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Encuentros nocturnos por J_Wings

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Notas del capitulo:

Hola, holaaa~~ Aquí estoy yo trayéndoles nuevamente algo con que entretenerse un rato.

Este es regalito que le escribí a Tamy por su cumpleaños, así que va dedicado enteramente a ella ¡Feliz cumpleaños, nena! (Otra vez)

Es cortito y conciso, espero les guste >.<

Cuídense gente bella, y hasta la próxima ;D <3

Encuentros nocturnos

 

 

    Los gemidos y gritos inundan el lugar, anunciando en una grotesca sinfonía lo que en las habitaciones sucede.

 

    El olor dulzón de las velas aturde mis sentidos, en un vano intento por ocultar el olor a cigarrillo y alcohol que todas las noches llena el prostíbulo.

    Las sonrisas van y vienen, perdiéndose en aquella fantasía de luces y colores, tan bonita y atrayente, tan repugnante y oscura. Las luces de neón se encienden y la magia empieza; la telaraña comienza a entretejerse, la trampa se hace presente, y el deseo se derrama entre los cuerpos.

 

    Somos los nadie. No existimos más que en tu perversa mente. Somos tus fantasías hechas realidad. No tenemos nombre, porque aquí perdemos nuestra identidad. Somos irreales,  somos un sueño del que no querrás despertar.

 

   Labios ansiosos se posan en los míos con ensayada pasión, no hay sentimientos ni deseo. Es otro espectáculo más en este show de títeres y máscaras. Una mano sale de entre las sombras y rompe nuestro beso, tomando a mi compañero para luego besarlo con evidente deseo.

 

    La música taladra mis oídos y los cuerpos comienzan a moverse de forma lenta y sensual, dejándose llevar por el ritmo de la canción, disfrutando de ese baile previo al sexo y siendo felices por ello. No puedo culparlos, la canción es pegajosa, rítmica, de esas que se meten a través de tu cuerpo inyectándole de adrenalina, esas que te hacen querer bailar y olvidar que existe el mundo. Y eso hago, bailo sintiendo mi cuerpo mecerse a un ritmo escalofriante con un goce infinito y todo desaparece. No hay manos traviesas en mi culo, ni cuerpos restregándose al mío… nada, no existe nada más.

 

    Las bebidas siguen yendo y viniendo en un inacabable vaivén y manos me arrastran a ese mar de cuerpos. Dedos acarician mi piel y labios besan mi cuello mientras tu inconfundible aroma inunda mis sentidos.

 

    Giro encontrándome con tus grisáceas orbes llenas de lujuria y algo más, eso que no queremos diferenciar por miedo a lo que nos podamos encontrar. Sonríes con galantería, conduciéndome a través de los cuerpos que se restriegan con desagradable descaro.

 

    La sirena de piernas largas y bien torneadas se halla rodeada, miles intentando obtener sus favores y encantos. Ella sonríe y me mira con afecto mientras uno de ellos le besa los llenos labios color carmín. Genial. Los gemelos podrán comer mañana.

   

    Atravesamos el pasillo alumbrado tenuemente por la frágil llama de las velas con olor a frambuesa. Entras en la habitación y cierras la puerta tras asegurarte que sigo allí esperándote, siempre esperándote.

   

    Los besos no se hacen esperar y nos sumergimos en uno cada vez más apasionado que el anterior. Tus manos acarician todo mi ser, apresando mi piel entre tus manos y apegándome más a tu bien formando cuerpo. Caemos en la cama sin separar nuestras bocas más de lo necesario para que el aire entre a nuestros pulmones. Tus manos viajan por mi abdomen hasta tomar el dobladillo de mi franelilla blanca y sacarla fuera de mi cuerpo mientras yo hago lo mismo con tu inmaculada camisa de vestir.

   

    Tu piel bronceada por el sol adquiere un brillo especial con el fulgor de las llamas, atrayéndome con locura. Quito esos pantalones tan absurdamente caros, dejándote tal y como llegaste al mundo. Exquisitamente desnudo. Beso tu piel con experiencia y la mordisqueo deleitándome con los gemidos apagados que dejas escapar de entre tus labios. Sigo besando y chupando por cortos períodos tu piel pasando por tu ombligo entreteniéndome al descubrir un lugar sensible hasta bajar más hacia el sur. Hundes con un gemido ronco tu miembro en las profundidades de mi boca, disfrutando con ella hasta casi llegar, pero lo sacas antes de correrte y me tomas por los hombros para besarme nuevamente. Me regodeo en ese sabor que explotó en mi boca, ese que te pertenece, tan único y dulce.

 

    Sofoco un grito al sentirte entrar en mí de golpe sin ningún tipo de preparación y muerdo con fuerza tu labio hasta hacerlo sangrar en venganza. Gimo con fuerza, el dolor y el placer se mezclan hasta hacerse solo uno. Te siento llenarme completamente de esta forma y de tantas otras.

   

    ¿Cuánto tiempo durará esto? ¿Estarás aquí mañana o ya ha pasado demasiado tiempo?

 

    Ya van cuatro meses desde nuestro primer encuentro, cuatro meses de encuentros nocturnos en habitaciones oscuras. Qué rápido pasa el tiempo, ¿No crees? Tal vez mañana despertarás y querrás irte sin mirar atrás siquiera.

    Pero eso no importa. Nada importa ahora.

    No importa que te vayas a casar el mes que viene con Lucy, tu novia, ni que sea por conveniencia. Tampoco importa que tu padre sospeche que eres gay y que Lucy se acuesta con la vecina del frente, sí, esa que prepara tan deliciosos pasteles de chocolates y cafés tan ricos y espumosos.

 

    ¿Cuándo nos hicimos tan unidos?

 

    La realidad ya no tiene sentido y se desdibuja en figuras abstractas y colores imposibles.

    Sólo importa el ahora, sólo importas tú entrando en mí, con furia y deseo reprimido, como si no me hubieses visto ayer, a la misma hora. Importa sólo la melodía que componen nuestros gemidos unidos y el dulce olor de las velas, ese que empiezo a odiar. Me gusta más el olor a vainilla.

 

    Susurras frases entrecortadas y sin sentido, cuyo significado no quiero averiguar. Profundizas las embestidas dando en cada mete y saca en ese punto dentro de mí que me lleva al éxtasis, haciéndome tocar un pequeño pedazo de ese cielo que jamás llegaré a alcanzar del todo.

 

    Grito al sentirme llegar, derramándome en tu pecho con traslucidas ráfagas de líquido blanquecino. Embistes con ansias mi cuerpo buscando terminar y gritas de placer al venirte dentro del condón que no sabía que llevases.

 

    Caemos uno al lado del otro en la suave y acogedora cama, intentando tranquilizar nuestras respiraciones desbocadas. Miro tu rostro perlado en sudor y sonríes de medio lado en un gesto tan seductor y pícaro que corta el aliento. Deslizas tus manos entre mis finas hebras castañas retirando un mechón de cabello de mi frente.

 

    —Escapa conmigo, Nereo, muy lejos de aquí.

 

    Niego con lentitud, esbozando una melancólica sonrisa. A veces eres tan iluso, mi vida. Tan caprichoso y ciego que no te das cuenta de nada. Porque tú y yo no podemos estar juntos más allá de estas cuatro paredes.

 

    Porque tú… Tú eres dueño de una empresa multimillonaria muy importante a nivel mundial y yo… Soy un prostituto que te encontraste por caprichos del destino y del cual no quieres soltarte. No podemos, no debemos.

 

    Somos una aberración, ¿Recuerdas? Lo dijo aquel niño, esa anciana de la esquina y la sociedad entera. Lo odio, lo sabes, pero no podemos cambiar el mundo con sólo desearlo, la vida es difícil, injusta. Las personas son crueles y ambiciosas.  No seas iluso Luciano, esto no tiene ni pies ni cabeza.

 

    —Te amo.

 

     Algo está mal. Mi corazón se acelera y mi pecho arde con una molesta e inquietante sensación.

 

    ¿Qué has hecho?, ¿Cómo te atreves a decirlo en voz alta y romper nuestro mudo acuerdo? Esto es sexo y ya, nada más, ¿Recuerdas? No te hagas el desentendido ahora.

 

    Imbécil, estúpido, imprudente. Me cago en ti y en toda tu puta familia, menos tu hermana, ella me agrada.

    Sonríes con suficiencia, con la seguridad de quien se sabe vencedor de una guerra. Y me besas.

    Lo haces por mucho tiempo, demasiado, el suficiente como para derrumbar cada una de mis murallas y miedos, como para disolver todo pensamiento coherente y buenas intenciones. ¿Qué más da? Ya eso lo tenías ganado desde hacía mucho tiempo ya, y yo no soy nadie para privarte de ello.

 

     —Yo también te amo.

 

    Ya está. Las cartas han sido colocadas y el destino comenzó su trazo.


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