•Rourke & Karlsson•
-¿Y bien? ¿Te gustaron? -Pregunté impaciente. La cara de mi hermano era todo un poema.-
-¡Es hermoso! ¿Dónde lo conseguiste?
-Eso es un secreto. ¿Y qué me dices del otro?
-Pues es muy lindo, a quién sea que se lo vayas a regalar de seguro le encantará.
-Si tu dices que es lindo, entonces el objetivo está cumplido.
-Espera, creo que estoy mal interpretando todo. Eso -dijo apuntando a uno de los regalos- es un peluche hermoso de Joshi. Y eso -dijo ahora entrecerrando los ojos y arrugando el entrecejo- es un vestido. De mujer. ¿Entiendes? Vestido. Ves-tido. Los hombres no usamos vestidos y...
-¡Arien! Cálmate. Es sólo un vestido, y es para ti.
-¿P-Para m... mí? ¡¿Pero de qué rayos estás hablando?! ¡¡¡Yo no soy mujer, joder!!!
-Arien, calma...
-¿Qué está pasando aquí? -Preguntó Angello entrando repentinamente a la habitación.- Están haciendo mucho escándalo y mamá me ha enviado a que los supervise. ¿Sucede algo, Arien?
-¡Sí! ¡Sucede que el Baka de TÚ hermano me está confundiendo con una mujer!
-¡Qué yo no he hecho eso! -Dije para mi defensa.- Estás exagerando todo.
-Mira. -Tomó la prenda entre sus finas manos y se la aventó en la cara a Angello, parecía furioso.-
Angello, luego de apartar el vestido, lo estiró entre sus dedos examinandolo completamente. Suspiró y me miró con reproche. -Itszván, cabe destacar que tienes cabeza sólo para tener cabello... porque para pensar, como que no la usas mucho.- Suspiró nuevamente y acarició el cabello de mi pelirrojo sonriendo un poco burlón.
-Tampoco es para que me insultes ¿eh? Mira que sólo hice esto porque Arien, mi amor... tienes un culo fenomenal. Y ni hablar de tus piernas...
-¡¿Qué?! ¡¡¿¿De qué basura estás hablando??!! -Arien pareció digerir finalmente mi comentario, y con un leve tic en el ojo me miraba casi soltando fuego por los ojos. Angello sólo sonrió riendo por lo bajo.-
-Arien, ven. -El idiota de mi gemelo por fin se decidió a hablar, pues admito que metí la pata y ahora temía por mi escasa vida sexual junto a mi hermanito.- Quiero hablarte de algo... o mejor dicho, de alguien. ¿Vienes?
Yo les miré alzando una ceja, supongo que ellos también tienen derecho de hablar. Suspiré y me senté en la cama mientras ambos salían de la habitación cerrando de un portazo.
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-¿Y bien? -Preguntó Arien cuando finalmente entramos a mi habitación.-
-Yo... yo quería hablarte de Evónne.
-¿De Evónne? ¿Qué pasa con ella?
-Pues... ¿siempre ha sido así? Es decir, rara y...
-¿Difícil? -Repuso él con una sonrisa burlona.-
-Sí... no sólo difícil, muy complicada también. -Suspiré y pasé mis manos por mi cabello. Estaba bastante estresado y frustrado. Evónne sabía sacarme de mis casillas.-
-Es así. Su carácter es... se puede decir que difícil. Pero dime, ¿qué ha pasado?
Él se sentó en mi cama y cruzando las piernas, me miró atentamente. Siempre he pensado que Arien es hermoso, pero para mi mala fortuna, él había elegido a Itszván. Y qué suerte tenía ese idiota.
-¿Angello?
Indagó él nuevamente. Me senté en el piso mirándole y comencé a relatarle el cómo Evónne me había rechazado cuando le propuse salir.
Estaba sentado escuchando las tonterías que sus hermanos hablaban con su madre, hacía poco menos de 30 minutos que habían llegado, y ya todos hablaban felices sobre el viaje. Ni un minuto quitó su mirada del delgado cuerpo de la chica, mientras esta, hablaba con su madre. Parecía tan seria, imponente y sobre todo, sensual. ¿Por qué demonios le atraía tanto?
-¿Qué tanto me ves? -Preguntó la chica volteando hacia él. Tenía un aire extravagante y su mano izquierda en su cadera.-
-Sólo lo linda que eres... dime, ¿quieres ir a tomar algo en la noche? -Ella chasqueó la lengua.-
-¿Cuántas veces te lo tendré que repetir? Lo que pasó allá, pasó allá. Acá sólo somos conocidos, hermano y amiga de Arien. ¿Comprendes? Y eso no va a cambiar.
El chico de ojos miel suspiró resignado y le dedicó una sonrisa apagada a su madre que había comenzado a hablarle.
-¿Así que te rechazó? Ay dios... ¿qué haré con ella? -Colocó sus dedos índice y pulgar entre sus ojos mientras negaba. Se veía muy sexy...-
-¿Te ha dicho algo?
-Pues no. Pero conociéndola, estoy muy seguro de que le gustas. Jamás había besado a ninguna otra persona luego de su último novio. Y eso, fue 1 año antes de conocerme.
-Entiendo...
-Angello, Evónne es una chica especial. Decidida, paciente y con mucho potencial y determinación. No te será fácil conquistarla, y si no quieres nada serio con ella, te agradezco que lo dejes. O jamás te lo perdonaré. -Me vio frunciendo el ceño y apuntándome con el dedo acusatoriamente.-
-No pienso jugar con ella, tonto. -Le vi sonreír asintiendo.- ¿Me podrías hacer un favor? -Él asintió, así que continué.- Quiero que vayamos a un sitio esta noche. Tú, yo. Evónne y el idiota. ¿Por favor?-
Sonrió y asintió nuevamente. Lo abracé intentando mostrar mi agradecimiento y sin saber muy bien porqué, tomé su barbilla y besé la comisura de sus labios. Él cerró los ojos unos segundos, y luego se marchó un poco confundido y con las mejillas terriblemente rojas.
Se veía tan lindo...
-Ya Angello, tienes que concentrarte.
No sabía porqué, pero su reacción fue muy linda. Quizás por eso me vi tentado a besarle. ¿Quién sabe?
Estuve caminando de un lado a otro. No quería salir de mi único sitio de descanso y privacidad. Tenía miedo de encontrarme con Evónne, y mucho más de encontrarme con Arien. Me sentía avergonzado...
Entré en la ducha y comencé a bañarme, duré aproximadamente 53 minutos bajo el agua. Quería afeitarme, pues tenía una sombra poco visible. Pero me sentía desanimado así que sólo estuve bajo el agua por todo ese tiempo. Mis dedos comenzaban a ponerse arrugaditos así que finalmente decidí salir. Me tumbé totalmente mojado en la cama, y mirando al techo, me quedé dormido.
-¡Angello! ¡Es hora de irnos! -Escuché varios golpes en mi puerta así que lentamente fui abriendo los ojos, enfocandolos en el techo nuevamente.- ¡Angellooooo!
Me levanté somnoliento, caminé hasta la puerta aburrido para abrirle a mi hermanito. Giré el pomo, y al abrir estaba allí con los brazos cruzados y una mirada molesta. Estaba realmente atractivo, con esos shorts apretados y una camisa que dejaba medio hombro afuera. "-De verdad que luce como una mujer..."- Pensé para mis adentros intentando reprimir una risilla.
-Ah sí, ya voy. Me había quedado dormido. Lo siento... ¿Arien? -Se había quedado mirándome directamente a la toalla que llevaba en la cadera. Sus mejillas estaban sonrosadas y mordía levemente su labio inferior.- ¿Arien? ¿Estás bien?
-¿Eh? Ah... sí... sí. Estoy muy bi... bien. No te preocupes. -Sonrió rascando su cabeza y picó mis costillas con su dedo.- Date prisa, ¿sí?
Sonreí y cuando se marchó me dispuse a vestirme. No me sentía con tantas ganas como hace unas horas. Y el hecho de que Evónne sea tan ruda, me desmotiva aún más. Me puse lo primero que encontré, y salí en busca de mis hermanos y ella. Los llevaría a un bar karaoke cercano. Y si tenía suerte, lograría que Evónne me aceptara finalmente.
Al llegar a la planta baja, escuché a mamá soltarle la bronca a Arien por usar ropa tan "insinuante" y a Itszván riendo por ello. En el sofá estaba esa amargada, con la vista fija en no sé dónde. Estaba bellísima.
¿Para qué negarlo?
Tenía los ojos finamente delineados y los labios con un suave brillo. Su ropa era bastante casual, pero me alegraba que no vistiera como hombre esta vez. Cuando finalmente posó sus ojos en mí, le sonreí, y para mi sorpresa me devolvió el gesto.
Nos despedimos de mamá y subimos a mi auto, luego entregaría el que alquilé para el viaje. Viajamos poco menos de 20 minutos cuando finalmente llegamos al Karaoke "Barrie Zscrhut". Arien parecía emocionado, e Itszván por su parte no dejaba de amasarle el trasero.
-"Qué envidia...-"
-¿Esta es tu gran forma de conseguir una cita conmigo? -Evónne apareció de la nada, situándose a mi lado con una cara de pocos amigos. Me encanta esa actitud de ella.-
-Tal vez no una cita, pero estás conmigo, ¿no? -Sonreí de nuevo y cuando por fin entramos, tomé su mano para guiarla a una mesa cercana.-
Ell no dijo nada. Pero sé muy bien que se sorprendió ante mi acto. Incluso Arien nos miró incrédulo. Tomamos asiento en una mesa cercana a la tarima, e inmediatamente Itszván se llevó arrastrando a nuestro pelirrojo hermanito. Verlos bailar era realmente erótico... o mejor dicho, ver bailar a Arien.
Giré mi rostro hacia Evónne y ella me miraba también, achicando los ojos. Parecía querer colarse en mis pensamientos. Estuvimos así varios minutos, mirándonos y sólo eso. Ella tenía facciones muy severas e intimidantes, su rostro era todo un poema.
Un poema de misterio y horror.
-¿Quieres bailar? -Dije por fin rompiendo el silencio incómodo. Ella negó cerrando sus ojos.- ¿Entonces qué quieres hacer?
Sólo me miró. Suspiró y se acercó para plantarme un beso que gustoso correspondí. Al separarse se levantó luego de un "Voy al baño".
-¿Luego bailamos? -Comenté con una sonrisa bastante sincera. Ella sólo me miró frunciendo el ceño y se inclinó para susurrar.-
- Ese beso es lo único que conseguirás de mí. No te hagas ilusiones.
Y sin decir más nada, se marchó al baño de mujeres bajo la atenta mirada de Arien, que al notar este acto por su parte, se acercó dejando solo al tonto de Itszván en la pista de baile.
-¿Qué ha sucedido? -Preguntó con un leve brillo en sus preciosos ojos azules.
-Me ha rechazado, de nuevo. -Él cambió su semblante a uno más triste y decepcionado.-
-¿Estás bien?
-Pues sí... me alegra que me rechace si de esta manera me prestas más atención. -Arien sonrió bajando la mirada, y luego de un "tonto" y darme un golpecito en el hombro, se retiró a bailar con Itszván, su novio.-
Yo me levanté de mi asiento, y fui hasta la terraza del local, necesitaba ahogar mis frustraciones en alcohol y cigarros. ¿Por qué Evónne me tenía así? ¿Y por qué simplemente no aceptaba que yo también le hago sentir cosas? Suspiré botando el humo de mi cigarrillo, cuando una chica bastante linda se me acercó. Era blanca, con rasgos asiáticos. Bastante linda, para ser honesto.
-Hola. -Dijo ella sonriendo.- ¿Estás bien?
-Sí, no te preocupes. -Sonreí también y di otra calada a mi dosis de nicotina.-
-Me alegro. ¿Cómo te llamas?
-Su nombre no te importa, porque ha venido conmigo. ¿Entiendes? -De repente la voz y presencia de Evónne me sacaron abruptamente de mi encanto por la chica, que, luego de escuchar la fría respuesta de mi loca peliazul se fue haciendo muecas de indignidad.- ¿Me invitas para luego dejarme sola y hablar con otras chicas?
-Yo... técnicamente no fui yo quién te invitó.
-Idiota... -Desvió su mirada y su respiración se agitó. Comencé a preocuparme.-
-¿Te pasa algo? -Pregunté ahora más preocupado acercándome a ella por detrás.-
-Nada. No es nada.
-Las personas no sollozan por nada... no que yo sepa, claro.
-No es cómo si lo supieras todo. Rourke.
-Entonces dime lo que no sé. Evónne.... -dije esta vez en su oído- no puedes ignorarme por siempre. No luego de lo que pasamos en esas 3 semanas.
-Ye te lo dije, Angello. Nosotros sólo somos...
-Conocidos. -Le interrumpí pegando más mi cuerpo al de ella.- ¿Hasta cuándo seguirás mintiendo? ¿Qué es lo que te molesta?
-No quiero ilusionarme con algo ficticio. -Respondió sin mirarme aún. Así que le abracé rodeando su delgado cuerpo.-
-No voy a mentirte diciendo que te juro amor eterno. Ni te mentiré diciendo que te amo. Pero te puedo asegurar, que para mí no eres sólo un "algo" pasajero. Quiero llegar a quererte, quiero que dejemos de ser "conocidos" para convertirnos en algo más. Quiero que con el tiempo me aceptes y poder decirte "Te Amo" ... -Su dura coraza había flaqueado, lo sé porque tembló al oir mis palabras. Y no pude más que sonreír al oír las de ella.
-Entonces revivamos algunos momentos del hotel. ¿Te parece? Pero por favor, no en tu casa.
Reí satisfecho, y tomando su mano nos dirigimos al auto.
Tal vez me costaría decirle "Te Quiero", pero cuando ese día llegara, sería totalmente sincero.
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-Parece que al fin se decidieron. -Comentó Arien con una de sus adorables sonrisas.-
-Pues no me asombra. De todas formas ya se han revolcado por todo el hotel durante 3 semanas
-¡Itszván! -Me miró reprobatoriamente.- ¿Por qué tienes que dañarlo todo?
-Porque quiero seguir bailando contigo hasta que terminemos en mi cama haciendo el amor por lo que nos queda de día.
Yo sonreí y Arien se sonrojó hasta las orejas escondiendo su rostro en mi pecho. Era tan adorable...
Continuamos bailando un rato, hasta que en un momento preciso, Arien comenzó a bailar de una manera demasiado erotica para mí. Estaba comenzando a excitarme, así que preferí irme para no violarlo en medio de la tarima con todas esas personas mirando.
Gracias a que el idiota de Angello se fue se seguro a un hotel, nos dejó sin transporte por lo que tuvimos que llamar un taxi. Malo. Realmente malo... Arien tenía un loco ataque de vergüenza y ni siquiera me dejaba besarlo.
Frustrante.
Demasiado frustrante.
Llegamos a la casa y luego de robarle unos besos, me dirigí al refrigerador para comer algo. El cuerpo lo pedía.
-Vas a engordar si sigues comiendo de noche. -Dijo Arien sentado en la mesa del comedor, sonriendo picaramennte.-
-Ah, ¿eso crees? ¿Y qué pasa si me como a Arien?
Él sonrió mordiendo su labio inferior en un muy incitante toque juguetón. Con la rapidez que me caracterizaba le quité la camisa besando su pecho mientras acariciaba sus piernas por debajo de ese short que me volvía loco. Dejé mi sandwich de lado y le recosté en la mesa besando desde su cuello hasta su miembro por sobre su ropa. Arien comenzaba a gemir un poco alto, y yo temía por que mamá despertara. Dándole otra mordida a mi sandwich me separé de él y besé sus labios de nuevo. Mi hermanito hizo un puchero y acercándose a mi oído susurró bajito.
-Itszván... mi gordito. -Sonrió burlón y se abrazó a mí para quitarme la camisa y dejarla en el piso junto a la suya.-
-¿Ah, sí?
Sonreí maliciosamente y por sorpresa le tomé de la cintura, subiéndole a mi hombro dejándole con el trasero al aire. Ibamos riendo y bromeando de cualquier cosa mientras Arien se quejaba de que le bajara.
-¿Qué rayos está pasando aquí, Itszván?
Y dios mío, lo menos que quería ocurrió. Mamá, deade el borde de las escaleras nos miraba con los brazos cruzados y su entrecejo demasiado fruncido para mi gusto.
¿Y nosotros?
Pues estábamos sin camisas, ambos con una erección, yo cargando en mi hombro a Arien y con mis manos firmemente soteniendo su trasero.
-"Mierda..."- Fue lo único que pude pensar.
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