Corazones solitarios
Hace cuarenta años, los Beatles hicieron una pregunta muy sencilla al mundo. Querían saber de dónde procedía tanta gente sola. Mi última teoría es que una gran parte procede de los hospitales. Más concretamente, de la unidad de cirugía.
Sasori, Sakura, Sasuke, Gaara y Kiba, se encargan cada uno de una quintilliza. Todas en incubadoras.
Los cirujanos ignoramos nuestras necesidades para atender las de nuestros pacientes. Ignoramos a nuestros amigos y a nuestras familias para poder salvar a los amigos y a las familias de los demás. Al final lo único que nos queda somos nosotros mismos. Y nada en este mundo puede hacerte sentir más solo.
Salvo Sakura que tenía guardia, los demás fueron a descansar a casa por órdenes de Tsunade. Pero Sasori no podía dejar de dar vueltas en la cama. Así que por la mañana, en uno de los pasillos y con un café en la mano, abordó a Gaara, que también traía un café.
-Se me ha ocurrido, que tú y yo, podríamos ir al bar de Chôji para charlar a solas y...
-Bien, un sitio diferente-dijo el pelirrojo mayor sonriente.
-¿Tenéis comida decente?-preguntó Sasuke que llevaba una bolsa de patatas con sabor a queso en la mano.
-¡Haber desayunado!-el menor se había enfadado por la intromisión.
Entraron en el vestuario, y Sakura estaba echa un ovillo, tapada con su propia bata, durmiendo sentada y con la espalda apoyada en una taquilla.
-Te pareces a mi madre-dijo el azabache a Sasori- no sé si sería más feliz viviendo con un perro.
-Por si no lo sabías, paso de los tíos-dijo Gaara, por el comentario del perro.
-Que bien-dijo Sasori sarcástico-¿sabéis?, un perro no puede sustituir a un ser humano.
-Si Tsunade la pilla durmiendo se la come viva-dijo Gaara refiriéndose a la pelirrosa.
-¡Sakura!¡Sakura!-Sasuke empezó a empujarla con el pié.
-¡¿Qué coño pasa?!-preguntó ella molesta al despertar.
El azabache se rió-me gustas más cabreada, así pareces normal.
Hacen las rondas. Sasori se encarga de un hombre con melanomas múltiples al que recomiendan poner sanguijuelas en el cuerpo. Además todos siguen al tanto de las quintillizas y Tsunade ordena a Gaara estar al pendiente de la madre. Sasuke tiene que encargarse de una reclusa que se ha tragado cuatro hojas de afeitar.
Kiba rellenaba unos papeles. Estaba junto a una de las quintillizas que permanecía en la incubadora. Gaara llegó.
-¿Te estás escondiendo?
-Como nadie me habla, es preferible estar solo-dijo el castaño sin apartar los ojos de los papeles.
El otro cogió una silla y la puso al lado del chico. Se sentó.
-Yo si te hablo. Con frases monosilábicas, cargadas de desdén y desprecio.
-Según los otros, tienes que odiarme-seguía a lo suyo-no entienden por lo que estoy pasando.
-No te odio-dijo con seguridad-si mi madre no tuviera Alzheimer sería igual que tu.
-Oh ¿enserio?
-Enserio. Antes de que enfermara, así que...acabé la universidad, pero no paraba de salir, trasnochaba demasiado como para tener un trabajo normal. En las reuniones familiares a todos les daba vergüenza hablar de mi.
-¿Eso opinas de mi?-el castaño le miró por fin.
-¿Te encuentras bien?
-Casi mato a un tío ayer. Y ahora estoy intentando ayudarle.
-Muy bien-dijo Gaara cogiendo uno de los libros que tenía el otro en su regazo-¿y qué estás buscando?
-Cualquier cosa que pueda ayudarle en su estado-dijo Kiba algo conmovido por la nueva ayuda prestada.
La quintilliza de la que se encarga Sakura, fallece. Lo que supone un duro golpe para ella.
Hace cuatrocientos años, otro inglés muy conocido, dio su opinión sobre la soledad. John Donne. Él pensaba que nunca estábamos solos. Claro que...no puedo compararme a el.
El hombre no es una isla. Es un continente. Lo de la isla quería decir que todo el mundo necesita a otra persona para apoyarse. Para saber que no estamos solos.
La pelirrosa estaba cabizbaja en los vestuarios. Sasori, Sasuke y Gaara llegaron. El pelirrojo menor y el azabache se sentaron junto a ella, pero el otro se quedó de pie.
-Mi bebé murió-dijo Sakura mirando a la nada.
-Lo sabemos-se apresuró a decir Sasori, sabiendo que no era un buen tema para su amiga en ese momento.
-Se ha...muerto-continuó ella.
Gaara suspiró-tengo una idea-dijo y tendió la mano a la chica, que se la aceptó.
Cuando Sasori llegó a casa, se encontró una imagen bastante inesperada.
Sakura y Gaara jugaban con un perro blanco con manchas oscuras en ambas orejas y alrededor de la boca. Ambos se pasaban un juguete entre ellos y el perro no dejaba de intentar cogerlo.
Entonces, la chica lanzó el juguete a su amigo recién llegado, que en cuanto vio que el perro se lanzaba a por el, salió corriendo.
¿Y quién dice que ese alguien no pueda tener cuatro patas?. Alguien con quien jugar o con quien correr. O con quien simplemente...estar.
Continuará...