Sammuel agachó la cabeza y susurró:
- no puedo decírselo a mis padres.. no lo entenderían..-
Hacía varios días que llevaba ensayando como decir esas palabras sin quebrarse. Sin embargo, no pudo contener las lágrimas que dejó caer, haciendo que Midane se acerque aún más a él.
- tómate el tiempo que necesites, para mi tampoco fue fácil-
- tú no has tenido que decírselo a nadie.
- no, lo sé, pero ya he comenzado a buscar otro empleo y en unos cuantos dias..
-¡¡BASTA!!- gritó Sammuel, separandose bruscamente de su pareja- ¿por qué haces esto?-sollozó- ¿no ves que no podemos estar juntos? no tenemos nada a nuestro favor...-
-No me importa...-
-eres tan inmaduro y ... egoísta. ¡Pon los pies en la tierra de una vez, Midane! ¿qué tienes pensado para los dos? ¿eh? ¿quieres que mañana llegue a mi casa y le diga a mis padres que ni siquiera terminaré la preparatoria para "fugarme" a quién sabe dónde con un hombre ocho años mayor que yo?... lo siento, pero no puedo hacer eso... no cuando ni siquiera yo estoy seguro...
-¿No estás seguro?... ya veo... así que por eso estabas tan distante. Pero ¿sabes? no voy a reprocharte nada, si eso es lo que sientes, debo aceptarlo. Toma tus cosas, te llevaré a tu casa...- el apuesto hombre inclinó su cabeza hacia atrás evitando que sus lágrimas cayeran.
-¿qué quieres decir?
-... que tienes razón, Sammuel, no podemos seguir con esto si no estás SEGURO. Vámonos, te llevaré a casa..
-¡me iré solo!-
El muchacho tomó su mochila y se aproximó a la salida.
-¡Sam!-
La puerta se cerró bruscamente dejando al joven detective solo en su apartamento. Realmente no había querido dejarlo ir, pero eso de "no estoy seguro" aún resonaba dentro de su cabeza.
Tendría que hacer un cambio de planes. En primer lugar, descartaría la idea de dejar el departamento de investigaciones; tampoco rentaría aquella hermosa casa cerca del mar. ¡Qué increíble! Todo había cambiado en un par de segundos... o tal vez, sus sentimientos por Sam no le habían permitido ver lo que se aproximaba. Amaba a ese chico, desde la aquella vez que lo vió en el parque, sentado, solo, pensando en quién sabe cuántas ideas utópicas, en cuántos anhelos y deseos... Sus cabellos rubios, apenas desordenados en su frente, dando un tono misterioso a esa mirada gris, hipnotizante.
Pero todo había acabado ya. Ese era el precio de tratar con adolescentes. Inestables.
Se dirigió a la cocina a prepararse una taza de café... o quizá algo más fuerte. Sin embargo, solo se quedó apoyado en el marco de la puerta, con la vista fija en algún punto en la pared, que funcionaba como portal a todos los recuerdos que se relacionaban con Sam.
- Sam... Sam- no podía evitar sentir un cálido sentimiento al pronunciar ese nombre. Ya pronto arreglarían las cosas. Estaba seguro de ello...
De repente, su móvil comenzó a sonar con aquel chillido insoportable, haciéndolo volver a la realidad del susto. Al mirar la pantalla, pudo leer el nombre del muchacho, y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Sin embargo, las circunstancias no eran las que esperaba...
-Hola, Sammy.-
-¡¡¡MIDANE!!!! ¡¡¡P..POR FAVOR TI...TIENES QUE AYUDARME!!!- Ei chico se oía desesperado, con la voz quebrada
-¡Sam! ¿qué ocurre?-
-NO... NO LO SÉ, ¡TENGO MIEDO, MID!-
-oye, tranquilízate. Dime qué ocurre. Sam, ¿en dónde estás?tranquilo, si? Solo dime dónde...
- estoy a una cuantas calles de tu casa ¡hay un hombre Mid! ¡me esta siguiendo!... hace unos segundos me tomó por los hombros y quiso tirarme al suelo, pero lo golpeé y corrí.-
- Sam, tranquilo, dime exactamente en donde estás. Voy por ti, tú busca algun lugar para esconderte, y espérame ahí...- el hombre tomó las llaves de su auto y se dirigió a la puerta de salida.
- ¡ESTÁ ARMADO! ¡SÉ QUE ESTÁ ARMADO! ¡LO VI...! Mid, lo siento, de verdad lo siento, no quise decirte todo eso, perdóname Mid...
-tranquilo Sammy, estoy yendo por ti no te preocup...
-AHHHH!!!!! ¡¡¡DÉJAME!!!- aquellos gritos desesperados se oÍan un tanto lejanos
- ¡¡SAM!! ¡¡¡¿HOLA?!!! ¡¡¡SAM!!! ¡¡¡CONTESTA!!!
La comunicación se cortó. El tono del teléfono golpeaba la mente del detective que, inmóvil, no salía de su espanto. De un brusco impulso, con las manos temblando, pudo arrancar el auto, con el que comenzó a rondar desesperada e inútilmente la zona. Tenía la boca totalmente seca, los ojos le ardían como si hubiesen rociado ácido sobre ellos. Tenía miedo, realmente tenía miedo.
"Sam, tranquilo Sam", "ya voy por ti, tranquilo Sam", "solo un momento, ya llego por ti". Se repetía aquello como un mantra, como si aquel chico realmente pudiese oírlo.
La calle estaba desierta. No tenía indicio alguno de hacia dónde podía haberse desviado el muchacho, tratando de esconderse de su agresor. Los faroles iluminaban pobremente el entorno, formando un escenario dantesco.
-¡Mijissu!
-¿Midane?- preguntó la mujer, compañera de trabajo del detective.
- Escuchame bien, es Sammuel, se lo llevaron, lo secuestraron, envía varias patrullas a la zona del Parque Central y la 7ma avenida.
-Sí, de inmediato. Por favor cuídate y no te desesperes, lo encontraremos.
Arrojó su celular al asiento del copiloto, sin siquiera cortar la llamada. Seguía conduciendo frenéticamente, mirando cada rincón, sin embargo, Sam ya no estaba allí.
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