OJOS DE CIELO por kcayra

OJOS DE CIELO


“Ojos de cielo, cuánto daría por que me vieras.”
En una tarde lluviosa, en un café de la gran cuidad un rubio se encontraba mirando las gotas que resbalaban por la ventana.
-Qué pasa Naruto- preguntó el dueño del lugar 
-...
-¿Estas deprimido?- No, no lo estaba pensaba el chico-¿Preocupado?- No, eso tampoco- ¿En quién piensas?- Ha! esa era la pregunta correcta y volteándose hacia su locutor sonrío diciéndole.
-No cree que es un bonito día-
-Bueno!- dijo el dependiente un tanto confundido- si crees que es bonito mojarte y pescar un resfriado, o dejar que los autos te mojen con agua sucia, si crees que llegar tarde por la lluvia es bonito o no poder jugar en el parque por semejante diluvio y es de gran dicha para ti pasar toda la tarde con un hombre platicando de cosas triviales en un viejo pero bonito café en lugar de ir a casa o a otro lugar, estoy del todo de acuerdo contigo ¡es un maravilloso día!-
Naruto sonrió una vez más y regresó su vista a la ventana, sus recuerdos volvieron nuevamente, ese día que para otros podría ser el más desastroso para él era el más divino, el más hermoso y todo gracias a esos ojos negros. Se agachó sonrojado con una nueva sonrisa que no podía evitar porque era feliz, muy feliz.
Unas horas antes el chico de los cabellos rubios había deambulado en su departamento suspirando como casi siempre, por su vecino, un hombre cuya característica principal era su seriedad, aunque según nuestro querido joven si éste sonriese su mayor atractivo serían sus ojos. Presidente de una mega corporación Sasuke Uchiha era el responsable de cada suspiro y pensamiento de Naruto Uzumaki, al igual que la musa de su inspiración para las hermosas pinturas que había realizado. Hijo de una familia de banqueros Naruto nunca supo que era carecer de algo pero al mismo tiempo no supo que era convivir con niños de su edad debido a un problema, que el mismo Naruto denominaba, domestico, aunque si nos ponemos a pensar un intento de secuestro no tiene nada de “domestico”, el joven Naruto nunca tuvo conciencia del peligro que realmente corría y aunque vivía en cierta forma aislado su objetividad y alegría siempre asía de él una persona alegre y de buen corazón, tanto así que cuando decidió dejar el nido familiar sus padres con un poco de aprensión en el corazón, la madre a punto del colapso y el padre confundido con ojos llorosos, decidieron dejarlo ir con la condiciones de que se quedara en el departamento que tenían en la ciudad, de que los visitara los fines de semana, de que no condujera sino que siguiera con el chofer, de que siguiera con sus clases particulares y un sinfín de condiciones restrictivas a lo cual Naruto accedió con excepción de una, no quería más clases particulares en vez de eso quería ir a la universidad a lo que sus padres, después de un tira y afloja, consintieron aceptar. 
Unos días después de la mudanza nuestro protagonista rubio salía del ascensor, se veía feliz pues había sido aceptado en la universidad en donde lo habían colocado en el último año de la carrera, ¡quien lo diría! Si que sirven las clases particulares, se decía nuestro amigo que distraído no se fijó en la persona que entraba en el ascensor hasta que tropezó con este.
- Discul…-
¡Dios, quién era! se preguntaba Naruto
- No hay problema iba distraído, que tenga buen día-
-Si-
- Disculpe tengo que cerrar el ascensor - 
Naruto no se había dado cuenta de que estaba parado interponiéndose entre las puestas del ascensor y al escuchar esto se retiró rápidamente sintiendo tanta pena por la observación echa anteriormente que caminó sin detenerse hasta llegar a su departamento y llegando empezó el monologo.
-Qué fue eso- 
-Calma Naruto, nosotros ya sabíamos que no éramos como los demás hombres-
- Si pero nunca había sentido nada como esto-
-Pero lo viste, nunca pensé que un hombre pudiese ser tan guapo sin ser modelo-
- Y esos ojos, eran un mar obscuro, tan intensos, tan profundos, tan serios y tuvimos que hacer el ridículo- 
-Creo que nos pegó duro-
- ¡Dios! Qué fue eso-
Así había pasado una semana, entre suspiros, sonrisas fugases y sonrojos, todo por un pequeño incidente en las afueras de su departamento.
Una mañana después de pintar por un momento, eso de despertarse en la madrugada para pintar ya era todo un hábito, darse una ducha y medio desayunar pensando en su vecino no se percató de la hora hasta que llegó un mensaje a su celular que decía: 
“Joven amo llega tarde a clases”
¡Llego tarde! Pensaba el Uzumaki mientras tomaba su mochila y corría hacia la puerta, ¡qué sería de él sin Adriano!
-Espere- Gritó antes que se serrara por completo el ascensor -Muchas gracias- Dijo mientras se agachaba para recobrar el aliento- Muchas gracias- repitió un poco más tranquilo.
-No es nada- Naruto se incorporó rápidamente -Eres el nuevo vecino ¿cierto?- 
-Sí, hace apenas unos días que me mudé- dijo un apenado y nervioso joven
El mayor no dijo nada más y nuestro amigo tampoco quiso agregar otro comentario pero por dentro no sabía que hacer si verlo, hablarle y cuando estaba a punto de hacer esto último, el timbre del elevador sonó indicando que habían llegado a su destino.
- Que tengas buen día- Se despidió el de ojos negros
- Gracias- Respondió Naruto un tanto perdido para después reaccionar – Igualmente- pero su acompañante ya no lo escuchó, y una pequeña bruma de pesadez cubrió su corazón pero eso solo fue hasta que vio a su chofer esperando con la puerta abierta y corrió hasta el lugar.
-Buenos días joven amo-
-Buenos días Adriano, gracias por el mensaje-
-Es un placer- Y serrando la puerta se dirigieron rumbo a la universidad.