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Destino .... por que no todo esta decidido. por lUZzz UzUMaKI

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Notas del fanfic:

wiiiiiiiiiiiiiiiiii un nuevo fic, se supone que este sera un poco mas serio, pero no prometo nada, y solo estara dedicado a Naruto, lo juro, (inner: aja, de aquí a que lo cumplas) pero bueno, esta histario se me ocurrio en un momento dde delirio.

Notas del capitulo:

wl primer cap, solo les digo, no se me desesperan lo bueno empieza hasta despues, por lo mientras es solo una viñeta de la vida en la aldea ok

¿Quién pensaría que tantas cosas podían suceder por una simple sonrisa?, la verdad yo no, nunca me lo espere, si bien yo siempre vele por él, viendo que nada le pasara, pero bueno, que mas podía hacer, el era mi protegido y tenia que cuidarlo como cuido a mi vida y lo hice, bueno, aun lo sigo haciendo, si si se que se preguntaran por qué digo eso, pero eso no importa, lo que importa es que yo me encargare de encontrar a la persona que el mas querrá y la cual lo querrá más que ninguna otra.

Mi nombre es Luz no tengo apellido ni nada que me distinga como a ustedes, aunque durante el tiempo que estuve con mi querido niño me llamaban Uzumaki, Luz Uzumaki, el mismo apellido que el de él. Era una persona casi como cualquier otra, solo una cosa me diferenciaba de ustedes de las personas normales, yo era una sacerdotisa, dedicada en cuerpo y alma al gran ser (aunque no tanto, porque sino no podría cuidar a mi niño), que esperaban, no me hubieran permitido bajar de otra forma , dejando eso de lado, mi aspecto no se salía de lo normal, mi cabello era castaño, ni muy claro ni muy fuerte, lacio y no muy largo, lo tenía hasta debajo de las orejas y extrañamente había dos mechones  más largos, que caían hasta mis hombros, tenía el cuello algo largo y la piel clara, casi del color de la miel, los ojos cafés, aunque no demasiado fuertes, era así como un color madera, la complexión no muy delicada ni tampoco muy fuerte, en total era alguien que pasaría desapercibido, pero eso era parte del plan.

Cuando llegue al lugar en el cual habitaba mi protegido me sorprendí, ya que parecía que estaba desierto, no había nadie, pero aun así se podía escuchar un sonido vibrante y fuerte como si cientos de voces gritaran al mismo tiempo; deje que ese sonido me guiara hasta que llegue a la plaza del pueblo, en donde se encontraban todos reunidos, eso me conmociono un poco, mas en cuanto comenzaron a voltear hacia atrás se hicieron a un lado para que yo pudiera pasar, deshaciéndose en halagos, que yo ignoraba, no tenia caso prestarles atención así fue como pude ver lo que estaban haciendo, kami-sama no creo poder olvidar esa imagen, las personas del pueblo, adultos niños jóvenes incluso algunos ancianos le lanzaban piedras a un niño, quien se encontraba arrinconado contra la pared.

Mis ojos se abrieron con sorpresa, pues nunca espere ver eso, en especial en ese lugar, en donde se supone, respetaban a todo tipo de criaturas, y para empeorarlo todo el niño al cual le estaban haciendo todo eso no era otro que mi protegido, un profundo dolor se instalo en mi pecho al ver como roca tras roca golpeaban a ese dulce ser, y mi ira crecía cada vez más, al notar cómo ni siquiera ante mi presencia se detenían (si muchos pensaran que los seres angelicales no podemos sentir ira, les digo algo SE EQUIVOCAN, somos casi igual a ustedes).

Tome la mano de la persona que estaba más cerca mío, creo que le hice daño, sin embargo eso no importa, levantando la voz les dije “si se atreven a lanzar otra piedra me asegurare  de que no entren al cielo”, ante estas simples palabras todos me voltearon a ver asustados, y furiosos, creo que no les deje seguir con algo que estaban disfrutando en sobremanera,  mas eso no me importaba en ese momento, lo único que quería era que me dejaran sola con ese pequeño, pero antes de retirarse todas y cada una de las personas que estaban ahí le lanzaban miradas de odio y  uno que otro le escupía, sin embargo no hicieron nada y se retiraron del lugar.

De inmediato me acerque a donde estaba el, viéndolo detenidamente tenía el cabello rubio, como rayos de sol, parecía seda; la piel morena de un lindo color canela, tersa y lisa, rasgos suaves aun recuerdo que en cada mejilla tiene tres lindas marcas que lo hacen parecer un kitsune, en ese momento sus ojos  estaban cerrados y una infinidad de lagrimas caían de ellos, mas nada de eso llamo mi atención en ese momento, no, lo que de inmediato capto mi atención mas que nada fueron tres cosas, las primeras dos en la cabeza del chico,  tenía  dos orejas de zorro sobre su cabeza, orejas de zorro, kami, nunca pensé ver algo como eso, y la tercera la estaba sosteniendo con sus manos, parecía una cola, y cuando la vi bien me di cuenta de que así era.

Me acerque a él lentamente temía que si lo hacía rápido se asustara, y era lo que menos quería, intente tocarlo, pero se contrajo y agacho las orejas en clara señal de rendición, eso me frustro, ¿Qué habría hecho ese pequeño como para que lo trataran así.

-no te preocupes pequeño no te hare daño- le dije. Mientras posaba con cuidado una mano en su cabeza, él se asusto un poco y tuvo una pequeña convulsión,  mas no levanto la cabeza – levanta la cabeza, no me tengas miedo- seguía manteniendo mi mano en su cabello, y la movía lentamente acariciándolo.

-no me hará daño-  susurro, tenía una voz muy dulce (se oía tan infantil y hermosa), sonreí y detuve mi caricia.

-nunca te haría daño, yo estoy aquí para protegerte- me baje hasta su altura, pero aun seguía manteniendo los ojos cerrados y grandes lagrimas caían de ellos, levante mi mano y la pase por debajo de sus ojos, para limpiar sus lagrimas, cuando noto eso se sorprendió y se hizo para atrás, mas se encontraba muy débil y lo único que pudo hacer fue abrir desmesuradamente sus ojos , en cuanto los vi yo no pude hacer otra cosa que llevarme una mano a la boca. Tenía los ojos más puros que en algún momento pude haber visto en un ser humano, tan azules que opacaban al cielo, pero no pude disfrutar de esos ojos mucho tiempo, ya que mi niño se desmayo. De inmediato me levante y cargándolo me dirigí al hospital (a pesar de ser un pueblo muy pequeño contaba con todos los servicios de una gran ciudad).

Mientras corría por las calles me preguntaba el por qué maltrataban a eso dulce ser, también intentaba calcular  su edad, no parecía muy grande, pero tampoco muy pequeño, quizás tendría unos siete u ocho años, diversas cicatrices recorrían sus brazos y su cuerpo se sentía demasiado ligero; me consternaba imaginar cuanto había sufrido ese niño, pero ya no lo haría, yo estaba con él y si era necesario haría lo que fuera para protegerlo. Después de varios minutos de estar corriendo (mi sentido de la orientación nunca fue muy bueno) llegue al hospital, al cual entre a gran velocidad, llamando la atención de todos los que se encontraban en la recepción, quienes hicieron el ademan de acercarse a mí, mas en cuanto veían lo que traía en brazos se  retiraban, dejándome sola. Se supone que un lugar como ese no deberían de tener ningún tipo de prejuicios. Pero justo antes de que comenzara con un discurso una chica de cabello castaño se acerco.

-sígueme- me dijo, mientras se ponía a caminar por uno de los pasillos del hospital. Al principios pensé en no hacerle caso, (que, soy algo desconfiada), más note que traía puesto un  uniforme de enfermera, por eso me decidí a seguirla.

Pasamos por distintas partes del hospital, hasta que llegamos a la puerta de una oficina, en donde ella se detuvo, no quise molestarla con preguntas incomodas,   sin embargo me asuste un poco cuándo vi como se comenzaba a poner blanca.

-          Oye, ¿te encuentras bien?-

-          Si… solo estaba pensando en cómo reaccionara ella cuando vea a Naru así- me dijo en un susurro, y empujo con suavidad la puerta, entrando en un despacho espacioso iluminado por la luz del sol.

En cuanto vi ese lugar me sorprendí, ya que parecía demasiado grande como para pertenecer solo a una enfermera, me puse a revisar con la vista el lugar y me encontré con algo realmente curioso, en el escritorio había algo que se movía debajo de muchos papeles.

-          Tsunade-sama-  la voz de la chica me saco de mis pensamientos, y vi como debajo de la montaña de papeles emergió una persona.

-          ¿Qué quieres Shizune?- contesto le persona que estaba debajo de todo, siendo esta una mujer, que si no fuera por el simple hecho de que tenía un aspecto deplorable hubiera tenido un aura de grandeza simplemente increíble. En cuanto fijo su vista en mi cambio considerablemente, y se levanto rápidamente, para en poco tiempo estar a mi lado – malditos bastardos, no es posible que se hayan atrevido a hacerlo, pero me asegurare de que esto no se quede así-  me quito al niño de los brazos y se dirigió  a la salida. (¿Quién rayos se creía esa mujer como para hacer eso?) –Shizune sácala de aquí, muchas gracias por traerlo, no se preocupe estará bien- dijo la mujer, antes de hacer el ademan de salir de la habitación. La castaña se acerco a mí,  con un rostro de disculpa, pero no iba a permitir que se llevara ten así a mi niño, yo era su protectora, así que dirigí mis ojos  a la mujer.

-          ¿Cómo puedo estar segura de que mi niño está en buenas manos?- le pregunte, ignorando su oración anterior. Eso la detuvo, y volvió su mirada, encontrándose con la mía.

-          No tienes ningún derecho a decir eso, no lo conoces, así que te pido por favor que no lo repitas- le pasó el niño a Shizune y se puso enfrente de mi chocando los ojos con los míos.

 Sus ojos, del color del ámbar contra los míos, que eran como la madera, ninguna se permitía ceder y ambas intentábamos intimidar a la otra con la mirada; así estuvimos un buen rato, hasta que escuchamos un pequeño quejido.

Volteamos a ver al mismo tiempo, y vimos como el pequeño iba abriendo poco a poco los ojos, las dos corrimos y nos pusimos enfrente de él. La verdad a mi me seguía sorprendiendo el increíble color de sus ojos (es que se veía tan vio… cof cof lindo), pero ella ya parecía acostumbrada.

El pequeño volteaba a ver a todas partes, parecía confundido, hasta que nuestras miradas se encontraron, durante unos cuantos segundos pude ver claramente esos pedazos de cielo, que me devolvieron la mirada sin miedo, y con  un poco de curiosidad,  si así fue antes de que la mujer de ojos claros me mandara a volar por allá.

-          Naru, estas bien, obvio que no, ¿Quién te hizo esto?, de inmediato iré a hablar con el viejo Sarutobi, no puede permitir que esto se siga repitiendo, ya van tres veces en este mes que terminas así…-  y no pudo seguir hablando, ya que mi niño se había lanzado sobre ella – no te preocupes, ya estás conmigo, no pasa nada- le decía mientras acariciaba su cabeza con suavidad.

Ante esto Shizune y yo hicimos el ademan de retirarnos, más una mirada de la mujer de ojos claros no nos lo permitió. En cuanto el pequeño estuvo otra vez dormido ella me hizo una seña y salimos del despacho, comenzando a caminar por los pasillos del hospital. Nos detuvimos en una habitación que estaba separada de las demás, me sorprendí al entrar, ya que tenia juguetes por doquier, una gran rana en la cama y estaba total y completamente pintada de naranja. La mujer dejo a mi niño en la rana, y después me volteo a ver.

-          Dime ¿Quién eres tú?- me pregunto, mientras se sentaba en la orilla de la cama.

Me le quede viendo unos momentos, hasta eso momento no me había dado cuenta, pero ella también era rubia, aunque de un color más claro, y su piel era mucho más pálida que la de mi niño,  sin embargo, se podía notar cierto parecido entre los dos.

-          Mi nombre es Luz, y soy la nueva sacerdotisa del pueblo- la verdad es que no supe por que le respondí con tanta rapidez, pero sentía que esa mujer tenía algo muy especial.

-          Mi nombre es Tsunade Sannin y soy la jefa del hospital, aunque también soy la responsable de Naruto- paso una mano por las curiosas marcas de las mejillas, sonriendo tiernamente.

-          Un placer conocerla Tsunade-sama- hice una pequeña reverencia, en señal de respeto.

-          No hagas eso, me desespera, y me hace sentir vieja, además, el placer es mío, aunque, ¿no eres demasiado joven como para ser una sacerdotisa?-  me barrio con la mirada, cosa que me hizo sentir un pequeño escalofrió.

-          Tal vez parezca muy joven, pero más conocimiento del que aparento- conteste con una sonrisa – por cierto, tengo una duda – le dije, mientras veía a Naru –  ¿Cuál es la razón por la cual tratan tan mal a este pequeño? – me había acercado a la cama.

-          Es una historia muy larga…- no la deje terminar.

-          No me importa, yo solo quiero saber que paso- intente no gritar, pero me exasperaba el simple hecho de no haber prometido a Naruto.

-          Qué bueno que te interese, lo normal es que no le cuente esto a ningún extranjero, pero contigo hare una excepción. – me hizo un gesto para que me sentara en la cama.

 Me comenzó a contar la historia de mi niño, y la verdad me quede sorprendida, nunca espere que le hubieran pasado tantas cosas y no solo eso, si no que fuera una persona tan importante fuera su padre, y que una mujer tan maravillosa fuera su madre. Sonreí, y pase una mano por la cabeza de ese niño, que en ese momento se veía tan apacible.

Las dos estuvimos largo tiempo en silencio, pensando en lo que habíamos hablado, yo, personalmente estaba algo shockeada, más que nada porque esa mujer no solo era la encargada de mi niño, también era su madrina, y su abuela, por dentro sentí una pequeña punzada de felicidad, al menos no todo el tiempo sufrió. Cuando estaba  a punto de hablar otra vez con Tsunade-sama la puerta se abrió estrepitosamente.

-          ¿Qué le paso a Naruto?, ¿está bien?, esperen a que atrape a las personas responsables, juro que no se la van a acabar- dijo esa persona, que se lanzó sobre el niño.

-          Iruka, contrólate, que no ves que tenemos a una invitada- Tsunade tenía una gran vena en la frente y sostenía la camisa la persona que entro a la habitación.

-          Lo siento Tsunade-sama, pero en cuanto me entere de que habían vuelto a hacer eso me vine corriendo a este lugar – dijo el chico que había entrado, porque era un chico, de no más de veinte años,  con el cabello castaño y la piel trigueña.

-          Te entiendo Iruka, pero piensa, no siempre puedes entrar gritando a un lugar; sé que te preocupas mucho por Naru, pero no exageres-  la mujer se había puesto al lado de él. – además míralo, solo le hicieron daños superficiales, y esta amable chica hizo favor de traerlo lo más pronto posible; en cuanto despierte me pondré a curar sus heridas- paso una mano por detrás de la espalda del chico.

-          Qué bueno, espero que cuando despierte tenga hambre…-  Iruka se había acercado a donde estaba el pequeño, sin darse cuenta de la mirada que Tsunade-sama le dirigía (a mi me dieron escalofríos al verla.)

-          ¿qué traes en la espalda Iruka?- le  pregunto la directora, viéndolo de mala forma.

-          Yo… mejor vuelvo al rato- y salió corriendo, la verdad a mi ese chico me causo una impresión muy fuerte, tenía un aura simplemente llamativa, como si brillara, aunque un poco opaca.

-          Mira, si no tienes donde quedarte te hare espacio en una de las habitaciones de aquí, después de todo casi nunca está lleno, y nos serviría mucho tener a alguien que  cuide de Naru – me dijo ella, mientras mantenía una mano en su espalda.

Su propuesta me sorprendió mucho, no me esperaba algo así, en especial, por que como ella había dicho, yo era una extranjera y se supone que no me debería de aceptar con tanta facilidad, pero eso no evito que una gran sonrisa se formara en mi rostro, y que simplemente asintiera con la cabeza. Justo después de que aceptara el pequeño despertó.

-          Oba-chan – abrió poco a poco sus ojos, que en ese momento parecían más vivos.

-          Que paso Naru – contesto la mujer, acercando se poco a poco a él.

-          Te ves más vieja – el niño sonrió, y a Tsunade-sama le salió una vena palpitante en la frente.

-          ¡Maldito mocoso mal agradecido!, mira que yo aquí preocupada por ti  y tú vas y te levantas para decirme esas boberías – mientras gritaba intentaba atrapar al pequeño.

No pensé que una persona que se veía tan vulnerable podría cambiar en tan poco tiempo, pero no puedo decir que no me alegro verlo así, fue una faceta total y completamente diferente.

-          Vamos Oba-chan, no te enojes, es solo la verdad, ya sabes que los niños y los ancianos siempre decimos la verdad – el continuaba con su juego, y la directora lo seguía, me encanto ver eso, la vitalidad de Naruto era tan especial.

Cuando Tsunade estaba a punto de atraparlo el chico se dio cuenta de  mi presencia, al principio se quedo helado, parado ahí, sin hacer nada, ni siquiera parecía respirar (ni que diera tanto miedo) pero después de unos minutos se acerco a mi con una gran sonrisa en su rostro.

-          ¿Quién eres tú? – me pregunto, mientras puso una de sus infantiles manitas en mi traje.

-          Soy Luz – le conteste, con una sonrisa.

-             Y ¿Qué haces aquí Luz-nee-san? -  el pequeño se comenzó a jalarme a su cama, dejándome sentada en ella.

-          Estoy aquí para protegerte, yo soy la nueva sacerdotisa del pueblo, y además Tsunade me dará permiso de ser tu cuidadora, ¿verdad Tsunade-sama? – voltee a ver a la mujer, que solo tenía una media sonrisa en su rostro, solo asintió.

-          Entonces Luz-nee-san, que te parece si vamos a comer rameen, estoy seguro que no encontraras nada más rico dattebayo – me dijo mientras sonreía de una forma que nunca había visto.

-          Eso sería simplemente ge… - no pude terminar mi oración por que la puerta se abrió de forma estridente.

-          Naruuuuuuuuuuuuuu, ¿Qué te paso?, escuche rumores en el pueblo de que otra vez te habían golpeado, estas bien, espero que no haya sido quien pienso – entro gritando un niño, que se lanzo sobre mi niño, eso sí que me sorprendió, y más ver que Naruto no lo rechazaba.

-          Konohamaru, que te he dicho de entrar gritando a un lugar, estas casi igual que Iruka… ¡mínimo hazme caso mocoso! – porque rayos Tsunade siempre terminaba gritando ni idea, pero era muy divertido ver como los dos niños se las ingeniaban para hacerla molestar.

Después de un rato de estar ahí me dirigí a la salida, en la cual estaba todo el pueblo, más que dispuesto a darme una bienvenida “digna” según su idea, pero no les hice caso, solo me importaba ir a la salida, sentía que alguien llegaría pronto y que sería alguien que me ayudara para proteger a mi pequeño niño. Estuve esperando durante horas, y no aparecía nadie pero, justo cuando estaba a punto de rendirme vi como una silueta se dibujaba con la luna.

Al principio temí que fuera solo una persona más, que mi presentimiento solo fuera una parte de lo que temía, pero, todo eso se transformo en un abrir y cerrar de ojos, en especial cuando vi  como esa persona se desmayaba justo en frente del camino.  Me adelante, y conseguí llegar hasta él. Me sorprendí al notar que era un chico, de tal vez diez años, tal vez menos, de cabello rojo. Lo cargue, y me dirigí de vuelta al hospital, en donde esperándome en la entrada se encontraba Tsunade.

-          Dios mío, que acaso tienes la costumbre de ayudar a toda persona que se encuentra herida – ella tomo al chico, y antes de echar a correr me dirigió una última mirada.

No sé porque lo hice, pero me mantuve en la sala de espera, hasta que llego mi niño, que me sonrió, y se sentó a mi lado. Eso sí que me sorprendió, no pensé que me tendría tanta confianza, por todo lo que le había pasado. Estuvimos así unos minutos, sonriéndonos mutuamente, viendo el reflejo de uno en los ojos del otro. Cuando Tsunade salió del quirófano Naru estaba dormido en mis piernas, ella abrió los ojos desmesuradamente, para después sonreír con ternura.

-          Como se nota que se acostumbro a ti muy fácilmente, es sorprendente, pero me alegro, me acompañas, el nuevo visitante que trajiste despertó muy rápido de su anestesia, y está preguntando por la persona que lo trajo aquí, aunque te debo decir que es lago violento, y no muestra ninguna expresión en su rostro, se nota que te gustan los retos – me seguía diciendo, mientras avanzábamos por el hospital, hasta llegar a terapia intensiva.

-          No, como crees –

-          Ahora, por favor entra, no quiero que le haga daño a otra enfermera, ya son dos que salen heridas, y no creo que quieras llenar el hospital por primera vez ¿verdad? – llegamos a una habitación, que extrañamente estaba en el mismo pasillo que la de Naru, ella abrió la puerta y sin mas me lanzo adentro.

En cuanto entre a esa habitación sentí una aura obscura detrás  mío, y un escalofrió recorrió mi espalda, (que rayos paso, no lo sé) voltee a ver lentamente hacia atrás, esperándome encontrar con un monstro de pesadilla, pero en vez de eso mi vista se topo con unos ojos agua marina (tan lindos) que si bien me veían molestos, me acerque a el lentamente, si miedo, hipnotizada por esos ojos, cuando estuve lo suficientemente cerca no pude evitarlo y me lance sobre él, abrazándolo.

-          Que lindo, eres tan lindo, y abrazable  y suavecito, que creo que moriré desangrada – no supe el por que, pero empecé a restregar su cachete contra el mío. 

Notas finales:

espero que lo disfruten, y por favoooooooor dejen reviws, no queiro morir joven por culpa de falta de animos, asi que onegaiiiiiiiiiiii  un reviw y soy feliz.


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