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Yaoi-holic! por Lacey

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Notas del fanfic:

La intención de esta historia más que nada es encontrarse con momentos divertidos, absurdos y que te puedan sacar una risa o ya de menos que puedas encontrar un momento de ocio mientras lees esta historia.

Esta es la primera vez que escribo una fic donde no uso personajes de un anime, así que no se que les vaya a parecer a ustedes... espero les guste y ya! xD

 

—¿Este lugar siempre tiene que estar tan lleno de gente?


 


—Es un aeropuerto. ¿Qué esperabas?


 


El hermano de veintidós años de Teru, Hideki, bebía despreocupadamente su café, lanzando preguntas de vez en vez, sólo porque no tenía nada mejor que hacer.


 


—Ahora que lo pienso, ¿por qué tuve que venir yo?—dijo con cierto pesar Teru.


 


—Porque Yui está ocupada con el consejo estudiantil—repuso Hideki como si fuera lo más obvio del mundo.


 


Teru puso los ojos en blanco ante la mención de su hermana gemela.


 


—Me aburro…—suspiró Hideki, balanceándose hacia adelante y hacia atrás.


 


—Eres tan infantil.


 


El aeropuerto internacional de Tokio estaba abarrotado de turistas con guías de viaje, hombres de negocios hablando por celular y familias arrastrando maletas. La plataforma de llegada indicaba que el avión de Berlín acababa de aterrizar, por lo cual Teru sacó un cartel en el que rezaba el nombre “Langer”, que era la persona que iban a recoger.


 


—¿Es chico o chica?


 


Teru miró el cartel.


 


—Bueno, este es su apellido…


 


—Eso no sugiere mucho.


 


—Todo sucedió tan de repente, que no se me ocurrió preguntarle los detalles a mamá.


 


Ahora que lo pensaba mejor Teru, él no sabía si el estudiante extranjero era chico o chica, sólo tenía noción de que venía de Alemania y convenientemente se hospedaría en su casa durante un año.


 


—Oh… pero miren que tenemos ahí.


Hideki tiró el vaso de café en el bote de basura y como un bólido caminó en dirección hacia un trío de chicas que miraban atentamente la pantalla del celular de una de ellas.


 


—¿A dónde vas?—alcanzó a decir Teru.


 


—¿Acaso no es lógico?—contestó su hermano, medio girando el rostro hacia él para darle su respuesta, sin que sus pies dejaran de caminar.


 


—Hey, pero no te entretengas mucho… 


 


Teru se dejó caer en uno de los bancos cercanos a la puerta de seguridad y miró con aburrimiento la hilera de gente que se acercaba hacia el detector de metales. Supuestamente, Teru había acompañado a su hermano mayor para recoger a “la” estudiante extranjera… y de paso flirtear con turistas perdidas.


 


A Teru no le entusiasmaba mucho la idea de tener a ese estudiante hospedado en su casa, en realidad su estado ante tal situación era de una indiferencia absoluta. Es decir, le parecía genial conocer a un extranjero, pero no era muy bueno tratando con la gente.


 


Antisocial era una palabra que podría describirlo a la perfección, pero era una exageración decir que él odiara a las personas. Simplemente le costaba convivir con otros, así de sencillo. Pero a pesar de todo tenía amigos, los cuales se contaban con los dedos de la mano, y a donde quiera que fuese, no podía evitar llamar la atención de las chicas, al igual que Hideki, probablemente el único aspecto que tenían en común; pero a pesar de eso la relación entre ambos era buena.


 


Mientras Hideki se entretenía con las chicas, unas gemelas pelirrojas no le quitaban el ojo. Teru las ignoró olímpicamente.


 


Gemelas.


 


Las chicas pelirrojas iban caminando con sus brazos pecosos entrelazados, sonriendo, riendo y lanzando miradas coquetas a cuanto chico pasaba frente a ellas.


 


Teru frunció los labios.


 


Una hilera de personas comenzó a salir de la puerta de inmigración. Teru levantó el cartel para que fuera visible para este tal Langer. De repente, una persona se dirigió hacia él disparado. Corrió tan rápido que no logró frenarse a tiempo.


 


—¡Ay!


 


A Teru le empezó a fallar la visión, el techo le dio vueltas y de repente sintió debajo de él una montaña de maletas, sin mencionar que el chico que huía se encontraba justo encima de él.


 


—¡¿Choqué con alguien?! ¿Estás bien?—preguntó preocupado aquel individuo en un japonés muy exacto.


 


Cuando la visión de Teru se aclaró, lo primero que vio fue una figura alta que esbozaba una sonrisa radiante y le ofrecía una mano. Su cabello era largo hasta poco más de los hombros, con un mechón suelto en medio de su frente, acompañado de unos oscuros ojos verdes. Y su camiseta entreabierta dejaba asomar un, ejem… bien formado pecho. 


 


—Hummm…—fue cuanto pudo pronunciar Teru, aceptando la ayuda de aquel extranjero.


 


Pero Teru apenas había logrado reincorporarse, cuando sintió un jalón, para a continuación descubrirse corriendo al lado de aquel chico. La gente que iban dejando atrás sólo podía contemplarlos con gesto extrañado.


 


—Wow, oye tú, a donde….


 


El chico se detuvo en seco y Teru chocó con su espalda. Rápidamente, tomó a Teru de la cintura y le rodeó los hombros con sus brazos.


 


—Por favor, sígueme la corriente—le susurró a Teru. 


 


—¿Pero que demon…?—inquirió el aludido.


 


—¡Eric! Al fin te encontré. ¿Dónde te habías…? ¿Y este quién es?


 


Una chica rubia y muy alta se posó frente a ellos. Habló en un idioma que Teru no pudo comprender, aunque esas palabras no parecían ir dirigidas a él.


 


—Oh, perdón—habló Eric con su voz sensual y armoniosa—. Acabo de encontrarme con mi novio. ¿Ves?


 


Eric acarició una de las mejillas de Teru, lo cual provocó que este último se quedara petrificado.


 


—Humm…—la rubia torció el gesto y estudió con la mirada al japonés frente a ella—. No lo creo… aunque debo admitir que es tan guapo como tú.


 


La chica se acercó peligrosamente al rostro de Teru, tanto que su nariz rozó con la de él. Eric le dio un ligero jalón a Teru para alejarlo de las garras de ella.


 


—Cuidado, Sharon, que estoy yo aquí al acecho.


 


—No finjas estar celoso. ¿Realmente crees que me voy a tragar ese cuento de que eres gay? —Sharon y Eric se fulminaron un rato con la mirada—. Vamos, no pido mucho—prosiguió ella después de una pausa—. Sólo quiero un beso. Es más, ni siquiera necesitarás meterme la lengua.


 


—¿Acaso no sabes cuándo rendirte?—respondió Eric burlón, inclinó ligeramente la cabeza y lamió el cuello de Teru.


 


—¿Qué se traen ustedes dos, eh?—tronó Teru, temblando de pies a cabeza. Se giró y miró exasperado a Eric—. ¡A esto aquí en Japón se le llama acoso sexual!


 


—Por favor, no te preocupes. Limítate a hacer lo que yo te diga—sonrió divertido.


 


—¿Pero de que hablas? Y como puedes estar tan tranquilo ante esta… esta…—sintió su pulso dispararse ante la cercanía de aquellos ojos.  Se dio cuenta de que lo miraba con demasiado interés, y desvió la mirada—. Termina esto rápido, ¿quieres?—concluyó Teru, aceptando con pesar ayudarle a aquel chico.


 


Una enigmática expresión surgió en el rostro de Eric. ¿Gratitud? ¿Alegría? ¿O en el peor de los casos, burla? Realmente no importaba, porque, tal vez aliviado, Eric abrazó a Teru gentilmente.


 


—Necesitas algo más para impresionarme—intervino Sharon, con un tic en el ojo.


 


—Ya te dije, a mi no me gustan las chicas.


 


—Quizá a ti no, pero él tal vez…—lanzó una mirada lasciva a Teru.


 


—Siento que esta situación se está tornando más peligrosa de lo que imaginé—murmuró para sí mismo, Teru.


 


—Entonces él será mi regalo de consolación—sentenció Sharon.


 


—De ninguna forma—se jactó Eric.


 


—Entonces dame un abrazo.


 


—No.


 


—¿Qué te parece si hacemos un trato?


 


—¿Acaso no sabes cuándo rendirte?


 


—Te perdono si haces lo que yo digo. ¡Llámame reina, inclínate y besa mis botas!—y Sharon apuntó directamente a su pies con dedo acusador.


 


De alguna manera, la situación se volvía cada vez más bizarra conforme transcurrían los minutos.


 


—No sé que en lio te encuentres con esta sueca…—comenzó a hablar Teru.


 


—Es holandesa, por cierto—corrigió Eric.


 


—Lo que sea. ¡Haz algo!


—Sí, te comprendo. A mi tampoco me gusta el SM.


 


—No me refería a eso… ¿Acaso no has notado la forma en la que me come con los ojos?


 


—Lo sé. Es Molesto.


 


—Aunque no entiendo ni palabra de lo que están cuchicheando ustedes dos—irrumpió Sharon en la conversación—. No me iré sin…


 


Teru se estremeció al sentir las manos de Eric deslizarse hasta llegar a sus hombros, obligándolo a girar para que lo viera.  Entonces, algo que nadie esperaba ocurrió.


 


Los ojos de Teru se agrandaron, su respiración se convirtió en un jadeo. ¡Aquel ardiente extranjero lo estaba besando! Pero… apenas había comenzado, cuando inmediatamente sintió los labios de Eric detenerse.


 


Un poco anonado, Teru se apartó rápidamente. Las mejillas le ardían a más no poder y su corazón se había acelerado. No tenía que ser para tanto, apenas y sus labios se habían tocado cinco segundos. Y aun así, Teru se sintió invadido por un extraño sentimiento.


 


—Ya se fue—replicó Eric por lo bajo, con cierto tono divertido que no pasó desapercibido a Teru. Sharon ya no se veía a los alrededores.


 


—Bi-Bien, ya que me-me puedo liberar de t-t-ti, me voy—tartamudeó, nervioso—. Tengo a alguien que buscar.


 


Con la gran cantidad de gente que ya abarrotaba el lugar, fue increíble que nadie haya prestado atención al acontecimiento de hace un momento.  Teru se encontraba demasiado lejos de la sala de vuelos internacionales, pero intentó no preocuparse. Quizá Hideki ya se había encargado de recibir al estudiante.


 


Entonces, una voz con un extraño acento resonó de entre la multitud, llamándolo.


 


—¿Eres Namikawa-san?


 


Teru estaba de puntillas, mirando a un lado totalmente opuesto, intentando buscar a la persona que lo acababa de nombrar. Dio un respingo porque reconoció de repente aquella temible voz. Dudando un poco, se giró  en redondo.


 


—¿Cómo sabes mi nombre?—preguntó receloso.


 


—Yo soy a quien buscas. Es decir, porque yo soy Eric Langer—señaló el cartel.


 


Teru se le quedó viendo boquiabierto. No podía ser posible.


 


—Tú eres… ¿Acaso tú eres el estudiante de intercambio?—Teru estaba estupefacto.


 


—¿Acaso esperabas a algún otro?—bromeó Eric—. Ah, por cierto, lamento lo de antes… esa chica venía acosándome desde que aborde el avión en Berlín.


 


Pero a juzgar por la expresión de Eric, Teru pensó que realmente no lo estaba lamentando. Es más, incluso podía ver una sonrisa de satisfacción.


 


—Sí… está bien… no importa—las palabras se atoraron en su garganta—. Pues…


 


—La verdad es que, esa chica realmente estaba demente.


 


—Por favor, ya no hablemos más sobre el asunto.


 


—Hola—dijo de repente una voz alegre.


 


—¡Hideki!—de su boca salió algo parecido entre un chillido y el croar de una rana.  


 


—¿Qué fue eso, Teru? No sabía que podías hacer esos sonidos tan extraños, je, je.


 


—Mejor mantén el pico cerrado—Teru posó una mano sobre su frente y sacó un suspiro.


 


—Hola. Yo soy Eric Langer. 


 


—Con que tú eres la… digo, el chico que se hospedará con nosotros. Mucho gusto, soy el hermano mayor de este tipo—Hideki, que en ese momento se encontraba lamiendo una paleta, se la sacó de la boca y señaló a su hermano con ella—.  Mi nombre es Namikawa Hideki, y él es Teru, mi hermano menor.


 


El chico que estaría viviendo con él se encontraba justo enfrente. Había subestimado la situación, no esperaba que alguien como él… Es decir, sólo había que mirarlo. Eric era un chico bastante llamativo de pies a cabeza, aunque no es como si a Teru le importase, bueno, sí, Eric es bastante sexy pero definitivamente no estaba interesado en él. Ni un poquito.


 


Claro, y ni siquiera podía quitarle la mirada de encima.


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