La lluvia que repentinamente había comenzado a azotarlos con fuerza había interrumpido su placentera sesión de sexo al aire libre y bajo agua tibia teniendo que refugiarse en la seguridad de la casa, no tardaron nada en retomar sus acciones allí mismo donde estaban, sobre la mesada de la cocina, cualquier lugar era perfecto cuando Tezuka se movía de aquella forma en su interior, total, cualquier superficie desaparecía de su mente siendo reemplazada por un montón de nubes mientras sentía al castaño poseer su cuerpo.
- ¡¡delicioso nya!! - gritó Eiji tras el primer bocado de su cena, al parecer las habilidades de Tezuka iban más allá del tenis y la escuela, era un gran cocinero entre tantas otras cosas que hacía a la perfección. Disfrutaron la cena aunque el neko notaba que Tezuka estaba más serio, más tenso que de costumbre.
- Eiji… - llamó el castaño haciendo que su pareja abandonara su concentración en el plato de comida casi vacío para clavar sus oscuros ojos azules en los cafés de Tezuka.
- ¿hay que hablar de eso? ¿No puede ser otro día? - preguntó al ver la seria mirada del castaño clavada en él.
- no, ya no puede esperar - respondió el mayor.
- Eiji, sabes que también es difícil para mí todo esto, no quiero dejarte - Tezuka se estaba esforzando por ser lo más delicado posible en sus palabras para no herir al neko.
- pero mitsu… tú sabes que no me importa si ellos me aceptan o no, hay que seguir adelante, ellos no van a vivir por nosotros… - decía el neko entre susurros debilitados por el llanto que comenzaba a invadirlo, al parecer el castaño estaba decidido ¡y tan bien que iban hace solo unas horas!
- lo se neko, pero soy el único heredero, no puedo dejar el patrimonio de la familia en manos ajenas y tú no puedes tener hijos… - interrumpió el castaño, sabía que su neko estaba dispuesto a todo por él pero había una cosa que no podía hacer y era justamente lo que los obligaba a separarse.
- me voy a morir sin ti - confesó el pelirrojo hundiendo la cabeza entre sus rodillas, abrazándose a sí mismo mientras infinidad de lágrimas escurrían por sus mejillas como cataratas.
- no digas eso ni de broma, Eiji… no me perdonaría si algo malo te pasara… no llores - pedía Tezuka abrazando al pelirrojo que ya ni siquiera respondía, simplemente lloraba como nunca lo había hecho - te amo neko, y siempre te amaré, aún cuando no estemos juntos… lo juro - dijo finalmente, Eiji se acurrucó entre sus brazos como el gato que era y siguió llorando así hasta que calló víctima del sueño. Tezuka lo cargó delicadamente y lo llevó hasta la habitación recostándolo en su amplia cama para luego de abrigarlo abandonar el dormitorio con los ojos empapados, si Eiji sufría por lo que estaba sucediendo él sufría más aún pues además de tener que separarse de la única persona que realmente lo hacía sentir feliz le estaba causando un gran daño, y eso era algo que jamás se perdonaría.
Dos gruesas lágrimas rodaron por sus mejillas al cerrar la puerta, tenía que terminar su relación con el pelirrojo porque sus padres así lo querían, Kunimitsu debía comprometerse en cuanto cumpliera la edad mínima para el matrimonio, una bonita chica, cualquiera estaba bien mientras Kunimitsu pudiera darle un heredero a la familia, sino la herencia familiar, la empresa, todos los negocios, irían a parar en manos ajenas quedándose él con sólo la porción obligatoria del patrimonio familiar, pues por ley los hijos ya no podían ser desheredados.
Al ser hombre Eiji no entraba en los planes de los Tezuka, ni Eiji ni el verdadero Kunimitsu tenían lugar en eso, pues el castaño que cada día se mostraba de una manera frente a su familia era todo lo opuesto a su ser real, el que el neko conocía de pies a cabeza, al derecho y al revés, ese no era el heredero que la familia creía tener.
A Kunimitsu le dolía tener que renunciar a su felicidad, al chico al que tanto amaba y quien tanto lo hacía feliz, pero amaba a su familia también y desde pequeño había sido educado para cumplir con su responsabilidad como el Tezuka que era, lo que significaba olvidar incluso sus propias preferencias y aceptar casarse con una mujer que jamás, ni en un millón de años podría llegar a amar o tan siquiera gustarle.
Kikumaru no sabía de la situación del castaño sino hasta después de haber comenzado esa relación, desde ese momento se juraron disfrutarlo tanto como pudieran porque sabían que no les duraría para siempre como ellos quisieran pero ¿Cómo evitar el sufrimiento si se amaban tan intensamente? el neko lloraba aún dormido, soñando con el momento del adiós, no quería que llegara jamás, quería a Kunimitsu sólo para él, lo quería así por siempre. En su mente comenzaron a formarse locas imágenes, de pronto se vio a si mismo con el cabello mucho más largo, a la altura de la cintura, con un vestido muy bonito, una figura demasiado femenina y un bebé en sus brazos, n bebé que en realidad no se parecía ni a él ni a su novio, en ese momento una descabellada pero no imposible idea se cruzó por su cabeza, abrió los ojos y de un salto se bajó de la cama, buscó entre las cosas de Tezuka hasta dar con la laptop del muchacho, era justamente lo que buscaba. Rápidamente la encendió y rebuscó en internet buscando algo que pudiera ayudarlo, minutos más tarde salió del cuarto corriendo a toda prisa en busca de su novio que se encontraba lavando la loza.
- ¡mitsu, mitsu tengo una idea nya! - decía gritando mientras llegaba junto a él dando pequeños saltitos para llamar la atención del castaño, aunque ya la tuviera desde que entró corriendo a la cocina gritando su nombre.
Eiji dejó sobre la mesada de la cocina la laptop abierta mostrando una página, el castaño se acercó secándose las manos para ver de que se trataba, el neko no tardó en notar la hinchazón en los ojos de su novio, había llorado y mucho al parecer.
- ¿qué es esto, Eiji? - preguntó extrañado Tezuka al ver lo que aparecía en la pagina.
- la solución para que no tengamos que separarnos jamás - respondió ilusionado el neko, se podía ver en sus ojos.
La idea de Kikumaru era difícil de procesar si se planteaba de semejante manera, tan improvisadamente: someterse a múltiples cirugías que lo convertirían en una mujer físicamente, tomar estrógenos para cambiar cosas como la voz entre otras, cambiarse el nombre “Eiji” por uno femenino y luego de casados adoptar un bonito niño, las reglas de los Tezuka no decían nada acerca de que los niños tuvieran que llevar la sangre de la familia, bastaba con el apellido.
- estás loco - susurró Kunimitsu - ¿esto es una broma? Eiji… -
- no digas nada mi amor, yo quiero hacer esto, Mitsu hagámoslo, por favor déjame hacer esto, se que es descabellado y todo pero quiero hacerlo nya - pidió suplicante el neko, depositando en Tezuka la decisión final.
- ¿harías esto por mí? - preguntó el castaño, le parecía increíble que el neko pensara de esa forma.
- por los dos, por nuestro amor y nuestra felicidad, si tengo que convertirme en una chica lo haré - respondió el pelirrojo sonriendo suavemente y con una convicción nunca antes vista en sus ojos.
- déjame… pensarlo - pidió el castaño, aunque Eiji lo pintara con bonitos colores la idea era algo complicada.
Tezuka terminó de lavar la loza y regresó a la habitación junto a su novio encontrándoselo tranquilamente dormido. Se acostó a su lado, muy cerca, inmediatamente el neko se acurrucó entre sus brazos aún dormido y le susurró un “te amo” que lo enterneció por completo. Depositando un dulce beso en ese par de finos y delicados labios, también él se dispuso a dormir.