[2.- La Prometida]
Su corazón palpitaba aun fuertemente tras recibir la noticia de su regreso, el tiempo había pasado tan rápido que ni siquiera había tenido tiempo de preparar algo, el trabajo lo había absorbido por completo, y había olvidado buscar la escapatoria para aquel matrimonio que él no quería que sucediera. Torpe; había sido muy torpe, la solución en aquel tiempo se la habían dado en bandeja de plata y siempre creyó que podría hacerla cualquier día de estos, sin embargo se había vuelto una persona adicta al trabajo y nunca se le ocurrió salir en citas.
“Si en realidad llegas a encontrar a alguien que ames, en ese tiempo te dejare libre”
Esas fueron sus palabras hace 4 años atrás, palabras que agradeció a los cielos, y con las que pudo respirar con normalidad por tanto tiempo.
No es que ella fuera una mala chica, ( o eso fue lo que pensó en un principio ya que simplemente no la soportaba.) la primera vez que le dijeron que el también tendría un matrimonio arreglado como el de sus padres, el solo pudo pensar en las cosas bonitas que habían pasado sus padres, las historias de un amor a primera vista, la descripción de las mejores sensaciones jamás vividas, se había enfrascado en ese mundo de fantasía, creyendo que el día que la conociera pasaría lo mismo que había pasado con sus mamá y su papá, amor verdadero, tan real que hasta el destino había querido unirlos desde el nacimiento.
Una chica con padres dueños de una cadena de hoteles en crecimiento, cabellos lacios y brillantes, con ojos redondos y castaños, pero de nada sirvió todo lo que soñó, pues al encontrarse con ella la primera vez, nada… absolutamente nada de lo que había pensando que sucedería… paso; ni siquiera la cuarta parte de las emociones salieron a flote y una gran aversión nació desde ese entonces hacia aquella chica, lamentó saber que terminaría casándose con una persona que no aguantaba, pareciera que había nacido precisamente para alejarla de su vida y no para enlazar su vida con la suya, su carácter falso, con sonrisas empalagosas no eran su estilo.
- ¿Qué debo hacer? –pregunto a la nada mientras daba vueltas en su habitación en la mansión, como si de un león enjaulado se tratase – ¿Qué debo hacer?- su frente se arrugaba de apoco mientras se torturaba con esa simple pregunta.
En unos dias llegaría la chica y seguramente no se escaparía, había cumplido la mayoría de edad y ya habia tomado riendas en su negocio seguramente el siguiente paso era que lo casaran para formar su propia familia y él no quería eso, bueno si lo quería pero no lo quería hacer con ella. Tenía que buscar una solución y tenían que encontrarla ahora.
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- Le juro no se arrepentirá, muchas gracias- decía dando varias reverencias –
- Tendrás que llegar temprano- le advirtió la señorita mientras le veía alejarse.
- Claro, claro – había encontrado nuevo trabajo en poco tiempo cosa que realmente agradeció pues pensaba que pasaría por lo menos semanas antes de que lo contrataran de nuevo.
Corrió tan rápido como sus pies le permitieron llegando al parque y dando un salto de alegría con la frente cubierta de sudor pero realmente feliz, daría lo mejor de él en ese nuevo empleo, para poder pagar los meses de renta de ese pequeño cuarto, se apoyo en un árbol solo para poder recuperar un poco la respiración después de ese gran ataque de euforia que le hizo correr hasta que sus pulmones ardan, y cerro sus ojos para disfrutar la suave brisa rozarle el rostro como si le estuvieran felicitando también, realmente tenía un buen presentimiento de esto, corrió nuevamente a ese puesto de comida chatarra donde a su hermanito le gustaba comer las banderillas cubiertas de papas, compro dos de ellas y se las llevo a casa para compartir con él.
Dejo la bolsa con las banderillas en la pequeña mesita y se acomodo en el mueble para dormir un poco en lo que esperaba que su hermanito llegase, lentamente deslizándose más por aquel sofá y cerrando los ojos hasta que por fin cayó rendido.
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El ruido de algo caerse, le despertó de golpe, incorporándose en el mueble mientras habría los ojos perezosamente, encontrando una habitación a oscuras y dando un gran estirón a sus brazos junto con un bostezo sonoro.
- ¿Hy- Hyung? –escucho la suave voz de su hermanito.
- ¿Taemin?- se levanto alarmadamente intentando buscarlo entre el lugar oscuro, sin éxito alguno, pues su vista aun no se acostumbraba a la falta de luz, escucho un ligero quejido-¿sucede algo?
- No, nada Hyung, y-yo …- pero no fue capaz de terminar su oración pues Jonghyun habia hallado el interruptor de la luz, iluminando la habitación, haciendo sus ojos contraerse por el cambio de iluminación y percatándose de que su hermanito se encontraba en el piso con la cabeza gacha.
- Taemin… - se acerco rápidamente bajando hasta su altura.- ¿Qué sucedió?- el joven pedia respuestas y Taemin aun no le miraba al rostro pero podía apreciarse que su cuerpo se hallaba débil.
- Me caí…- intento forzar una risa que se burlara de su persona pero no lo pudo lograr pues su hermano le habia tomado el brazo pasándolo por su cuello y agarrándole por la cintura con el brazo, sintiendo un dolor por los costados y soltando un pequeño grito de dolor- no es nada, en serio.- le intentaba calmar pero ahora el mayor solo tenía el ceño fruncido, mientras lo arrastraba hasta la pequeña cama a un lado de la habitación, le acento con suma delicadeza, intentado no mirarle a los ojos, en un descuido pudo notar el rasguño entre sus labios, que significaba un golpe seco a su rostro. y varios rasguños por sus brazos. –Hyung – intento llamarlo, quería saber si estaba molesto con él, pero no mas vio su figura salir por aquella puerta hasta la calle, haciendo que agachara la cabeza el menor.- Perdón.- susurro a la nada, pues su hermano ya había salido.
La cólera le dominaba por dentro, odiaba más que nada en el mundo que le hicieran esta clase de cosas, no era la primera vez eso era totalmente seguro, le había visto antes cuando lo acechaba antes de irse a trabajar, antes le había visto moretones o raspaduras similares, pero estaba seguro que esto era causa del lugar donde rondaban, donde siempre era intimidado su hermanito, y si no fuera porque el tenia que buscar la manera de conseguir el dinero para alimentarse lo podría seguir día y noche para que no le hicieran el mas mínimo daño, era su única persona en el mundo que tenía como familia y odiaba, detestaba que le hicieran cosas como esta, el menor jamás dijo absolutamente nada y justo como ahora prefería mil veces decir que fue por alguna torpeza suya, antes que preocupar a su hermano. No quería preocuparlo. Sus manos se cerraron en un puño haciendo blancos sus nudillos mientras resoplaba furiosamente; grito fuertemente en su interior, pero se calmo antes de entrar a esa farmacia en búsqueda de banditas, medicina para desinfectar y desinflamar.
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Había adquirido un rostro cansado, no había logrado pegar el ojo en toda la noche, se la paso dando vueltas por todo el ancho de la cama enrollándose y desenrollándose de las suaves sabanas que le cubrían, bajo tres veces por algo diferente para el sueño, la primera por un poco de agua, la segunda por un poco de leche y la tercera pensó que si la calentaba quizás podría dormir, y simplemente todo fue inútil; lo único que consiguió fue terminar corriendo hacia el baño en esas tres veces, y se hizo preguntas estúpidas de ¿Por qué los líquidos son muy rápidos? Pero nada le quito la frustración, no podía dejar de mirar aquel aparato que tenia a un lado de su cama, encima de una mesita, ese dichoso aparato electrónico que le marcaba el pasar de las horas, minutos y segundos; era una tortura.
Insomnio
Por primera vez en sus largos 23 años de vida, había experimentado el insomnio, había escuchado oír de eso y siempre creyó que era una total exageración lo que decían, pero sin embargo el vivirlo personalmente, pensó que era la peor de las torturas, a pesar de que sus parpados pesaban toneladas, aun cerrándolos no lograba conciliar el ansiado sueño, todo por culpa de esa persona, la noticia de la llegada de aquella niña, le erizaba la piel al saber que la volvería ver; nunca antes había pensado que el tiempo pasara tan rápido como en ese entonces, pues los 4 años de ausencia pasaron tan rápido que no se había percatado del todo.
Llego al centro comercial con un poco mas de maquillaje en el rostro para cubrir esas horrendas ojeras que ahora rodeaban sus hermosos ojos, e intento mantener la calma en cuestión de trabajo, sin embargo podía jurar que el día de hoy su paciencia había quedado totalmente olvidada en la cama, quizás ella con suerte si había logrado dormir un poco, pensamientos estúpidos que solamente lograban molestarlo mas y mas.
- “¡No!”
- “¿Desde cuando trabajas aquí? ¿Acaso no has aprendido nada?”
- “¿Debería hacer una nueva lista de empleados?”
- “¡Que eso no va así! ¿Que quieres un dibujo a escala?”
Gritos y mas gritos definitivamente el no dormir le había afectado y mucho.
- Oye, realmente deberías relajarte un poco.- le dijo su primo una vez estando a solas, pues había sido testigo de su momento de mal humor, en el cual habían salido perdiendo unos cuantos trabajadores.
- Es que no puedo.- sus pies empezaron a moverse rápidamente por todo el lugar nuevamente como león enjaulado. –Minho ¿que se supone que deba hacer?
- ¿A que te refieres?- a veces le confundía la facilidad con la que su primo cambiaba de tema.
- Suzy – grito exasperado, como si él tuviera la culpa de que ella volviera.-
- ¡Ah!- exclamo, entendiendo de una vez, el cambio radical de sus emociones.
- No digas “¡Ah!” como tarado, no vez lo desesperado que me tiene, tengo que buscar una manera de salirme de esta… -se susurraba para si, aunque también le compartía sus pensamientos a su primo. – ¿Qué crees que debo hacer? –intento buscar respuestas.
- Diles que eres gay – sus ojos se abrieron en su máxima extensión, ¿cómo podía siquiera pensar en aquella clase de solución? era tan descabellada, pero antes de poder responderle, la puerta se abrió de par en par dejando pasar a dos señoras bien vestidas y con elegante paso, una con una gran sonrisa en el rostro tan cálida como siempre y la otra libre de expresión alguna.
- Sobrino~- se acerco la segunda hasta el rubio, dejándole un beso en la mejilla mientras este le correspondía con una sonrisa forzada entre sus labios.
- Hola tía, hola omma- saludo Kibum mientras las guiaba al gran sofá blanco de su oficina ofreciéndoles asiento y tomando su lugar alado de su madre.
Sabia el porqué estaban ahí, ambas, en un día de trabajo y en su oficina, sabia a donde iría esa platica, y realmente no la quería, no deseaba ser partícipe de aquella platica. Si hubiera sido por él, al saber que ellas estaban en camino abría inventado alguna junta urgente con los ejecutivos o algo por estilo; todo con tal de correr de aquella conversación, no lo podría evitar por siempre pero si podría postergarlo el más tiempo posible.
- ¿No estás emocionado?- su tía le brillaron los ojos al hablar, ya había llegado el momento de hablarlo.
- ¿Por qué?- intento fingir que no sabía de que hablaba, en lo que su cabeza buscaba alguna escapatoria, es mas rogaba porque en ese mismo instante algún proveedor llamara urgentemente para escapar, y mirando el teléfono intensamente, quizás con la intención de invocar una llamada-
- Como que ¿por qué? No te hagas el tontito bien que lo sabes- le sonrío su tía, sus manos sudaron-la boda, por fin podrá ser efectuada, ambos ya tienen la mayoría de edad y están en buen momento para casarse- hablo con alegría –nada como vivir la alegría del amor juvenil.-agrego alegremente
- Hay mi hijo, el tiempo pasa tan rápido- la menor de las dos le tomo una de sus manos mientras le intentaba mirar a los ojos, ¿desde cuando su pequeño Kibum se había convertido en todo un hombre?- no puedo esperar por poder verte ese día, con tu traje negro al final del pasillo esperando a tu novia, mientras se escuchan las campanas sonar…-
- Hay Luna eres una romántica y cursi- le regaño la mayor al escucharla decir esas cosas.
- Pero si, el se casara y yo- suspiro – mi pequeño-se aferro mas fuerte a esa fría mano.
- Dejemos eso tenemos que empezar a ver los arreglos, la iglesia, la comida, la recepción, los invitados…- empezó a enumerar las cosa, y a Kibum le entro el pavor.
- ¡No!- le salió de los labios mientras se ponía de pie, evitando el contacto visual con su madre y su tía.-
- ¿Cómo que no?, a menos que quieras una boda más discreta- empezó a hablar su madre con total comprensión.
- No, no es eso – intento excusarse, su cerebro trabajaba a mil por hora en búsqueda de alguna razón lógica, algo que sea lo suficientemente razonable para que le dejen de fastidiar y se rindan con ese tema.- Yo…- miro a su primo al rostro, soltando un suspiro y pudo ver como este abría sus ojos haciéndolos ver aun más grandes de lo que ya lo eran, cerró los ojos tragando aire- Soy gay