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Bonnie Butterfly por Naru Nishihara

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Notas del fanfic:

Aunque este fanfic es shota, yo no manejo violación ni cualquier tipo de violencia y menos en contra de un menor. 

Esto solamente es ficción, no estoy alentando a nada; hecho por y para fujoshis.

Las cosas en este fanfic se llevaran con calma, aunque habrá sutiles acercamientos conforme pase el tiempo. Sasuke realmente va a amar a Naruto, yo quiero poner todo mi corazón para que en esta historia, a pesar de los obstáculos, tengan un romance sin prejuicios.

En los comentarios de cada capítulo hay una liga que te lleva al video de la canción con la que me inspire para escribir cada capítulo, si te es posible por favor escucha la canción mientras lees el capítulo! ^-^

Notas del capitulo:

Naruto todos sus personajes son propiedad de Masashi Kishimoto; este fanfic está hecho sin fines de lucro y con mucho amor. Aclaración: las partes en cursiva son recuerdos. Disfruta la lectura, por favor! ^-^

Trust me


Bonnie Butterfly

 

Mi niño, con los hilos invisibles del destino.

Confía en mí, estamos conectados por ellos.

Así que simplemente quédate conmigo y siente mi calidez.

Yo seré tu camino, por siempre.

 


 

Un día, poco después de que te encontrara y te llevara con él a empezar una nueva vida, Itachi te dijo estás palabras:

- Tengo un hermano, él y la persona que ama son mi familia.

Ambos estaban sentados en el sillón de mimbre de la terraza de su pent-house, disfrutaban del fresco de la noche y las luces de la ciudad. Al llegar tarde a casa, después del trabajo, Itachi había tomado del frigorífico una soda de naranja, una cerveza y, a su paso por el living, un elegante álbum del gran librero con el firme propósito de pasar un buena rato juntos.

- Se llama Sasuke y es un par de años menor aunque no lo aparenta en absoluto con esa cara de amargado que siempre lleva. – y entonces había sonreído discretamente, abriendo el álbum en una página especial.

Aunque estaban hombro con hombro, para poder ver bien aquella fotografía que Itachi te señalaba, te acercaste más a él.

En la imagen había un jovencito malhumorado, casi un hombre; de piel blanquísima y ojos negros como el carbón. Usaba una camisa azul de verano y jeans de mezclilla en mal estado combinados con unas mugrientas botas de agujeta.

- ¿Es muy parecido a mi, verdad? Esta foto la sacamos justo después de su graduación de la universidad, en un viaje entre amigos.

- Es precioso…- señalaste sincero, tus ojos turquesa absorbiendo la forma delicada de su espigado cuerpo.

- Es verdad – Itachi sonrió enternecido antes tus reacciones -. En aquellos tiempos era muy popular con las chicas a pesar de su difícil temperamento pero todas siempre se rendían cuando entendían que no podían competir con su novia.

- ¿Su novia?- preguntaste curioso, imaginándote al instante a una modelo super sexy a su lado; a tu edad eras muy ingenuo, el mundo de los adultos era el mismo que veías en la televisión.

- Mira, es ella. – la sonriente mujer que saludaba a la cámara era preciosa, de grandes ojos y cabello muy largo. No tenía nada que ver con tu imaginación, pero era difícil no decir que aquella dulce y animada muchacha no era bonita.

- Que lindo, el color de su cabello…

Sasuke, que estaba al lado de ella en la foto, debía pensar lo mismo. Suaves hebras de cabello se enredaban en sus dedos, le cosquilleaban los labios; sonreía discretamente para ella, no para la cámara.

- Nunca fue más feliz que a su lado…

"¿Ya no es feliz?", te preguntaste, tus pequeños dedos acariciando con mimo la imagen juvenil de tu recién descubierto anhelo.

- Lo quiero. ¿Me lo puedes obsequiar?

Ante tu infantil capricho, Itachi sólo sonrió y, malinterpretando tu deseo, te regalo su foto.

 


 

Era verano, el día en que lo conociste. Y era verano también el día en que te enamoraste.

Vivías lejos, muy lejos, en una pequeña zona rural cerca de Tokio. Era un día soleado cuando te despediste del pueblo donde naciste, de los verdes campos que rodeaban las casitas de rojas tejas de las cuales una había sido tu hogar.

Él había ido a recogerte en una lujosa camioneta roja, ante la sorpresa y la desconfianza de la gente que te despidió con tristeza. Tu vieja maletita descansaba en uno de los asientos traseros junto a un montón de bolsas de regalo y ramos de flores que te habían obsequiado como despedida.

"Vuelve pronto a visitarnos, Naruto-kun. Te llamaremos regularmente para saber que todo esta bien y te mandaremos cartas.", fue lo que dijeron mientras te veían partir.

Itachi les había dado tu nueva dirección y el número de teléfono, sonriendo divertido cuando recibió amenazas de los niños más pequeños y les tuvo que prometer que te, como su nueva familia, te haría feliz.

"Cuiden mucho a mi padres, por favor", fueron tus últimas palabras antes de que el coche arrancara y, aunque las soltaste con un par de lágrimas, les sonreíste radiante y ellos entendieron.

Aquel hombre de largo cabello negro era, sin duda, tu destino.

 


 

Itachi y yo éramos personas de una clase especial, algo conocido como la élite. En Japón hay muchas clases de élite, pero en la que nosotros nos movíamos era tal vez en una de las más impactantes y de las que se puede sacar más provecho, con la que se puede hacer más daño: la de la moda.

Sustentándose su fama en la antigüedad de su presencia en el mercado, la casa de modas Uchiha -de la cual éramos los herederos- era de gran prestigio en el país, combinándose en ella de manera armónica tanto los estilos tradicionales como las nuevas tendencias que comenzaban a llegar de todo el mundo, cruzando mares y fronteras, incluyendo ideologías.

Los Uchiha siglos atrás habían sido grandes artesanos e innovadores en el diseño del kimono, siendo por ellos muy respetados. Conforme los tiempos fueron cambiando y las tendencias fueron llenándose de matices occidentales el clan fue evolucionando a la par. Nuestros antepasados habían cimentado un imperio, una gran historia nos precedía, y cuando la casa Uchiha recayó en las ambiciosas manos de Itachi y las mías, no hicimos más que seguir haciendo que se expandiera; era para nosotros todo no más que una simple semilla, y nuestra meta era el cielo.

Todos ellos no eran más que escalones, nuestra potencial población, fácilmente manipulables, sedientos de la modernidad que representara sus deseos de libre expresión: los adolescentes.

Entramos en su mundo de forma excepcional, inteligente, totalmente calculadora y casi cruel. Importamos de occidente nuevos estilos, nuevos conceptos. Ropa y estilos modernos que los volvían locos.

Se abrieron importantes sucursales en las grandes ciudades, en los más importantes centros comerciales, famosos por el increíble ambiente y los innovadores diseños, porque aunque a escala, eran la representación del mundo de la aceptación y el glamour.

Con cosas tan brillantes y exclusivas tentándolos, fue realmente fácil captar su atención, reforzando su interés con una excelente estrategia de marketing y la ayuda de los medios que les impusieron un nuevo estilo de vida en la que todo tenía que ser cool.

Que el que todos los modelos de la compañía hubiesen sido siempre hombres y que eso no hubiese sido cambiado a pesar de la libre feminidad de la ropa de occidente causo gran revuelo y admiración por lo especial que iba a resultar la publicidad.

Hicimos grandes audiciones, que fueron un éxito a nivel nacional. Las caras más bellas y los cuerpos más delicados envueltos en los más extravagantes, alegres y atrevidos estilos de ropa dejaron confundidos y sin aliento a muchos en la calle, cuando los edificios se llenaron de propaganda sobre moda de un día para otro.

Atacamos todos los ángulos de la mente adolescente, utilizando a nuestros modelos como una de las principales armas.

Tan bellos, tan perfectos, tan queridos y populares; todos estaban siempre pendientes de las nuevas colecciones de la casa Uchiha para deleitar la vista, quedarse sin respiración. Creyendo que usando un conjunto igual al que usaban todos esos jóvenes de ensueño lograrían parecerse, montones de adolescentes corrían a comprar su conjunto favorito y era sorprendente como toda la mercancía se agotaba en días.

Los Uchiha nos volvimos un sello de moda, glamour, elegancia y buen gusto no sólo para el japonés tradicional, sino para las nuevas generaciones, esas que nos transformaron en un sólido imperio siempre en ascenso.

 



 

Él te amaba, y yo solía reprochárselo, incluso mucho antes de que aquel sentimiento hubiese nacido.

Siempre le critiqué aquella extraña tendencia, aquel deseo oscuro, la inclinación indecente y superficial que Itachi profesaba por salir con los modelos de la compañía.

Con el estreno de la colección de temporada, montones de adolescentes de gran belleza llenaban los estudios fotográficos y los sets de grabación, y entonces él tenía de donde elegir en abundancia. Era así que las semanas previas a la salida de una nueva línea venía entonces lo más complicado, lo que terminaría por asegurar que la ropa gustara del todo al público, aun a pesar de la gran calidad y lo original de cada diseño.

Los lujosos edificios de la corporación abrían sus puertas y por ella entraba una horda de adolescentes que parecían un sueño, envueltos en un aura de magnificencia que ya nada tenía que ver con la inocencia de sus cortas edades. Ya eran dioses, no tenían tiempo para estupideces, los años de juegos y libertad eran aborrecidos y clasificados como una pérdida de tiempo en sus siempre importantes agendas rebosantes de fiestas y trabajo.

Pequeños divos, madurando en un mundo de belleza artificial, creyendo crecer como personas a la par que sus ganancias, sin más vida que un caro celular.

Trabajar con ellos era el proceso más difícil, supervisarlos el más fastidioso y, aun con todo ello, para Itachi una obligación que tomaba encantado, siempre el primero en darles la bienvenida con una sonrisa discreta en su hermoso pero varonil rostro.

Los nuevos solían tenerle miedo al principio, pero solía ganárselos con suaves caricias en sus cabellos, con tranquilas y amables palabras, con aquella mirada negra tan profunda que siempre los dejaba tan afectados.

Para los que tenían algo más de experiencia no eran nuevas estas actitudes, pero nunca reclamaban y seguían actuando con él de manera afectuosa y con mucho respeto; tanto así le querían.

Él parecía una entidad inalcanzable, un hombre de élite, refinado y selecto, frío e imponente. Ser el amante de Uchiha Itachi era un honor, los elevaba de rango, dejaban de ser simples números y eran entonces indudablemente más valiosos.

Sucio, Inmoral, Escandaloso, Incomprensible…

Esa fue siempre la pelea entre los dos, con fuerza al principio, con el pasar de los años un leve reproche ya muchas veces repetido y siempre ignorado; nunca hubo demandas, nunca existió un escándalo que destruyera nuestro creciente imperio y con el pasar del tiempo no quedo más que la indiferencia ante aquella escabrosa situación que no tuvo remedio incluso cuando se les prohibió a los jóvenes de la empresa acercarse a él.

Tan jóvenes, tan pequeños, inmaduros y caprichosos…

Los amaba seriamente mientras duraba y les hacía felices, pero cuando terminaba, simplemente se iba como había venido; sin explicaciones, sin ensuciarse las manos, con la facilidad de un último beso que les prometía falsamente jamás olvidarlos. Nunca les hacia algún desprecio y seguía tratándolos con delicadeza, pero los dejaba solos y eso les destruía de cierta manera.

Eran utilizados, les cambiaba sus sueños y ellos no podían ni pensar en la posibilidad de odiarlo, no a quien les había dado todo aunque fuese por poco tiempo.

 


 

¿Quién eras tú? ¿Dónde le conociste? ¿Por qué eras tan especial para él?

Ustedes tenían también una historia, un comienzo, la parte del destino que yo no viví pero fue mi precedente y mi tormento.

Ese año, el año de las Flores del Cosmos - como se titularía a aquella colección, la de tu modesto debut – fue cuando todo comenzó a tener forma nuevamente; vida y color en mis manos, el retoño de un amor apagado en mi corazón floreciendo delicadamente sin contención.

Contraria a su tradición y a punto de que las puertas fueran abiertas nuevamente, hubo en él algo diferente y en aquel momento yo no pude saber cuál era la razón de a mí me pareciera así. Era casi el mismo, con su elegante traje negro, sus lacios cabellos cayendo dóciles sobre sus hombros y emanando de manera natural su absorbente aura.

Me saludo como siempre, tal vez un poco más efusivo que de costumbre porque despeino mis cabellos y sonrió burlón ante mi amenazador gesto de fastidio. Todos nos miraban siempre con mucha sorpresa al comportarnos de tal manera: la gente decía que éramos de hielo, y tal vez era verdad. Pero éramos también buenos hermanos, hermanos que tanto nos queríamos como nos detestábamos, igual a muchos otros en el mundo.

Parado a su lado y tan alto como él me daba cuenta, sin poderla interpretar, de aquella sosegada felicidad reflejada en su mirada, misma que se clavaba ligeramente impaciente en la puerta mientras esperábamos el comienzo de tan importante evento al lado de todo el staff.

- Compórtate con prudencia este año, Itachi. – le sugerí casi sonando a amenaza.

El rio un poco y negó con la cabeza, mirándome a penas de soslayo.

- Ya he fallado. – y a pesar de mi mirada severa y al vez confusa, no dijo nada más.

Empezó a sonar una melodía, y la orden de que las puertas se abrieran fue aprobada por Itachi quien levanto una mano solemnemente, señal que dio pauta a que las personas encargadas los sets de grabación y fotografía comenzaran a prepararse.

Conforme las pesadas puertas de vidrio iban cediendo comenzaban a escucharse las alegres conversaciones, las risas agudas y el repiquetear moderno de nuevos celulares…

Y entonces, ahí estaban, caminando por la alfombra roja dispuesta sólo para ellos, el tropel de emocionados y risueños adolescentes a los que enseguida Itachi sonrió pero en los que no reparo realmente.

- ¡Itachi-san! ¡Itachi-san! – se oía en todos lados, pero era como si él no escuchara.

Buscaba algo, algo que nadie más y sólo él pudo encontrar.

Entonces se adentró en la multitud y a su paso todos se hicieron a un lado confusamente, dejándole caminar con su característica seguridad hasta aquello que le esperaba y que teniéndolo ya seguro entre sus brazos lo hizo darse la vuelta para llevárselo consigo, negando a todo y a todos los demás.

Sólo fue entonces cuando lo pude ver, eso que aun entre la multitud sorprendida que le absorbía con los ojos y murmuraba desconcertantes rumores, era diferente en él.

Eso que sin imaginarlo me haría diferente a mí.

Un niño, casi un adolescente.

Uno pequeño y sonriente, envuelto con mucho primor en una nube de blancos encajes,

Ese eras tú, Uzumaki Naruto, el misterio entre los dos, el lazo que tejió el destino en nuestros dedos, el mismo que desde ese día adquirió la cualidad de poderse romper.

Nuestros mundos, que eran muy diferentes entre sí, se enlazaron en aquel momento.

Y el mismo destino decidió que hasta ese punto sería solo un mundo de dos, con ustedes como protagonistas. Un mundo donde las cosas que Itachi conocía las llevaba a ti con sus palabras, con su mirada, señalándolas para mostrártelas y con ese conocimiento hacerlas tuyas, porque ese era el mundo que te iba a regalar.

Palabras dulces, de repente suaves, transformándose su aliento en susurros contra tu oreja, al acariciar sus labios en tu blanca mejilla, queriendo, por el extraño cariño en su mirada, poder dártelo todo sin reservas.

Y tú, hermoso niño de cabellos dorados como el trigo, que lo mirabas todo con simplicidad con tus enormes ojos turquesas, tenías una risa que era como el sonido de mil cascabeles y unas maneras tiernas, visibles en la forma en que tus brazos lo rodeaban con el más sincero cariño, con la descontrolada pasión de tu edad.

No fui consciente del tiempo que estuve parado observándolos hasta que se perdieron tras las doradas puertas del ascensor, donde imagine que aquella risa que aun retumbaba en mis oídos se convertía en un suspiro, cuando compartieran un beso que por secreto podía hacerse realidad.

 

Continuará~

 

Notas finales:

¡Si han llegado aquí, muchas gracias por leer! En cuanto al shota, advierto que será uno muy respetuoso en todos los sentidos. Puede que Naruto haya sonado demasiado pequeño hasta esta parte, pero ya verán que nos esta engañando. Espero que sigan dándole una oportunidad a mi fanfic, y de verdad, muchas gracias por darle una oportunidad!


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