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Oscuridad por earendyll

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Estaba tirado sobre su futón, con la ropa de entrenamiento puesta y mirando al techo. No pensaba, su mente estaba simplemente en blanco o más bien eso quería creer él mismo. Aun sentía el cosquilleo en sus labios producidos por el beso del mago


Beso


La sola mención de esa palabra lo hacía ponerse colorado. Siempre dijo que el amor era para estúpidos y que no tenía tiempo de juntarse con ninguna mujer...


Hombre


Si, Fay era un hombre. Había sido besado a la fuerza por un hombre.


Su futuro no lo imaginaba con Fay... ni si quiera vio de otra manera al mago mas para allá que simples compañeros de viajes...quizás incluso amigos...Pero ¿pareja? ¡Jamas! El simple pensamiento le dio un escalofrío.


Se rehusaba a estar con el. Nunca se metió con que dos hombre fueran pareja, a el le importaba poco la vida personal de la gente, pero... nunca imaginó que un hombre le declarase su amor.


A su mente vino la cara de Fay. La de estos días atrás, alicaído y débil. Ahora comprendía muchas cosas. Su forma de actuar taciturno, la forma en la que se alejaba de él ¿Intentaba Fay no ser rechazado por la persona a la que amaba? Seguramente esa era su idea. Quería permanecer a su lado solamente con un compañero, como un amigo... sin llegar a que se diera cuenta nadie.


Aun pasaba por su mente el momento en que al abrir la puerta lo vió empuñando el pequeño cuchillo. La cara de dolor, la tristeza de sus ojos lo impactó como nunca antes. El brillo de sus ojos no era el mismo que el de siempre. Estaban opacos ya no brillaban chispeantes de felicidad... y eso a él le dolía. Ahora que sabía el porqué se sentía culpable. La bofetada que le propinó debió dolerle más que haberse clavado el cuchillo en el cuello. Y él le dañó, le hirió. “ No te dejaré solo” Casi escuchaba su voz como un eco en su cabeza diciendo esas palabras. Esas palabras salieron de sus labios. “Es una promesa y yo siempre las cumplo” Quizás ahora físicamente estaba a su lado. Sus habitaciones no estaban muy separadas pero con aquel bofetón separó de si a Fay como un abismo separando dos montañas. ¿Como superar el abismo que había ahora entre ambos?


Su respuesta sería decisiva. Su respuesta cambiaría muchas cosas. No solo su relación con el mago (que era el principal problema) sino también con las personas que le rodeaban.


Si su respuesta fuese negativa ¿que pasaría con el mago? ¿Se quedaría a su lado? Ja, lo dudaba, intentaría marcharse seguramente, lejos de aquí para olvidar. Sin embargo la mente del mago no estaba en sus mejores momentos... ¿Y si intentaba otra vez... suicidarse? El miedo le recorrió la piel de forma fría, punzante. Se le estrujó el corazón de pensarlo...


¿Y si su respuesta fuese afirmativa? Y lo mas gracioso en el asunto ¿Como era que se estaba planteando estar con el mago? Había millones de impedimentos aparte de ser hombre (que era bastante importante). Siempre pensó en una mujer dulce y pacifica, aunque fuerte de carácter cuando hiciese falta. No en una persona tan extraña y complicada como ese idiota... y sin embargo no quería que se marchase...


La cara de espanto cuando lo separó de él no se le iba a borra de la memoria. Sobretodo esos ojos que lo miraban espantados, asustados incluso podría decir que aterrorizados. Su mirada le suplicaba perdón, que perdonase su acto. Y también vió amor...


Pero...


Al encontrarse sus miradas todo cambió. Vio la sorpresa y quizás también incredulidad en sus ojos. ¿Que esperaba? Y como siempre antes de que pudiera reaccionar intentó huir.


Y le entró el pánico


Desde hacía tiempo que tenía esta necesidad de estar junto a él


Pero eso no era amor ¿Verdad? El no lo amaba ¿como iba a amar a Fay? ¡Estaba empezando a delirar!


 


 


 


Aun se encontraba de pie. Mirando la puerta por donde se había marchado.


“Quedate”


Eso le había dicho Kurogane. Pero... ¿Que hacer? ¿Cuando le daría una respuesta? ¿Hoy?¿Mañana? ¿Quizas dentro de un año? ¿Cuanto tiempo podría tardar él sin derrumbarse?


Una lágrima se deslizó por su mejilla. Sus ojos seguían fijos en la puerta cerrada.


Tiempo...Cuanto tiempo...


 


Que hacer!¡Que hacer!¡Que hacer! Maldito mago extraño. Había muchas mujeres... y hombres a parte de él aquí




  • Es la primera vez que no me detectas entrar




Con rapidez se giró. Su princesa, tan radiante como siempre, le sonreía de manera relajada mientras se acercaba a él lentamente




  • Tienes que estar realmente preocupado




No pensaba molestar a su señora y menos... en ese tipo de cosas. Solo de pensar en hablarlo con ella se avergonzaba. La miró buscando las palabras necesarias, no le gustaba mentir y quería no hacerlo.




  • Tomoyo...




  • Se que es lo que te aflige – El la miró interrogante- Kurogane me doy cuenta de muchas cosas por aquí. Además Fay... -el solo nombrar su nombre le recorrió un escalofrío- ya se lo que siente por...ti




El silencio se volvió penetrante. Tomoyo fijó su vista en su guerrero mirando sus reacciones, intentando averiguar lo que se movía en su corazón. Sin quererlo, paseando por los jardines, fue testigo silencioso de la escena. Si fuesen otros no se hubiese inmiscuido más de lo que ya había hecho pero cuando Kurogane se marchó observó al rubio. Su mirada fija por donde el moreno se habá marchado,sin moverse ni un milímetro. Esperando...


Pero no podría esperar demasiado sin derrumbarse. Su corazón estaba hecho añicos. Estaba aun mas destrozado que tiempo atrás, cuando lo conoció en el viaje




  • Kurogane... ¿Que piensas de Fay?




¿Que pensaba? Su cabeza era un caos.¿Que pensaba? Ni idea. El torbellino de pensamientos no le dejaba nada en claro




  • ¿Solo piensas en el como en un amigo?




¿Y en que se supone que iba a pensar de el? ¿En amante? ¡Nunca se lo imagino!




  • Al menos te agrada ¿no?




  • ¿Que intentas princesa? ¿Estas tratando de convencerme de algo?




Solamente Kurogane le hablaba como lo hacía. ¿Como hacerle ver lo que él mismo se negaba? Presionándolo lo dudaba, pero tenía que darse prisa. Le preocupaba su consejero




  • No, llevas razón, lo siento




Con las misma se dio la vuelta para irse. Kurogane la miraba extrañado. No debería meterse más de lo que ya había hecho. Kurogane aun no estaba preparado. Pero fay... Se mordió los labios angustiada




  • Kurogane




No pudo aguantarse. Necesitaba advertirle. De verdad quería que fueran felices.




  • Decídete rápido, por favor




Sin mas se marchó. Con el corazón en el puño y a la espera de que el ninja cogiera el consejo


 


 


¿Que se decidiera rápido? Eso era más facil de decir que de hacer. Se movía como un león enjaulado. Se paseaba, giraba sobre sus pasos, hacia la derecha, izquierda, giro y vuelta a empezar. Con desespero se agarró el pelo. ¡Tenía que pensar! Sudaba, sudaba mucho ¡Que calor! ¿desde cuando hacia tanta calor? Sus pies no podían estar quietos. Se giraba una y otra vez, rodeando la habitación. Moviendose de un lado a otro. Los nervios le consumían. ¡Necesitaba irse!


Salió de allí. Necesitaba aire, aire fresco menos asfixiarse y no tan cargado.


Caminó por los largos y estrecho pasillos. Perecían verdaderos laberintos. Hoy mas que nunca parecían estrecharse, absorberlo. Parecía no tener fin. De un brusco movimiento se giró en una esquina hacia la izquierda y una bocanada de aire fresco le inundó las fosas nasales. Fue casi como una bofetada de alivio a su piel sudorosa. La angustia de minutos antes se disipaba lentamente. Cerró los ojos encantado.


Respiró con pesadez y caminó tranquilamente por los jardines. Como nunca hizo antes. Su respiración volvía lentamente a su ritmo normal. La brisa refrescaba su piel, como una caricia suave. Cerró los ojos con gusto mientras por su nariz entraba el aroma mezclado de flores diferentes. Un aroma suave y dulce. Sus pies, aun con los ojos cerrados, se movía por los caminos de piedras entre el césped verde.


No supo porque pero la necesidad de abrir sus ojos se hizo presente quedándose una imagen grabada a fuego en su pupila.


La frágil figura de su compañero se veía entre el balanceo suave de las cortinas de su habitación. La palidez resplandecía con los reflejos de la luna de forma casi fantasmagórica. Se encontraba de lado, mirando a la puerta...donde antes él había desaparecido... No podía verle la cara y realmente odiaba no poder hacerlo porque ahora no llevaba su máscara...ahora podría ver lo que guardaba su alma. Aunque realmente, esa estúpida máscara no podía engañarlo. O eso creyó siempre, hasta que se le declaró en el pasillo.


Sin disimulo siguió observando, su figura, sus ropas, sus gestos... todo el. Todo era absorbido por sus pupilas.


Se fijo en que su mano se alzaba ligeramente hacia la puerta intentando... alcanzar algo. Sus labios se apretaron, aun en la distancia pudo observar ese leve gesto. También vio como su brazo extendido bajaba lentamente a la vez que apretaba su mano en un puño. Lloraba


Escuchó sus suaves sollozos que hacían temblar todo su cuerpo. Con pasos lentos e indecisos fue retrocediendo. Tambaleante. Tan tambaleante que los pies de Kurogane se acercaron un par de pasos intentando acercarse para ayudarle. Se frenó a si mismo. No debía acercarse...


¿No debía? ¿O quizás le daba miedo hacerlo?


Fay dio un paso en falso y cayó hacia atrás. Antes de que su mente procesara algo se movió rápidamente metiendo el brazo a través de la ventana y agarrando a Fay por la cintura. Su brazo se resintió pero no le importaba, ahora solo importaba el enclenque que lo miraba con los ojos realmente bien abiertos.


Todo se detuvo


El tiempo, la brisa... La cortina cayó suavemente entre ambos, como un velo semitransparente y fragil que dividía sus rostros. Que los separaba. Maldijo mentalmente a la estúpida cortina que no le dejaba ver la cara del rubio




  • Kuro...




Sonrió. No pudo evitarlo. Escuchar su nombre saliendo de esos labios le hacia...feliz. Algo tan insignificante.




  • Kuro...




Con su mano atrapó la cortina entre sus dedos y la mandó lejos. Su brazo afianzó más a Fay y lo elevó más hacia arriba para que pudiera ponerse derecho. Sin darse cuenta siguió manteniendo su brazo alrededor de su figura, afianzándose en sus caderas.


Verle los ojos sin ese velo, sin esa cortina... hubiese sido maravilloso sino fuera por las lágrimas que los empañaban.




  • Kuro.. ¿Como...?




  • Deja ya de llorar




La voz excesivamente dulce del ninja paró todas las palabras de Fay. Y le paró aun más al sentir como quitaba con suavidad las lágrimas de sus mejillas de manera delicada con la mano libre.


 


Siendo así de dulce solo hacía que el corazón del mago se quebrase. Era mejor que se marcharse sin darle esperanzas... pero esto... era cruel. Su corazón latía desbocado con el simple hecho de acariciar sus mejillas. Cerró los ojos disfrutando al máximo de su toque. De la aspereza de su piel. No le importaba, para él Kurogane era perfecto


 


Mientras limpiaba sus mejillas se vió escandilado por la belleza angelical de su compañero. Los ojos de Fay se abrieron lentamente fijándose en los suyos propios. Sus miradas se conectaban. Aunque la conexión parecía más profunda que en otras ocasiones.




  • Lo siento, Kurogane... Te necesito...


     




Fay se fue acercando lentamente. Noto su caliente respiración acercarse, acariciando su cara, oliendo su aliento fresco.


No se alejó.


El mago cerró los ojos. No quería ver su rechazo. No quería ver como se alejaba.


Se paró a pocos milímetros de sus labios ¿Debía hacerlo? ¿Se molestaría Kurogane con él? Que mas daba...lo quería


Acortó la poca distancia que les separaba hasta alcanzar sus labios en un roce imperceptible. Tanto como el aleteo de una mariposa. Suave. La forma de besarlo era increíblemente dulce. Se sentían tan bien sus labios... Tan suaves... No importaba que no le correspondiera, solo necesitaba sentirle cerca...


 


Kurogane no supo en que momento fue cerrando los ojos para darle paso al placer, para embriagarse. El brazo que rodeaba a Fay lo apretó más, acercándolo más a él. Su mano libre se apoyó suavemente en su mejilla. ¿Por qué no lo apartaba? ¿por qué le resultaba tan placentero besarlo? Quería más, más de ese placer, más de esos labios, mas de ese dueño...


Y se dejó llevar.


Correspondió el beso. Su compañero intentó alejarse pero apresó de nuevo sus labios. Lo quería asi, entre sus brazos.


 


Para Fay su toque lo hizo derretirse. Era feliz. Realmente feliz. Con un gemido de abandono se doblegó a sus labios. Lo necesitaba. Necesitaba sentir su piel contra la suya. Lo necesitaba. Necesitaba de Kurogane, de la calidez de su carne, de la fuerza de sus músculos, de la suavidad de sus labios...


Los brazos de Fay se enredaron en el cuello del otro. Apretándose contra él. La lengua de kurogane entró en su boca. Un gemido placentero abandonó sus labios. Y se dejó llevar.


 


¿Por qué? Le era casi imposible despegar sus labios de los del otro. Nunca le había resultado tan placentero algo que para el era una tontería, un simple beso. Un beso tan cálido, tan suave, tan... ¡Maldita sea!


Despegó a Fay de si. Sus ojos estaban empañados en placer y sus mejillas sonrojadas. Tragó duro sin saber realmente porqué




  • Es hora de descansar, Bu-buenas noches




Kurogane huyó. Su corazón bombeaba rápidamente. ¡Se había dejado llevar por ese mago!


 


Fay sonrió. Feliz. La cara colorada de Kurogane, su tartamudeo... su beso. ¿Quizás no estaba todo perdido? ¿Quizás llegase a amarlo?

Notas finales:

Como podeis comprobar he actualizado super tarde. No tengo tiempo. Incluso pensé en darlo por terminado y acabarlo en verano, pero viendo que no tendría tampoco tiempo y que no sería la solucion iré actualizando lentamente, con capitulos quizas no tan largos. Espero que no me mateis jajajaja

En este capitulo Kuro nos sorprende a nosotros y a el mismo, el pobre ya no sabe ni lo que hace. ¿Llegará a darse cuenta de sus sentimientos? ¿O será tarde para la mente inestable de Fay?

To be continued jajajajaja me hacia ilusion ponerlo algun dia :)

Un beso y hasta el proximo cap


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