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Recobrándote me reencuentro por ShioyWingzero

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Notas del capitulo:

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Recobrándote me reencuentro

 

Este es un desafío de un amigo muy extraño que tengo, aquí va el desafío por si alguien más quiere tomarlo:

 

“Cuatro años han pasado desde que Edward Elric desapareció, su hermano jamás ha perdido la esperanza de recobrarlo, pero pocas opciones le van quedando hasta que, ayudado por el General Mustang, encuentran una extraña biblioteca con muchos libros con diferentes tipos de alquimia, entre los cuales hay un circulo de transmutación muy extraño.  Casi sin estudiarlo, Alfonse decide practicarlo y cosas raras pasaran a partir de entonces”

 

La historia sigue de la primera serie de FullMetal Alchemist, con Roy Mustang tuerto y en estado de completa depresión, motivo por el cual no se convirtió en el Fhürer de Amentris.

Alfonse conserva su personalidad y es muy parecido a su hermano, pero a que es más trigueño que lo dorado de su hermano y sus ojos son más bien pardos.

Hay un nuevo Fhürer, un hombre práctico y ecuánime, que quiere reformar por completo el ejército de Amentris, pero para ello quiere la ayuda del Staff del general Mustang, hermanos Elric incluidos.

 

Prólogo

 

Roy Mustang, el conocido alquimista de fuego, estaba de pie junto a la puerta de Irene D’Grass, nunca en su vida se había sentido tan… humillado, ni siquiera el tiempo de la guerra había conseguido aquello.

- Pero, querida, sabes bien que salgo con Mustang sólo porque es el general más joven que hay en Amentris – decía la mujer y escuchó la risa burlona de otra – si no fuera el famoso alquimista de Fuego, no pasaría por alto sus horribles cicatrices.

- Pero querida – dijo la otra riéndose aún – si el te propusiera matrimonio…

- ¡Ay no, que asco!

- Dicen que puede llegar a ser el siguiente fhürer – le recordó.

- Bueno, cuando lo sea le diré que si – y ambas soltaron la carcajada.

Roy retrocedió sin dar muestras de reacción.  Cuatro años atrás hubiese reaccionado de otra manera, quizás destruyéndolo todo con fuego o enfrentando a las mujeres con su descubrimiento, pero ahora no tenía ganas de ello.

Caminó en silencio y destruyó el ramo de flores que había pensado regalarle, mucho tiempo le había llevado el arriesgarse de nuevo con una mujer y esta valía aún menos que la anterior, quizás nunca tuviera la suerte que tuvo Maes al encontrar en Gracia a esa persona correcta.

- Pensaba que iba a ver a la señorita D’Grass – le dijo el chofer.

- Cambié de opinión, estoy cansado, así que regresaré a casa – le dijo sentándose en el asiento de atrás.

- Como ordene, general – le dijo echándole una mirada por el espejo.

Pero Roy había cerrado los ojos, estaba tratando de olvidar lo que había escuchado, pero todo se juntaba, los ademanes de ella para evitar que se vieran sus cicatrices, que no quisiera salir con él si no era vestido de uniforme y menos que se echara atrás el cabello, claro no le gustaba tuerto.  Maldito Pride que lo había dejado tan maltrecho, pero ahora estaba muerto y no había más humunculos pululando por allí.

- General, parece que alguien lo espera – le dijo el Chofer deteniendo el vehículo.

Roy abrió los ojos y sintió que el corazón le daba un vuelco antes de notar la diferencia, Alfonse podía vestirse igual que su hermano, pero el parecido entre ellos aparecía tan pronto uno se fijaba en los detalles.  Alfonse era rubio castaño, quizás más alto de lo que era su hermano, y no usaba esa especie de antenita que portaba el alquimista de acero en sus chasquillas.

- Buenas tardes, General – lo saludó cuadrándose.

- Buenas tardes, mayor – re respondió y le hizo una seña para que lo acompañara dentro de su casa – Dime, Al, ¿Qué te trae ahora?

- Estoy estancado – le dijo sacándose la chaqueta y sentándose en el sillón de la sala luego del gesto del moreno – sé que en dos meses será la evaluación de los alquimistas estatales, pero no he conseguido nada nuevo.

- Si, he notado que los alquimistas en este último tiempo no han sido capaces de dar bien sus evaluaciones anuales, sino con lo justo, aunque no te cuentes con ellos.

- No tengo a quien recurrir, me dijeron que en el sur de Rizembul había una alquimista muy poderosa llamada Dante, pero al parecer desapareció poco antes que mi hermano, no puedo simplemente colarme en su casa ¿verdad?

Roy se quedó pensativo, el nombre le sonaba vagamente familiar, pero no sabía de donde.  Se puso de pie y tomó el teléfono.

- Buenas tardes, habla el general Mustang – dijo cuando finalmente le contestaron del otro lado – Si, por eso llamo, accedo a tomarme las vacaciones que el Fhürer me ofreció esta mañana – se escuchó un ruido de papeles – si, a partir de mañana estará bien, informaré a mi gente yo mismo – agregó y luego colgó – te ayudaré a investigar.

- Gracias, general – le dijo el muchacho – iré a alojarme al cuartel…

- Mejor te quedas aquí esta noche – le dijo – así podremos salir a primera hora en la mañana rumbo a Rizenbul.  Pero primero, me acompañarás a cenar.

 

Alfonse se despertó temprano, se vistió con rapidez, bajó a la cocina y vio que el general estaba vestido de civil con su maletín colocado en la puerta.

- Ya llamé a Havoc y le dejé instrucciones para nuestra ausencia – le dijo colocando una taza de café y un plato con tostadas frente a Al – y llamé a la estación para saber a qué hora parte el primer tren, así que tienes media hora para estar listo.

- ¿Llamó al capitán Havoc en vez de la capitán Hawkeye? – Dijo levantando las cejas.

- Menos preguntas y no tendré que terminar los pendientes – se encogió de hombros y Al se rió – sabes como odio el papeleo, debería existir una ley que los prohíba.

Al casi se atoró antes de soltar la carcajada limpia y clara.

- Estaré listo en unos minutos, general – dijo terminando de beberse su café y poniéndose de pie – iré por mis cosas.

Roy asintió y lo vio salir de la cocina, en realidad le había mentido, no había llamado a nadie, simplemente había enviado una nota que no les sería entregada a los de su staff hasta que ellos estuvieran lo suficientemente lejos como para no ser detenidos y mucho menos sabrían hacia donde habían salido.

Se levantó de la mesa, lavó la loza del desayuno y subió a su habitación a recoger su abrigo y su reloj de alquimista, rara vez lo usaba, pero estaba seguro que ahora lo iba a requerir.

Al poco rato se reunió con el trigueño y se encaminaron hacia la estación, les quedaban algo así como 10 minutos, pero Roy decidió abordar el tren de inmediato.

- Perdone que lo diga, general, pero pareciera que está huyendo de algo – le dijo Al divertido.

- De Hawkeye, en realidad – asintió – cuando se encuentre con Havoc y la mitad de los pendientes sin hacer, querrá matarme – agregó divertido.

- General, es usted un flojo y desalmado – lo regañó riendo.

- Si supieras – le replicó encogiéndose de hombros sentándose del lado contrario al andén.

Al lo miró intrigado pero no quiso interrogarlo más, del tiempo que estaba a su lado sabía que el general daba esas respuestas crípticas cuando no quería seguir con el tema y si insistía terminaría con una mirada atemorizante sobre él.

- Dime, Al, ¿Qué fue lo que descubriste de la tal Dante?

- Bueno, que fue maestra de la mía cuando ella tenía como quince años, sólo ha tenido aprendices mujeres, pero ninguna de ellas ha sido tan buena como mi maestra – suspiró – corren rumores de que su última aprendiz la mató, pero nadie la ha visto siquiera a ella, aunque Rose dijo que la tipa esa estaba allí, en la ciudad subterránea en que me encontraron a mí y cuando Ed la hizo salir, la mujer había desaparecido.

- ¿Sabes como se llama la mujer? – dijo mirando hacia fuera  y un pitido dio la señal que partían, al fin se sentía a salvo.

- Lyla algo, Rose me hizo un retrato de ella que corroboró la gente del pueblo – se lo entregó y lo vio fruncir las cejas – ¿por casualidad la conoce?

- No precisamente – dijo luego de pensarlo un poco – pero me parece haberla visto en los expedientes en la base del este – se rascó la sien izquierda – Fue en una de las misiones que cumpliste con tu hermano en un pueblo minero, no recuerdo ya el nombre, allí el administrador abusaba de los mineros y Edward y tú liberaron el pueblo del abusador, el tipo se escapó de la cárcel y es un fugitivo que nadie busca, me parece que era su ayudante, por lo que decía el informe de tu hermano, y era una alquimista poco más que mediocre si usaba esos remedos de piedra filosofal hechos con agua roja.

- Agua roja – repitió Alfonse – es peligroso si alguien así anda suelto y puede usarlo.

- Con más razón aún debemos investigar y evitar que ocurra un desastre.

Al asintió y vio como el general cerraba los ojos acomodándose para dormir, para él era extraño ver a su superior así, parecía molesto y como escapando de algo, pero a ciencia cierta no sabía qué era.  Claro, había escuchado rumores sobre la “novia” del general, de que la tipa esa quería amarrarlo porque en un futuro no muy lejano iba a ser el Fhürer, pero dudaba que el hombre escapara de esa manera ¿Qué pasaría?  Ni siquiera se lo iba a preguntar, no se atrevía, así como tampoco ganaba nada dándole de vueltas.

Sacó sus notas de su maletín y se dedicó a estudiarlas, quizás hubiera una pista del por qué la tal Dante le sonaba tanto y si su desaparición estaba relacionada en algo con lo que había acontecido en la ciudad subterránea antes de la desaparición de Edward, era muy extraño que su última aprendiz también estuviese implicada en el pasado de ambos, igual que Rose.

Roy miró a Alfonse por su ojo entreabierto, Al había perdido gran parte de su memoria del tiempo en que estuvo en la armadura, quizás por su conexión con su hermano, pero de todas maneras era igual de buen alquimista que Edward.  Pero el menor de los hermanos Elric era muy distinto a su hermano, Ed era decidido, no es que Al no lo fuera, pero también era testarudo, temperamental, obsesivo y sobre protector. Siempre habían discutido, llegando a veces a usar un vocabulario poco adecuado o amenazarse con los puños, pero así se había cimentado el respeto y la admiración entre ambos.  Al había sido el cable a tierra de Edward, pero sin su hiperactivo hermano. Alfonse no tenía la misma fuerza de carácter que él tanto admiraba de su hermano.

Cerró totalmente el ojo y se preguntó cómo habría tomado Hawkeye su fuga del trabajo sin haber terminado siquiera lo del día anterior, pese a sus intentos de obligarlo, lo más probable fuera que le metiera un tiro cuando regresara, pero ya vería como sacarse el problema cuando llegara el momento.

Y finalmente, con una sonrisa torcida, se quedó dormido de verdad.

 

//Caminaba raudamente por entre los pequeños puestos del mercado, se sabía observado, pero ahora  la sensación era mucho más molesta, es más, tenía la impresión de que lo seguían, apuró el paso hasta detenerse en un puesto de flores donde estaba un oficial conversando con la tendedera.

- ¿Pasa algo malo, Edward? – le dijo el hombre al ver que se volteaba a mirar a su alrededor.

- Creo que sólo estoy un poco paranoico, teniente Huges – le respondió – tengo la impresión que desde que Van desapareció me vigilan y me siguen.

- Bueno, tu padre – sonrió al ver que el rubio se erizaba ante el uso de esa palabra – siempre anduvo en compañías muy extrañas – se inclinó hacia él – ten cuidado, comentan que los altos mando del país andan tratando de reclutar, por las buenas y por las malas, a todos aquellos que tengan conocimientos científicos.

- Maes, no estés molestando a Edward – lo regañó la mujer.

- Pero, Gracie, querida – le dijo lloroso y Edward sonrió al ver el cambio tan radical que sufría el hombre cuando ella le hablaba directamente.

Ed se inclinó a tomar un crisantemo y les vio, eran los mismos  tipos que había visto en la panadería, en la joyería y en tantos otros lugares alrededor de la ciudad y decidió tomar en cuenta la advertencia de Maes Huges, quizás lo mejor fuera abandonar el país antes de volver a ser un “perro de los militares” como había sido en Amentris, al menos allá había sido por su propia voluntad.

- Edward ¿Por qué no pasas a tomar un poco de té con nosotros? – le dijo el Militar tomándolo del brazo haciéndolo entrar a la fuerza a la tienda de Gracie – esos son los tipos que te siguen ¿verdad? – Le dijo en voz baja – pertenecen al Servicio Secreto del Partido Nacional Socialista, supe que investigan a todo el mundo buscando la “pureza” de sangre aria, aunque desconozco el motivo.

Gracie les señaló la mesa junto a la cocina y ellos asintieron.

- Desde la guerra, hay algo que se viene gestando, es un odio extraño contra todos los que no son considerados verdaderos alemanes – dijo ella colocando las tazas – es como si culparan a los judíos y los gitanos de la pobreza en la que estamos.

- Siempre, quien pierde la guerra, es a quien peor le va – dijo Maes molesto – pero no deberían perseguir a Edward sólo por sus conocimientos científicos, aún es muy joven para verse involucrado en una posible nueva guerra.

Edward suspiró, antes no había sido demasiado joven para ser un perro del ejército, claro que un alquimista estatal tenía otras consideraciones.

- He escuchado que están reclutando a todos los jóvenes que quieran pertenecer al ejército Nazi para entrenarlos – dijo Gracie luego de servirles el té – me da la impresión que les están lavando el cerebro para que hagan lo que el jefe les diga sin discusión.

- No podemos dejar que eso te pase – dijo Maes decidido – buscaremos la forma de sacarte de aquí a como dé lugar.

- No se preocupen tanto por mí, tengo mis formas de escapar – dijo Ed alterado.

- No nos vamos a quedar de brazos cruzados a ver como te secuestran y maltratan para que hagas cosas que una persona decente no debe hacer – le dijo Maes – y si ellos andan por aquí, es con esa intención.

- Pero los pondré en peligro a ustedes también – insistió.

- De todas maneras pretendemos dejar Alemania – le dijo Gracie muy tranquila – ya no es la nación en la que queremos criar a nuestros hijos.

Edward los miró asombrado y finalmente sonrió, ellos eran iguales que al otro lado de la puerta.//

 

Alfonse volvió a remecer a Roy y este abrió el ojo desorientado.

- General, estamos por llegar a Rizembul – le dijo el rubio explicando el porqué de haberlo despertado – ha dormido profundamente todo el camino.

- Soñé con Acero – le dijo tratando de calmar los latidos de su corazón – era como si estuviera con sus pensamientos, allí estaban Maes y Gracie tratando de sacarlo de una nación a punto de entrar en guerra, y pensó en el “otro lado de la puerta”.

- Entonces, mi hermano realmente está vivo – dijo Alfonse entusiasmado – estoy seguro que esa ciudad subterránea tiene la clave para traerlo de regreso.

Roy guardó silencio al mirar por la ventana, no quería recordarle al muchacho que sólo había sido un sueño, tal como había sido una ilusión que una mujer le amase por encima de lo que él era y de las feas cicatrices que le habían quedado de la batalla contra los humúnculos.

- Espero que a Winry no le moleste que lo lleve conmigo, desde que Ed  desapareció parece culparlo de todo, general – le dijo sacándolo de sus cavilaciones – pero si le digo que gracias a usted podremos recobrar a mi hermano, seguro olvida su rencor.

- Fui yo quien se los llevó de aquí – le recordó – y ciertamente volviste con todo tu cuerpo, pero tu hermano no y creo que por eso me odia.

- El rencor no es igual al odio, general – le recordó.

Roy hizo un gesto y se puso de pie apenas el tren se detuvo tomando su maleta, quizás Alfonse tuviese razón, pero el nunca podría olvidar que había tenido que matar a los padres de la muchacha en Ishval por órdenes superiores junto con mucha otra gente inocente.

- Me pregunto como estarán en la oficina – dijo socarronamente tratando de olvidar los malos pensamientos – seguramente Hawkeye me considera ya un fugitivo de la ley de su arma.

- ¿Estaba huyendo de ella en la estación de central? – dijo Al divertido.

- Bueno, pudo haberse enterado antes de llegar a la oficina que no estaba e ir por mí y llevarme a la rastra hasta la oficina para firmar una infinidad de documentos antes de dejarme partir – se encogió de hombros – pero es sólo uno de los motivos.

- ¿Hay más, general?

- Irene D’Grass – soltó molesto – que ni jure que voy a volver con ella, será la esposa del Fhürer si se casa con el actual y no conmigo, tendré el tiempo para andar con mujeres tan superficiales como ella que sólo ve en mí al general más joven de Amentris y el alquimista de fuego y no a Roy Mustang, el hombre.

- Siempre ha tenido problemas con las mujeres, general.

- Bueno, es lo que pasa cuando se es tan guapo como yo – replicó y ambos se rieron.

Caminaron tranquilamente saliendo de la estación y se dirigieron rápidamente hacia la casa de los Rockbell en donde fueron recibidos por la anciana Pinako que reparaba un automail.

- Hola, abuela – la saludo Alfonse contento de estar en casa – ¿y Winry?

- Estará ausente unas semanas, ha ido al oeste, a Rush Valley, a comprar unos repuestos especiales, dijo que esperaba el regreso de un cliente muy especial.

- Abuela, con el general tenemos una pista para recobrar a Edward – soltó de sopetón – y es mejor que no esté aquí, podremos trabajar sin interrupciones.

- A veces eres muy cruel, Bollito – le dijo la mujer mayor – pero tienes razón, es probable que no le gustase la presencia del general, por mucho que esté Ed de por medio.

- No se preocupe, Señora, traeremos a Edward de regreso y regresaré a Central, aunque…

- No se angustie, general – dijo Al divertido – cuando tengamos a Ed de regreso nadie se acordará se nuestra fuga de Central y del papeleo – se rió al ver la cara de la abuela – es mejor que revisemos mis notas, general – se volvió a mirar a la mujer mayor – espero que no te moleste que trabajemos en la cocina.

- Mientras no la transformen con su alquimia, no hay problema.

Roy movió la cabeza y siguió a Alfonse, él le mostró el lugar en que iban a dormir y luego se dirigieron a la cocina, de momento sería su centro de operaciones.

- Alfonse, creo que deberíamos investigar primero la casa de la tal Dante, el nombre me suena tanto, pero la cabeza me duele cuando trato de recordar donde escuché ese nombre – se llevó la mano en el parche en su ojo izquierdo – y me palpita ese lado de la cara, es como si el nombre hubiese estado relacionado con los humúnculos.

- Bien, pero corremos el riesgo a su nombre – le dijo Alfonse.

 

Entrar en la casa de la mujer había sido fácil, estaba abandonada desde hacía tiempo y la maleza cubría ampliamente el denso jardín, la puerta que daba al patio estaba abierta y había un esqueleto tirado en el suelo del salón, el que era francamente femenino.

- Al parecer la mujer murió hace tiempo – dijo Roy agachándose junto al esqueleto – por lo seco del esqueleto, tal vez unos cuatro años, como no está en el exterior, se ha secado correctamente – tocó los huesos de la mano – era alquimista, tiene muestras claras de haberla hecho poco antes de morir – se levantó – no hay problema que recorramos la casa, está abandonada y su dueña está muerta – le dijo a Alfonse antes de que una puntada lo atacara en la cara haciéndolo caer de rodillas al suelo.

- ¡General! – le dijo acercándose a Roy y vio como la sangre corría bajo el parche del ojo que había perdido el moreno – no puede ser, se le ha abierto la herida.

- King Bradley, él la nombró, ella fue la creadora de los humúnculos – dijo Roy recordando finalmente – Envy, Gluttony, Pride, Creed eran obra suya, él me lo dijo mientras luchábamos, su ambición era tener de nuevo un cuerpo joven y tener el corazón del hombre de oro, sólo que había tres de ellos y quería al más poderoso, y eso no lo podría evitar.

- No entiendo, general – dijo Al preocupado.

- Debemos ir a la biblioteca, Ed mencionó que Creed le dijo que había un libro especial en ella que mostraba la investigación que ella venía realizando desde hacía muchos años con ese fin – Al lo ayudó a ponerse de pie mientras Roy sacaba un pañuelo de su bolsillo y se limpiaba la cara de sangre.  Aún le palpitaba, pero el dolor era menos, maldito Pride que le seguía jodiendo a pesar de los cuatro años pasados.

Alfonse lo miraba de vez en vez mientras revisaban los libros, pero se topó con algo extraño, él conocía esa letra, cuantas veces la vio mientras curioseaban en el estudio de su padre, en las investigaciones de Van Hoemheim.

- ¿Por qué estarán las investigaciones de papá aquí? – le dijo Al dejando cuatro o cinco libros sobre la mesa – yo suponía que los habíamos quemado todos antes de irnos a central a conseguir el título de alquimista estatal.

- Ella sacó al humúnculo que ustedes crearon cuando hicieron la transmutación humana, seguramente aprovechó para tomar los libros también – tomó un libro, realmente estaba en un lenguaje incomprensible para cualquiera que no supiera de alquimia avanzada – esta debe ser su investigación, no creo que alguien cifrara en un lenguaje tan complicado algo si no pensara que era importante y que nadie debía descifrarlo, regresemos.

- Si, creo que la abuela debería revisarle la herida, aunque parece que el sangrado se detuvo – le dijo Al y ambos salieron de la biblioteca y luego de la casa sin saber a ciencia cierta que era lo que se llevaban y si los ayudaría a traer de regreso a Edward…

 

Continuará…

 

Como ya dije, la idea no ha sido mía, pero la he desarrollado lo mejor que podía tratando de no sacar mucho de carácter a los personajes, que por cierto no son míos, que más quisiera.

Saludos y gracias por leer

Shio Zhang y Wing Zero


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