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Un bal au loin por Mel_01

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Notas del capitulo:

Soy una maldita. 

“Me iré a vivir sola”. La noticia nos sorprendió a ambos, Minho se negó de inmediato. “No irás a ningún lado sola”. Sostuve la muñeca de Minho y lo miré preocupado, me recordaba cierta discusión que tuvimos hace tiempo atrás. “Minho déjala hablar, estás haciendo algo que criticaste hace algunos meses, ¿recuerdas?”. Tragó en seco y guardó silencio. La verdad era que se estaba comportando de la misma forma que el padre de Sulli. “No es que no me guste vivir acá, con ustedes, pero quiero experimentar otras cosas, vivir de manera diferente, aprender y eso sólo lo lograré si voy por mi cuenta.” Eran pocas las veces en que Minho perdía la paciencia tan rápido y seriamente. “¿Estás saliendo con alguien?”. Preguntó Minho, tan enojado pero con calma, esa que permanece antes de la tormenta. Hasta yo sentí miedo de responder a esa pregunta. Nuestra querida muñeca de porcelana enmudeció y su rostro dejó de ser tan pálido para teñirse de rojo, en especial sus mejillas. “No es lo que crees oppa, no voy porque quiera estar con alguien más. Me voy porque quiero crecer”. Estuve millones de veces a punto de interrumpir la escena, pero me sentía tan ajeno a aquello, no era capaz de intervenir en la relación de ambos, aunque Minho fuera mi novio y Sulli una de mis mejores amigas.

 

...

 

La situación con Sulli parecía haberse calmado, pero no por completo, Minho no lograba entender su decisión, aunque un tiempo atrás fue quién aprobó que dejara la casa de sus padres para convivir con él. Yo, como espectador, no podía hacer mucho, quería a Sulli tanto como a una hermana, pero Minho estaba extraño, no respondía bien a las cosas y no quería causar un altercado con él. “¿Tan mal estoy?”. Dijo tan de pronto que me sorprendí en mis pensamientos y balbuceé antes de dar una buena repuesta. Se notaba ido, como si intentara comprender algo tan difícil a sus ojos, pero que frente a los míos era tan sencillo. “No, no haces mal, son opiniones diferentes”.  Me acerqué a acariciar su rostro, palpé sus mejillas más huesudas de lo normal y le obligué a mirarme. No sabría decir si eran imaginaciones mías, pero luego del accidente Minho no era el mismo, estaba todo el tiempo a la defensiva, aunque a veces me parecía ver a un niño pequeño completamente desorientado, sin un objetivo en sus ojos. Justo como ahora, aunque me miraba no me observaba a mí, podía notar que su cabeza se llenaba de ella y en contra de mi voluntad me brotaron los celos. “Come tu desayuno, acá está”.  A pesar de que hablaba en tono frío quitando la manos de su rostro me arrepentía a la misma vez de lo que estaba haciendo, pero no soportaba que mi centro fuera él y yo no significara más que una persona importante en su vida, yo quería ser más que eso, quería que el amarme le consumiera hasta la vida. Esos sentimientos nunca se esfumarían de mi corazón. Me detuvo tomando mi brazo y mi intento de hacer un berrinche se ofuscó cuando siguió así, tomando mi brazo sin hacer más, sin siquiera dirigirme la vista, mirando un punto fijo en la mesa. Me impacté. “Minho…” . Hablé suave, con la idea de no perturbarlo, pero así como me detuvo, me soltó y se acomodó en el asiento para comer. Situaciones así me colapsaban los nervios y me hacían huir de su alrededor, no quería verlo.

 

...

 

En el trabajo distraía mi mente, la intentaba colorear con cualquier cosa que no se relacionara con él y en el departamento era igual. A la semana siguiente de la discusión con Sulli ella se marchó, eso no traía nada bueno para mí. Se contrastaba con lo que sentía, pero mi parte racional se quería mantener lejos de Minho, la razón no la sabía y si la sabía no estaba preparado para reconocerla. Me llenaba de invitaciones, de trabajo extra, de cansancio y más cansancio sólo para llegar e irme directo a la cama, en lo posible para no entablar conversación con él, ni una insignificante mirada deseaba que cruzáramos. Era lo peor que podía estarnos pasando, porque lo extrañaba, tan de cerca y me autolimitada a estar con él.

 

...

 

La situación se salió de control cuando me fui de casa dejando una nota con un simple “Regreso en una semana, cuestiones de trabajo”. Todo comenzó hace algún tiempo cuando le vi millones de veces ir de un lado a otro sin saber qué hacer o porqué se encontraba allí, olvidando su nombre y el mío, perdiéndose en el tiempo, dejando que de su mente escaparan cosas tan simples como vestirse. Algo no andaba bien y yo deje pasar tanto tiempo antes de querer darme cuenta. Fui a la clínica y pedí una consulta con el médico de Minho. “No le puedo segurar nada sin antes hacerle un chequeo, pero tiene razón en algo, puede ser una secuela del accidente”. Dijo “no le puedo asegurar nada” y “puede ser”, pero su rostro, su expresión, todo su cuerpo me decía que había algo muy malo y que podía ser peor de lo que mi mente inventaba. No pensaba nada, no quería hacerlo, sólo deseaba huir hasta despertar un día y que alguien me dijera que ésto era la peor pesadilla de mi vida y el que lo dijera fuera precisamente él. Huía, otra vez. ¿Por qué? Estaba cansado, parecía que el deseo de vivir un amor tortuoso se estaba cumpliendo de maravilla, mucho mejor de lo que había planeado. Al transcurso de los días mi miedo se mantuvo y no me bastó una semana para reflexionar, fueron pasando los días que para mí lo hicieron sin percatarme, el trabajo me hizo estar concentrado en otros temas, tan sólo al final del día, antes de que mis ojos se cerraran se venía la imagen de él, queriendo que al abrir los ojos lo encontrara… nada más eran ilusiones mías.

 

...

 

Así pasó cerca de un mes de no verlo, de no llamarlo, de no escuchar su voz ni en un susurro, pero tampoco hubo un intento de su parte por buscarme, por querer saber si aún estaban las cosas tan bien como antes, de querer saber si quiera si estaba vivo. Pero bueno, yo tampoco lo había hecho, no puedo reprochar nada.

 

...

 

Entré con la postura de ser un extraño intruseando en un lugar totalmente desconocido. No todo estaba tan mal como pensaba, en el fondo me alegraba. El departamento estaba muy ordenado y limpio, parecía que alguien recién hubiese ocupado la cocina. Tanto el refrigerador como la despensa estaban con alimentos frescos. De todos los lugares de la casa la sala era la única que tenía toques de haber sido usada. Sonreí, egoístamente sonreí frente a un problema que no quise enfrentar pero se había solucionado, sin ninguna de mis intervenciones, irme fue lo mejor que pude hacer, la verdad yo y mis nervios no somos una buena combinación.  Le llamé una sola vez, sólo susurré y se oyó tan fuerte en el silencio que me queje aún más bajo, riendo ansioso de encontrarlo, sin emitir más sonidos. Abrí la puerta de la habitación sin divisar, nada, las cortinas estaban sin correr. Miré mi reloj que apuntaba exactamente las "11:54 a.m". No era tan tarde y al fin y al cabo era Domingo. “Ha de estar cansado”. Se me pasó fugazmente por la cabeza hacerle un berrinche por no extrañarme ni un poco. Me acerqué a la cama rozando con las piernas la misma, con la intención de no perderme en la oscuridad. No supe cómo ni por qué estaba a punto de romper en llanto. Tonto. Su cabello había crecido unos centímetros más durante este mes, suponía que por mi capricho de querer verle más niño. Besé su mejilla sorprendiéndome un abrazo suyo de repente, sabía de mi presencia en el departamento y no estaba enojado, no me pedía excusas ni me cuestionaba, me recibía literalmente con los brazos abiertos. “Lamento tardar tanto, pero ya regrese”. Busqué un lugar en la cama para sentarme mientras anunciaba mi llegada, viviendo la pesadilla de nuevo. “¿Taemin?” Aunque no me viera abrí mis ojos tanto que mis párpados dolieron al estirarse tanto. No había escuchado mal, pero mi nombre no salió de su boca, no todavía. "Tú.. K-Kibum", habló con miedo, con locura, no reconociéndome a pesar de reconocerme.

 

...

 

“No tienes derecho...”.  Cerró sus ojos instante, los abrió rápido y me golpeó la mejilla traspasándome su impotencia. “¿De qué hablas? El que no tiene derecho acá eres tú.” Era otro Taemin, no era el mismo chiquillo tontamente lindo que creí conocer alguna vez. Su boca se llenaba de razón. “No te bastó una vez, lo abandonaste de nuevo… eres un hipócrita al volver así”. Estaba tan pasmado que las palabras se perdían antes de salir de mi boca. Minho parecía no entender mucho, nos observaba, más bien parecía no entender nada, no podía divisar a otro que no fuera un chico de diez años perdido entre la pelea de sus padres. Levantó su alto cuerpo, sacudiendo el cabello que le reposaba sobre los hombros, sin que mi presencia le hiciera peso fue hacia Taemin envolviéndolo en un abrazo cálido y sus robustos labios fueron a parar a su frente, luego a su mejilla y después ya no quise seguir viendo más.

 

...

 

“Me sorprende verte, pensé que habían roto, cuando llegué Minho estaba deshecho, no hacía nada más que decir tu nombre con una nota en mano. Estaba en pijama, probablemente sin comer en días y recordé lo que dijiste acerca de su memoria”. Jinki era el único que me hablaba con ameno o con lástima, no podía distinguir que era. “No sabía cómo contactarte, llamé a Sulli e intentamos llamarte, pero no contestabas. Un día llegó ese chico y Minho lo reconoció de inmediato, se lanzó a sus brazos con ternura, totalmente efusivo sin controlarse. Sin Taemin nos hubiese sido imposible darle si quiera un plato de comida.”  Cada palabra que salía de su boca se clavaba con fuerza y rabia en mi corazón, terminando por nadar en la culpa. De reojo miraba los mimos y caricias que debían ser mías, pero no me atrevía a reclamarlos. Porque esperaba que fuera como siempre, que corriera a mis brazos gritando cuanto me amaba y me deseaba y que sin mí moriría. Sulli se notaba molesta conmigo, era totalmente comprensible, ellos se hicieron una idea errónea en la cabeza sobre mí, no saben por lo que pasé, no saben lo que Minho tenía, más bien dicho, lo que estaba perdiendo. Yo era y soy el que más sufre, ellos no pueden imaginar si quiera un momento lo que yo siento. Muchas veces lo había perdido, pero por lo menos en esos momentos él seguía amándome, ahora estaba a no más de dos metros de distancia de mí pero no significaba nada para él. “No sé qué tan bien es que estés acá, Minho está muy perturbado desde que te vio. El médico dijo que no debía pasar malos ratos, eso afectaría aún más su estado, su memoria podría ponerse inestable de nuevo.” ¿Médico? ¿Algo andaba mal con su memoria? ¿De qué estaba hablando Taemin? Quisiera responderme a mí mismo que no conocía las respuestas a esas preguntas, la realidad es que las sabía hace mucho. “Yo tengo que estar con él, me necesita”. El mismo Minho me lo había dicho un millón de veces,  me necesitaba para vivir. Crédulo de mis propias palabras. “¿Sigues pensando sólo en ti? Lo abandonaste cuando más te necesitaba pero yo estuve con él. Ahora es lo mismo. ¿Crees que te necesita? Basta conmigo, puedes marcharte”.  Me merecía toda y cada una de las palabras que lanzaba hacia a mí, pero no las aceptaba, no podía. Si me iba una tercera vez no habría espacio en su vida para mí, no podía. “Quiero hablar con él”.  Pedí, exigí. Suerte que Jinki y Sulli también me apoyaban. Estaba seguro que si le hablaba más con él me recordaría con el mismo cariño de siempre. El shock de todo esto me hacía tener esperanzas, porque en ese momento no tenía nada más de qué aferrarme.

 

 

 

CONTINUARÁ...

Notas finales:

Bonito ¿No?


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