Minho siempre llegaba en el momento indicado, por las noches, aquellas noches solitarias que explotaban en una intención sexual que a veces quedaban a la deriva, pero últimamente él se hacia cargo, apareciendo en las tinieblas, como si el aroma ácido del pre seminal de Jonghyun le llamará, y cuando el cantante se giraba jadeante en dirección a la puerta, los ojos grandes le estaban observando, directamente a su mirada, sin distraerse en seguir el frenético movimiento que el más bajo trabajaba con su mano en su erección mientras se masturbaba. Había algo extraño, el alto no estaba sonámbulo, estaba más despierto que nadie, pero luego de que todo acabara pareciera que nunca hubiera sucedido nada, como si la culminación, como si el acto mismo que realizarán para solucionar el problema del mayor se muriera instantáneamente cuando se corriera.
Como cada noche, el rapero se iba a inclinar junto a la cama, iba a apartar la sabana con cuidado e iba a trazar con sus largos dedos cada vena prominente en el sexo duro y caliente del más bajo. ‘No hay problema’ susurraría con cariño, como un niño pequeño, sonriendo incluso, ‘Déjeme ayudarle Hyung’ y Kim asentiría sudoroso, viendo embobado cómo el alto abría su boca deliciosa para probar la punta rojiza de su erección. No podía apartar los ojos de esas pestañas oscuras apoyadas tan inocentemente en su piel bronceada y el oído se le agudizaría para captar aquel excitante sonido de aprobación, como si al menor de verdad le gustara la textura y el sabor de su pene húmedo. Jonghyun pasearía sus dedos por el cabello desordenado con cariño, viendo cómo lentamente su falo iba entrando a esa boca, casi eyaculando al instante con solo empezar a percibir el calor devorarlo, la lengua estimulándolo como si fuera un caramelo y, más importante aún, la manera maravillosa en que Minho parecía disfrutarlo. Pero la fuerza de esa sensación no le permitía observar aquel goce en los rasgos del alto y con el tiempo tuvo que aprender a percibirlo a través de la audición, trabajarla un poco más allá, solo para no escapar de ese estímulo, que inclusive en su rememoración le causaba un placer inexplicable. Estaban esos jadeos cortos, esos gemidos bajos, ese resoplar en la nariz de Minho, que le decían qué le gustaba y cuanto le gustaba.
- S-si – se lamía los labios, con las hebras sedosas del menor aún entre sus dedos.
Eyaculaba en la boca suave, sobre los labios abultados, y el menor siempre se bebía todo, hasta la última gota, como si fuera un brebaje único, con un placer mucho más real que el graficado en las campañas veraniegas de Coca cola, y Jonghyun se sentía el dueño del mundo, cuando el más joven se apartaba sonriente, con los labios exquisitamente hinchados. Dios, lo estaba volviendo loco, y es que este ritmo lo estaban siguiendo desde hace meses, pasada la media noche, a una hora muerta en la que SHINee no era SHINee y ellos no eran el sueño de las jovencitas crédulas de Surcorea. El alto se apartaba, con su propia ropa interior manchada, con su mano derecha temblorosa, y al más bajo le pasaba algo extraño, algo cuya explicación le costaba hilar. Quedaba un beso agridulce en su boca y para cuando volvía en si Minho solo era un bulto bajo las frazadas de su cama.
Era un encuentro nocturno extraño, no duraba un minuto ni un segundo. A veces creía que solo eran fantasías sexuales de las de siempre, pero quedaban los restos de semen y saliva entre sus piernas, como vestigios de lo que nunca iba a llegar a tomar forma, de lo que nunca iba a ser algo.