Memory
Prólogo
Sus ojos no han cambiado nada Pensó en el momento en que lo vio asomarse por la puerta gris y mirar alrededor dentro del salón cómo todos los domingos. Llevaba los pantalones blancos de lana que le había dado el martes y sobre su pecho armonizaba tan blanca como su piel aquella camisa descosida que por muchos años había insistido él en no reparar las aberturas por las que se asomaba su cuerpo.
Así me gusta, Yunho ah. Hasta podría ponerse de moda ¿no? Y al instante había escuchado su afable risa que aun después de tanto tiempo todavía tenía incrustada en su memoria como un consuelo al que su corazón recurría cada vez que esa mirada vacía se encontraba con sus ojos marrones y esa sonrisa insuficiente adornaba con irónica calidez su rostro perfecto, tristemente apagado por la oscuridad.
Su pequeño cuerpo apolíneo, se inclinó saludándolo y luego con ese primor tan natural en él, tomó asiento frente a su persona y le observó por un momento: dentro de aquel mar profundo de su mirada pudo ver que él estaba muy incómodo; bajo sus largas y negras pestañas se guardaban dos estrellas extintas que luego de un momento buscaron refugio en otras vistas.
-He traído esto para ti, solía ser tu favorito- aunque su respiración se acortaba y su cuerpo ardía en sentimientos confusos él se había reído un poco y luego sus dedos largos abrieron con precisión la tapa de la botella que al ofrecérsela a su anfitrión este le agradeció con otra reverencia.
Sintió sus dedos contra los suyos.
Qué raro.
-¿Has estado comiendo bien?- Pero su voz se había diluido en la nada pues él sólo miraba la botella y de vez en cuando le daba un pequeño giro hasta que al final se lo bebió, ignorándole completamente. Sintió una sensación extraña en el pecho que luego apaciguó alejando los pensamientos tristes que había inundado su cabeza.
No es bueno para él que te vea decepcionado…
-No es tan bueno...- murmuró con la voz ronca después de un eterno silencio -Hoy he visto algo bonito- agregó después y aunque Yunho esperó más él sólo guardó silencio y sonrió suavemente cómo si su mente se hubiera remontado a esa escena bonita que no le había compartido.
Es inútil que lo intentes para él tú no eres nadie ni significas nada.
Su lengua rosácea recorrió muy despacio sus tersos labios rojos para limpiar el yogurt que había quedado sobre ellos y en esa pequeña acción, involuntaria, Yunho había visto reflejado todos sus miedos, todo el temor que dentro de él iba hacinándose.
¿Y si lo he perdido para siempre?
Hasta era difícil respirar. Era difícil no tomarlo entre sus brazos y besarle, decirle que todo estaría bien. Sentía la frustración como un nudo en la garganta y cómo ese salón, lustrosamente iluminado se hacía cada vez más y más pequeño como su mundo.
-Estoy muy cansado- le anunció y su rostro se reflejaba tal cual, parecía que incluso ahí mismo iba a dormirse, hasta sus cabellos negros habían caído sobre su frente cuando inclinó la cabeza. Deseó tomar su mano y darle un beso ofrecerle sus brazos y llevarlo a su habitación como tantas veces había hecho en él pasado.
-Si deseas descansar, hazlo- pero quédate un poco más conmigo.
-No debes esforzarte.
Movió su mano más cerca pero él solamente la alejó.
Cruel destino ¿es este mi castigo?
-¡Ganhosa-nim!- Escuchó su voz levantarse tal como su cuerpo, girándose hacia la puerta sin dirigirle una sola mirada ni para despedirse pues si lo hubiera hecho seguramente hubiera visto como sus lágrimas habían llenado por completo los ojos de Jung Yunho y ahora mismo resbalaban por sus ardientes mejillas.
Yo no me siento cómodo con una relación de ese tipo. Así que por favor vete Jaejoong olvídame, olvida que esto alguna vez pasó.
Lo último que vio al girar la cabeza fue su espalda y su pequeña cintura meciéndose en la firmeza de su andar mientras desaparecía entre los pasillos.
¿Has olvidado hasta este amor?
Perdóname Jaejoong.