Septiembre 22 de 1975
Ubicación: Europa, lugar desconocido
Objetivo: Yondaime jefe de operaciones encubierto del movimiento comunista
Sub-objetivo: desconocido, pero se sabe que es un hombre cercano a los altos mandos de “Raíz”. Un topo a órdenes de Yondaime
Una botella de vodka, dos vasos, dos hombres y el cansancio producido por la misión en marcha, el día fue lleno de emociones y de ahogante rutina con la que se llevan estas situaciones.
Obito Uchiha saco de su bolsillo un cigarrillo y su encendedor, últimamente el cigarrillo invadía todo su vida más rápido que el maldito comunismo a Europa. En su ritual de relajamiento vio al hombre mayor delante de él, estaba perdido en su mundo. A pesar de ser parientes por lo único que Obito conocía aquel hombre era por ser su superior de dentro de Raíz, la organización secreta que velaba por proteger la información de la estática guerra que se blandía en el mundo.
Fugaku Uchiha era de la elite había comenzado como un joven reluctante de desertores para pasar hacer unos de los hombres mas sabios y temidos de Raíz, tanto información llego a tener y manejar que hasta el primer ministro le tenia cierta empatía y mínimo ocupaba un lugar en el corazón de la reina. Bueno lo anterior era una mala broma pero el hombre era de temer por lo cual tuvo una forzada jubilación a temprana edad hace un año. Pero dios sabe que un trabajo como el que manejaban no admitía jubilación, tal vez un leve retiro pero nunca la jubilación. Fugaku Uchiha siempre seria requerido por sus habilidades o por ultraderechistas para matarle.
El caso que los unió y trajo a Fugaku de nuevo a Raíz fue la información de uno de los contactos que manejaba Obito. Siempre se hablo de desertores, en ese campo los desertores eran pan de cada día, pero al menos seles podía controlar hasta cierta parte, pero la información de un topo en Raíz; bueno era de suma preocupación. Cosas como esas hacían disolver organizaciones, cometer errores y muchas muertes.
Aparte del servicio hacia el país y del miedo de morir en tortura, Obito se sentía bien trabajando con aquel hombre taciturno. Sabía que Fugaku era de todo menos un traidor y por una vez Obito quería sentir la seguridad de trabajar por un bien mayor que no estaba distorsionado.
Para cuando iba por su segundo cigarrillo, vio a Fugaku servirse otro trago y mirarlo
—en el cincuenta y cinco coincidí una vez con Yondaime
Obito se mostro un poco sorprendido, no todos podían decir tal cosa. Yondaime era el enemigo acérrimo, al que todos temían pero que solo pocos conocían y del cual solo se hablaba lo estrictamente necesario.
—en aquel tiempo todo era un caos
—siempre lo ha sido Fugaku
—era peor al menos ahora hay algunas reglas, como decía todo era un caos los desertores eran a montón y se hacia giras maratónicas para ver cual tenia buena información. Era joven y acaba de casarme. Por lo cual estaba cansado con ganas de irme a casa, eran centenares de ellos. Teníamos el dato de uno de ellos, se hacia llamar Minato y estábamos seguros de que seria un hombre vital. Iba de regreso a su país lo mas seguro para ser ejecutado, el avión donde iba tenia una parada de veinticuatro horas, tiempo en el cual le tenia que convencerle de unírsenos
El rostro de Fugaku tenía una leve sonrisa pero sus ojos mostraban algo indescifrable para Obito
—en un pequeño cuarto fue nuestra reunión, vi la heridas de tortura que los americanos le había hecho. Tenia los labios partidos y muchas contusiones, sin mencionar la gran machan de sangre seca en su camisa, le di una caja de cigarrillos le preste mi encendedor; uno muy bonito por cierto mi esposa me lo había regalado tenia inscrito “de Mikoto para Fugaku con amor”
Con cierta pereza Fugaku se acomodo erguidamente en la silla y señalo a la silla vacía en frente de él
—uno frente al otro y yo terriblemente cansado, con la mente en los problemas de casa ya que las cosas con Mikoto no iban bien
Por un momento Fugaku no hablo, Obito espero pensando que el hombre mayor estaba recordado los hechos, en la mente de Fugaku ocurría otra cosa.
—le solté el sermón de siempre “ven a occidente y te daremos paz y comodidades claro esta si cooperas con nosotros primero”
— ¿y que dijo?
Fugaku no miro Obito, miro la silla vacía y recreo la conversación como si Yondaime estuviera otra vez sentado delante de él.
—piense en su esposa, oh por cierto le traje cigarrillo—Fugaku extendió sus manos y hizo entrega de los imaginarios cigarrillos—tome si quiere utilice mi encendedor. Piense en su esposa, si usted muere ella será marginada, eso seria lamentable. la información que usted tiene le salvaría
Hubo otra vez una pausa, Fugaku se pasó una mano por su cabello castaño
—estuve un buen rato hablando de su maldita esposa y hablándole cosas de…mi, maldición sabia que debí haberme ido pero había algo en él que no me permitía irme—Obito le miro interesado en sus ojos bailaba el por que de tales acciones—quería salvarle me parecía muy importante.
“usted y yo no somos tan diferentes ambos nos pasamos buscando las debilidades en los sistemas de los demás, no cree que es momento de reconocer que poco valor tiene su bando como lo tiene el mío”
El silencio una vez mas se impuso en el cuarto, Fugaku volvió al presente y se deslizo en su silla
—no dijo ni una palabra ni una maldita palabra
—y al día siguiente supongo se monto al avión que lo llevaría hacia su muerte pero como dice la historia lo llevo a ser leyenda
Fugaku se paro de su asiento comenzando a estirarse levemente
—me devolvió el paquete de cigarrillos intacto sabiendo ambos que era un fumador empedernido, también se quedo con mi encendedor, el ni siquiera fumo cuando…
Obito que en esta parte de la historia sacaba sus conclusiones, no noto el cambio en la voz y en la mirada de superior, solo dijo
—prefirió la muerte antes que rendirse
Fugaku tomo la botella y sonrió
—y por eso se que podemos vencerle, es un terco fanático y esa clase de hombres siempre ocultan una duda secreta
Dicha tal cosa, la única pregunta que quedaba en la mente de joven agente era simple
— ¿que aspecto tiene?
Fugaku le miro parecía receloso de decir tal cosa pero encogiéndose de hombros solo dijo:
—Ya no me acuerdo—un suspiro pesado salió de su boca—no me acuerdo
Obito vio a su superior caminar hacia el y con el cambio de postura supo que la conversación había terminado
—ahora estas en el ojo de huracán muchacho, seguro te estarán vigilando y si tienes algo que poner en orden es mejor que lo hagas ya
Obito fue por su sexto cigarrillo