Tap. Tap. Tap. Tap. Tap.
Ese fastidioso sonido se escuchaba otra vez, haciendo eco en uno de los muchos pasillos que había en ese edificio. Y es que, en serio, si Ruki tuviera una varita mágica en su mano en ese momento, sin duda alguna le pondría un hechizo al chico de dieciséis años que se encontraba parado junto a él y lo convertiría en un horrible sapo. Si no fuera por ese estúpido ser humano llamado Reita, aún estarían sentados dentro de la clase -burlándose de su tonto profesor- en vez de estar parados en medio de ese corredor -ridículamente vacío- por el resto del día.
Tap. Tap. Tap. Tap. Tap.
El castaño soltó otro suspiro distraído a la vez que su tortura continuaba. Puede que el rubio a su costado sea su mejor amigo por años, pero si seguía haciendo ese sonido, ni el mismo Ruki podría garantizar el no cortar aquella parte del cuerpo de Reita–el cual era responsable de su momento de mal humor de hoy- de un solo hachazo.
Tap. Tap. Tap. Tap. Tap.
Okay. Suficiente.
“Te has preguntado alguna vez cómo se sentiría que alguien te rompiera el tobillo?”
Por un momento, el pie izquierdo de Reita se detuvo, justo después de que su amigo pronunciara tan extraña pregunta. el chico con cabellera rubia echó un vistazo a la derecha, notando aquella irritada expresión en el rostro de Ruki, la cual era –según él- completamente inofensiva. Pero la siguiente respuesta sólo probó la vieja teoría de que Reita llevaba la idiotez en los genes.
“Duele. Aoi me hizo eso en quinto grado, ¿recuerdas? ¿Aquel desagradable partido de fútbol que hubo esa vez?”
Cuando solo obtuvo a un boquiabierto Ruki frente a él como respuesta, Reita solo se encogió de hombros y volvió a su anterior posición. El rubio ahora cerró los ojos, totalmente ajeno al hecho de que una mosca podría meterse en la boca de su amigo ya que su delicada mandíbula colgaba desde hace un rato, debido a la falta de respuesta inteligente por parte del cerebro hueco de Reita.
Ruki finalmente se dio por vencido. Reita definitivamente no tenía remedio, y debió haberlo sabido. Así que, sobándose el rostro con las palmas de sus manos, el castaño se reclinó contra la fría pared enladrillada, sintiéndose aún más deprimido de lo que estaba hace cinco minutos. “Sólo estoy… aburrido…” soltó casi inaudiblemente hacia nadie en particular, aunque en algún lugar de su pequeño corazón tenía la esperanza de que la persona al lado suyo lo oyera.
Una risa disimulada se escuchó antes de que el rubio comentara en un tono cínico. “¡Felicitaciones! ¡No eres el único!”
Y a Ruki le costó un montón no lanzarle un cuchillo imaginario al rubio junto a él.
Durante los siguientes quince minutos, lo único que Ruki hizo fue mirar a través de la ventana frente a él. Cualquiera que viera sus facciones, probablemente pensaría que estaba formulando ecuaciones en su mente para crear la siguiente bomba atómica. Pero en realidad, estaba pensando en lo que hasta ese momento había sucedido ese día. Ahora que lo pensaba, ninguna de sus desgracias del día le habían ocurrido sin que Reita estuviera involucrado en ellas. Oh sí, sabía de memoria que su amigo era un menso, torpe e imprudente, y un ejemplo perfecto de un idiota. También notó que su amigo era -más que nada- apuesto y de buen corazón, pero ese era un tema irrelevante por el momento. En resumen, este chico parado al lado suyo era TONTO, T-O-N-T-O con T mayúscula al comienzo. Estaba bien que un tonto cometiera errores.. pues... tontos, de vez en cuando. ¿Pero una cadena de infortunios que involucraban al mismo tonto en solo un día? Ruki comenzó a sospechar. Reita estaba haciéndolo a propósito. Pero, ¿por qué? ¿Para quién? ¿Para qué?
El castaño estaba a punto de crear una ingeniosa teoría para eso cuando de repente oyó aquel escalofriante… fastidioso… y tan conocido sonido otra vez.
Tap. Tap. Tap. Tap. Tap.
Al parecer era el momento para dejar que su ira saliera en dirección al culpable junto a él y ya no había marcha atrás.
Así como un rayo, Ruki se movió velozmente de su lugar hacia donde estaba Reita y empujó bruscamente el cuerpo del más alto contra la pared.
“¡¡Detente, maldita sea!! Es fastidioso y estúpido y me está volviendo loco y… y… ¡¡jódete, Reita!!”
Bueno, no quiso decir la última parte pero ya era demasiado tarde, ¿verdad?
Quedándose sin aliento después de dejar salir toda esa presión acumulada en su pecho, Ruki se dio cuenta de que estaba exagerando en ese momento y, por ello, ahora veía venir un puñetazo o una bofetada o algo. Pero no se esperaba que lo siguiente que viniera hacia él fuera un decidido Reita juntando sus labios en tan solo la fracción de un segundo. Ni siquiera se dio cuenta de cuándo sus manos se aferraron a la camisa del rubio, jalándolo hacia él para otro maldito beso. Fue tan impredecible e impactante y húmedo. Y, oh, sí que le gustó a Ruki. Mucho.
El beso se iba profundizando a medida que Reita deslizaba su curiosa lengua entre los carnosos labios del castaño y ésta danzaba ágilmente con su compañera en suave exploración. Una mano subió sigilosamente para acariciar su cuello, jugando suavemente con su rubio cabello.
Ruki actuaba como si estuviera bajo algún tipo de hechizo. La idea de besar a otro hombre jamás se le había pasado por la mente, y mucho menos a Reita. Pero ahora todo acerca de su mejor amigo era absolutamente intoxicante. Su beso alucinante, sus cálidas caricias, su aroma masculino. Dios, ¿estaba soñando esto?
Pero lamentablemente, el final de todas las cosas buenas llega demasiado rápido. Vacilantes, se separaron y finalmente se despegaron el uno del otro. Viendo a la hermosa criatura sin aliento frente a él, una sonrisita divertida se formó en los labios de Reita. “Si quieres saber por qué te cause tantas molestias hoy, pues… ésta es la única razón…” susurró suavemente.
Ruki levantó sus cejas cómicamente y fijó su mirada en el otro chico, confusión reflejada en sus facciones. “¿Y por qué... fue…?”
Una sonrisa se dibujó sobre el apuesto rostro del otro antes de que el rubio se inclinara una vez más y atrapara los maravillosos labios de Ruki con los suyos. “Es que te ves precioso cuando estás enojado…”
Tras pestañear en confusión, al ingenioso cerebro de Ruki le tomó unos cuantos segundos más procesar toda la información que acababa de recibir. Y después de pensar y dudar y debatirse en su propia mente, finalmente llegó a una sólida conclusión, la primera teoría creada del día:
Reita no era TAN tonto.
