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REFLEJO por yellowmuffy

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Notas del capitulo:

Hola a todos :D

¡¡Estoy tan feliz de poder actualizar esta historia!! A paso lento pero seguro (; n w n)/

Por otro lado, estoy pensando seriamente en cambiar el resumen por que me dá la impresión de que lo he condensado bastante, pero en fin. Eso tendrá que ser en otro momento.

 

Capítulo VI. DOBLE

 

“¿Quién soy? Estoy tratando de averiguarlo.”

Jorge Luis Borges

 

 

Un día, un pequeño niño lloraba inconsolablemente hecho un ovillo en un rincón del garaje, cuando sintió la extraña sensación de estar siendo observado por alguien. Hace varias horas que se había quedado atrapado en ese lugar y por más que gritó y golpeó cualquier cosa que tenía a la mano, nadie fue en su ayuda, aunque estaba seguro de que le habían escuchado. Quizá finalmente su madre sintió un poco de lástima por él y le ayudaría, pensó, y levantó su vista hacia dónde sentía aquella presencia.

Mas la decepción fue lo único que se vio reflejado en su cara al notar que era otro chico de su edad, nadie conocido, y que probablemente no le serviría de ayuda. Pero… ¿Cómo había llegado ahí si la puerta estaba cerrada?

- ¿Por qué lloras? –Le preguntó el extraño impidiendo que siguiera con sus cavilaciones.

- Eso no te importa –el niño cortó todo intento de conversación, no estaba de humor para que le molestaran.

- ¿Y si te dijera que yo puedo abrir esa puerta?  -ofreció seriamente  caminando hacia la puerta y deteniéndose justo frente a esta para voltear a ver al otro con una sonrisa.

- ¿En verdad puedes hacer eso? –el menor levantó sus ojos llorosos hacia el otro con un destello de ilusión en ellos y fue entonces que pudo ver la sonrisa que el otro le dedicaba. Nadie nunca le había sonreído de esa manera antes.

- Por supuesto, sólo mira… - Aseguró el muchacho y cómo si de magia se tratara, la puerta a su espalda soltó un lastimero chirrido y se abrió de par en par.

El pequeño Tooru se levantó de su lugar asombrado y caminó con lentitud hacia la salida estirando sus dedos a través del umbral, temeroso a que todo aquello fueran sólo maquinaciones de su mente ansiosa por salir del encerradero. Pero una vez que los rayos del sol bailaron sobre su piel supo que todo era real.

- Gracias –dijo aferrando al otro niño con fuerza en agradecimiento.

- No fue nada -Acaricio el cabello del más bajito con ternura-  ¿Cómo te llamas?

- Tooru, Tooru Nishimura ¿Y tú? –Se separó un poco de este para poder verle el rostro cuando le respondía.

- ¡Qué coincidencia! –Exclamó- ¡Yo también me llamo Tooru!

- ¡¿De verdad?!

Los dos niños se miraron asombrados, notando que el parecido iba más allá de su nombre. Ambos eran tan parecidos en imagen, que fácilmente se podrían dar por hermanos. Y de alguna manera ese parentesco al más pequeño de ambos le inspiró confianza.

- ¿Quisieras ser mi amigo de ahora en adelante? –Tooru se veía completamente feliz al decir esas palabras. Al fin podía tener su primer amigo.

- ¡Claro! Seremos amigos por siempre y yo te protegeré –le prometió su nuevo amigo con una sonrisa de oreja a oreja que fue correspondida de igual medida- Pero hay algo que debo decirte…

- ¿Qué es? –le miró curioso.

- Sólo tú puedes verme…

 

En una de las habitaciones de un viejo edificio de departamentos, dentro del cuarto de servicio, un hombre miraba fijamente su imagen en el espejo. Sus ojos pasearon desde su rostro, contorneado por las finas hebras negras de su cabellera, hasta las vendas que le rodeaban el torso y en las cuales se podía ver claramente cómo emanaba la sangre de una herida oculta detrás de las fibras blancas.

Y volvió a subir su mirada, prestando más atención a la imagen completa sobre la superficie del objeto. El espejo le mostraba su reflejo de vuelta. Pero a diferencia de lo que normalmente veía una persona, éste le regresaba la imagen de dos personas idénticas; a pesar de encontrarse completamente sólo en la estancia.

El timbre del teléfono retumbó en las paredes del lavabo, llegando desde su habitación a través de la puerta abierta, y trayendo al moreno de vuelta a la realidad.

- Contesta Tooru –le ordenó el reflejo en el espejo- Seguramente será el imbécil de Ando molestándote otra vez.

- ¡No me llames así! –Gritó el aludido de inmediato mirando con rabia la imagen en el objeto. Apretando sus puños con fuerza- ¡Y no vuelvas a hablar así de Die!

- Lo siento “Kyo”–espetó este con sorna- Olvidé que ya no te gusta que te hable por tu nombre. Ahora contesta el maldito teléfono y ve quién es…

El pelinegro ladeó su sonrisa.

- ¿Por qué debería contestar? –Cuestionó- ¿Esperas a que tu noviecito te llame?

El otro no se movió ni un ápice y el gesto en su rostro cambió a uno de seriedad.

- No creo que lo vuelva a hacer por tu culpa… ¡Ahora contesta la maldita llamada o lo haré yo!

Kyo rodó los ojos con fastidio fue hasta dónde el aparato no dejaba de sonar y lo tomó leyendo la pantalla y el historial de llamadas. Sólo se veía un nombre en él: Uruha. Soltó un resoplido y apagó el móvil. Sabía que eso sólo molestaría más a Ru-chan, pero en realidad eso no le importaba mucho. En realidad le hacía un favor a ese pobre hombre, entre más pronto cortara sus lazos con Kyo y su “reflejo”, estaría mejor.

- ¿Por qué no dejas en paz a ese pobre chico? –preguntó Kyo al aire dejándose caer sentado sobre su cama, soltando un quejido. Pero antes de que el otro le diera una respuesta la puerta comenzó a sonar con los golpes de alguien al otro lado.  

Como pudo, el pelinegro se levantó de su lugar tratando de no lastimar más la punzante herida en su torso y tomó una chamarra que tenía cerca, colocándosela para que los vendajes que le cubrían no fueran visibles.  Arrastró los pies hacia la entrada y abrió la puerta creyendo que se trataba de su amigo Die, que había salido a comprar unas cosas.

- ¿Porqué no contestas a ninguna de mis llamadas, Mao? –Reclamó un alto castaño nada más el otro se hubo asomado por la puerta.

- Uruha… -Kyo frunció el ceño un momento al reconocer al hombre, pero antes de que pudiera decir algo más, los brazos del guitarrista de Gazette aprisionaron al moreno con fuerza.

- De verdad creí que estabas muerto… -dijo Uruha sin reparo en el hecho de que el pequeño cuerpo que aprisionaba se removía en sus brazos, buscando que le soltase. Sin embargo, al transcurrir unos segundos, éste dejó de hacerlo. Y para cuando Takashima le soltó al fin, el más bajito le sonreía al castaño con un brillo en la mirada totalmente distinto al de la persona que le abrió la puerta: como si fuera otra persona.

- Hola, Amor –le saludó Mao con una sonrisa de lado a lado.

- Hola Mao –regresó Uruha el saludo cruzando el umbral e instalándose en la sala. El hecho de               que Mao estuviese a salvo le quitaba un peso de encima.

Mientras Uruha esperaba unos segundos en la sala, el pelinegro salió en dirección a la cocina por algo de beber. Ya era tarde así que se dio la tarea de calentar un poco de agua, sintiendo una punzada en su cien indicándole que Kyo estaba molesto en su interior, pero le ignoró por completo y terminó de preparar la bebida para su amado guitarrista, bastante contento de que éste le visitara. Colocó todo en una bandeja y salió a su encuentro.

Takashima, en cambio, no se movió ni un milímetro de su lugar todo ese tiempo, hasta que vio reaparecer a Mao en la sala.

- ¿Tienes idea de si alguien entró a casa la última vez que te vi? –La pregunta no fue directa, pero en ella iba oculta otra cuestión de trasfondo, que Uruha supo que el moreno entendió de inmediato por la incomodidad que mostraba. Era casi imperceptible, pero el guitarrista había aprendido a leer todas las señales en su novio a pesar del poco tiempo que llevaban juntos.

- ¿Ocurrió algo? –Le regresó la pregunta el más bajito sentándose a su lado, colocando en la mesa las tazas de té para ambos.

- Alguien entró al departamento e hizo un par de cosas desagradables –Explicó Takashima tomando la bebida que le correspondía, dándole un sorbo a su contenido.

- ¿Pero no decías que alguien te había estado siguiendo últimamente? –Recordó Mao, sereno- Puede ser que se trate de la misma persona…

- Si, puede ser –Aceptó el castaño, regañándose internamente por desconfiar de su novio y hacer a un lado aquella posibilidad. Y Mao sonrió sin que Uruha lo notara.

- ¿Has tenido mucho trabajo? –Preguntó el mayor recargándose en el castaño que de manera inconsciente comenzó a pasar sus dedos por las hebras azabaches de su novio.

- Algo así –Dijo seco el guitarrista sin muchas ganas de conversar. Así que con tal de cortar la charla en ese punto unió sus labios con los del otro, siendo correspondido de inmediato con una intensidad aún mayor.

Y a medida que el beso se iba alargando, los movimientos de Uruha fueron cambiando. Sus manos se apresuraron a deslizarse por debajo de aquella chamarra que el otro llevaba puesta, notando de inmediato que el pelinegro no traía nada debajo de esta. Siguió su ascenso con el pulpejo de sus dedos hasta que al tacto de la tersa piel de Mao se interpuso la textura de unos vendajes que parecían rodar el torso del mayor, justo debajo de sus costillas. Se separó unos segundos, extrañado por aquello, dejando su tarea de lado y recibiendo una mirada de reproche del más bajito.

- ¿Y ahora qué? –preguntó este frunciendo el ceño.

El menor iba a responder, pero ahora que sus dedos no se encontraban explorando la piel de Mao, podía percibir en ellos la sensación de humedad. Bajó su mirada en dirección a sus dígitos y los encontró completamente bañados en sangre.

- ¡¿Qué demonios?! –Soltó dando un brinco en su asiento y dirigió sus horrorizados ojos  hacia el pelinegro, pero este se había quedado como piedra.

- Yo… -comenzó a decir, pero calló de repente. Doblándose sobre sí mismo, sosteniendo su cabeza como si un agudo dolor en esta le atacara.

- ¿E-estas bien? – preocupado Uruha extendió hacia él su mano aún manchada, pero fue apartado de un manotazo. 

Mao se levantó de su lugar aun sosteniendo su cráneo, trastabillando con cada paso que daba y soltando algunos quejidos de dolor. Mientras, Uruha había quedado paralizado por el pánico. ¿Qué estaba pasando?

Vio cómo el moreno se desplomó de rodillas sobre la alfombra de la sala manchándola con la sangre que ahora fluía con mayor abundancia por debajo de la prenda que vestía. Y a pesar de que la herida que debía producirle dolor se encontraba en su parte media, el mayor no dejaba de sostenerse la cabeza.

- ¡LARGATE DE AQUÍ! –El grito colérico del otro desgarró el silencio sacando al guitarrista de su bloqueo.

Los ojos de ambos se cruzaron por unos segundos y el guitarrista pudo ver perfectamente reflejado el miedo en los ojos del más bajito. Generándole más conflictos internos.

- ¡Vete de una buena vez y no te vuelvas a aparecer por aquí de nuevo! –Le exigió el moreno cortando el contacto visual.

Uruha no pudo soltar palabra y dudó unos instantes al notar que Mao iba perdiendo color poco a poco. Pero fue mayor el terror que sentía por todo lo acontecido, y aún más cuando la puerta del timbre comenzó a anunciar la llegada de alguien más, así que dio una paso tras otro hacia la salida.

Abrió la puerta con los dedos temblorosos y salió por ella lo más rápido que pudo, derribando a alguien en su urgencia por alejarse de toda esa locura.

 

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Caminaban con rapidez por los inmaculados pasillos del hospital. Ruki llevaba de la mano a Hei mientras éste avanzaba con cierta oposición a acompañar al mayor.

- No creo que esto nos ayude en nada  -decía el menor con la intención de que el rubio detuviera su paso- Será mejor que regresemos…

Pero por mucho que el pequeño renegara, Ruki no tenía la intención de detenerse hasta llegar a su destino.

- Es la única manera de ayudarte –le decía por enésima vez.  Hasta que se detuvo en seco al haber llegado frente la puerta que necesitaba.

- Vamos Hei –le ordenó al menor soltando al fin su mano y adentrándose en la habitación.

No había mucha diferencia entre ésta y la suya. Ambas eran igual de blancas y monótonas, mismas cortinas, mismos muebles. Sólo que en ésta, sobre la cama, se encontraba una persona totalmente distinta. Y justo como el día anterior, los orbes de color negro se posaron sobre Ruki. Por lo tarde que era le sorprendió a Ruki encontrar despierto al ocupante de aquella cama, pero así era. Cabello negro azabache, piel blanca y aspecto mucho más demacrado a comparación con el que siempre tenía en televisión; Gackt observaba a aquel soplo de alma, que correspondía a Ruki, entrar a su habitación pendiente de cualquier movimiento que pudiera indicarle que no era más que una alucinación.

- Camui-sama –Takanori hizo una reverencia como saludo.

- Tú no eres como los demás –Afirmó en cambio el excéntrico cantante frunciendo el ceño, después de un exhaustivo análisis.

Ruki miró a su alrededor preguntándose internamente a qué “demás” se refería si en aquella habitación sólo estaban ellos tres, aunque teniendo en cuenta que ante los ojos de los otros ni él ni Hei se hallaban presentes, decidió inoportuno tomar en cuenta ese detalle.

 -No, yo aún sigo respirando en una de las habitaciones de los pisos de más abajo –Trató de bromear el más joven con tal de aligerar la situación tan poco común- No sé si me conozca. Soy Ruki, el vocalista de Gazette.

- Te conozco –Confirmó Gackt sin relajar su expresión, pero es que no todos los días recibías a alguien, que se supone está dentro de un coma, como visita en tu habitación de hospital- ¿Pero qué se supone que haces aquí?

- Sólo quería hablar con usted –dijo, aun pensando en una forma de persuadir al otro de ayudarles.

El solista soltó un suspiro.

- ¿Y por qué tendría que ser justamente conmigo? –volvió a lanzarle otra pregunta.

- Porque usted y Hei son las únicas personas con las que puedo hablar en este hospital –le recordó señalando al niño que seguía asomándose temeroso por la puerta.

- Buen punto –los labios del cantante pelinegro se curvaron en una sonrisa de lado- ¿Y qué es lo que necesita este par de fantasmitas de mí? –se burló el mayor.

- Necesitamos su ayuda señor Camui –dijo Ruki cubriendo su rostro de seriedad- Queremos encontrar a la madre de Hei. Pero para eso primero debemos estar en contacto con la realidad.

- ¿Y planeas que yo haga todo el trabajo? –acusó el mayor.

- No precisamente –aclaró de inmediato Takanori- Nosotros podríamos acompañarle y…

- Pues te equivocas al creer que yo soy la persona más adecuada para ayudarte –Gackt soltó un suspiro y dirigió su mirada hacia la inmaculada pared blanca.- ¿Tienes idea siquiera de qué es lo que está pasando allá afuera?  ¿Sabes por qué estoy yo aquí?

- ¿Afuera? –Takanori le miró con intriga.

- Conmigo, ya somos cuatro los músicos que cometen suicidio este mes. Aunque hasta ahora sólo uno ha tenido éxito. –Respondió Gackt mostrando sus brazos cubiertos de vendas desde el codo hasta los nudillos- Los medios dicen que es una especie de moda o epidemia…

Ruki abrió sus ojos con sorpresa, no pudiéndose imaginar las razones que tendría un hombre como aquel que tenía enfrente, tan exitoso y aparentemente estable, para querer quitarse la vida.

- No me puedo dar el lujo de andar paseando por ahí justamente ahora –Terminó por explicar el pelinegro- ¿Tienes idea del revuelo que se armaría?

- Yo lo sé tanto como usted, pero no por eso abandonaré a Hei –Afirmó Ruki con firmeza y el brillo de determinación en su mirada causó fascinación en Gackt.

Desvió su vista cansada hacia el pequeño que apenas y se asomaba temeroso por detrás del otro músico y no pudo evitar llevarse una sorpresa.

- Lo pensaré –dijo al fin sin dejar de observar al infante, que de inmediato, al notar la mirada escrutadora del cantante, se escondió completamente detrás de Ruki.

 

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Corrió un par de calles hasta que su mala condición física le exigió parar un segundo a recuperar el aliento, quedando justo frente a una fuente desbordante de agua, donde su reflejo le devolvía la mirada. Después de exhalar e inhalar, comenzó a reír como efecto de la histeria acumulada en su organismo. Sintiendo las miradas de los transeúntes clavándose en su espalda. Sumergió sus brazos hasta un poco después de la muñeca en las claras aguas de la fuente, buscando borrar de su piel todo rastro de sangre que quedara en ella. Y con las manos aún mojadas peinó su cabellera castaña hacia atrás, dejando su mirada perdida en el ocaso hasta que se sintió de nuevo en sus cabales como para reanudar su marcha, ahora con la mente fría.

Se dio su tiempo para llegar a casa, y cuando al fin estuvo frente a la residencia, Uruha entró con sigilo a la casa del batero sintiéndose aun algo desorientado por lo que había ocurrido hace unas horas ¿Qué significaba todo eso?, se preguntaba. Empujó la puerta y entró en la sala encontrando todo a oscuras. Cosa rara ya que Kai debería haber llegado ya a casa. Miró el reloj de su muñeca y supuso por lo tarde que era que quizá el baterista habría decidido quedarse a hacerle compañía a Ruki en el hospital.

Con cierta desgana se dirigió hacia la cocina y tomó una manzana para comer en el trayecto a su habitación con toda la disposición de irse a dormir y olvidar su caos mental. Cuando estaba por darle una mordida a la fruta, justo enfrente de la puerta de su dormitorio- La perilla del cuarto de al lado se movió y  Yutaka apareció frotándose los ojos con el dorso de la mano.

- Lamento haberte despertado –se disculpó el castaño.

Kai le observó un momento y negó con la cabeza.

- No te preocupes –le dijo apenas formando una leve curvatura en su boca- Necesitaba un poco de agua.

Uruha observó a Kai dirigirse con lentitud a la cocina y no pudo evitar notar en la leve hinchazón en sus ojos, sólo conseguida después del llanto. Y se sintió culpable al contemplar una pelea con Nao por su culpa, como la causa. Frunció el ceño y, en lugar de entrar por su puerta, se desvió y entró por la puerta de Uke. Quizá una charla entre “amigos” le ayudaría en algo a conciliar el sueño.

La luz estaba apagada, pero se alcanzaba a percibir todo en perfecto estado. Paseó por unos segundos en aquel lugar repleto de recuerdos y se sentó sobre el borde de la cama a esperar el regreso del otro. Miró las sábanas revueltas y pasó sus dedos por aquel lugar que aún poseía cierto calor del cuerpo del batero, trayendo a su mente imágenes de cuando compartía ese mismo lecho con él.

- ¿Qué haces aquí, Shima? –La figura de Yutaka se recortaba por el halo de luz que se colaba por la puerta, que permaneció abierta cuando Kai abandonó el marco de la puerta para irse a sentar al lado de Uruha.

- No creo poder dormir –Confesó el más alto pasando su brazo por detrás de Kai y atrayéndolo más hacia él y depositando la cabeza de éste en su hombro. El calor corporal de Kai siempre lograba apaciguar su inquietud- ¿Pasó algo con Nao? ¿Pelearon?

- No peleé con él –respondió Kai con desgano.

- ¿Entonces, qué otra razón tendrías para llorar? –Le evidenció.

- Nao me dejó –soltó Yutaka con la mirada sobre el alfombrado.

- ¿Sólo por lo que te dije? –Uruha le miró sorprendido.

- No, fue algo que yo le dije -aclaró Kai deslizando una de sus manos por debajo de su playera, tocando su cálido vientre, infundiéndose valor- Estoy esperando un bebé…

- ¿Sólo por eso?

Las palabras llegaron hasta los oídos de Uruha y la sangre le comenzó a hervir ¿Cómo era posible que Nao abandonara a Kai de esa manera? El silencio de Kai fue suficiente como afirmación.

- ¡No puedo creer que Nao sea tan imbécil! –Soltó al aire apretando el hombro del otro- ¿Quién podría dejar a su pareja mientras éste espera un hijo suyo?

Kai no se movió ni un ápice.

- Nao no es ningún imbécil. Él no tiene ninguna responsabilidad con mi bebé porque no es suyo –susurró Kai defendiendo a su antigua pareja con cierta frialdad- No fue él quien me dejó con un hijo suyo en camino.

- Pero si no es de Nao, entonces…

El castaño analizó las palabras del baterista y dejó caer los brazos.

- ¿Cuánto tiempo se supone que tienes? –Preguntó con cierto temor el más alto, sabiendo que existía una posibilidad de que ese bebé fuera suyo.

Kai giró su rostro hacia el castaño y sonrió con sutileza queriendo tranquilizarle.

- No importa –le dijo separándose de él- Sabes, estoy muy cansado y me gustaría dormir un poco.

Ante esta petición el guitarrista se incorporó, pero sus ojos seguían clavados en los del baterista. Lo podía ver perfectamente en su mirada, le estaba mintiendo. Sólo rehuía la pregunta que le había hecho. Y al mismo tiempo que Kai era observado por Uruha, el batero se acomodó en su cama y se cubrió con las mantas hasta la coronilla con la esperanza de que Takashima le dejara solo.

- Sabes que a mí no me puedes mentir –Las palabras del mayor retumbaron en las paredes y posterior a eso Shima se volvió a colocar al lado de Kai en la cama, sólo que esta vez recostado a su lado. Rodeó al menor con sus brazos sobre las mantas y descubrió un poco la cabellera del otro para depositar en ella un beso- No los dejaré solos –prometió.

- Pero tú estás con alguien más –le recordó el baterista haciéndose un ovillo entre sus cobijas. Aunque ambos sabían que la verdadera razón del temor mutuo al contacto del otro era que el dolor de las heridas del pasado seguía punzando en el corazón del baterista.

Esa noche ninguno de los dos dijo una sola palabra más, pero en ningún momento sus cuerpos se separaron de aquel abrazo finamente delimitado por la tela que cubría a Kai del frio.

 

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Gackt estuvo meditando las cosas por mucho tiempo, sin poder sacar de su cabeza la imagen de aquel niño. Sin embargo esperó a la llegada de alguien para obtener una segunda opinión.

- ¿Tú que dices Yoshiki? –Quiso saber el cantante luego de haber consultado el asunto de la visitita de Ruki al único amigo que le seguía visitando actualmente, justo después de que el afamado baterista cruzara la puerta a primera hora de la mañana.

- Déjame analizarlo mejor –Yoshiki se sentó en el sillón para visitas con elegancia y apoyó su rostro sobre una de sus manos en gesto pensativo- Dices que el fantasma de un niño y el cantante de Gazette vinieron  a pedirte que hagas de detective para encontrar a la madre del niño, ¿Cierto?

Gackt asintió con el ceño fruncido y Yoshiki de inmediato negó con el rostro.

- No deberías involucrarte –dijo firmemente el mayor.

Justo la respuesta que el pelinegro esperaba, sin embargo se removió en su lugar dispuesto a soltarle al otro músico su verdadera inquietud.

-Hay algo que no te he contado –Confesó Camui con cierta torpeza poco característica en él, captando devuelta la atención del rubio compositor- El niño se parece tanto a él…

Con la última palabra la voz de Gackt consiguió quebrarse en un lastimero susurro.

- Con más razón no deberías seguir involucrándote–La voz de Yoshiki denotaba preocupación- Después de lo que pasó tienes suerte de poseer la oportunidad de comenzar otra vez. No te tortures con el pasado.

Gackt rió con ironía.

- Tu más que nadie debe estar consciente de lo inevitable que es eso para una persona que anhela a un ser amado que se ha ido. Recordar el pasado es la única manera que tienes de sentirlo más cerca. Así sea doloroso, no hay otra cosa que desees más que abrir las heridas del pasado con tal de recuperar sus sonrisas.

Yoshiki suspiró entendiendo la indirecta.

- Entonces, no tenías que preguntarme si es que ya habías tomado una decisión –le hizo ver el baterista.

- Quizá, pero ahora no me vendría mal tu sobria opinión como productor ¿Qué tanto rompería esto los pocos pedazos que quedan de mi carrera? –bromeó y ambos sonrieron con cierta amargura.

 

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Notas finales:

Nyaaaaa~!!!! La gran entrada de Kyo-tama ( ^//w//^)/Aunque ya había aparecido en otras partes del fic, es aquí donde su personaje comienza tomar peso en la historia al igual que el de otros.

Y como aclaración Mao (Ru-chan para Kyo) no es ningún fantasma si es lo que están pensando ( > w >) Es más bien algo parecido a una mezcla entre doppelgänger* y una doble personalidad, con algunas modificaciones hechas por mí XD

Creo que es a partir de aquí que las dudas realmente se empiezan a resolver así que de alguna manera se vuelve más... ¿Interesante?

¡¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!!

* Los Doppelgänger del folclore no proyectan sombra y no se reflejan en espejos ni en el agua. Se supone que dan consejo a la persona que imitan, pero este consejo puede ser engañoso o malicioso. En raras ocasiones, también pueden inculcar ideas en la mente de la víctima o aparecerse a amigos y parientes, creando confusión.


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