Nos situamos en Tokyo, una espléndida mañana de domingo. El canto de los simpático y enigmáticos cuervos -o más bien su horrenda cacofonía- forman una monótona melodía que inunda el pacífico ambiente. En la mesilla de una pequeña y desordenada habitación, el reloj marca las 10 a. m. Sobre el tatami se encuentra extendido un futon y sobre este a su vez dormida una persona, por el momento irreconocible, debido a espasmódicos movimientos nocturnos que terminaron por convertir la manta en una especie de crisálida protectora. De su interior escapan de vez en cuando murmullos ininteligibles.
Al parecer el animado sueño todavía no ha terminado, pero la tranquilidad está apunto de ser terriblemente interrumpida.
"(8)Yaranaika, yararaika yara yara kaikai mou, omoi wa tomerarenai (8)"
- Eto... nan nanda yo?
El pobre ingenuo no comprende que pasa. Él se encuentra tranquilamente despatarrado en un idílico prado, su cabeza descansa sobre la falda de una hermosa jovencita de cabello corto y azulado quien deja caer en su boca de vez en cuando miguitas de pan mientras los nyan cat surcan el cielo, todo es perfecto... ¿que diablos pinta una degenerada y pervertida canción homosexual en ese cuadro?
"(8)Yaranaika, yararaika yara yara kaikai mou, doki doki tomerarenai (8)"
Repentinamente la crisálida se rompe y de su interior no emerge una hermosa mariposa, pero si un hermoso adultolescente (Pero míralo, tiene la edad pero no es viejo, a eso no se le puede llamar adulto). En principio, lo que más llama la atención sobre esa persona, es su cabello, bicolor pero teñido con tanta naturalidad que haría a cualquier chica (e incluso a algún que otro chico) gritar “¡¡Kakkoii!!”
Sin embargo, en este momento su aspecto nada tiene que ver con esa palabra. Despeinado y embutido en un enorme pijama sin nada que destacar, parpadea estúpidamente buscando el origen de tan infernal sonido, hasta que recuerda que debe ponerse las gafas.
-Mmmñññmmmñú (Murmullo de despertarse molesto)
Una vez solucionado el problema de visión, retoma su frenética búsqueda, ya que desea librarse de ese sonido antes de que la canción se vuelva más... por decirlo de alguna manera.. comprometida.
-¡Ajá! -pone una pose de victoria antes de terminar con ese alboroto tan obsceno - ¿Are? Pero si es mi móvil -pulsa el botón verde-... Mmm.... ¿Moshi moshi?
-¡Yaa, Tadanon! ¿Te gusta tu nuevo tono de llamada? Muy acorde con tu personalidad, ¿verdad? e.e.
-Takuma... ¬¬ Te mataré... os mataré a todos... mataré a vuestros móviles... os caparé con dos piedras... os ducharé con wasabi... os...
-Sí, sí, lo que tú digas. Oye, ¿te vienes ahora a Yoyogi Park? Estamos toda la peña y vamos a pintar la mona.
-Mmm.. no sé... en realidad hoy lo que más me apetecía era..
- ¡Lo sabía, sabía que te estabas muriendo por venir! Nosotros también te queremos ^w^ Bueno, ¡nos vemos allí en veinte minutos!
-¡¿Eeh?! ¡¡Matte kure!!
* bip bip bip *
-Pero será... ¬¬. Takuma, cuando menos te lo esperes...
Tadanon dejó el móvil a un lado y suspiró profundamente. ¡Que poco le apetecía acudir a aquella cita! Perezosamente reptó sobre el futon envolviéndose de nuevo en aquella suave y cálida manta.
- Solo será un poquito más...
Pensó mientras se acurrucaba abrazando la almohada, instantes después de su boca entreabierta salían pequeñas zetas.
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Al parecer Morfeo esa mañana en concreto se encontraba bastante complaciente, pues la mente de Tadanon había regresado a aquel tan magnífico prado, esta vez la escena era aun todavía mejor si cabe, pues su amor platónico le acariciaba el cabello mientras reía con voz dulce y los gatitos voladores interpretaban una cancioncilla ñoña al puro estilo nyan nyan. Sin embargo, había un pequeño detalle que le impedía disfrutar de la situación como quisiera: de pronto sentía muchas ganas de ir al lavabo. Resignado, se incorporó y se despidió de la chica, echando a andar con aires de superheroe que se dirige a salvar el mundo. Es en este punto es cuando el sueño cambia radicalmente:
-Escenario: Los típicos baños públicos a los que suele ir Tadanon en su día a día de baile cuando necesita vaciar el depósito.
-Personajes: De momento, nuestro amigo el tomatito.
Se encuentra él tan tranquilamente mirándose al espejo para poder contemplar sus pequeños defectos y sus tremebundas virtudes. Le hace muecas, y como cualquier persona normal, le habla con voz seductora, practicando para algún encuentro casual con alguna jovencita o, según mi opinión, ensayando un guión para una peli porno. Sin porno.
Un tenue susurro a sus espaldas lo obliga a abandonar su mundo multicolor. No se gira y tan solo pregunta, en tono pasivo y carente de interés: ¿Nani?
La respuesta que recibe es tan solo la repetición de lo anteriormente dicho pero en un tono más elevado:
- ¿Yaranaika?
Tadanon abre desmesuradamente los ojos antes de girarse lentamente hacia su interlocutor.
-Eto... hola... señor.. Abe? O.O
Ante él se encuentra el tío al que tanto ha imitado en innumerables ocasiones: lleva puestos unos shorts que dejan al descubierto unas hermosas y peludas piernas, resaltadas por unos preciosos calcetines verdes fosforitos a juego con su camiseta en la que puede leerse la famosa frase anteriormente pronunciada. Su rostro en cambio es.. normal.. no hay otra manera de describirlo, y eso es lo que más miedo da.
El personaje del famoso manga con casi dolorosa parsimonia se va acercando más y más a Tadanon, haciéndole sentir irremediablemente incómodo. Él intenta retroceder, pero encuentra un terrible e insalvable obstáculo que determina su destino: La pared del baño. Al no ver una salida, permite a su compañero de baño que se le pegue, ya que, siendo un hombre de apariencia TAN hetero, no lo violaría ni nada (inocente criatura). Cuando este individuo se encuentra lo suficientemente cerca como para poder contarle los lunares, decide repetir:
- ¿Yaranaika?
-Etto.. Abe-san?...Me estás asustando...
Era indescriptible la mirada que en ese momento le estaba lanzando a Tadanon su fanboy. ¡Pero qué digo! ¡Si es claramente la mirada de unos buitres hambrientos acechando su presa! ¡La de un niño sediento en verano al que se le caen las babas en la cola del kiosko de los helados! ¡La de una monja muy necesitada mirándole lascivamente los tobillos al cura! La de... jum.. no se me ocurren más ejemplos, pero eso sí, le estaba desnudando con la mirada y estaba deseando ********* con su ******** y hacerle ******* y devorar todo su *************************** hasta ******** (Ándale papito). Hasta he tenido que censurarlo, lo siento jovencitos pervertidos.
Ejejem, prosigamos. El tomatito (ya algo verde) se tapa los ojos con las manos y tiene ganas de llamar a su mami. Al ver su reacción, el otro decide intentar calmarlo, colocándole sus manos en el pecho, para a continuación ir bajándolas en una lenta caricia.
-Cho-chotto... yamete yo... - logra decir por fin la futura víctima de violaci.. ejem, Tadanon, sin comprender nada mientras cierra los ojos con fuerza esperando no tener que abrirlos nunca más.
-Tranquilo... seguro que te gustará - Después de decir esto coloca bien enderezada una perfecta mueca de trollface.
Prosiguiendo con la tortura al estilo de la santa inquisición de toda la vida, desliza sus manos por dentro del pantalón de Tadanon para poder tener una charla mano a mano con su varita mágica del amor.
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Con un grito muy agudo y femenino que debió escucharse por lo menos en Akihabara, se despierta por fin nuestro rojizo amigo. Aferra las mantas con desesperación, e intenta eliminar de su cerebro lo que su retorcido subconsciente ha creado (prefiero no añadir que se pasó casi diez minutos abrazado su oso de peluche y llorando por como sería desde ese momento su vida... ups).
Tras todo ese alboroto consigue olvidar parcialmente lo ocurrido en su sueño, y llega el momento de estirar su cuerpo como lo haría un buen felino. Solo al final de todo el ritual decide ver la hora.
-¡AAAAAAAAAAAAAAH! ¡LAS 11! ¡HACE UNA HORA QUE DEBERÍA ESTAR EN YOYOGI PAAAAAARK!
A toda prisa rebusca en su armario algo que ponerse, y al sacarse el pijama se cae de bruces contra el suelo. Por desgracia, no le da tiempo a tirarse por el suelo a llorar, ya que no puede permitirse perder ni un solo segundo. Una vez listo, corretea hacia la cocina para poder recolectar el alimento de esa mañana, y a falta de tiempo para nada más creativo, decide coger dos rebanadas de (como no) pan. Una se la guarda en el bolsillo para más tarde, mientras que la otra se la mete en la boca al tiempo que sale corriendo por la puerta. Con las prisas, un pequeño pedazo de alimento se cuela por el conducto equivocado, y pierde cinco preciosos minutos tosiendo y poniéndose más rojo todavía.
Estaba ya saliendo de su casa cuando una lucecita de alarma se enciende en su cabeza. No debería ir por la calle con un aspecto tan llamativo, ya que ultimamente los comentarios en sus videos de Nico Nico (y ya ni mencionemos los de youtube) se habían vuelto algo preocupantes. Debía tener cuidado. Así que, para evitar a las desesperadas y ansiosas fangirls que suelen poblar las calles a esa hora de la mañana, elije un camino poco frecuentado, que, aunque es más largo, reduce el peligro de ser salvajemente violado. Cosa de lo que ya había tenido más que suficiente esa mañana.
Cuando por fin llega al lugar donde acostumbra quedar con sus amigos, se ve en la sorpresa de encontrarlo desierto.
-¿Eh? ¿Are?
Aunque, eso sí, no se han olvidado de él, le han dejado una notita pegada en la pared, esta dice:
“¡Tadanon! ¡Eres un maldito tardón! Nos hemos aburrido de esperarte y como no contestas al móvil hemos tenido que viajar al siglo pasado y dejarte una notita de papel (sí papel, increíble lo que nos has hecho hacer) explicándote la situación. Lo que sea, cuando te dignes a aparecer por aquí, nosotros estaremos en las afueras del parque grabando algo, o si te retrasas mucho, celebrando el fin de año en mi casa. ¡Apresúrate, que Bouto te hecha mucho de menos!”
La última frase está tachada con mucha rabia, pero es perfectamente legible. Un desagradable escalofrío le recorre la espina dorsal. El rudimentario mensajito le ha recordado lo ocurrido en el programa del día anterior, e indirectamente también a su explicito sueño.
-AAAH! KIMOCHI WARUI! - Piensa enojado arrancando el cartelito y haciéndolo trizas para luego arrojarlo a una papelera cercana. Solo una vez hecho esto puede volver a respirar tranquilo.
Por un momento se le pasa por la cabeza la idea de mandar todo a la shit y regresar a casa, pero eso sería algo cobarde, así que se encamina al parque mientras hace la única cosa que podría devolverle la seguridad en si mismo en tremenda situación: saca de uno de sus bolsillos del pantalón sus inolvidables gafas oscuras para colocárselas en su sitio con estilo. Este detalle y otros más aparte de su clásica forma de andar, llaman la atención de una de sus habituales acosadoras. Solo que esta en particular está altamente obsesionada con el nico-dancer, por lo que no duda en aprovechar la situación de la manera más diplomática que a una cavernícola con las hormonas revolucionadas se le pudiese ocurrir. Salta sobre él para abrazarlo con brazos y piernas como si de una tenaza humana se tratase (Sí, las mujeres hacemos eso, las mujeres desquiciadas... como yo). Aunque claro, la fuerza de la gravedad no está de parte de ninguno, por lo que ambos caen al suelo, la una sobre el otro.
- ¡Tadanon-sama! - exclama la loca con voz soñadora y ojos brillantes en los cuales está escrita en un cartel con muchas flechitas y luces de neón la palabra “RAPE”-.
Por la mente de Tadanon pasan miles de ideas horrendamente originales de como podría violarle esa invasora de su territorio, pero la frase que más recorre su cerebro es “¡VOY A MORIR!”. Millones de crueles muertes se le ocurren en ese momento, pero no logra idear ninguna forma para librarse de aquella mole que lo apresa. Entonces por fin llega su salvación. Un ángel enviado de los mismísimos cielos con la misión de rescatarlo. Se le hubiesen humedecido los ojos si no estuviese tan orgulloso de su masculinidad.
-¡Kyaa! ¡Sekihan y Piko están dándose el lote en medio del parque!-dijo una voz femenina-.
-¿¡DOOOOOOOOOOONDEEEEE?! -Pregunta la acosadora-.
-¡Allí, al lado de esa fuente!
Sin decir una palabra más, la chica que apresaba con sus piernas las caderas de Tadanon, libera a su prisionero de un oscuro futuro lleno de psiquiatras y se larga corriendo en dirección al sitio que le había indicado la voz. Tadanon, casi con los ojos llenos de lágrimas de felicidad (digo casi porque quiere ser muy macho y disimula su tremenda felicidad pensando en la canción “macho macho men”), se gira en dirección a su salvadora. Lo que descubre no es muy agradable, y en seguida el terror vuelve a sus ojos, ya que ese supuesto ángel es en realidad un demonio lujurioso surgido de las profundidades del mismísimo cerebro de Imaokasan, que solo buscaba su ocasión para poder robar un poco de ese cuerpo serrano. Esto se descubre con tan solo mirarla a los ojos porque en ellos re reflejan las llamas del ardiente deseo (en los míos también se refl.. me callo).
El miedo y la adrenalina se apoderan del cuerpo del tomatito, por lo que no encuentra mejor solución al problema que salir corriendo, dejando tras de sí una gran nube de polvo lo cual no impide a la malvada bruja del cuento perseguirlo mientras grita frases de consuelo como las siguientes: "Tranquiiilo.. no voy a hacerte nada; Tengo chocolate, ¿no quieres un poco?; ¿Violarte? Si yo soy muy inocente.. no sé que es eso; ¡No te preocupes! ¡No te dolerá! ¡Lo juro!"
Las advertencias de la chica, más que tranquilizarlo solo logran que Tadanon aumente la velocidad de la carrera. Casi diez minutos duró esa interminable persecución. Cuando cree que ya se ha librado de la acosadora número dos, decide mirar atrás para comprobarlo, con la tremenda mala pata de tropezarse con una piedra trollface que apareció de la nada y para finalmente terminar con su cara estampada en un muro. Fue resbalando poco a poco por esa pared hasta llegar al suelo. Cuando logra recuperar el aliento, a sus oídos llega el sonido de una canción conocida, por lo que resuelve investigar que está ocurriendo al otro lado del muro en el que tan despatarradamente se situa.
Aunque.. eso lo dejaremos para el próximo capítulo ^w^.