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Te Amo por Vampire White Du Schiffer

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Notas del fanfic:

Desligue: Los personajes de KHR pertenecen a Akira Amano. Esto es pura guarrada de fan. Si alguien siente amor-simpatía por Irie, será mejor que salga inmediatamente de este fanfic.

  

+ : : Te Amo : : +

Pareja central: 10051.

+ : : : : +

Puso al tipo de lentes con la cabeza colgando al borde de la mesa. Cubrió ésa grotesca cara con un pañuelo de blanco color, y empezó a divertirse. Echó agua sin control, desbordándose de la jarra, todo cayendo hacia la nariz, el sujeto se retorcía pero ya estaba cansado de tanto luchar, sabía que por más que gritara por más que rogara por piedad, él no se detendría. No era tarea fácil, le dijo sobre la tela que cumplía con su papel de «filtro», se necesitaba nervios de acero para ello.

Y él puso música, o por lo menos eso parecía. Porque al fondo de la habitación se escuchaban risas y tal vez pesadas pulsaciones sobre un órgano.

−Es triste, ¿no, Sho-chan?

+ : : : : +

Amaba a ése hombre desde la primera vez en que lo vio. Y al frecuentarlo, entre clase y clase del instituto, se dio cuenta de que no estaba equivocado. Había encontrado a la persona ideal, la que sus sueños más locos cumplía en la realidad.

Byakuran se propuso a Irie una tarde en la que llovía, en la que se habían refugiado en una parada de autobús. Y allí ocurrió la primera desgracia.

−Lo siento, Byakuran-san, pero yo… salgo con alguien más.

En ese momento Byakuran Gesso se portó sabio y respondió como todo un caballero.

−No te disculpes, Sho-chan, seguiremos siendo muy buenos amigos, ¿no?

Quedando supuestamente de acuerdo, Byakuran se convirtió en el confidente inmediato de Irie. Siendo su pañuelo de lágrimas de vez en vez. Visir cuando se le pedían consejos. Aun así, sólo podía sonreír, pues si Irie era feliz, él también.  

+ : : : : +

Byakuran vivía en un complejo de departamentos dependientes de un edificio a otro. Tenía una ventana con alfeizar y allí solía sentarse para pasar el rato, leyendo libros o dibujando el rostro de…

Cuando terminó el décimo octavo dibujo, se puso de pie, arrancó la hoja del bloc y fue a su habitación. Con pegamento y esmero colocó la nueva ilustración con las demás. Las cuatro paredes ya estaban abarrotadas de imágenes. Todas de Irie. Byakuran se sabía cada línea del rostro y con la imaginación se imaginaba el resto desnudo. Para Byakuran, Irie sobrepasaba el nivel de perfección, alguien tan tierno que bien vale la pena morir por él para que el mundo pueda conservar algo de bueno.

Pasó un par de años. Y Sho-chan ya había recibido la primera de muchas decepciones. La vida le estaba jugando o pagando mal, muy mal, nunca había hecho daño a alguien, entonces, se preguntó, ¿por qué no era completamente feliz? Porque… desde su primera pareja no encontraba a alguien igual; su novia tenía por apellido Cervello y él dio todo lo habido y por haber para tenerla contenta, pero un día se marchó sin decir mucho, sólo una carta con letras en una fina tinta roja.

Desde allí lloró y sufrió mucho, Byakuran lo consolaba. Lo instaba a seguir vivo, a vivir con él.

−Gracias, pero estaré bien, no debes preocuparte –con ello concluía la sesión de reanimación.

Cuando conoció al joven Spanner, creyó que esta vez las cosas irían bien. Pero oh sorpresa, también le perdió el rastro, ¿cómo? No lo entendió con certeza. En esta ocasión no hubo carta que le confirmara o negara sus pensamientos. ¿Acaso Spanner se había aburrido de él?

De nuevo se desahogaba en brazos de Byakuran Gesso.

La tercera y es la vencida, pensó como muchos otros al intentar algo por tercera ocasión en un muy llamado optimismo. Estaba decidido a no cometer el mismo error, aunque si se hubiera puesto a analizarlo, se habría dado cuenta de que…

Ocurrió lo mismo. Sin despedidas. Y cuando fue a buscar a su mejor amigo le dijo con claridad.

−No volveré a enamorarme –apretó los labios al término y no derramó lágrima alguna.

−Eso está muy bien, Sho-chan –lo abrazó y besó en la frente –. Ahora puedes mirarme solamente a mí –dijo sosteniendo con mano firme el rostro del pelirrojo.

−No, Byakuran-san, ya he abusado de tu amistad mucho tiempo, me iré del país, hay una excelente oferta de trabajo en –pero Byakuran no escuchó el discurso completo, cada palabra le sonaba más y más lejana.

−Como desees, Sho-chan –se encogió de hombros –. Pero antes de eso, quiero que vengas conmigo –con gentileza le agarró de la mano muy a pesar de que le sentía quemarle.

Irie se dio cuenta de que algo era extraño.

−Qué extraño, Byakuran-san, nunca me habías invitado a tu «habitación secreta» –así la llamaban desde que Gesso prohibió tajantemente la entrada.

−Es que hoy es un día muy especial –y abrió la puerta, lentamente; a Irie le pareció muy oscuro, más seguido por la mano de Byakuran no debía temer nada. El olor era tan penetrante y nauseabundo que se mareó al instante, retrocedió un paso pero el escape le fue impedido –. No debes temer, Sho-chan, aquí no hay nada que pueda hacerte daño –prometió y avanzó con Irie a cuestas.

−Pe-Pero… el olor –se cubría la nariz con la mano, apretando los ojos pues empezaban a lloriquear.

−Sólo quiero mostrarte algo –dijo Byakuran, apretando la muñeca de Irie.

Cuando, ya acostumbrada y algo forzada la vista se dio cuenta de lo que les rodeaba, sí se sorprendió. Bastante. En las paredes había cientos, tal vez miles, de dibujos donde él era el tema central. Cada posible gesto que podía emitir estaba plasmado en papel.

−Esto es… -iba a decir algo como «impresionante», pero la palabra se le atoró en la garganta, porque a un lado de lo que seguramente era la cama de Byakuran había una silueta muy negra –¿Qué es? –inquirió con algo de temor.

−Un maniquí –respondió con facilidad –. También el que está a tu izquierda –cuando lo dijo, Irie pegó un grito que fue apagado por la otra mano de Byakuran –. Silencio, ellos no te harán nada –rió un poco, de allí abrazó a Irie con fuerza, aspirando su olor –. Ah, Sho-chan, ellos no te merecían. Definitivamente.

−¿De qué hablas? –todavía el olor le destrozaba el sentido –. Byakuran-san, mejor salgamos.

−¿Adónde? –preguntó con sarcasmo –. No hay mejor lugar para ti que este, aquí estamos todos los que te amamos.

−Esos… esos no… -cuando reunió algo del poco valor que por sí ostentaba, se acercó al maniquí que estaba a su derecha.

Permaneció cual piedra cuando su cerebro unió facciones del maniquí con las que una persona, que él conocía, tenía. Eran cabellos largos, lacios… y tal vez rosas.

−Cervello-kun fue la primera, ya sabes –se encogió de hombros –, pero cuando le dije que debía hacerte feliz me ignoró y nadie puede ignorarme, Sho-chan, excepto tú –vio cómo Irie se hincaba ante el cuerpo de la chica.

Sí, eso era. Por esa razón el nauseabundo olor. El putrefacto olor.

+ : : : : +

«Deseaba a Sho-chan. Siempre lo había deseado. Desde el primer momento en que me saludó, en el momento en que aceptó ser mi amigo. Incluso en el momento en que me rechazó. Y poco me importó intervenir en cada enamoramiento de mi Sho-chan.

«Mi vida gira entorno a él. Cada segundo lo uso para pensarlo. Para imaginarme las palabras que tanto he deseado escuchar.

«Pero es muy lamentable. Sí. Muy penoso. Justo hoy que escucho a Sho-chan no despierta algo en mí. Llevaba mucho tiempo esperándolo, a que se diera cuenta de que lo único fiel que tiene en la vida soy yo. Pero hoy…

−¡Espera, Byakuran-san, puedo amarte! ¡Podríamos salir, estar juntos, yo… yo podría besarte!

−No, Sho-chan, yo ya no necesito un amor como ése. Lo que tengo preparado para ti es todo un ritual, una ceremonia santa.

«Lo amordacé y después dejé de escuchar sus supuestas palabras de amor. Ahora todo era gemidos de terror y dolor.

«Con el ácido del que me hice, dibujé hermosas cosas en el cuerpo desnudo de Sho-chan, y él se retorcía de felicidad. Incluso su bella cara, la que más había amado hasta hoy, está cambiando. Sus labios dejaron de ser dos, ahora es una línea muy grotesca y amorfa. Por suerte sus gritos son menguados por el artilugio. Me inclino para verle a los ojos, es presa del pánico. Pobre Sho-chan. Le dije que no debía temer. Cervello, Spanner y el otro cuerpo nos miran y permanecen en silencio, si no me detienen quiere decir que están muy contentos de tener a Sho-chan así.

«Sí, seguramente. Porque ellos aman a Sho-chan menos que yo. También deben estar vibrando de la emoción que les causa ver cuando son mutilados cada uno de los dedos de Sho-chan. Sus cadáveres añadieron el público que necesitábamos. Después de todo, al fin estoy consumando mi máximo acto de amor con mi persona especial. Soné tan cliché.

«Me ruega con los ojos, pide que me detenga, y recordé su divino par de lentes, no me pude resistir. La sangre y sus dedos son hermosos recuerdos, más los de las manos, pero… ¿Sus ojos? ¡Esos hermosos y viperinos ojos que siempre me han encantado! No tuve más remedio, rompí el grueso cristal de sus lentes y con mucho cuidado, para no llamarle pericia, se los fui sacando poco a poco. Empero, en el estado de sopor tan lleno de éxtasis en que me encontraba no presté atención entre las acciones. Terminé por destrozarlos dentro de las cuencas. Sentí lástima, hubieran quedado perfectos en…

«Oh no, Sho-chan se desmayó.

«Cuando logro despertarlo, ya no me ruegan más sus ojos que me detenga. Qué alivio, ya no me sentiré retraído. Y ya no llora. ¡Eso es una verdadera alegría para mí! yo que tantos años había estado secando sus lágrimas me veré libre de esa faena, ahora no llorará más. Nunca más.

«¿Ya mencioné los maravillosos resultados que se obtienen con ácido?  Pues lo reitero. Ahora, puedo asegurarme que cada parte de Sho-chan se derrite por mí. ¿Qué haré con él? Ah, no sé, podría ser que lo mejor sea guardarlo. No en mi corazón, eso ya lo hice mucho tiempo. Además la metáfora se me antoja esquiva. Lo mejor será cortarlo y ponerlo en cajas. En la ventana, que está cubierta por oscuros dibujos de Sho-chan, escuché el maullido de un gato.

«Claro, había olvidado que es la hora en que mi pequeño minino, que en realidad es mascota de algún vecino, viene a exigir mimos y alimento.

−Pero, no puedo compartir a Sho-chan contigo, minino –le digo desde mi lugar y él me responde con un quejido mayor, y empieza a rasguñar el vidrio.

«Al poco rato en que estoy rebanando la carne de mi Sho-chan, un grupo de gatos, que seguramente son más de diez, cantan debajo de mi ventana. Es como si supieran que necesito ayuda y yo supiera que ellos se mueren de hambre.

«Cielos. No tengo más remedio. Voy a la cocina y abro la ventana dedicada al minino que ni perezoso ni tonto dirige al grupo de sus homólogos. Y yo tan servicial y educado, sirvo la cena.

«Y es hasta éste instante en el que me doy cuenta de lo hambriento que estoy. Tomo la cabeza de Sho-chan y la sostengo en mi regazo mientras me doy un banquete bebiendo leche. Aprecio tremendamente al minino y a sus amigos ¡Limpiaron todo!

«Fue absolutamente perfecto. ¿No es así, Sho-chan? Nos divertimos mucho, incluso alimentamos a las mascotas.

«Ahora, tú que has llegado hasta éste punto de la historia, ¿qué me dices? ¿Psicópata? ¿Enfermo? No. No soy algo así. Sólo soy un pobre poeta que realizó su obra máxima en la persona que nunca habría de corresponder. Debo dejarles, porque en seguida se darán cuenta de que los gatos siguen haciendo demasiado ruido en mi departamento…

 

«Y el impávido cuervo osado aún sigue, sigue posado,

En el pálido busto de Palas que hay encima del portal;

Y su mirada aguileña es la de un demonio que sueña,

Cuya sombra el candil en el suelo proyecta fantasmal;

Y mi alma, de esa sombra que allí flota fantasmal,

No se alzará... ¡nunca más!»

Notas finales:

Fin (?.


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