Solo el repiqueteo incesante de la torrencial lluvia que azotaba la ciudad esa noche podía acallar los gemidos que inundaban aquella habitación.
El cómo habían llegado allí, realmente no importaba; una salida a casual con tu compañero de cuerdas algo común en una banda, el transcurrir de las horas entre conversaciones poco profundas, y cuando menos lo esperaban ya se encontraban en el departamento de la primera guitarra.
En toda la noche no había habido insinuación alguna que justificaran las acciones que ahora ambos realizaban. Solo había sido un cruce de miradas y la atracción natural que en ellos había apareció, esa reacción química que les obligaba a desearse enfermamente y les impedía pensar de manera clara
Las manos viajando por el cuerpo contrario entre caricias y besos, la piel siendo explorada más allá de lo físicamente posible: el juego entre sus lenguas, el choque de sus cuerpos ante la necesidad de sentirse uno; toda esa combinación de factores sumergían al living en un ambiente por demás erótico.
Se separaron un poco solo para apreciar el deseo fundido en sus ojos; una sonrisa lasciva y no había más que decir, las acciones hablaban por si solas. Entre movimientos fuertes y apresurados se dirigieron a la habitación del castaño.
El cuerpo Teru siendo azotado levemente contra la pared, mientras el mayor besaba con desespero sus labios, colando su pierna entre las de la segunda guitarra, esas piernas que ahora eran cubiertas por un jeans azul marino, el mayor torció un poco el gesto al notar aquello y emprendió la tarea de deshacerse de el, cuando las manos del más bajo le detuvieron mientras sus labios soltaban una risilla picara.
Hizaki levantó su rostro un poco molesto sin entender la situación; no fue hasta encontrarse con la mirada de Teru que entendió todo: el juego había comenzado.
De pronto se vio contra la pared siendo embestido por sobre la ropa, la respiración se le cortó un poco al sentir la mano de la segunda guitarra colarse por sus pantalones y ropa interior sin ningún tipo de pudor, iniciando un vaivén por demás torturante; su respirar empezó a ser irregular, el calor invadió cada fibra de su cuerpo hasta concentrarse en su bajo vientre.
Teru lo notó y aceleró el ritmo de la masturbación, mientras su propia erección chocaba contra el trasero de Hizaki, era una angustiosa, delirante y placentera tortura.
Por su parte el ahora sometido sintió su cuerpo vibrar en un pre-orgasmo que prometia ser delicioso, su visión se nublo un poco y antes de poder descargar su excitación en la mano contraria todo movimiento se detuvo.
“No me jodas” pensó.
Torció su rostro hasta encontrar el del menor mas no tuvo tiempo de reprochar nada, pues sus labios se vieron sellados de una manera avasalladora.
Gimió dentro del beso cuando los movimientos fueron retomados esta vez salvajemente, el clímax recorrió por completo su espina dorsal y explotó dentro de sus pantalones, en una vano intento por recuperar un poco del aire perdido intentó separar sus labios pero solo consiguió un beso más demandante.
Aun sin recuperarse del orgasmo anterior se dejo guiar hasta su cama mientras se seguían besando, llamó su atención cómo aun estando a oscuras su compañero sabía perfectamente hacia dónde dirigirse, cuando salió de sus cavilaciones ya se encontraba tendido en su cama con el menor entre sus piernas arrancándole prácticamente la ropa, no pudo evitar un gesto de autosuficiencia ante el esto, su amante debía de sentirse bastante desbordante ese día para actuar de esa forma, sea cual fuera el caso decidió ignorarlo y acompañarlo en la tarea pues sabía que de no hacerlo seguro su ropa pagaría las consecuencia.
Pocos minutos después ambos están jadeantes, el ambiente había subido de tono a uno más carnal y ahora eran caricias impúdicas, atrevidas, indecentes y muy excitantes.
Sus pelvis chocaban con fuerza provocando que sus miembros se restregaran entre sí, Teru sujetaba a Hizaki de las caderas mientras este recorría su pecho y su espalda marcando húmedos besos que mañana seria un lio ocultar, ¿pero a quien le importaba el mañana, si se podía gozar de esta forma el ahora?
Ambos sabían que no podían más, sus cuerpos demandaban aquello que de solo imaginarlo incineraba sus mentes. La mano de la primera guitarra guió los dedos de su compañero hasta su boca, beso la palma para después pasar trazar un camino con su lengua hasta su dedo corazón una vez ahí lo metió a su boca seguido de los demás con excepción del pulgar, la succión que ejercía sobre ellos con su boca se le antojo al que ahora se posicionaba entre sus piernas perfecta para llevarla a otra parte de su anatomía, tan solo ver la forma en que la boca de Hizaki se cernía sobre ellos y la humedad de su cavidad le ponían duro hasta sentirse venir; los sacó apresuradamente ante tal pensamiento descolocando un poco al mayor.
Su cuerpo, su mente, su miembro todo el estaba a mil.
Beso sus labios con aprensión limpiando la saliva que provocó la repentina salida de sus dedos de la boca de su amante mientras sus dedos viajaban hasta su entrada, Hizaki solo abrió más las piernas preparándose para lo que venía, pronto unos dos húmedos dedos delinearon su entrada para después empujarse contra esta, poco a poco sus paredes iban abriendo paso a aquellos intrusos, hasta que estuvieron completamente adentro marcando un movimiento de tijeras, reprimió un gemido de incomodidad al sentir tres dígitos en su palpitante anatomía.
Teru rio por lo bajo mientras exploraba aquel lugar tan prohibido para muchos, tan deseado para él, tan estrecho y caliente que estaba usando todo su autocontrol para no tomarlo sin preparación alguna al ver el respingo que pegó quien debajo del yacía, supo que había encontrado el lugar especial de su compañero y dirigió ahí un movimiento de entra-sale con sus dedos.
Los gemidos roncos de la primera guitarra no se hicieron esperar, era una sensación tan estimulante esa combinación de dolor y placer le arrebataban cualquier atisbo de cordura. Los dedos de Teru pronto cesaron su función llevándose como reproche una mordida que rasgó levemente su labio.
—Je— emitió una pequeña risa.
Abandonó los labios del contrario delineando con su lengua el cuerpo de Hizaki hasta llegar a su erecto miembro lamiéndolo desde la punta hasta la base para después succionar levemente sus testículos.
—Ahmm—escapó de la boca del castaño.
Por su parte el peliplata siguió bajando hasta a los glúteos del castaño, los separo mientras los estrujaba con lujuria y dirigía su boca a la ya dilata entrada, metió su lengua lubricando aquel lugar tan extasiante.
Hizaki cada vez gemía más fuerte moviendo sus caderas para ser penetrado más profundamente por la boca de Teru, sintió otra vez los dedos de este entrar sin autorización a su boca, y supo que había llegado el momento, los lamio hasta que su saliva escurriera por ellos.
Teru se reincorporó llevando sus dedos a su húmedo pene para lubricarlo un poco más mientras observaba como Hizaki se relamía los labios abriendo más las piernas dejando su entrada expuesta a su amante.
Mordió levemente su labio ante tal visión y es que hombre más perfecto en el mundo para el no podrá existir, tan exquisito y a la vez tan varonil, sensual y frágil, sin duda el podría ser el mismísimo Lucifer, un hermoso ángel caído.
Su embelesamiento se vio truncado al sentirse caer de espaldas a la cama, despabiló un poco al darse cuenta que su ángel no podía esperar más ¿Qué no era el él ansioso? No tuvo tiempo de pensar más en esas cosas al ver como el mayor posaba sus piernas cada lado de su cadera.
Enarcó una ceja mientras sonreía altivo mas solo obtuvo por respuesta una pequeña risa traviesa.
Hizaki tomó el miembro tan necesitado del guitarrista y lo dirigió a su entrada, sabía que de hacerlo despacio le dolería demasiado, por lo que respirado profundamente bajo hasta contenerle adentro.
—Mnnhnm—ambos gimieron en el acto.
Tras unos minutos de espera para que se acostumbrara aquella sensible zona. Los embestidas no se hicieron esperar, el cuerpo del castaño subía y bajaba con salvajemente, enterrando ese trozo de carne caliente hasta lo mas hondo de sus entrañas, mientras el peliplata se sentía desfallecer de placer por la acogida que el ano del castaño le daba a su miembro.
La acción de rebote provocaba un empalamiento brutal que les cegaba y hacia ver puntos luminosos, Teru apretaba las caderas del castaño embistiendo con fuerza, como si en eso se le fuera la vida. La sensación era tan intensa que Hizaki no dudó en pasar sus manos con desespero por su cuerpo y por el ajeno, sentía sus muslos arder y las piernas dolerle pero no podía parar, realmente no podía.
La segunda guitarra notó el estado de su compañero y en un rápido movimiento lo dejo recargado de rodillas y manos sobre la cama, retomando los movimientos a tal grado que sentían la cama se vendría abajo en cualquier momento.
Un grito del castaño inundó la habitación, sus brazos cedieron obligándolo a enterrar su cara en la cama, el peliplata entendió y siguió embistiendo su próstata; se movían frenéticamente de forma paralela provocando una colisión en sus cuerpos, el choque de los testículos de Teru en los glúteos de Hizaki y sus respiraciones jadeantes eran los únicos sonidos que se perdían en esa noche lluviosa.
Aquella danza incesante continuó por muchos minutos más, hasta que ambos cuerpos llegaron al clímax, un orgasmo tan devastador que fulminó sus fuerzas, manchando con su energía la cama que amenazaba con derrumbarse.
Se dejaron caer respirando apenas intentando asimilar las sensaciones vividas recientemente, sus miradas se encontraron y se acercaron hasta juntar sus labios en un beso apasionado que finalizó en un simple roce.
Eran hombres, más allá de los trajes que portaran o su compostura frente a las cámaras hombres que tenían en claro su sexualidad y aun cuando no fueran una pareja formal tenían en claro con quien querían estar; y esa noche después de comenzar otra vez con besos y caricias se volverían a mar.
Eran uno, tan unidos como cuando sus guitarras se unían en un dúo solo que esta vez sus acordes vibraban en las cuerdas de su corazón.