Déjalo estar
En el instituto, en clase de literatura, tuvimos que leer 'Romeo y Julieta' para subir la nota. La señorita Kurenai nos hizo representar la obra. A Hinata Hyûga le tocó Romeo y a mi, cosas del destino, Julieta.
Los demás estaban celosos, pero yo tenía otra opinión. Le dije a la profesora Yûhi que Julieta era idiota. Se enamora del único al que no puede tener a su lado y después, culpa al destino de su propia decisión.
La señorita Kurenai me dijo que cuando el destino se cruza en tu camino, a veces no tienes alternativa.
Gracias al espejo retrovisor del coche, Gaara se da cuenta de que tiene un grano en el lado derecho de la frente. Por lo que revuelve la guantera y coge una tirita de Bob esponja para tapárselo.
A los catorce años ya tenía muy claro que el amor, como la vida, es fruto de las decisiones. Y el destino, no tiene nada que ver. A todos les parece tan romántico. Romeo y Julieta, el amor verdadero. Que pena. Si fue tan tonta como para enamorarse del enemigo, tomar veneno e irse a dormir a una cripta, se merecía lo que le pasó.
Sasori, salva la vida milagrosamente, dado que un hombre por casi cae sobre él mientras andaba por la calle. Un limpiador de cristales que cayó desde un quinto piso.
El pelirrojo menor y Sasuke se encargan de el. Gaara de una señora mayor con cálculos biliares. Iruka y Sakura de una mujer que quiere extirparse los ovarios por altas probabilidades de cáncer.
Mientras Gaara rellena unos informes, Sasori llega pletórico, como si la vida de hubiera dado una segunda oportunidad.
-Las cosas pasan por algún motivo-dijo el pelirrojo menor, sin poder estarse quieto.
-Oh, si, el marido de mi ex novio vino a trabajar en este hospital. ¿El motivo?, torturarme.
-Hablo enserio.
Sasuke llegó también. Todos alrededor de papeleo.
-¿Por qué llevas eso en la frente?-cuestionó a su mejor amigo.
-No quiero hablar de ello.
-¿Es una tirita infantil?-preguntó el otro pelirrojo divertido.
-Son las únicas que tenía en el coche.
-Di la verdad, las compraste por los muñequitos- el azabache se rió de su propio comentario.
-Tengo un grano en la frente y empieza a parecerse a cómo me siento ¿vale?, y sí, me gustan los dibujitos- aclaró.
-¡Es el día más afortunado de la historia!-expresó Sasori sentándose en el mostrador.
-Díselo al hombre que cayó de un quinto piso-dijo Sasuke antes de marcharse.
Gaara y Tsunade operan a la señora de los cálculos, pero descubren que tiene cáncer y le quedan seis meses de vida. Sasori se da cuenta de que el hombre que casi cae sobre el, en realidad se tiró y luego a la hora de la operación, el hombre fallece.
Quizá Romeo y Julieta estuvieran destinados a unirse, aunque solo durante un tiempo. Luego pasó su momento. Si lo hubieran sabido, tal vez luego todo habría ido bien.
Le dije a la señorita Kurenai, que cuando fuera mayor tomaría las riendas de mi destino. Que no dejaría a nadie arrastrarme al abismo. Me respondió que si algún día sentía la pasión, podría considerarme afortunado. Y que si la encontraba, no nos separaríamos nunca.
El día había llegado a su fin. Gaara se disponía a coger el ascensor, pero en cuanto las puertas se abrieron, Naruto estaba en su interior. Solo. Permanecía con los brazos cruzados apoyado en la pared del fondo. El pelirrojo entró y le dio la espalda.
-Te echo de menos-dijo Naruto al cerrarse las puertas, tras unos incómodos segundos de silencio.
El otro no respondía, ni se giraba a mirarle. Así que se le acercó por detrás. Estaba a escasos centímetros de la espalda del pelirrojo. Olió su pelo. Le costaba horrores no abalanzarse sobre el y y obligarle a sentir la misma desesperación que ardía en sus entrañas.
-No puedo-dijo Gaara, y salió de allí en cuanto las puertas del ascensor se abrieron de par en par.
Yo sigo creyendo que el amor es una cuestión de decisiones. Hay que dejar a un lado el veneno y la daga y buscar tu propio final feliz. Casi siempre. Pero a veces, a pesar de decidir lo mejor que puedes y de tus intenciones, el destino termina por ganar.
Continuará...