Una nueva semana daba comienzo, Tezuka terminaba de arreglar las maletas, en unas horas se subiría a un avión y se alejaría de todo, de su escuela, de su equipo, de sus amigos y familiares… pero sobre todo de él, ese neko saltarín que hasta hacía sólo unos días había sido su novio.
- Eiji… lo siento tanto neko… - susurró mientras cerraba la maleta, en su interior un portarretratos con una fotografía de ellos dos era lo último que había puesto, se llevaría ese único recuerdo de Kikumaru, sólo eso le bastaba para recordarse a sí mismo por qué no podía regresar a Japón una vez que se hubiera marchado, le había hecho mucho daño a Eiji, no merecía estar tan siquiera cerca de él.
Unos golpes en la puerta seguidos por la voz de su madre lo sacaron de sus pensamientos.
- es hora de irnos - anunció la mujer.
- entendido - fue la única respuesta del chico antes de agarrar sus maletas y salir del dormitorio sin siquiera mirar atrás, el lugar estaba lleno de recuerdos, memorias que a partir de ese día debían quedar grabadas en el fondo de su ser, dormidas por siempre… pero jamás muertas.
En su casa Eiji caminaba de lado a lado en el jardín, pensando en que hasta ahora todas las pruebas de embarazo que se había hecho resultaron en una completa decepción y que Tezuka se marcharía en cualquier momento, ya hacía días que no lo veía, al igual que el resto de sus compañeros.
Fuji por otra parte, se había encaminado ya hacia la casa de su mejor amigo para estar con él en este momento tan complicado de su vida, sobre todo ahora que el neko había cometido la estupidez de ir a escondidas a la casa de Inui para tomar prestadas sin devolución unas cuantas jarras de aquel jugo, letal para la mayoría pero tan necesario como el aire para Eiji.
- Ryoma, Ryoma ¿Qué voy a hacer contigo? – decía pensando que Kikumaru había bebido tres veces más de aquella cosa que Ryoma.
“si el ochibi que está en primero bebió dos jarras y quedó así, yo que estoy en tercero debería tomar el triple ¿no? ¡Así que me tomé seis! ¡¡Casi me muero nya!! Pero vale la pena si es por mitsu nya” recordaba Fuji, ¡menuda estupidez! Sacudió un poco la cabeza ante el irracional pensamiento de Eiji, esas habían sido las palabras de su querido amigo al momento de contarle la locura que había cometido… gracias a Ryoma.
- esto es demasiado complicado – suspiró.
Por su lado el ochibi se encontraba en el aeropuerto desde hacía veinte minutos esperando por Kevin Smith, el avión que debía haber llegado hacía diez minutos estaba retrasado y tardaría tres horas en arribar.
-tch… tres horas para esperar, joooo quiero ponta – se dirigió hacia un dispensador de bebidas y al regresar al área de espera se encontró con los cuatro Tezuka reunidos, pensó entonces en su neko amigo, en cómo lo pasaría cuando supiera que el castaño se había marchado sin avisarle a nadie. Miró al rostro de su capitán, Kunimitsu lucía bastante triste, afligido, pero sólo dentro de sus ojos, el resto del capitán de Seigaku lucía tan distante, frio y estoico como siempre. Vaya idiota pensó y acercándose a paso lento fue cambiando la mirada. Para cuando Kunimitsu se percató de la presencia de su kohai este ya lo miraba con ojos serios y recriminadores.
- sin duda seré un mejor pilar central de Seigaku que tú, también un mejor capitán si llega mi turno – le dijo con aquella retadora mirada que solía mostrarle.
- Echizen… - el capitán no comprendía qué hacía allí el muchacho si él no le había dicho a nadie que se marchaba ese día.
- te perdono que no le hayas dicho a nadie que te marchabas hoy, que ni a tu mejor amigo le hayas dicho ni una palabra… pobre Oishi-senpai… - interrumpió a su capitán con estas palabras en un tono tan serio que aquel que hablaba no parecía Ryoma.
- también que no te quedes con nosotros hasta la graduación… que hayas hecho llorar a Eiji-senpai, los infinitos cansancios que aguanté por tus malhumores y tus gritos… te perdono todo, todo menos tu cobardía… jamás perdonaré que seas tan cobarde como para huir así, escapar para alejarte del amor de Eiji-senpai… buchou… que el impecable futuro de la familia Tezuka te haga feliz, yo trataré de ayudar a Eiji-senpai a olvidarte… ya que un cobarde como tú no merece su amor – y diciendo estas últimas palabras el pequeño se dio media vuelta comenzando a marcharse en cualquier dirección que lo llevara lejos de ese chico.
Los confundidos padres de Kunimitsu los miraban sin comprender, su abuelo por otro lado simplemente miraba al muchacho seriamente, él sí comprendía la situación, tras convivir con su nieto durante mucho más tiempo que los padres de este, lo conocía muy bien y ya hacia tiempo que sabía de la situación del miembro más joven de su familia.
El muchacho se sentó con los ojos rojos y llenos de lágrimas que se negaba a dejar salir frente a su familia.
- hijo ¿Qué fue eso? ¿Quién era ese chico y qué quiso decir con que estás huyendo? – preguntó seriamente el Tezuka del medio.
- era un compañero del club de tenis, padre, no te preocupes, sus palabras no tienen importancia – diciendo esto el más joven de los Tezuka tomó su maleta de mano, en unos diez minutos se marcharía.
- pero hijo, claro que es importante… - la dulce voz de Ayana, su madre, insistiendo comenzó a destruir el poco autocontrol que le quedaba.
- no, no lo es, no importa… simplemente voy a ir a estudiar en Alemania… y a convertirme en un profesional del tenis – le dio la espalda a su familia dirigiendo su vista hacia la pantalla que marcaba que su avión partiría pronto.
- tiene importancia – habló finalmente el abuelo del muchacho – si no la tuviera no estarías así. Kunimitsu… los hombres también lloran – dicho esto el anciano apoyó con suavidad una mano en el hombro de su nieto dándole ligeras palmaditas para reconfortarlo – no tienes que irte si de verdad no quieres hacerlo muchacho, eres dueño de tu destino, eres el único que tiene derecho a marcar tu camino –
- abuelo, aunque duela debo marcharme, si continuo aquí no podré resistirlo… es lo mejor – el insistente Kunimitsu finalmente comenzaba a ceder, sus lagrimas caían silenciosas mientras su abuelo lo veía con aquella mirada que normalmente estaría cargada de estoicismo pero en su lugar era totalmente comprensiva y cariñosa.
- ¿por el bien de la familia Tezuka? – preguntó el hombre mientras su nieto tomaba sus maletas, este no respondió ni una palabra, un simple movimiento de cabeza dio a entender al anciano que estaba en lo correcto, y tras despedirse débilmente el chico comenzó a marchar hacia la puerta de embarque correspondiente a su vuelo.
El pequeño peli verde acababa de salir del aeropuerto, estaba recostado a una pared del exterior del edificio bebiendo su ponta y deseando que el tiempo pasara rápidamente, se sentía impaciente pues Kevin se tardaría tanto en llegar y él debía esperarlo y se encontraba molesto pensando en que su respetado capitán ahora huía como un cobarde. Sin pensárselo dos veces llamó a Syusuke para contarle lo que sucedía, este enfureció completamente y por esto Eiji no tardó en enterarse también ya que se encontraban juntos. Ryoma escuchó el débil llanto del pelirrojo al otro lado de la línea y entristeció, arrepintiéndose de haber llamado a su novio pues ahora el neko sufría aun más.
Adentro, Kunimitsu caminaba lentamente hacia aquella puerta que probablemente no volvería a cruzar en mucho tiempo, en su cabeza los recuerdos de Eiji, las palabras que Fuji le había dicho días atrás y las que ahora Echizen le había dicho, daban vueltas y lo enloquecían. De verdad estaba escapando, huyendo como un cobarde, huyendo de todo, abandonándolo todo por seguir el sueño de su familia, no quería atarse a eso, él quería a Kikumaru, sus compañeros, su mejor amigo Oishi, sus demás amigos, Japón, eso quería para su vida.
Sin darse cuenta los pensamientos que llenaban su cabeza habían ido frenando sus pasos hasta detenerlo completamente, antes de entregar su boleto y pasaporte a la sonriente mujer que se encontraba parada en la puerta de embarque, dio media vuelta, susurró un débil lo siento que no iba dirigido a la mujer sino a su familia aunque ya no pudieran escucharlo por la distancia, y comenzó a correr esquivando gente y pasando a toda velocidad junto a sus asombrados padres que lo llamaban siendo completamente ignorados por el menor.
No se detuvo ni un instante, sentía que si paraba su nueva determinación se perdería y finalmente acabaría marchándose a Alemania.
Ryoma sonrió abiertamente al ver pasar como una sombra a su castaño senpai, recostado contra la pared cerca de la entrada observó al muchacho de lentes correr apresuradamente en dirección a la estación de trenes.
- bien decidido buchou… ahora sorpréndelo – susurrando estas palabras dio otro largo sorbo de su lata de bebida de uva antes de volver a ingresar en el edificio. Llamó a Syusuke nuevamente diciéndole que se sentía mal, sabía que así el oji azul se apresuraría en llegar al aeropuerto, lo mejor sería que Eiji estuviera solo cuando Kunimitsu llegara, porque iba para su casa, de eso Ryoma estaba completamente seguro.
Kunimitsu corrió todo el camino hacia la estación de trenes y tras subir al primero que lo llevara cerca de su amado, sin poder calmar sus nervios, esperó impaciente sentado tan cerca de la puerta como le fue posible que llegara a su destino. Una vez allí bajó del tren y corriendo nuevamente recorrió varias calles.
En su paso por una calle poblada de tiendas de todo tipo, se detuvo en seco al ver una joyería, sin dudárselo ingresó en ella para salir apresurado varios minutos después con una cajita perfectamente forrada con papel azul y con un bonito lazo blanco.
Finalmente llegó, exhausto, a la casa de su querido Eiji. Estaba nervioso al punto en que su mano temblaba mientras la dirigía hacia el timbre de la casa.
Momentos después el pelirrojo apareció tras la puerta, con sus grandes ojos azules abiertos como platillos al ver ahí esperando al castaño que se acomodaba los lentes, nervioso como nunca.