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Recobrándote me reencuentro por ShioyWingzero

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Recobrándote me reencuentro

 

Espero poder seguir el hilo de mi amigo, este es el motivo por el cual no suelo tener un beta, yo lo he sido y he notado lo complicado que es entrar en un personaje y una situación que uno no ha creado o saber exactamente lo que el autor original está pensando.

En fin, va por ti, Malvin, que sigo escribiendo, ojalá cumpla con tus expectativas y las de quienes lean el fic.

 

Los cinco círculos de transmutación

 

El viaje a Letto había sido agotador, pero allí estaba la entrada a esa extraña ciudad subterránea, aunque parecía terminar en otro lado del país.  No era que realmente le importara, se decía Al mientras caminaba junto al general, así como tampoco le importaba que las mujeres se derritieran cuando llegaban a toparse con la oscura mirada del moreno, trataba de convencerse, además era divertido ver como el moreno se las sacaba de encima como quien espanta las polillas.

- Espero que esta vez la pista si nos sirva – le dijo Roy sentado en una mesa fuera del restoran de Rose – no hemos podido descifrar esos malditos códigos por completo.

- Es usted el que no quiere regresar a Central, general – le recordó Al.

- No podríamos investigar nada – le dijo molesto – me ubicarían de inmediato y tendría que firmar una infinidad de papeleo inútil para nuestra investigación.

Alfonse ladeó la cabeza y luego la movió negativamente, le acababa de regresar un recuerdo de su hermano no queriendo regresar a la ciudad del Este para no tener que entregarle su informe al entonces coronel Mustang.

- Me recuerda a mi hermano protestando por tener que elaborar un informe acerca de alguna misión cumplida, diciendo que si acaso no le bastaba su palabra para cumplir – dijo Al.

- Los informes nunca fueron para mí – dijo Roy pensativo – para mi eran inútiles porque confiaba en tu hermano, pero los informes eran para mis superiores y más de una vez debí alterarlos para protegerlos a ustedes y evitar que los sacaran de mi comando.

. Siempre me ha perecido extraña la forma en que decidió ayudarnos y apoyarnos siempre.

- Fueron los ojos de tu hermano aquella tarde sentado en esa silla de ruedas, lo que me movió a ayudarlos, son esos ojos los que me atormentaron esos terribles días en el hospital luego de la pelea con Pride – se echó hacia atrás y miró el cielo – son los ojos de tu hermano los que me hicieron sufrir de insomnio todas esas noches en la frontera del norte y esa forma de mirar la que realmente busco en una mujer para convertirle en mi esposa.

- Pero mi hermano se sentía deprimido y culpable por lo que habíamos hecho.

- Los ojos de tu hermano me miraron con rabia, con decisión y seguridad, me decían que él iba a salir afuera a encontrar una solución al precio que fuera, que no permitiría que nada ni nadie lo hiciera desistir de sus metas, así tuviera que llorar lágrimas de sangre por ti.

- General, yo sé que usted ha sido catalogado siempre de mujeriego, pero cuando habla así de Ed, me hace dudar de la verdad acerca de todos esos rumores.

- Alfonse Elric – le dijo mirándolo fijamente – me gustan mucho las mujeres, eso nadie lo puede cambiar, pero lo que siento por tu hermano es muy diferente, él es admirable en su fortaleza y decisión, pese a su juventud, enfrentando la muerte de frente, si hubiese sido mujer, lo más probable es que me hubiese enamorado de él – sonrió – solo que lo más probable es que fuera tanto o más peligrosa que Hawkeye, aunque posiblemente sería la mujer más bella de Amentris, sería la envidia de todos con una mujer así – suspiró.

Alfonse lo miró molesto, el general parecía estar pensando idioteces… otra vez.

- Sin embargo, lo más probable es que ella me odiase con todas sus fuerzas – agregó este.

- General – trató de sacarlo de sus divagaciones – debemos buscar donde hospedarnos.

- Me la imagino, rubia dorada, su cabellera cayendo en cascadas de oro hasta la cintura, su cintura estrecha, grandes pechos y… - se cayó al ser mojado por Alfonse.

- General, deje de imaginarse a mi hermano convertido en mujer, eso no va a suceder, y concéntrese en lo que realmente nos importa, traer de regreso a Edward de donde esté.

Roy tomó la servilleta y se secó la cara divertido, realmente se había pasado, aunque no era la primera vez que se imaginaba al mayor de los Elric con apariencia femenina, aunque si fuera la primera vez que lo dijese en voz alta, quizás debiera tener cuidado con lo que decía, después de todo Alfonse era su hermano y si supiera que tipo de sueños tenía con su hermano convertido en mujer… lo más probable es que terminara bajo tierra.

- ¿Va venir o no, general? – le dijo Al molesto y Roy se puso de pie calmadamente, era mejor que se sacara esas idioteces de la cabeza de una buena vez.

 

//La ciudad de Berlín bullía de actividad, los soldados corrían de un lado a otro buscando sus respectivos regimientos, estaban preparando una invasión a gran escala en un país vecino, por lo que pudo escuchar se trataba de una declaración de guerra tácita. 

Una mano agarró por el brazo a Edward y lo metió en un callejón alejándolo del paso de las SS que parecían estar buscando a alguien específico en medio de los curiosos.

- Son Nazis austríacos – le dijo una voz masculina a su espalda y él reconoció a su dueño – Gracie me dijo que andabas por aquí y cuando vi el Servicio secreto supe que te buscan.

- Gracias, teniente Huges – le dijo relajándose un poco.

- Estos… locos me ofrecen el grado de coronel si apoyo a los Nazis – le dijo – pero escuché lo que pretenden, quieren purificar la raza aria exterminando a todos aquellos que no puedan probar su “linaje”, y van a reducir a esclavos a todos los que no puedan, escuché decir que los judíos que sean apresados se convertirán en sus cobayas – movió la cabeza enojado – Gracie ya tiene listas nuestras maletas, partimos esta tarde hacia los Países Bajos, no queremos que nuestro primer hijo nazca en medio de una guerra y con su padre lejos.

- Debes proteger a tu familia – dijo Edward asintiendo y salieron del callejón evitando las tropas austro alemanas – las guerras nunca van a solucionar nada.

- Desde que Hitler se convirtió en el Führer que Alemania está loca ¿Has leído su libro “Mi lucha? – le rubio lo negó – allí está concentrada toda su ideología, quiere hacer de Alemania una gran potencia mundial, pero esa no es la forma en que debiera hacerlo.

Se detuvieron y entraron rápidamente en el edificio donde vivía la familia Huges.

- Tenemos un problema, Maes – dijo Gracie al abrirles la puerta – están controlando todos los trenes que salen de Alemania para que los judíos y gitanos no salgan del país, así como todos los hombres que puedan cargar un arma – se le notaba preocupada – si hubiese alguna manera de hacerles creer que nos vamos porque no podemos defender la causa…

- Hay una forma – le dijo el rubio poniendo mano en su brazo derecho – sé que no me creyeron cuando les dije que este brazo era falso – se quitó la chaqueta y se subió la manga de la camisa mostrando las junturas de metal – lo puedo desmontar, igual que mi pierna, así pasaré por lisiado que necesita su ayuda para recibir asistencia médica.

- ¿Y como se supone que justificaremos esto si alguien de las SS nos reconoce? – dijo Maes – recuerda que te buscan porque eres hijo de un buen científico.

- No se van a preocupar por eso, después de todo, al Edward Elric que buscan se supone que está completo, no que le falta un brazo y una pierna – le dijo divertido.

- Ya que tenemos una excusa, partiremos esta misma noche – dijo ella – antes que se reúna por completo el ejército y ya no podamos salir de Berlín.

- Iré por tus cosas – dijo Maes decidido – no podemos dejar que ellos te atrapen y te lleven a sus laboratorios para hacer experimentos humanos – se volvió y salió corriendo.

- No te preocupes por Maes, regresará pronto, sano y salvo – le sonrió Gracie.

Edward trató de sonreír, pero no podía olvidar que en su mundo Maes Huges había muerto tratando de protegerlo, nunca podría olvidar su culpa por haberlo involucrado en esa terrible investigación del diablo, él y su hermano nunca debieron jugar con las leyes de la alquimia.//

 

Roy se sentó en la cama y miró hacia donde dormía Alfonse, desde que iniciaran este viaje que soñaba con Acero, viviendo la angustia a su lado de ver a sus queridos amigos arriesgarse por protegerlo.  Volvió a recostarse luego de ver la hora en su reloj, eran las cinco de la mañana, ya le preguntaría al respecto al propio Edward cuando lo tuvieran de regreso.  Lo extraño de todo era esa conexión con él, si al parecer el rubio siquiera se acordaba que él existía.  Cerró su ojo y volvió a sentir la presencia de Maes, se alegraba que existiera ese otro mundo en donde fuera feliz junto a su amada esposa y que fuera la misma clase de persona que fue con ellos cuando estaba de este lado de la puerta.

Se dio vuelta hacia la pared ¿sería correcto sacar a Edward de allí? Claro, el país en que estaba iba a entrar en una guerra, pero estaba por escapar de allí, no tenía sobre sí el pasado de haber sido un perro del ejército y tenía una familia que lo quería.

Claro, acá estaba su hermano y una amiga que lo esperaban, incluso él y su equipo lo querían de regreso, pero en este lado lo esperaba el dolor, el pasado de un alquimista estatal era un peso enorme sobre los hombros de quien desaparecía y él era considerado el héroe del pueblo, tal como él se había ganado el título de “héroe de Ishval”, como si la guerra contra un pueblo indefenso tuviera algo de honrosa, pero ese título le había cobrado muy caro con el tiempo su valor, no tenía nada, sólo el dolor, la perdida de su propio valor y el dolor de las horribles cicatrices que ocultaba bajo la ropa y un ojo menos que le impedía medir correctamente el alcance de su alquimia.

Se tocó el rostro preguntándose que diría Edward cuando lo viera así. De seguro recibiría una mirada burlona y un sarcasmo, pero él nunca lo miraría con lástima, se enredarían en alguna de sus broncas épicas y terminarían ambos castigados.  No creía que él le permitiera seguir deprimido, el rubio era una tremenda fuente de fortaleza, lo más probable es que, con él de regreso, consiguiera enfrentar sus fantasmas.

“Suenas como si estuvieras enamorado de él”.  Se encogió sobre si mismo al escuchar sus pensamientos. “Te estás volviendo idiota, Mustang, una cosa es que te lo imagines mujer y otra muy diferente que estés dudando de tu propia masculinidad” se dijo “te faltan horas de sueño y una mujer que te saque de ese estado”.  Asintió aceptando sus propias palabras y trató de volver a dormirse.

 

Alfonse estaba molesto con el general, este se había dedicado toda la mañana a coquetear con cuanta mujer se le cruzara por el camino, olvidándose por completo que él lo acompañaba y que estaba allí para recuperar a su hermano y no de simples vacaciones, como estaba tratando de hacerle creer a Rose, y no es que estuviera celoso, es que era molesto que el hombre se anduviera pavoneando así de sus dotes de conquistador, ¡si la muchacha ya tenía dos hijos!  El general era un reverendo idiota, ya lo decía su hermano.

Caminó hacia las ruinas de la iglesia de Letto y se detuvo junto a lo que en otro tiempo fuera un altar, allí había algo raro, como si lo llamase, se detuvo a los pies de un vitral lleno de colores y descubrió un circulo de transmutación, no había visto nunca uno así. Parecía ser un sol o una flor que giraba según se le viera, caminó hacia otro vitral y vio un círculo diferente, se volteó y notó que en realidad eran cinco, así que sacó su libreta de apuntes y comenzó a traspasarlos, ya cuando el general se acordara del motivo por el cual estaban allí le mostraría el lugar e investigarían los círculos de transmutación codo con codo.

- Vaya lugar para esconder poder semejante – escuchó que decía el general.

- Hasta que se acordó del motivo por el que estamos aquí – lo recriminó molesto.

Roy alzó una ceja extrañado por el tono de su subalterno, pero decidió pasarlo por alto.

- Tu amiga me dijo que bajo el altar está la entrada a la ciudad subterránea – le dijo – dice que Edward y ella entraron por allí, pero que es un largo camino, al parecer hay un túnel que conduce hacia ciudad Central y que hay otros túneles que llevan a otras ciudades, incluso llegaría hasta la propia Ishval, al parecer este era un refugio especial o algo así, ella no lo sabe – puso la mano sobre uno de los círculos alquímicos bajo el altar y se abrió un camino – me dijo que un hombre llamado Van Hoemheim entró por aquí antes que ella y tu hermano, pero nunca lo volvieron a ver – agregó esperando su reacción molesta.

- Así que mi padre anduvo por aquí – murmuró Al frunciendo el ceño, pero no pareció enojarle que se lo mencionaran, como pasaba con su hermano.

- Eres muy diferente a tu hermano – murmuró echándose un morral al hombro y comenzó a bajar por la escalera luego de encender una antorcha que encontró en el camino para alumbrar el pasillo – venga, tenemos que descubrir que más hay allá abajo.

Alfonse se apresuró tomando el otro morral que dejara a su lado el moreno y también tomó una antorcha encendiéndola desde la del general. 

 

En realidad el camino era sumamente largo, habían caminado largo rato sin encontrar nada más que paredes que parecían haber sido labradas a golpe de alquimia, se parecía a los túneles que hacía su maestra…  Se estremeció al recordarla, si ella estuviera viva, seguramente sería él quien estuviera muerto por haber entrado al ejército.

- Es mejor que descansemos y revisemos los círculos de transmutación que encontraste – le dijo el moreno trazando con una tiza un círculo de transmutación normal haciendo surgir del suelo una mesa con dos sillas – hemos caminado cuatro horas – dijo asombrado al ver la hora en su reloj – con razón estoy tan cansado, hacía tiempo que no hacía tanto ejercicio.

- Porque la del dormitorio no cuenta – dijo Al sin querer.

- Alfonse, ¿Qué diablos es lo que te pasa? – le dijo Roy molesto – es la segunda vez que me aludes a lo mismo, hay confianza entre nosotros, así que si te molesta algo, dímelo.

- Lo siento, general – dijo luego de unos minutos de silencio totalmente ruborizado – supongo que estoy molesto porque a mí no me prestan la misma atención las mujeres,

- Alfonse – se rió – tú si llamas la atención de las mujeres, lo que pasa es que yo tengo más experiencia y eso es algo que la mayoría de las mujeres aprecia y valora, pero generalmente sólo te atrae a mujeres superficiales, a las otras hay que conquistarlas y mostrarle que realmente vales la pena, aunque no he encontrado a alguna así.

- Es que busca a alguien imposible, no creo que haya una mujer como mi hermano.

- Si es así, tendré que conformarme con ser soltero el resto de mi vida – dijo en tono lastimero y ambos se rieron divertidos.

- No lo veo sin una mujer a su lado, general – dijo Al cuando al fin se calmaron.

- Bueno, podría ser como el emperador de Xing y tener un harén – dijo finalmente – me han contado que tiene 80 hijos, ese tipo si que debe tener una vida difícil ¿no crees?

- Y agotadora – sonrió más calmado sacando su libreta – estos círculos le transmutación jamás los había visto – se los mostró – aunque cabe la posibilidad que sean adornos, pero no creo con tantas indicaciones alquímicas ¿no cree, general?

- Este creo haberlo visto – se quedó pensativo – es muy parecido al que usó tu hermano para sellar tu alma a la armadura, la diferencia es la figura incrustada sobre el círculo – sacó un libro de su bolso – es una calixta o dragona serpiente, representa la fluidez de los elementos mezclados con la sabiduría de la naturaleza – la miró de nuevo – Alfonse, esta representación tenía colores ¿verdad? – el trigueño asintió – al parecer los colores tienen un gran significado, creo que esta alquimia no es precisamente de la nuestra.

- ¿Por qué lo dice, general? – le dijo preocupado.

- Bueno, según el color de la Calixta es el elemento que en ella predomina, si sus colores son azulados, es de agua; si sus tonos son rojizos; es de fuego, si son castaños, es de tierra y si tiene otros colores, podrían variar su significado – le entregó el libro.

- ¿Cree que tenga alguna relación con la ciudad subterránea? – le dijo devolviéndoselo.

- Lo más probable es que no, la calixta es originaria de los reinos del lejano oriente, incluso más allá de Xing, así que no la podemos relacionar con ella, es demasiado lejana a nosotros.

Un ruido sospechoso los sobresaltó y ambos se miraron y rieron.

- Es mejor que comamos y continuemos, aún no sabemos cuan lejos estamos de esa ciudad subterránea – dijo Roy solemnemente y sacaron de comer.

 

Vaya que había sido largo el trayecto, se habían detenido por el camino un par de veces antes de vislumbrar la ciudad, estaba perfectamente conservada, aunque había sectores que estaba como “comidos”.  Entraron en ella y se quedaron en una casa no muy lejos de lo que parecía ser el centro de una ciudad desierta.

- Aquí fue donde me encontraron – dijo Alfose señalando la plazoleta que se veía por la ventana – verla me hace recordar como llegué hasta aquí – miró al general – Scar me había convertido en una piedra filosofal viviente, así que fui por Tucker para que me dijera como usarla – miró a Roy pero este no le dijo nada – y seguí a Envy hasta aquí desde los pasillos de los laboratorios del cuartel de ciudad del Este, creo que había un ascensor o algo así – movió la cabeza tratando de recordar más – no sé que pasó, pero mi hermano no estaba aquí y Envy dijo que estaba del otro lado de la puerta, perdí la cabeza y utilicé la piedra y mi alma para traerlo de vuelta, desde ese momento hasta que me encontraron no hay nada.

- Sólo Acero conoce lo que pasó aquí, entonces, porque Rose me dijo que lo vio aquí y que le dijo que te traería de vuelta, así que no se preocupara. Ella salió de aquí y le entregó a su hijo mayor a una mujer del pueblo, pero al ver que se tardaban, decidió regresar y sólo te encontró a ti, de Edward no había ni rastro – miró el lugar y sacó su reloj – es bastante tarde, es mejor que descansemos por ahora y mañana prosigamos con nuestra investigación.

- Como ordene, general – le dijo Alfonse cuadrándose burlonamente y desapareciendo por los pasillos de la casa a gran velocidad.

- Necesito dormir, la cabeza me está matando – se dijo Roy y entró en una habitación que extrañamente estaba amoblada.  Sin pensarlo demasiado y sin sacarse siquiera las botas, se echó sobre la cama y pronto se quedó dormido.

 

Alfonse no podía dormir, los círculos de transmutación giraban y giraban en su cabeza, moviéndose de un lado a otro, como si se tratase de un reloj o un girasol.  Se levantó de la cama y pasó por la habitación donde descansaba el moreno, asomó la cabeza con el menor ruido posible, al parecer estaba verdaderamente agotado, porque se había quedado dormido hasta con los zapatos puestos.  Sonrió para sí, Ed solía decir que si uno llevaba una vida demasiado sedentaria, que era lo más probable que hiciera el general, el cuerpo se acostumbraba y perdía el ritmo. Se alejó de la misma manera y se asomó a la ventana, la ciudad estaba a oscuras, pero se escuchaba un ruido ¿Qué sería? ¿debía investigar?  En el pasado, la curiosidad los había metido, a él y a su hermano, en más de un problema.

Pero el ruido parecía estarse acercando a gran velocidad, derribando lo que fuera que estuviera en su paso, remeciéndolo todo.

Tenía una sensación horrible en el pecho, como si conociera aquello que venía hasta donde estaba con ansias asesinas, se alejó de la ventana y vio una sombra enorme que hizo desaparecer la ventana y la pared en que esta estaba, una marca horrible estaba tatuada sobre la lengua babeante de ese ser.

Retrocedió rápidamente tratando de sacarlo de la casa, esperando que el ruido hubiese despertado al general y que el humúnculo no se decidiera en ir por él, sino que lo persiguiera por la ciudad.  Al parecer, así fue, porque tan pronto pudo iluminar la plazoleta, fue envestido por el horrible ser, que lo único que quería era comérselo.

- Si pudiera usar la alquimia con la misma facilidad que Ed –se dijo molesto tratando de hacer lo más rápido que podía los círculos de transmutación esquivando los ataques del humúnculo – diablos, que hago ahora – dijo al verse acorralado en una esquina, pero una llamarada lo salvó haciendo que su atacante retrocediera y cambiara de objetivo – ¡cuidado, general, lo devora todo a su paso! – le advirtió tratando de ayudarlo con su alquimia.

- Lo sé, se llama Gluttony por eso – le dijo lanzando una nueva llamarada que el obeso humúnculo esquivó una vez más – pensaba que ya no quedaban más de estos.

- Parece no ser muy inteligente – dijo Al consiguiendo poner un muro alrededor de él para que el general lo quemara – es como si solo quisiera comer…

Y ambos salieron disparados hacia atrás cuando algo pareció explotar dentro de la barrera en la que trataron de cocinar al humúnculo.

 

//El tren en que viajaba con la familia Huges había sido atacado poco antes de llegar a la frontera y ahora se encontraba en llamas, disperso sobre la nieve teñida de sangre.  Edward se arrastró como pudo hasta su maleta y tomó su pierna de automail y se la colocó, gruñendo por el dolor de reconectar sus nervios, al menos con ella podía salir de allí sin problemas.  Caminó entre los restos del vagón y retiró un trozo de metal, bajo este estaban Maes Huges y Gracia, inconscientes, pero vivos.

Disparos se escucharon a la distancia, al parecer estaban exterminando a los sobrevivientes antes que cruzaran la frontera.

Ed remeció un poco a Maes y este reaccionó medio aturdido aún, pero al escuchar disparos, trató de despertar a su esposa, pero ella no tenía fuerza para levantarse, así que tendría que cargarla.  Se puso de pie y la tomó con toda la delicadeza que podía para escapar.

- Parece que temen que alguien le diga al mundo lo que están planeando – dijo Maes.

- Debemos cruzar la frontera – dijo Edward preocupado manteniéndose atento a la zona en que se escuchaban disparos – comienzan a acercarse, descubrirán nuestras huellas – miró a su alrededor – yo los distraeré, crucen la frontera.

- Pero te atraparán e irás a un campo de concentración – dijo Gracie preocupada.

- No pasará – le sonrió alentándolos a seguir – no se preocupen por mí, estaré bien.

- Siempre serás nuestro amigo, Edward – le dijo Maes con lágrimas en los ojos – cuando nuestro hijo nazca, sabrá que tuvo un hermano heroico que le permitió vivir – le dijo y comenzó a correr lo más rápido que podía rumbo a la frontera.

Ed suspiró conmovido y tomó una rama borrando las huellas de los Huges regresando al lado de los restos de la locomotora, la volaría en pedazos para evitar que mataran a más gente, esos nazis realmente estaban locos si creían que los iba a dejar salirse con la suya.

Caminó alrededor de la máquina revisando los mecanismos mientras trataba de reconectar su brazo derecho, siempre había sido doloroso, pero ahora, medio entumido era peor, pero lo consiguió y encontró la Santa Bárbara y comenzó a atiborrarla de carbón aprovechando que seguía encendida, se alejó unos pasos y se vio rodeado de soldados con la esvástica en su brazo izquierdo.  Sonrió lamentando no volver a ver a su hermano y saber si lo había conseguido, pronto moriría, ya fuera por la explosión, ya fuera por los Nazis…//

 

Al miró al inconsciente general y lo decidió, tenía que activar esa extraña alquimia antes que el tal Gluttony consiguiera atraparlos y devorarlos, corrió por el circulo de la plazoleta dibujando los círculos de transmutación lo mejor que podía tratando de no repetirlos, sin recodar el orden exacto a causa del apuro, no podía permitir que el humúnculo llegase hasta el general y lo devorase, de seguro allí si estaría metido en un lío.  Y sin pensar en las consecuencias y en si de verdad le servirían, los activó poniendo sus manos sobre el suelo.

Roy abrió su ojo al sentir la potente alquimia y se llevó la mano izquierda al faltante, la cuenca seca del faltante le quemaba, parecía que le saltarían llamas del rostro, el dolor se estaba volviendo insoportable, pero se obligó a mirar lo que el menor de los Elric hacia: Gluttony lentamente comenzó a descomponerse y desaparecer con grandes alaridos de dolor mientras manos negras comenzaban a acercarse a Alfonse.

Pero Alfonse no parecía verlas, era como si estuviera en trance, así que Roy, adolorido como estaba, hizo un circulo de transmutación y obligó al muchacho a sacar las manos del círculo de transmutación que rápidamente se apagó, materializando una nueva figura en medio.

Desaparecido el dolor inicial, Roy se levantó y caminó hacia la inconsciente figura, dispuesto a calcinarla si era necesario, pero se quedó estático cuando la figura, de un larguísimo cabello dorado se trató de enderezar y un ruido de metal rompiéndose se impidió…

 

Continuará…

 

No sé si esté bien o les esté gustando, pero estoy tratando de sacar este fic lo más rápido que puedo, hay que aprovechar cuando hay inspiración.

Saludos y gracias por leer.

Shio Zhang.

 

Nos gustaría un comentario, es la primera vez que aceptamos un desafío así.

Wing Zero.


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