Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Todo Cambió por SHINee Doll

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Este pequeño shot es un regalo para mi nena: Angie. Porque siempre está conmigo, robándome sonrisas, brindándome su apoyo, recordándome que soy importante para ella. Bebé, realmente espero disfrutes este pequeño momento de inspiración que he tenido y que disculpes el montón de azúcar en las palabras. Te amo ♥

Todo Cambió

— ஐ —


Te miré por un largo rato, preguntándome quién eras y qué hacías. Estaba oscureciendo y el ambiente se tornaba fresco. Temblaste levemente cuando el viento soplo en la dirección que te encontrabas, alborotando tus cabellos dorados y dando de lleno en tu rostro hermoso. Deseé acercarme y ofrecerte mi chaqueta, pero tenía miedo de lo que pudieras pensar de este desconocido que se había atrevido a posar sus ojos en ti. Dudé por minutos que me parecieron eternos, observando la sonrisa triste que comenzaba a adueñarse de tus labios y esos ojos pequeños y curiosos que amenazaban con perder su brillo. Armándome de valor salí de mi escondite y crucé la calle, deteniéndome frente a ti.


Recuerdo perfectamente tu mirada sorprendida y tus labios temblando cuando me viste así de cerca. Cualquier persona hubiese dicho algo, hubiera pegado un chillido, se habría apartado; pero tú no lo hiciste, porque no eres como todos. Permaneciste de pie ante mí, mirándome con una confusión más que evidente, con las preguntas queriendo abandonar tus labios; pero no te di tiempo de protestar, porque cuando reparaste realmente en lo que trataba de hacer, tu cuerpo ya había sido cubierto por aquel pequeño abrigo rojo y blanco: mi chaqueta del equipo de baloncesto.

- Regrésamela algún día.

Y sin más me había apartado, dejándote con la palabra en la boca, aferrado con fuerza a aquella prenda sencilla que contrastaba totalmente con tu cara ropa de marca. Sonreí a lo lejos, viendo como te colocabas por completo la chaqueta y te abrazabas a ti mismo con cierto aire infantil en tus facciones. Dime, ¿qué pensaste en ese momento? ¿Pudiste sentir la calidez de mi corazón? ¿Dime, pequeño, te sentiste aunque sea un momento conectado conmigo?

Los siguientes días fueron una tortura. Me reprochaba a cada minuto el haberme ido sin decir alguna cosa más, sin preguntar siquiera tu nombre. Era un completo idiota, lo sabía mejor que nadie, pero mi mejor amigo parecía poco dispuesto a dejarme olvidar ese incómodo momento que pasé frente a ti, avergonzándome sin habérmelo propuesto realmente. Solté un largo suspiro, golpeando su hombro mientras me cambiaba de ropa en los vestidores.

- Quién pensaría que el gran Choi Minho se enamoraría de un completo extraño.

Ahí estaba de nuevo su pregunta irónica, como venía repitiendo cada tarde desde hacía exactamente seis días. Sonreí apenas, tomando mi bolso deportivo y pasando a su lado tratando de ignorar su molesta risa. Había conocido a Kim Jonghyun cuando tenía diez años y éramos los mejores amigos, pero en ocasiones como aquellas realmente deseaba jamás haberlo hecho.

- ¡Eh! No te enfades. Sabes que sólo estoy bromeando.

Me alcanzó rápidamente, palmeando mi hombro con más fuerza de la necesaria. Me permití mirarlo de esa forma que alejaba a muchos, pero su sonrisa se ensanchó y no me quedó más remedio que seguir soportando sus cuestionamientos sin sentido.


- Vamos, Minho. ¡Dime cómo es!

¿Cómo eres? Sabes, extraño, es realmente complicado tratar de describirte con palabras. ¿Qué debía decirle a Jonghyun? Quizá… No, eso está lejos de ser suficiente. ¿Debía decirle que tienes los ojos más curiosos que he visto? ¿Debía contarle que tus labios delgados, en forma de corazón, formaban las sonrisas más hermosas del mundo? ¿Debía decirle que tus pómulos altos se tornaban rojizos cuando la temperatura comenzaba a descender y que tu nariz pequeña trataba de hacer lo mismo? ¿Debía contarle sobre tu cabello dorado cubriendo con gracia tus ojos, meciéndose con el aire, perdiéndose entre tus dedos cuando tratabas de devolverlo a su lugar?

- Es… perfecto.

Sabía que aquello jamás sería respuesta suficiente para él, pero no había mejor palabra para describirte. Lo escuché bufar y me reí, sabiendo el montón de reproches que me haría, pero el sólo pensar en ti me había devuelto el humor y nada podría arrebatármelo ahora. Caminamos en completo silencio, como pocas veces, perdidos completamente en nuestros pensamientos. No estaba seguro de lo que pasaba por la cabecita castaña de mi compañero, pero todo mi ser estaba enfocado en el agraciado chico fuera del cine. Acaso, ¿había estado esperando a alguien? ¿Tendría una cita? ¿Fue plantado? Negué, nadie podía olvidarse un compromiso con alguien así. Quizá esperaba a su novia…


Jonghyun se despidió primero, entrando a una de las tantas casas de aquella avenida, siendo recibido por su hermana. Yo aún debía caminar un par de cuadras más, doblar en una esquina y avanzar seis manzanas para llegar al complejo departamental donde había comenzado a vivir dos años atrás. Saludé al portero con una sonrisa, tomando el elevador y llegando a mi piso en un instante. Cuando estaba por introducir la llave, alguien posó dos manos en mi cintura y me asustó. Lee Taemin, mi vecino, reía divertido por mi reacción.

- ¡Eh, Minho! Alguien te ha dejado un paquete.


Me había extendido una bolsa de tamaño mediano y había desaparecido tal como llegó. Cerré la puerta tras de mí, encendiendo la luz del pasillo y lanzando mi bolso al piso. Pasé por la cocina por algo de tomar antes de dirigirme a la sala y dejar el paquete en la mesa de centro. Bebí un largo trago de mi refresco, cuestionándome qué sorpresa me llevaría y quién era responsable del envío. Metí la mano con cuidado. ¿Qué era esto? Tomé el sobre blanco y saqué la tarjeta, abriendo exageradamente los ojos ante el simple mensaje:

“Gracias por la chaqueta, Minho”

Dentro de la bolsa se encontraba aquella prenda que coloqué sobre los hombros delgados, completamente limpia y oliendo a lavanda. ¿Cómo es que sabía mi nombre? Al revisar uno de los bolsillos lo descubrí. ¡Pero que tonto! Me había dejado una copia de la identificación en la chaqueta y por ello el muchacho rubio conocía mi nombre y dirección. Terminé tumbado en el sofá con la chaqueta cubriéndome el rostro. Me sentía un completo estúpido.


Ese fin de semana regresé al lugar donde le vi la primera vez y, para mi sorpresa, lo encontré sentado en una de las tantas bancas del parque frente al cine. Miraba distraído el cielo, con sus pequeños ojos contemplando las numerosas estrellas y sus labios curvados en una sonrisa. Me acerqué en completo silencio y ocupé el lugar a su lado. Por varios minutos ninguno de los dos dijo nada, si quiera dirigió su atención a mi persona y realmente llegué a pensar que no había reparado en mi presencia. Estaba por decir alguna tontería cuando me permitió escuchar su voz, la cual distaba de ser como la imaginé. Era… maravillosa.

- Sabía que vendrías.

Sus ojos se posaron en los míos y mi corazón dio un vuelco. Asentí avergonzado, escuchándolo hablar de todo y nada a la vez. En ningún momento me dijo su nombre y tampoco lo pregunté, nunca utilizó el mío tampoco. Sólo éramos dos extraños compartiendo un mismo espacio, aunque yo lo sintiese completamente diferente. Movía sus labios torpemente, soltando palabra tras palabra, atontándome con sus historias. Reía de vez en cuando, cubriendo su boca, sonrojándose; y yo le seguía la corriente, narrando un sinfín de anécdotas de mi infancia y principios de adolescencia. Y entonces me di cuenta de lo parecidos que llegábamos a ser, aunque las diferencias fuesen aún más marcadas.

- Hola, extraño.

Era el octavo día consecutivo que nos reuníamos en el parque. Él me sonrió hermosamente, cambiando su postura para mirarme de frente. En ese pequeño lapso de una semana había aprendido innumerables cosas del muchacho rubio de mirada gatuna, sabía perfectamente lo que le gustaba y lo que no, cuáles eran sus sueños, recodaba perfectamente cada una de sus ilusiones. Teníamos la misma edad, aunque él me llevaba ventaja por un par de meses. Estudiábamos en escuelas diferentes, principalmente porque nuestras posibilidades no eran las mismas.

- Ha sido maravilloso conocerte, Minho.

Pronunció antes de marcharse por la noche, mordiéndose el labio traviesamente. Le miré sin entender, porque jamás había usado mi nombre, porque siempre se despedía con un “hasta pronto” que sonaba adorable en su boca perfecta, que me llenaba de ánimo y me mantenía ansioso hasta la silenciosa hora acordada. Pareció dudar, pero se acercó lentamente y se detuvo ante mí, forzando una sonrisa que me confundió.


Pasó sus brazos por mi cintura y descansó su frente en mi pecho. Era el primer contacto de aquel tipo que teníamos y lo sentía a despedida. Lo abracé con fuerza, con mi corazón latiendo violento y mis ojos comenzando a nublarse. ¿Por qué me sentía de esa forma? Permanecimos abrazados algunos minutos, sin decir nada; y fue él quien se apartó primero, buscando mis ojos. Sequé sus lágrimas, conteniendo las mías. ¿Qué estaba ocurriendo?


- Promete que no me olvidarás.

- Lo prometo.

¿Cómo podría olvidarlo? Le vi sonreír, pero nuevamente estaba forzando aquel gesto. Tenía muchas dudas, no era capaz de entender mis propios sentimientos. ¿Por qué se despedía? ¿Qué sería de mí ahora que no estuviera? Cerré los ojos y suspiré, ¿por qué debía ser tan difícil?

- Quizá deba asegurarme de que no lo hagas.

Tomó mi rostro con ambas manos y unió nuestros labios con gentileza. Había permanecido estático, sorprendido, pero pronto comencé a mover mis labios contra los suyos. Últimamente me preguntaba cómo sería el besarle… Tenía la idea de que sus labios eran suaves y sabían a fresa, quizá por el brillo que se colocaba de vez en cuando, y no estaba equivocado. Movía su boca lento sobre la mía, liberando mi rostro para abrazarse de mi cuello, y una nueva lágrima pasó de su piel a la mía. Lo abracé por la cintura, atrayéndolo aún más hacia mí, temiendo perderlo ahora que finalmente lo sentía mío.

- Me voy ahora.

Sonrió una vez más y sentí una punzada de dolor en el pecho. ¿Qué podía hacer para detenerle? ¿Qué debía decir para que siguiera conmigo? Se acercó nuevamente y depositó un último beso en mis labios, acariciando mi mejilla con sus dedos delgados. Realmente era un adiós.

- Tu nombre.

Exigí cuando comenzó a alejarse. Se detuvo un par de pasos después y sin mirarme cumplió mi única petición en todo ese tiempo de conocernos. Kim Kibum. Siguió avanzando, perdiéndose en algún punto lejano, desapareciendo en la oscuridad que ahora me envolvía, porque estaba seguro que se había llevado toda mi luz. Permanecí en el parque algunas horas más, poco importándome que se hiciera tarde.


Me sentía terriblemente vacío.

 

 

 

“Todo cambió cuando te vi. Apenas cruzaste la calle mis ojos se posaron en ti y tuve miedo de ser muy obvio, de dejarte ver que te habías robado totalmente mi atención. Aunque, ¿cómo no hacerlo? Eras más alto que yo, con unos enormes y expresivos ojos marrones, con labios llenos sonriendo solo para mí, con tu cabello rebelde meciéndose con el aire fresco que me hacía tiritar. Y fue tan fácil quererte tanto, porque eras diferente de cualquiera que hubiese conocido alguna vez, podía sentirlo con solo verte. Todo tembló dentro de mí. Sentí tus brazos rodearme y por un momento cerré los ojos sin saber que decir y entonces reparé en tu intención desde el comienzo: colocar tu chaqueta en mis hombros. Te miré asombrado, emocionado por un gesto tan dulce de tu parte, principalmente porque éramos dos desconocidos. Te marchaste sin darme oportunidad de nada, sin saber quién eras o a dónde ibas. Asentí ante tu petición, pero no me viste; y duré algunos minutos abrazado de aquella prenda, sintiéndome un completo tonto. Terminé pasando mis brazos dentro de las mangas y metí las manos en los bolsillos, encontrando una hoja doblada que me dio toda la información que necesitaba de ti, Choi Minho.

Regresé al lugar donde mi cita me dejó plantado aquella vez con la única esperanza de verte, aunque algo me decía que estaba confiando demasiado. Cuando te sentaste a mi lado no pude ser más feliz. El universo escribió que fueras para mí. ¡Es el destino!, repetía en mi mente mientras contemplaba la noche, mientras estabas a mi lado sin decir nada. Y entonces rompí el silencio y te hablé de todo lo que pude, envolviéndote en mi pequeño mundo de aventuras y raros sueños, tratando de hacerte formar parte de él aunque fuese sólo por medio de palabras. Y fue tan fácil quererte tanto, porque me escuchabas atento y con una sonrisa en los labios, porque comenzaste a contarme cientos de cosas de ti, porque ahora ya no éramos dos completos extraños.

Y los días fueron pasando y con ellos mis sentimientos cambiaron. Nunca creí en el amor a primera vista… hasta que te conocí a ti. Volver cada noche al pequeño parque se convirtió en mi mayor anhelo, tal vez porque mi corazón sabía que te encontraría esperando por mí en la banca de siempre. Sabía que hablaríamos horas y horas sobre cualquier cosa y finalmente me despediría con una frase trillada. Y la espera comenzaría de nuevo.

Pero todo cambió la última semana. Porque algo que no imaginaba fue perderme en tu amor, simplemente pasó y todo tuyo ya soy. Eres el único que ocupa mi pensamiento ahora, el que se cuela cada noche en mis sueños y me roba sonrisas tontas durante el día. Mis compañeros se han dado cuenta que estoy de mejor humor, mi mejor amigo no deja de preguntarme quién está causando que deje de ser un chiquillo antisocial y amargado. Es por eso que, antes que pase más tiempo contigo, amor, tengo que decir que eres el amor de mi vida. Quizá suene precipitado, tal vez te parezca tonto, pero estoy seguro de lo que siento. Antes que te ame más, escucha por favor, déjame decir que todo te di. Eres quien me conoce mejor, el que ha visto todas mis facetas y ha descubierto lo que nunca he contado a nadie. Y no hay cómo explicar, pero menos dudar, simplemente así lo sentí cuando te vi.

Conocerte me cambió totalmente. Me sorprendió todo de ti, de blanco y negro al color me convertí. Estar contigo se volvió mi única razón para vivir, ¿sabes? Necesitaba verte, escuchar tu voz, sentir tu mirada en mí, contemplar tus ojos y provocar esas sonrisas encantadoras. Porque lo cierto es que me he enamorado de ti. Sé que no es fácil decir te amo, yo tampoco lo esperaba. Pero así es el amor, simplemente pasó y todo tuyo ya soy. Y esa es la verdad, Minho, te amo.

No tienes idea de lo que diera por decírtelo a la cara, por no tener que escribirlo sobre una fría hoja de papel y dejar mis sentimientos en un sobre sin color; pero no puedo. Sería mucho más complicado renunciar a ti, decirte adiós, si confieso lo que guardo en mi corazón. Entiéndeme, por favor…


Minho, te amo.”

 

 

 

Doblé la hoja y la devolví al sobre. Aún podía recordar mi impresión al encontrar aquella carta pegada en mi puerta. Era de madrugada cuando había regresado al departamento con los ojos hinchados de tanto llorar y el corazón doliendo. Kibum se había marchado y fui incapaz de hablar, de pedirle que permaneciera a mi lado, de explicarle el montón de sentimientos que me confundían y que eran culpa suya y de su personalidad atractiva. Sus palabras me habían robado el aliento, provocando que nuevas lágrimas se deslizaran por mis mejillas y me ahogara en desesperación mientras gritaba a una habitación vacía que también le amaba, que mi vida era maravillosa desde que le había conocido, que no me imaginaba sin él a mi lado. Pero era tarde ya…


Han sido dos años desde aquello. Me pregunto si aún me recuerda, si de vez en cuando piensa en mí o si sus sentimientos han cambiado. Yo le sigo amando como un tonto, anhelando el momento donde el destino decida ponerlo en mi camino una vez más, porque sé que tiene pensado hacerlo y cuando eso ocurra no desperdiciaré la oportunidad de pasar el resto de mi vida a su lado. Estoy dispuesto a arriesgarlo todo para ser feliz con él.

Mis pasos me guían hacia aquella banca del parque que fue testigo del amor naciente de dos adolescentes idiotas. Tomo asiento en el lado de siempre, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos. De vez en cuando lo hago, esperando que él regrese y se siente a mi lado, que me cuente cómo ha cambiado su vida, si ha realizado alguno de esos sueños. Suspiro, sintiendo mi corazón pender de un hilo. ¿Por qué será?

Alguien acaricia mi mejilla, pero no abro los ojos, porque soy capaz de reconocer ese toque delicado, esa piel suave, esa fragancia en el aire. No necesito mirarlo para saber que sonríe hermosamente, que sus ojos brillan como en aquellos tiempos, que su cabello rebelde se revuelve con el viento que corre ahora.

- Te extrañé.

Pronuncio por fin, sujetando su mano con la mía y enderezando mi postura. Nuestros ojos se cruzan y él vuelve a sonreír, sentándose a mi lado, entrelazando nuestros dedos. Hay muchas cosas que quiero saber, muchas que quiero oír y otras tantas que deseo decir, pero simplemente soy incapaz de hablar cuando me mira de esa forma.

- También yo a ti, Minho.

Sigue siendo tan hermoso como recuerdo y su tono sigue siendo igual de dulce. Ha cumplido los diecinueve ya, aunque no ha cambiado ni un poco en estos dos años. Acarició su rostro con la punta de mis dedos, su nariz con la mía… Y finalmente junto nuestros labios en un beso tierno, como el primero que compartimos tanto tiempo atrás. Lo siento sonreír, abrazarse a mí y es en ese momento que me prometo no dejarlo nunca, porque estoy demasiado enamorado como para perderlo una segunda vez.

- Te amo, Kibum.

Sus ojos brillan emocionados cuando escucha mis palabras, quizá porque las ha esperado por mucho tiempo, tal vez porque siempre supo de mis sentimientos. Se acomoda más cerca de mí y deja su cabeza descansar en mi pecho, la sonrisa instalada en sus labios bonitos. Y me siento completo de nuevo porque está a mi lado.

- Te amo, Minho.

Rodeo su hombro con mi brazo y lo apego un poco más a mí, preguntándome si puede escuchar lo rápido que late mi corazón cuando está cerca. Acarició sus cabellos dorados, contemplando el cielo nocturno, preguntándome que nos depara el futuro. ¿Qué sorpresas ha preparado el destino para nosotros? No lo sé realmente, pero mientras estemos juntos sé que nada podrá ir mal. Porque desde el momento que vi a Kibum por vez primera, todo cambió.

Notas finales:

¡Yay! Esta fue mi primera vez intentando narrar una historia de esta forma. Generalmente trabajo con una narración más neutra, pero ahora me ha resultado más sencillo así. No sé qué les ha parecido, pero siento que está -de dicerta forma- lindo. Besos :3


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).