbido inquieto del necesitado no olvido…
Porque Naruto no desea olvidar…
Soledad de los recuerdos.
Más silencio.
Inhala, exhala, inhala, exhala…
Suspiro.
No puede traer a Sasuke. Él se halla metido de lleno en la obscuridad, cegado en su venganza.
Le inunda la tristeza.
Su amigo… Su mejor amigo… Y él sin saber qué hacer, sin poder hacer nada.
Unos lazos que apenas puede retener.
Se toca la hombría, por encima de la prenda interior que le recubre.
No está excitado, todavía… Pero necesita saberse vivo, que está allí aun, a pesar de sus fallos continuos.
Se toca con parcimonia. No hay apuros, sólo soledad.
Piensa en Sasuke.
Peleas, discusiones ya no oídas.
Batallas en suspenso.
Sasuke…
La única tela existente en su cuerpo pasa a ser leyenda.
El ritmo aumenta.
Desilusión acompañada de esperanza.
Antes y después de acabar, es el nombre y el rostro de Sasuke lo que piensa y suspira.
Apenas se da cuenta de esto.
El sueño le vence.
Mañana es otro día, hay que empezar de nuevo.
Volver a intentar.
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[Sasuke]
Despierta.
No es la primera vez que ve a Naruto en sus sueños.
Tampoco será la última.
Se levanta y comienza a alejarse del equipo TAKA, quienes no se percatan de sus acciones por estar durmiendo muy profundamente.
Va hacia un claro del bosque.
Se sienta en posición de meditación y cierra los ojos.
La luna le ilumina.
~ Silencio ~
Sólo pasan dos minutos.
Vuelve a abrir los párpados.
Nadie podría notarlo ni aunque estuviese frente a él, examinándole. Pero algo tiene inquieto a Sasuke. Algo que ni él mismo sabe qué es.
Suspira levemente con cansancio.
Piensa en Naruto.
Es una noche un poco fresca, y es por ello que piensa que esa es la causa de la que repentinamente un escalofrío algo (y extrañamente) placentero le recorra la espina dorsal y no el estar meditabundo de… Naruto.
No puede dejar de pensar en él y lo odia, se odia.
Y en esta noche tan rara lo siente más cerca…
Suspira de nuevo. Siente un pequeño nudo en el estómago.
Hormonas de la adolescencia, piensa cuando una parte de él se despierta.
Naruto…
Se percata de ello. Abre los ojos con desmesura, evidentemente sorprendido.
Al instante, arruga el entrecejo, molesto y confundido.
No.
Y no.
No Naruto. No él.
Pero su entrepierna no deja de estar “animada”.
Un viento fuerte se levanta. Cierra los ojos e intenta calmarse.
Se levanta, igualmente pensativo, mientras se acerca de nuevo a su equipo.
Antes de dormirse, incoscientemente, la mente le traiciona e imagina que probablemente hace tiempo se sienta así...
FIN.