Tú y yo, yo y tú. Así hemos sido por años, tan juntos pero a la vez tan lejanos, amándonos para después odiarnos. Nos queremos cerca pero después nos alejamos.
Tu siempre has sido luz y yo oscuridad, tu calor y yo frio, tu blanco y yo negro, tu ángel y yo demonio, tu Kim Jonghyun y yo Kim Kibum.
¿Por qué dos almas tan diferentes se llaman con tanta desesperación? Quizás es porque solo tu alma cálida es capaz de calentar la mía y solo mi alma helada es capaz de enfriar la tuya un poco. Dos corazones que laten a ritmos tan distintos, tu corazón siempre acelerado en cambio el mío late tan lento que parece que no lo hiciera. ¿Cómo incluso unas miradas pueden ser tan contrarias? La tuya siempre emanando esa luz, ese fulgor único e inigualable pero la mía siempre tan apagada
Y ahora observándote mientras duermes después de la sesión agotadora de sexo me pregunto una vez mas ¿Cómo un cachorro como tu vino a enamorarse de un felino como yo? Cuando me lo pregunto a mí mismo, mi corazón no duda en responder “porque él es lo que siempre buscaste” y le doy la razón, pero ¿y tú? ¿También soy yo lo que siempre has buscando? A veces siento que no y cuento los días esperando el momento en que te canses de mi egoísmo, mis caprichos, mis celos y mis cambios de humor.
El día en que decidas empacar todo y marcharte sin mirar atrás, mientras la soledad y el frio me consumen, dime puppy~ ¿Te quedaras a mi lado para siempre? Mis ojos se humedecen y una lagrima traicionera resbala por mi mejilla cayendo en tu pecho que sube y baja de manera suave, la lagrima parece evaporarse ante el tacto cálido de tu piel, abres los ojos lentamente al sentir la humedad de mis lágrimas que han comenzado a caer con más fuerza. Te levantas mirándome extrañado suspiras pesadamente y siento tus brazos alrededor de mi cuerpo
-Kibummie no llores- me acaricias la cabeza suavemente, solo tú eres capaz de alzar mis emociones como un huracán para después volverlas calmadas como el cielo en verano.
-Jonghyun- intento llamarte en un susurro, pero las palabras se ven ahogadas en medio del llanto que mi pecho parece insistente en sacar, ambos nos mantenemos en silencio, me conoces también que sabes que en estos momentos no tiene caso preguntar algo porque obtendrías por respuesta aún más lágrimas. Cuando por fin logro controlar el llanto me separo de tu cálido abrazo y te miro a los ojos maravillándome de nuevo con su profundidad y los colores que pareces emanar, ¿Cuántas veces nos hemos visto a los ojos? Si formulara la pregunta en voz alta posiblemente te reirías, me darías un golpe en la frente para después susurrarme “Millones”, así que prefiero callar mordiéndome el labio para resguardar la pregunta en el fondo de mi garganta impidiéndole la salida, bajo la vista hasta donde nuestras manos están entrelazadas, siento un ligero beso en la parte de arriba de mi cabeza, alzo la vista y ahí estas tan perfecto, con esa sonrisa que derrite el corazón de cualquiera y vuelve papilla el cerebro, mostrando la fila de dientes blancos y derechos, hago un intento patético de imitar tu hermosa sonrisa pero sé que no puedo, no hay nadie como tú, nadie puede compararse a tu perfección.
Estar despierto me hace pensar, y las dudas siguen asaltando mi cabeza ¿Por qué siendo tan perfecto amas a alguien tan imperfecto como yo? Rozas mis labios con las yemas de tus dedos, puedo sentir la aspereza de tus dedos chocar contra la suavidad de mis labios y amo esa sensación, desesperado retiro tu mano y busco la suavidad que tus labios poseen. Esa suavidad enloquecedora, ese sabor tuyo embriagante, adictivo. Mi lengua se abre paso entre sus labios buscando la humedad de la tuya, se encuentran en un choque, las salivas se entremezclan creando un elixir erótico, los dientes chocan, nos dedicamos a explorar las cavidades como si la vida si nos fuese en ello.
Acaricio tu pecho desnudo con mis manos, adorándolo, buscando grabarme su textura, cada línea, cada hendidura, nos separamos jadeando ante la falta de oxígeno, sonríes de lado y me colocas sobre la cama puedo sentir el delicioso peso de tu cuerpo contra el mío, gimo mientras tu boca besa con devoción mi cuello, puedo saber por anticipado que me dejaras marca, pero no me importa, quiero que el mundo vea que te pertenezco y que tú me perteneces a mí. Continúas bajando entreteniéndote con unos de mis pezones, lo lames suavemente para aprisionarlo con fuerza entre tus labios, lo dejas ir y repites la acción con el otro. Bajas por mi abdomen hasta llegar al elástico de mi pantalón de pijama, los deslizas suavemente, me estremezco al sentir la tela rozar mi miembro ya erecto.
Me levanto sobre mis codos para poder observarte, y la visión es divina, tú sonriendo de lado mientras lentamente sacas la lengua para pasarla por todo mi miembro, te lo introduces a la boca haciéndome delirar de placer, pasando la lengua por la punta en círculos, dibujando cosas amorfas, me muerdo los labios ahogando los gemidos, y paso una mano por tus cabellos castaños aferrándome a ellos, buscando desesperadamente más de ti, más de lo que tu preciada boca me ofrece, en un grito me corro en tu boca, vuelves a subir a besarme y puedo sentir ese sabor dulzón diferente en tu boca, no me incomoda probar de mi propia esencia si es junto a ti, todo es diferente, nada es morboso.
Te jalo del cuello profundizando el beso, quiero sentir cada centímetro de tu piel caliente chocar contra la frialdad de la mía. Enrollo mis piernas alrededor de tus caderas haciendo nuestros miembros rozarse, gemimos al mismo tiempo, esta vez soy yo el que marca la piel de tu cuello, ahh tan caliente que parece que puedo derretirme ahí mismos entre tus brazos. Comienzas a moverte en un vaivén suave imitando embestidas, sentir tu miembro duro y húmedo contra mi trasero es una sensación gloriosa, pero mi paciencia comenzaba a desaparecer, sabía que la sensación de tenerte dentro de mí no se comparaba con ninguna, te necesitaba en ese momento no podía esperar más
-Jong- tu nombre abandono en un suspiro mis labios, alzaste tu cara buscando mi mirada
-¿Qué sucede Kibummie?- tu sonrisa se amplió más, eras consciente del deseo que recorría mi cuerpo, de la necesidad que tenia de ti y disfrutabas de mi desesperación.
-Hazlo, no puedo aguantar más- besaste mis labios fugazmente antes de colocarte frente a mí y posicionarte, te introducías con una lentitud desesperante, era curioso como al momento de hacer el amor los papeles se invertían, mi corazón se volvía acelerado por el deseo y la desesperación mientras el tuyo se calmaba disfrutando.
Te enterraste en mí súbitamente, provocando que mis sentidos se sacudieran con fuerza, y una mezcla de placer y dolor me atravesara la espina dorsal obligando a arquear violentamente mi cuerpo, me aferre a tus musculosos brazos, buscando algo con que anclarme a la realidad antes de caer a la locura tan tentadora, en la que el placer me envolvía. Pude oírte gruñir y apretaste con fuerza mis caderas, al sentir como mis paredes carnales envolvían de forma casi cariñosa tu miembro, moví mis caderas indicándote que podías moverte, no, que necesitaba que te movieras.
Obedeciste sin quejarte y comenzaste a embestirme primero en un ritmo lento, pero el calor de la habitación fue aumentando y con ello el ritmo, un sudor fino cubría nuestros cuerpos, me levante un poco atrapando tus labios entre los míos, un cosquilleo invadió mi parte baja y supe que estaba cerca del clímax, me corrí por segunda vez gritando tu nombre una y otra vez, rasguñando tu piel, pude sentir después tu semilla llenarme. Solo en ese momento cuando ambos alcanzábamos el clímax podía sentir rozar tu perfección, solo por ese instante de placer que te proporcionaba, me sentía tan parecido a ti. Te dejaste caer sobre mí, respirabas agitadamente era adorable la manera en que tus mejillas se sonrojaban, amaba ver tu pecho bien trabajo subir y bajar de manera frenética, me gustaba tanto porque sabía que yo era el causante de todo aquello, dime puppy ¿altero tus emociones al igual que tú lo haces con las mías? Quería preguntártelo pero mi mente no era capaz de procesar alguna acción, te tiraste a mi lado, atrayéndome hacia tu pecho, hundiendo tu nariz en mi cabello, sabía que te encantaba que oliera a fresas por eso siempre usaba ese shampoo.
Hundí mi cara entre el hueco de tu cuello aspirando tu aroma natural, a veces parecía imposible que una persona sin usar perfume oliera tan bien, recuerdo que cuando te lo pregunte reíste a carcajadas, y todavía hoy me haces burla.
-Jonggie~- me atreví a llamarte
-Dime Bummie- sonreí, era un apodo muy tonto, pero me engañaba al decirme que me desagradaba que me llamaras así.
-Te amo- solté finalmente, las palabras que parecían siempre quedarse atoradas, escuche tu risilla nerviosa
-Yo también te amo- y así con tu cuerpo pegado al mío, todo perdía sentido y solo quedábamos tu y yo, que si peleábamos por celos, en ese momento ya no existían, por una tal Shin Se Kyung, ya habría tiempo de encargarse de ella, justamente así eras mío, y yo te pertenecía, no solo mi cuerpo, sino mi alma, mi corazón y cada célula de mi cuerpo lo hacía, dime puppy~ ¿también me perteneces?
Sacudí mi cabeza alejando las dudas de mi cabeza, por el momento no quería pensar en nada, después podríamos hablarlas, pude sentir tu respiración acompasada y sonreí, ya había caído dormido. Me junte con más fuerza a ti, enredando tus pies con los míos, tus brazos me estrujaron con más fuerza, y mi cuerpo respondió gustoso buscando que tu calidez lograra calentar mi frialdad, “polos opuestos se atraen” en ese momento la frase vino a mi mente, quizás podía ser verdad después de todo, era la única explicación razonable para dos corazones tan diferentes, volví a sonreír tontamente y desee permanecer así para siempre, hubiera querido echar candado a la puerta y tirar la llave por la ventana, guardándote para mí, celoso de que alguien pudiese recibir el calor que solo quería para mí, o de alguien más notara ese brillo en tu mirada, mi cuerpo se estremecía de los celos…
-Puppy- te llamo una vez más en un susurro
-Dime- te giras quedando tu rostro frente al mío, sonríes de forma ligera, delineando suavemente con tus dedos los bordes de mi cara, la forma de mi nariz, mis labios y ahí te detienes besándome suavemente
-¿Me amas?- pregunto con la voz a medias, amenazando el llanto con salir de nuevo, me sonríes y me besas la frente, me atraes y recuesto mi cabeza en tu pecho, esperando tu respuesta, escuchando los latidos de tu corazón acelerado
-De aquí a la luna dos vueltas y de regreso- susurraste en mi oído, rio
-Tonto, te amo- cierro mis ojos y tu respiración se vuelve acompasada indicándome que ya te has dormido, aspiro tu aroma y cierro los ojos, dejándome llevar en los brazos de Morfeo, rezando porque incluso en mis sueños estés ahí