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Un bal au loin por Mel_01

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Notas del capitulo:

Volví o reviví, una de las dos. Amo este fic con mi vida y no poder actualizar me estaba matando. Espero que lo disfruten tanto como yo al escribirlo. 

Tal como lo exigí Taemin se negó, mis ojos amenazaban con humedecerse pero me mantuve firme, la cobardía que me había caracterizado estos últimos días no debía apoderarse de mí. Golpeé la mesa de centro, ni yo supe porqué lo hice, JinKi y Sulli me miraron más que extrañados y supongo que eso les hizo entender que yo también estaba desesperado, que yo también estaba pasándolo mal y sólo deseaba estar con él. En mi interior agradecí ese arranque de violencia, Jinki terminó por convencer a Taemin de que era lo correcto. Ganas para lanzarme encima de ese pequeño estorbo no me faltaron, quería correrlo, echarlo a patadas de nuestro departamento. ¿No tenía derecho? Claro que lo tenía, todo el derecho que me confiere ser la persona a la cual MinHo más ama en la vida. En ese punto me importaba poco y nada lo que opinara el mundo, yo podía dejar y volver a MinHo las veces que quisiera, bueno, no, pero esa actitud me hacía mantenerme frente a los tres personajes que pensaban lo peor de mí. Él es y sería siempre mío, aunque ninguno de ellos lo entendiera. Volteé la vista hacia él, creí derretirme de lástima y ternura a la vez, sus piernas estaban juntas, su cabello caía con gracia sobre su rostro y su mirada perdida estaba puesta en Taemin. Ah, un motivo más para traer mi violencia a la actualidad. Fortuna para mí que mantuve mis ojos pegados en él porque nuestras miradas no tardaron en encontrarse, ¡por fin! ¡me miraba! Me regocijaba por dentro aunque por fuera me mantenía firme ante los tres dragones que me impedían de ver a mi príncipe. No hice más que sonreírle con dulzura, con esa que sólo tenía con él, esa dulzura que le pertenecía ya que era creador y poseedor de aquellos sentimientos y emociones. Mi sonrisa quiso deshacerse al no ver respuesta en él, pero nuevamente aquella vocecita me gritaba "no te rindas", "no te rindas", acompañada por un sutil y casi inaudible "de nuevo". Me gustó que se quedara viéndome a pesar de todo, me encantaba perderme en sus grandes orbes de color marrón oscuro, podríamos haber seguido así hasta... no lo sé, hasta siempre.

...

Nuevamente me encontraba mirándolo pero esta vez no estaba siendo correspondido, por lo menos estabamos solos en nuestra habitación, así que podía acercarme a él con total libertad. Eso quería pensar. Ante cualquier movimiento de mi parte MinHo se sobresaltaba y a mí se me rompía un poco más el corazón. ¿Realmente no me recordaba? ¿No recordaba nada de mí? Pero había recordado mi nombre, ¿no? Era poco creíble de ver ya que él fue quién se enamoró primero, pero supongo que el que se enamora más siempre pierde, aunque no sabría decir quién estaba perdiendo más en aquel entonces, sí él por no tener su recuerdos o yo por no estar en ellos. Mis ojos se humedecieron, ¡maldición! ¡tan débil que te has vuelto KiBum! Respiré utilizando toda mi capacidad pulmonar, llenando cada rincón de aquel aire impregnado de su aroma transformando todo aquello en un suspiró que dejaba entre ver pesadez, tristeza, decepción, ira y desamor. Quizá eso hizo eco en mi amnésico novio, ya que me dedicaba ahora una mirada llena de lástima. ¡Lástima! Por lo menos me estaba dando algo. "Me fascinaba cuando me mirabas en la cafetería, tan distante, tan silencioso, pero con una mirada tan penetrante, realmente me gustaba". Toda esa cursilería vino a mí por la lástima que me estaba demostrando en ese momento. Tenía unas ganas de levantarme y abofetearlo y que luego se disculpara por jugarme una broma tan fea y sucia. Las dudas sobre su estado de salud revoloteaban como las hormigas frente a comida y cada tanto encerraba todo eso en un cuarto dentro de mi mente, quería concentrarme en él y sólo en él, de todas formas preguntándole cosas no iba a sacar nada. "Yo no sé cómo es que me has llegado a gustar tanto a tal punto que me siento afortunado de que me mires como a la cosa más lastimosa del mundo". Aquello lo solté con rabia, mi lengua viperina tenía que hacer de las suyas, ¡¿y qué?! MinHo me conocía así, no iba a finjir ser un hada que reparte ternura al mundo, no, él no se enamoró de esa persona, él se enamoró de todos mis demonios, de lo peor de mí, de lo más asqueroso y repudiable y mi lengua viperina estaba dentro de todo eso. Nuevamente suspiré, si seguía así iba a desintegrarme en suspiros, pero era una forma de decirme "calma KiBum, calma", aunque no era la mejor de mis virtudes y claramente se notó cuando comencé a golpetear el suelo con el taco del zapato. ¿Quién puede tener calma en una situación así? Mi razocionio me advertía de estar tratando con una persona inestable y no cualquier persona, sino el amor de mi vida. "No debes lastimarlo", se me cruzaron aquellas palabras que me había dicho quién fue mi amigo y compañero de baile tiempo atrás. Me era difícil contener al mostruo dentro de mí que quería ir y devorarse a MinHo, que quería dañarlo, destrozarlo, ¡éste es KiBum! ¡éste es el real! Un amor tortuoso es todo lo que le puedo dar. "¿No te gustaría decirme algo?", dije con una voz tan amena que hasta yo mismo me sorprendí, a veces sí puedo ser agradable. Me mordí el labio inferior y un tercer suspiro se hizo más sonoro al salir de mis labios. "¿Qué estás haciendo? ¿Por qué no te vas y te olvidas de todo ésto? ¿Por qué no dejas este enorme problema? Me decepcionas". Mi mente me jugaba sucio aunque en realidad tenía razón, yo jamás me he complicado la vida, jamás, ni siquiera cuando era el receptor de palizas destrozantes, ni siquiera cuando murió mi abuela, ni siquiera cuando fui el culpable de la muerte de mi primer novio. No lo sé, supongo que las lágrimas que caían por mis mejillas me estaban advirtiendo de algo, me avisaban que había algo que no podía dejar, que había algo que no estaba viendo, quizá yo también me estaba olvidando de algo valioso e importante. En ese momento sentí un vacío en mi pecho, estaba hueco, me sentía como esas figuras de yeso que no tienen nada en su interior. ¿Qué era lo que estaba olvidando?.

De la nada todo mi cuerpo se volvió pesado, el pecho me dolía pero ya no estaba vacío y yo sin darme cuenta estaba siendo rodeado cálidamente por los brazos de mi amante, el rostro se me deformó y lo único que hice fue llorar más, qué patético. "No llores, por favor, no llores", me susurraba con su deliciosa voz grave cerca de mi oído. ¿Cómo no iba a llorar si la persona a la que amaba, pero que me habia olvidado, me estaba dando un abrazo cuando yo pensaba que jamás podría volver a tocarle? Me apretó con tanta fuerza que se me hacía difícil respirar con mi nariz tapada y mi boca emitiendo una especie de jadeos y lloriqueos. Así nos quedamos, mas bien, así se quedó conmigo esperando que yo dejara de llorar y por primera vez en mi vida no quería dejar de hacerlo. Su aroma a madera fresca y húmeda se colaba hasta mi interior, no sé cómo pasaba eso pero pasaba. Hasta me atreví a sonreír, qué descaro de mi parte y he de decir que no fue el único. Lo besé, tuve que, lo necesitaba, por fin todas mis personalidades me gritaban lo mismo, si no lo hacía ahora puede que esta oportunidad no se presentara de nuevo. No pareció desagradarle mi beso aunque tampoco lo correspondió. ¿Qué importaba? A esas alturas nada, me conformaba con que no se hubiese alejado. Tuve la intención de susurrar "te amo" pero si me exponía demasiado iba a destrozarme.

...

Mis ojos se abrieron como platos y casi se me resbala la taza de café cuando mi pequeño e inocente niño sin recuerdos se le ocurrió abrir la boca. Nadie notó lo de mis ojos porque estaba con lentes bastante oscuros que disimularan mi efusivo llanto, aunque estaba más que seguro que todo el mundo lo había escuchado y mi hermosa nariz roja lo confirmaba. "Quiero que él se quede". Mi personalidad egocéntrica con mi personalidad triunfadora se abrazaban y festejaban. "Lo haré". Respondí rápidamente para que nadie más tuviera oportunidad de reclamarle nada. Sus ojos brillaron y estoy seguro que hubiera esbozado una sonrisa de no ser por la cara que puso Taemin, de la cual se espantó. "Ni te atrevas a oponerte, puede ser dañino para él". ¡Bien hecho KiBum! Volvían mis argumentos seguros sin voz titubeante, utilicé el mismo argumento que había utilizado horas atrás conmigo. Jinki suspiró y Sulli se puso a mi favor, le debía la vida a esa niña.

...

Bien, lo reconozco, estaba feliz de que MinHo hubiese abogado por mí pero era un completo infierno tener que ver todo el día como se repartían cariñitos entre ambos, mientras yo era el receptor de miradas a escondidas y que no denotaban más que desconocimiento. No sé a cuál de los dos quería golpear más. Los días se salían de la rutina cuando venía Jinki quién se robaba toda la atención de MinHo, no sé si era natural en él o lo hacía con cierta intención al notar mi cara de "soy un mal tercio". Me gustaba verlo jugar, conversar, comer, lo que sea que hiciera con Jinki, me gustaba verlo. Y me hallé disfrutando de algo tan simple que podía caer en lo ordinario, disfrutaba con respirar el mismo aire que él, un poco contaminado por Taemin pero era una condición necesaria.
No todo era felicidad y momentos gratos para mí, no, luchaba incansablemente con la idea de salir corriendo, con la idea de que quizá no lo amaba tanto y estaba siendo caprichoso. Habían días en que me rendía al no obtener ninguna atención de MinHo y eso, junto con el estres de mi trabajo, resultaban en que me encerraba en el cuarto de visitas. Aún así me gustaba salir y encontrarme con él fuera de mi habitación, sonriendo bobamente cuando me preguntaba "¿estás enojado?", me recordaba los viejos tiempos. Le lanzaba un beso coqueto y guiñaba un ojo. "Ya no", le respondía.

...

Uno de los innumerables días que pasabamos los tres MinHo no se levantó y vi a TaeMin demasiado inquieto, lo que claramente me hizo tener los nervios de punta. No solíamos dirigirnos mucho la palabra pero necesitaba y merecía respuestas. "No lo sé, dice que no se quiere levantar, que le duelen las piernas". Su respuesta fue tan vaga y una pésima mentira, mas no podía hace mucho, no era inconsciente, me suponía que algo pasaba pero por el momento no deseaba averiguarlo. Creo que soy más cobarde de lo que pensaba.

...

Aproveché de la ausencia del menor de los tres para colarme en la habitación de MinHo, cerré la puerta con llave y así prevenir cualquier tipo de interrupción. Estaba durmiendo, calmo, tan perturbadoramente tranquilo, que tuve que despertarlo para no creer que estaba muerto. Abrió sus ojos con extrañeza, quizá de no ver a Taemin pero casi se me sale el corazón por la boca cuando le oí decir mi nombre. "Me he aprendido tu nombre, perdón por tardar". Supuestamente MinHo no podría aprender cosas nuevas ya que las olvidaría facilmente y practicamente todo su pasado o parte importante de él, en la que participo justamente yo, estaba perdido en el país de nunca jamás. Guardé silencio por mucho tiempo, demasiado quizá porque él se sintió incómodo, lo conocía tan bien como la palma de mi mano y para todo el mundo era evidente que yo no puedo cerrar mi boca ni medio segundo. Me dediqué a observarlo, a tallarlo con la mirada, definir sus pestañas, sus labios secos, ¡traía una colilla! No había notado cuánto había crecido su cabello y en realidad no quería ni pensar cuánto tiempo había pasado para que él se aprendiera mi nombre. Cada vez me parecía más lejana la idea de que pudiera recordar que me amaba. "Kibum..." esta vez lo pronunció de forma diferente, saboreando cada letra y mi interior se remeció por completo. Se disculpó al ver mi cara de horror, porque estaba horrorizado al creer por un instante que me había recordado, en vez de estar feliz estaba horrorizado. Pedí permiso para recostarme a su lado, petición a la cual accedió sin mayores complicaciones. Estuvimos hablando de cosas triviales, hasta me atreví a preguntar sobre sus piernas. "Me siento demasiado perdido, sólo quiero quedarme quieto y descansar". Aquella respuesta me hizo gracia, siempre he pensado que MinHo es como el mar, grande, calmo, demasiado calmo, no me imaginaba que él mismo quisiera estar más tranquilo, eso era más imposible que el recordarme, o algo así. "¿Qué sientes por TaeMin?", arriesgaba toda cercanía que pudiera haber ganado con él, pero no podía callarme, no podía, mi deseo de saber más me ganaba. Lo raro fue que al alzar la mirada parecía estar pensando en una respuesta, no se veía perturbado ni nada, hasta parecía una persona normal. "No lo sé, realmente no lo sé. Creí que lo amaba la primera vez que lo vi, puede que sí lo ame, pero hay una sensación extraña de cuando estoy con él, sin duda lo quiero mucho, pero... realmente no lo sé". Mi corazón había sido tirado a la basura, aunque una milésima parte de éste se mantenía en su lugar, su duda me daba esperanza, mucha o la suficiente para no salir corriendo de ahí. "Me gustaría que recordaras cuándo nos conocimos". Le confesé, si recordaba eso tal vez descubriría de nuevo la razón de porqué se enamoró de mí. "Ayúdame a recordar". Cuando dijo eso, frente a todas las reacciones que pude tener, solté una risa burlona. "Te podría decir todo, pero eso sería como hacer trampa y extrañamente no se me apetece hacerlo. Soy exigente y siempre lo he sido, si realmente quieres recordarme lo harás aunque no tengas cerebro". Aún me costaba romper la barrera que tenía con él. Pero era cierto, yo no quería insertar recuerdos o sentimientos falsos en él, si él no me recordaba por su cuenta nada iba a valer.

... 

El médico nos explicó que el comportamiento de MinHo no sólo era culpa del accidente, él mismo se estaba reprimiendo, en su inconsciente se negaba a vivir, es por eso que ahora ya no podía caminar y se había encadenado a una silla de ruedas. Ni con medicina ni cirugías iba a poder recuperar la capacidad de caminar porque no había ningún daño estructural ni muscular, ni nervioso, ni óseo, en pocas palabras MinHo ya no tenía razón para querer vivir. Me impactó ver a TaeMin llorando cuando llegamos al departamento, ¿qué sabía él que yo no? Su llanto fue tan doloroso, fue silencioso, borrando cualquier rastro de las hermosas sonrisas que le dedicaba a MinHo, obviamente lloró sin que él pudiese verlo, no sé cuándo se había vuelto tan maduro, cuándo había dejado de ser ese niño chispeante y brillante. Las ganas de llorar me embargaron al verlo, me senté junto a él y lo abracé, como si a mi no me hubiera afectado la noticia, con la simple intención de reconfortarlo. Aunque yo no llorase él sabía que para mí era doloroso también. Manera más lamentable de hacer una tregua no podía haber.

... 

Renuncié a mi trabajo, junte todo el dinero que pude en ese tiempo, incluso pedí más al banco, no pensaba pasarme los días trabajando mientras que a MinHo se le acababa el aliento para vivir. ¿Resginación? Quizá. Ya no me importaba que pudiera recordarme, sólo deseaba estar con él, ya no hacía caso a ninguna de mis personalidades, simplemente no quería arrepentirme de nada, suficiente con todos los errores en mi vida para tener otro, el cual no podía enmendar más que antes de cometerlo.
Entre más lo miraba menos podía entender cómo era que ese hombre con una sonrisa tan amplia e iluminada tenía ideas maquiavélicas sobre su vida, quería morirse. Parecía entender muy bien su estado, ya no habían más retrocesos, eso me aliviaba un montón, hasta parecía que poco a poco iba recuperándose de su mente, no se le olvidaban las cosas que aprendía, aunque seguía sin recuperar nada de su memoria. A veces me preguntaba cómo es que era posible que yo pudiese aguantar tanto, mis lágrimas no salían, ¿me estaba volviendo insensible? Aceptaba por completo la idea de que él iba a irse, ¿cómo era eso posible? ¿por qué no me destrozaba llorando como lo hacía TaeMin cada noche? ¿por qué me sentía tan tranquilo? Lo peor era que ni esas interrogantes lograban alterarme. No sé si era fortaleza o ya me había rendido.

... 

Estaba tan delgado que daba pena mirarlo, las personas en la calle se daban vuelta a verlo. Se alimentaba correctamente, tenía todas las comidas necesarias al día, aún así no hacía más que perder peso. Era lamentable. TaeMin se había destruído a tal punto que ni ganas de levantarse tenía, así que yo aprovechaba de sacarlo a pasear. A nadie le parecía buena mi idea, pero a mí no me gustaba estar encerrado así que suponía que a él tampoco. Sulli iba pocas veces a verlo, no hacía más que enmudecer cada vez que visitaba el departamento. Se podría decir que él único que seguía igual era Jinki, como una fortaleza, tal vez era él único que no había sido egoísta con MinHo por eso sabía que no ganaba nada con lamentarse.
Se me ocurrió llevarlo a la cafetería en la que trabajaba cuando era un simple adolescente rebelde, que jamás en su vida iba a pensar que terminaría siendo el cuidador de un hombre practicamente inútil, incapaz de darse ánimos de vivir. Si alguien me lo hubiese dicho en ese tiempo me hubiera ahogado de risa. Recordé tantas cosas al ver la escena, mi rostro se adornaba malamente con una sonrisa lastimera. Estabamos a unos metros del lugar pero la imagen era tan clara para mí que ni siquiera necesitaba verla. Lloré, en primera instancia sin darme cuenta, las lágrimas cayeron inadvertidas por mi rostro hasta tocar una mano de MinHo, era el lugar en que nos conocimos, si no mostraba algo de sentimientos creería que ya no tenía corazón. Y con aquel último pensamiento sentí que había comprendido algo, yo realmente no tenía corazón, en todas las noches que pasamos juntos, en todas las veces que discutíamos, en todas las veces que no estuvimos juntos, incluso más, en todas esas veces él me robaba una parte de mí, me robaba el alma, las ganas de tener una vida sin él, me despedazaba, se encargaba de hacer que fuera más indispensable para mí que el mismo aire, de envenenarme con su amor. Él me había robado mi todo y nada, me había hecho amarlo con locura, al punto que sin darme cuenta mi vida entera, cada segundo, cada respiro, todo era por él y para él. Se me había olvidado que yo lo amaba sin punto final, sin topes.
En un ataque desesperado lo abracé ignorando todas sus preguntas, importándome nada el mundo, ni siquiera me importaba yo mismo. "No te puedes morir MinHo, no puedes, yo, KiBum, te lo prohibo, te prohibo dejarme solo...". Cada palabra dolió al salir de mi boca, me rasgó la garganta que colpasó rápidamente con un enorme nudo, porque, aunque lloraba, las emociones era miles que no alcanzaba a expresarlas todas. De un momento a otro me abrazó, con sus finos y huesudos brazos me abrazó, con tanta debilidad que dolía, sin fuerzas necesarias para mantener los brazos arriba por lo que tuvo que sostenerse de mi ropa, aún así pude sentir todo lo que quiso transmitir, pude sentir en aquel momento que estaba con el maravilloso hombre del cual me había enamorado, sentía que eran sus robustos brazos los que me sostenían, los que jamás me dejarían caer, era el hombre que estaba dando su vida por mí, estaba reconociendo frente a mis ojos que una vida en la que no me podía amar no era vida. Él me amaba más allá de su propia vida. Entendí el llanto desolado de TaeMin, ni él podía hacerlo querer vivir, para MinHo, en su inconsciente, no poder recordarme significaba no poder amarme y sin poder amarme él ya no deseaba vivir. Yo mismo lo estaba matando.

 

CONTINUARÁ...

Notas finales:

Bueno, ya casi llegamos al final. Como dije, amo este fic y terminarlo va a ser una completa tortura para mí. Muchas gracias a las/os que han seguido leyendo. Cariños.


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