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Cortocircuito por Dark_Elric

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Notas del fanfic:

¡Hola! Tal vez me recuerden de otros fanfics como “Tú me perteneces” o “¿Qué es lo que siento por ti?” xD… Bien, no…(Funcionaría si mi voz fuera conocida xDu)

Como supuestamente marca el resumen de este fic, estoy respondiendo un desafío que hace rato me interesaba responder. Finalmente lo hice y agrego otra historia más que andará por mi mente.

En este caso:

Fullmetal Alchemist (Hagane no Rekinjutsushi) No me pertenece sino a su creadora Hiromu Arakawa.

 

Aclaraciones:

Como sigo los puntos que se especifica en el desafío (y estaría bueno que no lo leyeran porque se podrían spoilear mucho el fic uwu). Los hermanos Elric viven en Amestris. Alphonse (13) recuperó su cuerpo, Edward (19) aún mantiene su automail y todo lo demás sigue como se supone que debe ser. Tomo de referencia la primera versión. Cualquier detalle, luego aclaro o.o

Notas del capitulo:

Fail xD

 

Cortocircuito.

 

Capítulo 1: Cara a cara.

 

 

Era una tarde como todas las demás dentro de los Cuarteles Generales de la milicia de Amestris. Todo marchaba según su orden preestablecido: Las secretarias atendían asuntos de importancia y asistían a sus Mayores; los Tenientes reportaban lo avanzado ante los soldados; los alquimistas discutían sobre quien tenía la alquimia más poderosa y el resto trabajaba en lo suyo. Simplemente, era otro día monótono y aburrido allí. Por lo menos, eso creían y vivían aquellos que no se encontraban justamente en esa oficina. En la alejada Oficina del Coronel Mustang.

 

Él se había asegurado que nadie lo moleste, incluso la Teniente Riza Hawkeye que últimamente estaba muy sospechosa ante ciertas actitudes.

Pero qué más daba, antes que cualquier cosa y preocupación innecesaria, debía hablar con él.  Tenía que dejar algunos asuntos en claro.

Demostraría quién mandaba.

 

 

–Ni las misiones más sencillas son lo tuyo– Suspiró y se volteó con su cómodo sillón a la vista de su subordinado favorito. Tal vez quería provocar que se enojara igual que en muchas veces anteriores. – ¿A quién culparas? ¿A Alphonse o… tu nuevo uniforme? – rió por lo último. Había que admitir que el uniforme militar no era algo que había sido creado para el rubio.

–Eso quisieras. –se mostró a la defensiva y evitó mirarle. No estaba seguro de porqué lo había mandado a llamar otra vez, sin embargo, su mente le hacía recordar lo que había ocurrido la última vez y no, no quería que volviera a ocurrir aquello en ese lugar.

–Aunque deberías hacerme recordar por qué razón estás usando ese uniforme…

– ¡Idiota!– bufó molesto y a la vez, un leve sonrojo apareció sobre su rostro. Otra vez lo estaba intimidando, por lo menos, se sentía más tranquilo que no lo hiciera ante todos.

 

Había dado en el clavo.

 

–Tienes suerte que en la cara no se puedan dejar esas marcas, sino estarías lleno de ellas. – comentó con un tono desinteresado pero a la vez provocador. –Pero nunca lo hemos probado, podríamos intentarlo, ¿No lo crees?–Se levantó de su gran asiento a la búsqueda de Acero que aparentemente no estaba nervioso, quizás un poco o poquitito.

– ¡No se acerque! –exclamó anteponiendo sus brazos ante él.

–Está bien, está bien… Pero deberías mostrar más respeto ante tus superiores. Últimamente tus misiones no fueron cumplidas exactamente. Aún no veo la similitud entre construir un puente y destruir uno ya existente.

–Bueno… en ese caso, no esperábamos que la lluvia fuera tan fuerte –intentó defenderse mientras miraba a cualquier lugar. –Además nunca nos dijiste que el puente debía estar a más de mil metros de altura. Estoy seguro que la vejez te hizo olvidar ese dato.

–Pero tú amas a este viejo Coronel, ¿no es así?

–No mezclemos asuntos personales con el trabajo… – intentó escaparse de la difícil conversación a donde se había metido. Detestaba que lo controlara así pero de esa misma manera, le gustaba. Quien lo entendía.

– ¿Así que es eso? Bien, lo hablaremos en la noche. –Sonrió de esa manera tan habitual logrando ganar otra pequeña pelea contra Ed. Volvió a su escritorio y tomó una carpeta amarilla que contenía demasiadas hojas a simple vista. – Aquí tienes tu próxima misión, no es algo difícil, solo tienes que seguir lo que dice allí.

Edward se limitó a tomarla sin acotar algo más, no quería salir perdiendo y que lo pusiera en ridículo de nuevo. Con cuidado, hojeó las primeras hojas y notó el nivel de ‘dificultad’ de lo que se había ordenado.

 

–Esto tiene que ser broma, ¿no?

 

Pero Mustang ya no estaba enfrente de él, ni al costado de un lado o del otro, pudo haber sospechado que se encontraba a sus espaldas, sin embargo, eso tampoco era así. Se había quedado completamente solo en esa Oficina anticuada. Se molestó debido a que siempre le hacía lo mismo, aunque esta vez no podía enojarse con él, le había dado la misión que tanto quería, una que involucraba búsqueda y persecución. Sonrió maniáticamente. La persona que iba a perseguir tenía que tener mucho cuidado con él, el alquimista emblema de Amestris, el alquimista de Acero.

 

Alegre por la situación, salió de inmediato de allí. Pasó por todos los pasillos y salas de ese Cuartel que casi era como su segundo hogar y despidiéndose de todos lo que conocía. Tenía mucho que hacer y estaba seguro que tomar leche no estaba entre ello.

 

 

 

“Jean C. Baskerville. Alquimista de Primer Grado.
Habilidad: Alta.
Estado: Maniático.
Alquimia Elemental. Manejo de varios armamentos.
Varias condecoraciones.
Encerrado en la prisión central por formar grupos rebeldes en las zonas límites.
Escapó en dos ocasiones.
Ahora: Suelto en alguna parte de Central.

Y lo más importante:
Estatura: Alta. Mucha más alta que tú.*

 

 

 

Eso era lo que decía una pequeña nota que resumía todo el informe dado a Edward. Mustang se había asegurado que al menos leyera esas líneas y el resto sobraba.

Y había hecho bien, demasiado bien; Logrando que Ed contara otra paliza más que debía darle cuando lo volviera a ver.

 

 

 

Ese día había seguido transcurriendo con sus debidas horas y minutos hasta que marcara el inicio de la fase nocturna. Muchos se dirigían a sus respectivos hogares, otros pocos iban a sus citas y ellos dos, los hermanos Elric, esperaban a que algo sucediera como el hecho de poder atrapar al alquimista prófugo.

Alphonse se había tomado la molestia de leer todo el informe, omitiendo la destrozada y pisoteada nota de Mustang, dándose cuenta que no se enfrentaban a un simple rival. Tal vez las palabras exageran un poco sus características esenciales pero todo podía ser comprobado cuando lo vieran en acción y en medio de una pelea. A pesar de no ser un Alquimista Estatal, aún ayudaba a su hermano en todas las misiones que podía, sentía que era una obligación y una forma de pagarle el regreso de su cuerpo.

Por su parte, Edward estaba recostado contra un árbol mirando la inmensidad del cielo junto con las estrellas que titilaban a lo lejos. Estaba confiado de que faltaba muy poco para encontrarse con aquel sujeto, lo podía sentir en el aire.

Las horas seguían trascurriendo y los temas de conversación entre ellos dos comenzaban a acabarse. Desde por qué el cielo es azul hasta por qué se dice que los cangrejos son inmortales, habían hablado. Todo aparentaba mostrar que sería otra noche normal en aquella ciudad y que la percepción del aire de Ed estaba comenzando a fallar.

 

 

–Nii-san… ¿No crees que sería mejor irnos ya? Tengo frío. – comentó mientras se abrazaba a sí mismo para tomar un poco de calor. No habían tomado en cuenta la próxima lluvia.

–No debiste acompañarme entonces. –lo regañó indiferente y a la vez jugaba con un rama del árbol.

– ¡Nii-san!

–Bueno, ya vámonos pero regresaremos de nuevo a la noche. –le respondió rápido y con la mínima intención de querer irse.

 

El castaño solo asintió y se levantó de donde estaba sentado. Observó como de noche el ambiente de la ciudad cambiaba radicalmente. Incluso pensaba que se encontraban en otra ciudad. En esas instancias, todo parecía cambiado de lugar. Las sombras de algunos árboles como siempre formaban siluetas aterradoras pero con solo un abrir y cerrar de ojos, el miedo desaparecía. Definitivamente prefería el día ante la noche.

 

– ¿Crees que el Coronel nos regañe? –preguntó Alphonse logrando que el silencio se perdiera.

–No lo creo. No lo pienso…– se interrumpió cuando recordó un pequeño detalle y uno tan significativo. Detestaba y amaba ese detalle. – ¿No podemos rentar alguna habitación de algún hotel? Pienso que el maldito ya debe estar cansado de nosotros.

–No lo llames así. Él fue muy amable cuando nos alojó en su casa, además le debemos mucho.

–Si fuera cuestión de dinero, créeme que ya le hubiera pagado hace rato…

 

 

El camino que parecía corto de a poco comenzaba a hacerse cada vez más largo, dando la impresión de que estaban caminando en círculos aunque no fuera exactamente así. Parecía ser una ilusión. Ambos podían asegurar que la misma calle la habían pasado dos veces debido a que veían el mismo árbol en la misma esquina. También notaban que el farol era exactamente el mismo a pesar de que lo habían marcado.  Usar la alquimia podía ser la opción más factible para poder salir de ese laberinto. Durante segundos, Edward pensó en la posibilidad de que hubieran caído en la trampa del prófugo. No era algo que pudieran descartar debido a que no sabían todo lo que él era capaz de hacer.

 

 

La brisa de a poco había descendido su intensidad. Todo parecía detenerse en ese lugar que no los dejaba salir. Habían dado varias vueltas pero sin poder encontrar la salida de esa laberinto ilusorio.

 

–Deberíamos separarnos, al menos caminar en línea recta y encontrar el límite de esto. –argumentó el mayor con un semblante serio mientras caminaba hacia el lado contrario de donde se encontraba Al.

 

 

Tal vez nunca debió haber dado pasos al costado.

 

Ambos separados, caminaron en líneas rectas y mediante gritos al menos se escuchaban hasta que el silencio se apoderó de ese medio.

 

 

– ¡Es él! –gritó Alphonse con miedo mientras retrocedía sus pasos. El otro alquimista le apuntaba simplemente con un palo de madera que en la punta estaba unido a una tiza. Eso dejaba en claro, que habían varios círculos de transmutación escondidos en toda esa zona. El haberse separado no había sido una buena idea un ningún momento. Con algo valor, se puso en posición de defensa y mostró los círculos de sus guantes. Estaba preparado para cualquier ataque, cualquiera que no fuera directo y que dañara sus puntos vitales.

 

Con sus ojos, intentó ubicar a su hermano pero en el intento, no lo halló. Pensó en la eventualidad de los hechos, de que se hubiera marchado directo a su ‘hogar’. Era capaz, por lo tanto, se mantuvo tranquilo, no quería irradiar desconfianza o debilidad ante su oponente.

 

–Alquimista de Acero, no tengo idea de por qué siempre me mandan carne fresca para masacrar. – habló el sujeto con porte de vagabundo. Su malograda sonrisa le daba un efecto espeluznante haciéndole acordar perfectamente de la risa sombría de Envy que quien sabía a donde había terminado a parar.

 

Suspiró desapercibido. Exactamente no lo querían matar a él sino a su hermano, aunque debido al caso, el prófugo creía que él era Acero.

 

–Prepárate para pelear, Alquimista Estatal. – casi gritó segundos antes de correr hacia un Alphonse firme ante su defensa y temeroso interiormente.

 

En segundos ambos estaban cara a cara.

 

Notas finales:

Me precipité para poner la acción~ ya en el otro cap hay un poco de pelea -w-

 

Matta ne~!


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