Hazme perder el control
Gaara y Sasuke, temprano, salen a correr por el parque. Aunque el azabache no está muy por la labor.
-Eres un imbécil-dijo intentando recuperar el aliento, mientras el otro seguía trotando-dios...eres un imbécil y un sádico...voy a matarte.
-Las endorfinas son buenas, te levantan el ánimo, así nos sentiremos mejor.
-¿Tú te sientes mejor?-preguntó sujetándose un costado e intentando alcanzar al otro.
-Soy imbécil.
-Y un capullo.
-¿Sabes qué es lo que ya no me gusta?, los amaneceres. Antes me encantaban. A Naruto le vuelven loco los amaneceres y ahora siempre que veo un puñetero amanecer...-suspiró y agotados, ambos se dejaron caer sobre el césped, boca arriba.
-¿Has llorado?-cuestionó el de negros cabellos.
-¿Tú que crees?¿estaría mejor si llorase?¿si lo echase fuera?.
-Probablemente, si.
-¿Quieres que llore ahora?.
-No, prefiero correr.
Los cirujanos son unos obsesos del control. Con un bisturí en la mano, te sientes imparable. No hay miedo. No hay dolor. Eres un gigante a prueba de balas. Pero cuando sales del quirófano, toda esa perfección, todo ese control, se van a hacer gárgaras.
En el trabajo, deben ocuparse de una chica con ataques de rubor. E inesperadamente, llega Karura, la madre de Gaara, a la que deben tratar, pillando a todos por sorpresa.
El pelirrojo, abochornado, no quiere salir de los vestuarios, a pesar de las insistencias y la preocupación de sus amigos. Tsunade pone a Sasori a cargo de Karura y ella se encarga de Gaara.
-¿Vas a poder seguir?-otra cosa no, pero Tsunade era comprensiva con los sentimientos de sus internos.
-Si, estoy bien-dijo con seguridad.
-Porque entenderé que quieras quedarte con tu...
-No, mi madre y yo no nos llevamos. Creo que será mejor que trabaje.
-De acuerdo. Mientras vemos a tu madre, encárgate de los historiales, de los resultados del laboratorio, informes...
-Se lo he dicho, estoy bien.
-Ya, y me alegra que estés bien, pero tengo que cuidar de que te distraigas a pesar de que estés ¡tan bien!, así que anda, vete.
Sasori también tenía sus propios problemas con la señora Sabaku No.
-Vamos, estese quieta-decía mientras intentaba auscultarla inútilmente.
-Estoy trabajando Hashi.
-¿Hashi?, no, soy el doctor Akasuna No y tengo que comprobar que...
-¡No me apetece jugar a los médicos!¡estoy ocupada!-dijo la mujer evitando todo contacto con el chico.
-Sasori- susurró Gaara desde el marco de la puerta, para que su madre no le viera. El otro pelirrojo salió a su encuentro-es alérgica a la penicilina.
-Ya, lo pone en su historial.
-Deberás ser paciente.
-Vale...¿sabes quién es Hashi?.
-Mi padre-respondió extrañado- Hashirama...te ha...¿te ha estado hablando de él?.
-Ahm...si.
-Pues nunca habla de él-dijo contrariado.
-¿Te encuentras bien?.
-Si, si, estoy bien.
Sasori volvió a entrar en la habitación y Gaara vio pasar a Naruto. Se le acercó.
-Doctor Uzumaki.
-Gaara- se sorprendió-creo que es cierto-dijo refiriéndose a la madre del otro.
-Ya no es secreto...doctor Uzumaki yo...
-No me llames doctor Uzumaki.
-Doctor Uzumaki, quiero estar en cirugía, no puedo estar quieto todo el día y me lo debes. Nunca te he pedido algo parecido, así que...
-Tengo que operar esta tarde. Cuento contigo.
Al terminar la operación de la chica del rubor. Kiba y Gaara fueron a lavarse las manos. Naruto, que ya había terminado de hacer lo mismo, como por costumbre, cogió al pelirrojo por los hombros, cosa que le molestó.
-¡No!.
-Lo siento-dijo quitando las manos en el acto.
-No lo sientas. Estoy harto de que lo sientas. No me toques.
-Doctor Sabaku No...
-¿Doctor Sabaku No?¿enserio?, ¿te preocupa que Kiba se entere de lo nuestro?¿es eso lo que te preocupa?¿tú crees que le interesa?-se dirigió al castaño que estaba a su lado lavándose las manos- Kiba, ¿te importa que haya sido tan imbécil de follarme a un residente casado?.
-No-respondió como si tal cosa.
-No pasa nada-dijo el rubio.
-Si que pasa. Tienes un marido, a quien es difícil odiar, es muy educado, y muy inteligente.
-Gaara, ésto...
-No, ya basta, no me hables como si fueras mi novio. No me dirijas la palabra para nada.
El pelirrojo se marchó y Kiba habló a Naruto- tío-rió-menudo genio-y siguió al otro.
-Puedes decírmelo si lo necesitas-le dijo en cuanto lo alcanzó.
-Estoy bien.
-Has dicho esa frase tantas veces hoy, que ha perdido su significado. Puedes hablar conmigo, porque, aunque lo contara por ahí, no le caigo bien a nadie, así que, no me creerían. Todavía no sé como no te has venido abajo. Si supiera que mi madre podría tener cáncer estaría tirado en el mar.
-¿Te digo la asquerosa verdad?-suspiró.
-¿La asquerosa verdad?, no imaginaba que escondías algo así.
-Tengo más miedo a que no tenga cáncer.
-Bueno, el cáncer es rápido, doloroso, pero rápido, y hay morfina. Para el Alzheimer no hay morfina.
-No, no hay...¿qué clase de persona desea a su madre un cáncer?.
Pero los resultados de Karura fueron buenos. El tumor era benigno. Lo que a Gaara no sentó muy bien.
Sasori fue a comunicárselo a la mujer.
-Doctora Sabaku No-ella estaba dormida, y parecía ignorarle.
Abrió los ojos levemente-por favor Hashirama, ha sido un día muy duro, márchate.
-No-pilló por sorpresa a la paciente-¡no!, soy Hashirama Sabaku No, y soy tu marido. Sé que no te gusto mucho, pero, lo cierto, es que tú tampoco me gustas a veces. No me gusta como me hablas, y lo que odio de verdad es como le hablas a Gaara. Se merece algo mejor.
-Lo siento-ésto sorprendió al pelirrojo-¿qué me pasa Hashi?.
-La masa de tu hígado, es benigna.
En la calle era de noche y llovía sin parar. Gaara se sentó en un banco junto a la entrada. La lluvia caía sobre él, pero lo bueno es que nadie podía oírle llorar.
Naruto lo vio a través de las cristaleras y se le acercó por la espalda.
-¿Gaara?-inoportuno- Gaara...
-No-la voz se le quebraba por culpa del llanto y se rodeaba con sus propios brazos-por favor, no me digas nada.
-De acuerdo.
El pelirrojo se levantó y fue hacia él-estoy agotado. Mi madre es agotadora, y tú. Odiarte es lo más agotador de todo-le cogió por la nuca y le plantó un breve beso en los labios-no quiero odiarte más-y se marchó.
A nadie le gusta perder el control, pero cuando eres cirujano, no hay nada peor. Es un síntoma de debilidad. De no estar atento. Aun así, hay veces en que no puedes evitarlo. Cuando el mundo deja de girar, y te das cuenta de que tu pequeño bisturí no va a ayudarte.
Da igual que lo intentes evitar. Caerás. Y da mucho miedo. Aunque...hay una ventaja en la caída libre. Que tus amigos pueden agarrarte.
Continuará...