Y ahí estaba, como los últimos años, observándolo, viendo como se volvía más hermoso ante sus ojos, porque cuando lo había conocido lo había considerado “bonito” ahora, ante esos grandes orbes, esa no representaba nada, era mucho más que eso, una palabra que no existía en el diccionario de ningún idioma y, probablemente, no exista.
Pero ésa vez no venía solo, venía con un tipo que no paraba de sonreír, era horrible para los ojos del alto, y también muy feo para estar al lado ese pequeño, SU pequeño, tan juntos… Tan juntos que le repugnaba… ¡Oh, cómo desearía ser él el que ahora está besando sus rosados, y cálidos labios del menor! Porque el había tenido la oportunidad, pero como actuó como estúpido, él se fue, lejos, muy lejos, en realidad, no tan lejos, pero como no lo veía, el mayor había pensado hasta que se había mudado de país. Oh, los recuerdos venían a él, otra vez, acompañado de la suave brisa otoñal.
-¡No me toques! Por favor… me estás asustando…- se dejó caer en el piso, temblando y rompiendo en llanto, otra vez, el mayor le había levantado el puño, amenazándolo con golpearlo, pero tenía una razón para eso; no quería perderlo.
-Taemin…- se arrodilló a su altura, tomándolo de la barbilla, elevando su rostro para que pudiera verlo. –Perdón, no sé qué me pasa… cada vez que peleamos… pierdo el control de mí mismo y reacciono así, sólo te quiero para mí, Tae.- El menor temió, temió cuando escucho la última frase… “sólo te quiero para mí, Tae”, ¿o sea que nunca podría salir con sus amigos ni a la maldita esquina? Estaba comenzando a odiarlo por eso, pero lo amaba, lo amaba más que odiarlo, cayendo otra vez a sus trucos. El menor solamente se limitó a asentir
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Taemin se había escapado, sólo por un rato, para ir a ver a su incondicional mejor amigo desde que tenía memoria, Lee JinKi, su hyung.
No soportaba estar en el mismo techo que el más alto, la situación era incómoda, pero el menor temía, temía por su vida.
Apuró el paso para llegar lo antes posible a la casa de su hyung, porque si MinHo llegaba y no lo descubría ahí, lo mataría, pero ésta vez lo mataría en serio.
Cuando el más pequeño llegó a la casa de JinKi, tocó el timbre, tres veces, como era su costumbre para que el mayor le atendiera más rápido. Como siempre, la puerta no se tardó en abrir y TaeMin entró casi corriendo, abrazándose a su hyung.
-¡Hyung!-sollozó-, no quiero estar más con MinHo, ¡tengo miedo! ¡Mucho miedo! Él está loco… muy loco…-La voz de TaeMin se entrecortó varias veces, pero cuando terminó la frase, sólo se limitó a llorar y JinKi lo consolaba… dándole pequeñas palmadas en su espalda o susurrándole cosas. Cuando el llanto del menor cesó, el mayor se separo de él y lo miró con una mirada tan seria que TaeMin no había visto en años.
-Tienes que dejar esa casa.-
-¿Q-Qué? ¿Qué dices, hyung? No puedo irme de esa c—el mayor lo interrumpió.
-Claro que puedes, yo te ayudaré, no sé cómo pero te sacaré de ahí TaeMin.- “Porque te amo” el mayor terminó con esa frase en sus pensamientos.
-¿En serio, hyung?- Preguntó, abriendo los ojos de la sorpresa.- ¡Tel o agradecería mucho! ¡Eres una persona muy importante en mi vida! Lo sabes, ¿no?- El mayor asintió, con su característica sonrisa, pero su pecho se sintió vacio, vacio porque probablemente el menor no lo correspondía.-¿Por qué haces todo esto, hyung? Aún recuerdo el día que MinHo te dio una paliza mortal… por mi culpa… en serio, lo siento hyung…-hizo una pequeña reverencia al mayor, con una mirada muy apenada, para luego posicionarse normalmente y mirarlo a los ojos. JinKi tomó una bocanada de aire.
-Hago todo esto… porque… te amo, TaeMin…- El mayor cerró los ojos, esperando una cachetada, un puertazo, o algo negativo, pero fue todo lo contrario. Unos brazos delgados cubrieron todo su ser, envolviéndolo en un cálido abrazo.
-Hyung… y-yo también te amo.- JinKi abrió los ojos, para comprobar que era verdad, sus sueños se estaban haciendo realidad. La mirada de TaeMin no mentía.-Haz hecho tanto por mi, que todo ese agradecimiento, lentamente, se convirtió en amor… amor puro, es mucho más grande que el amor que siento por MinHo…-tomó una bocanada de aire, y así, su cara volvió al mismo color que siempre-… así que lo decidí, me iré de esa casa.- JinKi quedó impresionado por la confianza que denotaba las palabras y la mirada del menor. No podía creer lo que pasaba a su alrededor. Probablemente, cuando intente dormir procese todo lo que le había pasado ese día con TaeMin.
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-¡Sólo quiero salir con KiBum! ¡Déjame ser libre! ¡Cuándo tú sales no te reclamo nada, MinHo! ¡Quiero ser un adolescente normal, hasta mi familia ha comenzado a sospechar de ti!- Había estallado como por quinta vez en lo que va en el día, y ni siquiera habían almorzado.
-¡KiBum esto, KiBum lo otro! ¡Vino el otro día hasta aquí! ¿No te basta con eso?- MinHo también había elevado demasiado la voz, hasta podría jurar que se escuchaba en toda la cuadra.
-¡Vino el otro día por que le preocupaba que no le contestaba el teléfono! ¡Ni el puto celular me dejas usar, MinHo!- Tomó una bocanada de aire, para luego bajar la voz a un tono normal.- ¿Sabes? Creo que me iré, esto no me está haciendo para nada bien, me está dañando demasiado…
Eso había sido duro para escuchar a los oídos del mayor, ¿qué su Taeminie se iría? Oh no, eso no lo permitiría, cuando el, reciente, pelirrojo pasó por delante de él para conducirse al cuarto, lo tomó de su delgado brazo, sólo recibió una mirada fría como respuesta, una mirada que le dolió hasta en el fondo de su alma.
-Oh no, de aquí no te vas, pequeño.
-¿Y quién eres para mandarme?
-Fácil, soy tu novio.- Escupió esas palabras con orgullo y avaricia, algo que el menor odió.
-¿Sabes? Ahora no eres mi maldito novio, ni eso te mereces ser.- Se zafó de su agarre, y levantó su mano. El alto terminó con la cara, prácticamente, dada vuelta. No había entendido bien… su Taeminie, SU Taeminie… ¿lo estaba terminando? No podía ser.
-¿Qué?- Dijo atónito y con la mirada perdida en algún lugar de la sala.
-Lo que escuchaste; no eres mi novio ahora, ahora estoy con JinKi, con él soy libre de hacer lo que quiero, libre de lo que no pude hacer estos dos malditos últimos años por estar contigo, Choi MinHo, porque JinKi realmente me ama.- ¿Desde cuando su honguito pelirrojo, como el mayor le solía decir, se había vuelto tan frío? Choi no encontraba respuesta a esa pregunta.-Así que ahora recogeré mis cosas y me iré y espero no volverte a ver más, monstruo.- Escupió sin un ápice de arrepentimiento en su voz, la voz del menor se escuchaba segura de lo que decía, como pocas veces lo había escuchado.
-Pero, Taemin, te amo, no soy un monstruo…- Lágrimas saladas recorrían sus mejillas, dejando un sendero tibio y húmero, que terminaban en la comisura de sus labios.
-Ja- rió con sarcasmo, para luego continuar- ¿qué no eres un monstruo? ¡Si te comportas como tal, MinHo! Mejor me voy, no quiero continuar perdiendo el tiempo contigo.- Se fue hacía su habitación, con el paso decidido, el alto escuchaba sus pasos caer en la madera de la escalera, el pelirrojo estaba enojado, lo notaba en la manera que pisaba el piso con demasiada fuerza.
-Taemin… Taemin…- cayó sobre sus rodillas en el piso, llorando como nunca, ni cuando había muerto su padre había llorado tanto como lo hacía en ese momento. El pelirrojo pasó delante de él con una mochila que contenía sus, escasas, pertenencias. El menor ni se inmutó en verlo.
–Tae, por favor, no te vayas… Cambiaré, lo juro.
-Ja, ¿es una broma, no? Las personas nunca cambian, MinHo, si sigo contigo, terminaré más dañado, mucho más dañado de lo que estoy…-Su voz al final se quebró, pero no, no lloraría más por ese estúpido Choi. Acercó su mano a la manija de la puerta principal, esa que lo conducía hacia la calle, hacía su salida… -Adiós, Choi MinHo.- Esas frías palabras llegaron al alto, fueron como una espada que le atravesó una y otra, y otra vez en su pecho, desgarrándolo. Se escuchó un fuerte puertazo, significaba que el menor se había ido, probablemente, para siempre.
-Por favor, Tae… No te vayas… No me dejes… ¿No se suponía que íbamos a estar en las buenas y en las malas juntos? ¿Siempre juntos, eh?- Dijo con un deje de nostalgia, al recordar esa promesa hecha hace más de dos años atrás, siguió llorando horas en el piso de su casa, lamentándose el haber perdido a su honguito pelirrojo.
Su corazón dolía cada vez más al recordar eso, el cómo lo había dejado y cómo ahora estaba con otro, seguramente feliz, porque lo notaba en su mirada, seguro el tipo ese que vive sonriendo, como lo había definido Choi, hacía a su honguito pelirrojo, ahora rubio, mucho más feliz que él lo había hecho. Porque Taemin no podía haber seguido pensando en él después de cinco años, ¿no? Porque Choi MinHo lo seguía haciendo, esperándolo, de brazos abiertos, esperando a que Lee Taemin vuelva a él, otra vez.