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Un bal au loin por Mel_01

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Notas del capitulo:

Chananan! Nuevo capítulo. Salir de la universidad definitivamente deja sin neuronas, y por ende sin inspiración. Ya tenía planeado que escribir pero sencillamente mi cerebro no obedecía. Es cortito porque así está planeado, no crean que me quede sin inspiración a medio camino. Bueno, a leer~ 

Seis meses y algo más de tiempo, la verdad es que desde que está conmigo lo menos que me importa son los días de la semana o el tiempo, sólo me concentro en disfrutarlo a él. Me siento un poco celoso cuando llega y se emociona más al ver a Sulli que al verme  a mí, sólo me dirige una mirada con esa sonrisa tímida adornando su rostro y listo, se olvida de mi presencia y es apresado en los delgados brazos de la muchacha. Pasan horas y horas hablando de diversos temas, algunos están fuera de mi entendimiento.  A los minutos llega hyung y en vez de entretenerme con él, éste se sienta a observar como los dos sobrantes hablan, como si fuese el hecho más interesante del mundo. “Minho, es que tú no entiendes nada, por lo menos yo lo intento”.

 

 

 

...

 

A pesar del tiempo y por diversas razones que no están en discusión no hemos podido concretar una salida, una cita o como se llame. Nuestros horarios no coinciden y yo como nunca he tenido trabajo, recibí una oferta para co-producir un pequeño cortometraje, pero estaba siendo puesto a prueba, por lo que me parecía a cualquier chico de los mandados de cualquier tienda de barrio. Kibum, por su parte, se dedica a dar clases de baile contemporáneo en… un lugar que desconocía, no se lo he preguntado aún.

 

...

 

“Debes bajar las escaleras que siguen al pasillo, ahí se encuentra la sala de ensayos y te advierto que serán sólo 5 minutos de retraso que esperaré”. Con aquellas indicaciones no estaba muy seguro de llegar a la hora, seguro me perdía por ahí. El lugar era enorme, casi como un edificio cultural en el que encuentras todo tipo de talleres y cursos. Ah… el enorme letrero frente a mí me confirmaba que era un edificio cultural. Mi andar era lento y despreocupado, ya que todo estaba señalado, pero me detuve de golpe y mis ojos no pudieron evitar mirar a un delgado chico que corría a toda velocidad por los pasillos. “Es él” pensé, a primera vista los veía iguales, sólo que este muchacho traía el cabello oscuro. Me paré justo al medio del pasillo, en el que se perdió, intentando salir de mi sorpresa, cuando divisé su figura de vuelta, otra vez a toda velocidad. Lo detuve del brazo y me miró con una expresión entre desconcierto y miedo, al verlo más de cerca me di cuenta de que se parecían muchísimo, pero no era Taemin. “¿Dónde está la sala de ensayos de baile?” Fue lo único que mi mente alcanzó a pronunciar. El ameno muchacho se sonrojó levemente y me vio a los ojos. ”Yo también la ando buscando”. No me contuve y me reí ante su confesión. Caminamos siguiendo la señalética, pero  en un punto se volvía tan confusa por la cantidad de letreros que había. Llegamos dos veces al baño de damas y las mujeres que salían y entraban, la primera vez nos miraron sorprendidas, la segunda vez  nos quedaron mirando con ganas de golpearnos. “Yo soy bailarín, ah, se supone que hoy comienza mi período de prueba”, respondió cuando le pregunté acerca de él. “Yo ando en busca de una persona”, dije, cuando el curioso esta vez fue él. Después de veinte minutos de recorrer el lugar y cuando mis esperanzas de encontrarlo en aquel salón bordeaban la nada, llegamos. “¡Ahhh! ¡Los dos llegan tarde! Pero tu Kai, llegas tardísimo, ya terminamos la sesión exactamente hace veintitrés minutos”. Ni siquiera había preguntado el nombre del chico. “¿Kai es tu nombre?”, pregunté de nuevo. “¡Ah! No, no, no, me dicen así, puedes llamarme por ese nombre si quieres… perdón, si quiere.” Demasiado tierno para mis ojos, soy muy voluble ante los chicos bonitos, sobre todo si se parece tanto a Taemin. “Minho… ¿tienes algún problema con tus ojos?”, habló Kibum, celoso de mi actitud.

 

...

 

Al final paseábamos por el centro de la ciudad, demoramos quince minutos más en salir por el regaño que dio Kibum al muchacho, pero como lo supuse, lo citó para el día siguiente. ¿Existe algo más adorable que él? Lo abracé con ternura mientras caminábamos porque mis pensamientos sobre sus actitudes me llevaron a hacerlo. Sentí su cuerpo estremecerse y su voz avergonzada se fundió con el aire tibio de la tarde. “Minho… estamos en público”. Pero no me apartó y yo tampoco lo hice.

 

...

 

A modo de compensación prometí acompañarlo a comprar algunas prendas, pero no pensé que querría recorrer más de la mitad de las tiendas de la ciudad. “Hace mucho tiempo que no compro nada, me siento obsoleto, así que tenía que hacerlo". Se disculpaba ante mi rostro cansado mientras bebía un helado, eran los últimos días de verano, pero el calor era abrasador.

 

...

 

A medio andar con mis neuronas a punto de cocinarse al interior de mi cráneo percaté mi caminar solitario, miré hacia atrás y estaba detenido mirando hacia el frente. Hice lo mismo y ahí estaba, la pequeña cafetería. Antes de que dijera algo le invité. “Vamos, se me antoja un café”. “Hmm, mejor compremos algo para comer en casa y compartir con Sulli”.Negó ante mi petición. “Es tarde y ella debe estar esperándonos”. Por fuera el lugar había cambiado, habían renovado el conjunto de mesitas y el color de los parasoles era de un tono más verdoso, diferente del anaranjado de ese entonces. Por dentro estaba casi igual, sólo el mostrador parecía nuevo. Había dos chicas trabajando, una de ellas nos recibió amablemente. Kibum se dispuso a mirar los pasteles y a pensar cuidadosamente en cual combinaba mejor con la personalidad de Sulli, según él uno escogía según las actitudes que tenía. No me dio oportunidad de escoger y decidió llevar uno de naranja para él, uno de fresas para Sulli y uno de chocolate para mí. Mientras mencionaba la última opción se escuchó su nombre en la voz de una mujer de mayor edad. Ambos levantamos los hombros de golpe y yo dirigí mi vista sobre el mostrador, era la cajera, la misma, aún seguía en el lugar. Del abrazo casi partió en dos a Kibum y a mí me dirigió una mirada traviesa, luego de eso golpeó el hombro de él y le habló graciosa. “¡Con qué le dijiste que te gustaba!”. Después de todo este tiempo, ella recodaba, nos recordaba. Kibum enrojeció hasta en partes de su cara que nunca había visto rojas, una de las muchachas que alcanzó a escuchar se cubrió la boca y he de reconocerlo, también me avergoncé, me sentí como aquel muchacho que iba en busca de su amor platónico cada día a una cafetería simple y de moderada clientela.

 

...

 

Camino a casa mordisqueando un caramelo que le obsequió la cajera y algunos pasos delante de mí, iba él. El silencio nos acompañaba, en un agradable momento, al menos para mí. “Así que también te gustaba…”. Se encogió de hombros y caminó más rápido, reí ante eso. “Es un poco sorprenderte sentir que me acosa-…”, no alcancé a terminar, interrumpió furioso. “¡¿Quién era el que acosaba a quién?! ¡Debí haber llamado a la policía!”. Se dispuso a correr, pero no lo dejé avanzar ni dos pasos deteniéndolo bruscamente al sostener su brazo. Un auto pasó frente a él, estábamos en el límite de la acera, pero ni se inmutó ante su despreocupado comportamiento. “¿Acaso no ves que está en rojo? Pudiste-…”. “Me gustabas, me gustabas tanto que ya ni me importaba la paga del lugar, con verte ahí sentado esperando por mí para tomar tu orden era feliz, dentro de todo era muy feliz, sabes…”. Me conmovió, de lleno a lo más sensible que puedo tener, a toda mi debilidad que era reinada por él. Me sentí de papel siendo arrasado por un huracán con nombre Kibum, que recorría los cielos como si esa fuera la única cosa que haría un papel como yo, amándolo, como si esa fuese la única cosa que pudiera hacer. “Yo también era feliz”, respondí, “pero ahora lo soy más”, pronuncié a medida que me adueñaba de su cintura y de que los últimos rayos del sol, que se colaban por los edificios, alcanzaban su cabello. “Tonto…”

 

 

 

...

 

Llegamos tan tarde a casa a causa de su extremada sinceridad, que nos llevó a un hotel cercano al lugar en que nos encontrábamos. Cuando llegamos al departamento, Sulli estaba semidormida mirando la televisión pero no viendo nada, ante la palabra de “pasteles” despertó y asaltó las bolsas que traíamos. “¡Ahh! ¡De fresa!”, dijo, y Kibum dirigió su mirada a mí triunfante. Nos fuimos a dormir tarde, Kibum se quedó en casa ese día. Pero había un detalle, olvidé mi período de “prueba” del director que me contrató, olvidé por completo que soy el chiquillo de los recados, por lo tanto debo ser el primero en estar en el estudio. Y para mi suerte el aparato que se suponía me levantaría de la cama no lo hizo. Jamás había sido tan veloz para pasar por la ducha, vestirme e incluso desayunar, no comer a primera hora del día no estaba en mis planes. Me despedí de un adormilado Kibum que yacía sobre mi cama, el cual no quiso voltearse a verme y solo movió su mano en señal de que me había escuchado o así lo interpreté yo. Corrí tanto, desde que estaba en el club de atletismo no hacía trabajar tanto mis piernas. Corrí y corrí y ya no supe nada más que de él sonriéndome antes de que mis ojos apreciaran el suelo tan de cerca. 

 

 

 

CONTINUARÁ...

Notas finales:

Espero le haya gustado~ Gracias por leerme aún y por las chicas que dejas reviews ^^  beshos~ nos leemos pronto. 


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