Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Como Siempre por SHINee Doll

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Notas del capitulo:

¡Siento el peligro! — se oculta bajo la pequeña mesa de su sala — ¡No, es mentira! Hace algún tiempo, una de esas tardes donde terminé (como siempre) en Twitter, prometí a una personita maravillosa que algún día escribiría una historia para ella. Posiblemente no sea lo que esperabas; tal vez acabes molestándote conmigo. ¡No te culparía! Aun así, espero veas más allá de lo que está plasmado aquí, porque hay algo oculto en las palabras. Esto es tuyo, querida Cariito.

Como Siempre


No podía dejar de mirarle, era un hecho. Kim Jonghyun provocaba en mí un sinfín de sentimientos encontrados, mismos que apenas era capaz de comprender en su totalidad. Desde el primer momento en que nuestras miradas se cruzaron, me hechizó. Había algo en sus castaños ojos de cachorro que no me dejaban tranquilo, que me incitaban a buscar más, que me invitaban a perderme en ellos por largos periodos de tiempo. Todo él era magnífico, un misterio, y estaba prohibido.


— Sr. Kim. — su voz también era maravillosa, tan sensual y dulce a la vez. — Sr. Kim. — parpadeé confundido cuando Choi Minho, mi mejor amigo, me tocó el hombro. — Sr. Kim, ¿sería tan amable de continuar la lectura? — cualquiera se habría avergonzado por estar distraído, se habría mostrado nervioso por ser descubierto con las ideas en otro lugar, pero yo no era como el resto.

Me había puesto de pie con el libro entre las manos, aparentando seguridad. Minho susurró la última palabra leída sin que el profesor se diese cuenta, ayudándome a guardar las apariencias, como siempre. Mi voz rompió el silencio con las palabras precisas, recibiendo un par de risillas traviesas de algunas personas al fondo, murmullos de un par de chicas, bufidos de los chicos. Kim Kibum nunca, nunca, quedaba mal ante nadie.

— Key, deberías prestar atención. Es la tercera vez esta semana que está a punto de atraparte. — me mordí el labio, mirando los grandes ojos de Minho durante una fracción de segundo. Había algo en ellos que me inquietaba, pero no quería saber qué era. Negué, susurrando un “gracias” que quizá no escuchó, volviendo a centrar mi atención en el hombre perfecto frente a la pizarra, en sus cabellos castaños, sus labios bonitos y su mirada que iba del resto hacia mí cada pocos minutos. Él me miraba también, lo sabía.

El resto de la semana y la mitad de la siguiente las cosas siguieron igual: él trataba de hacerme quedar en ridículo y yo seguía empeñado en mirarle durante la hora que duraba la clase. Había aprendido muchas cosas de él para ese entonces, sabía cada uno de sus gestos y expresiones, podía recordar perfectamente su sonrisa y el brillo en su mirada. Y aunque me costó aceptarlo en un principio, ahora no tenía miedo de decir que me gustaba Kim Jonghyun, y me gustaba mucho.

— Kibum, ¿podemos hablar? — era el único en el aula para ese momento. La forma en que pronunció mi nombre me tomó por sorpresa; esa era la primera vez que me trataba de forma informal, que me tuteaba. — Las cosas no pueden seguir así, Kibum. Yo… No puedo permitirlo.

— Jonghyun. — se estremeció, desvió la mirada, apretó los puños. Lo sabía; él se sentía de igual manera. — No entiendo lo que tratas de decir…

— Sé que te gusto. — no había dudado al decirlo, su voz no tembló como la mía cuando lo admití por vez primera. — Lo he sabido todo el tiempo, Kibum, lo he sabido siempre.

No podía decir nada, quizá porque no era necesario. Se acercó lento y se detuvo frente a mí; tan perfecto.

— Me gustas. Me gustas mucho. — las palabras salieron solas; mi voz no tembló, pero mis corazón si lo hizo. ¿Qué pasaría ahora?

— También me gustas. — murmuró, acariciando mi mejilla. Cerré los ojos un momento y luego le miré de esa forma penetrante que me caracterizaba, sosteniendo su mirada, sintiendo sus dedos sobre mi rostro. — Pero es incorrecto. Simplemente no es posible.

Coloqué un dedo sobre sus labios y sus ojos de cachorro se suavizaron. Dudé; por primera vez en toda mi vida dudé de mis palabras, de mis acciones, de mí mismo. Acorté la distancia que nos separaba, presionando mis labios contra los suyos, permaneciendo quieto a la espera de su rechazo. No pasó tal cosa. Sus labios se movieron sobre los míos lentamente, con cierto aire nervioso, como aquel que está seguro de su error. Mis brazos rodearon su cuello y mi lengua se coló al interior de su boca, exigiendo un contacto más íntimo, más necesitado, más demandante. Rodeó mi cintura y tiró de mi cuerpo, apretándome con fuerza, comiéndome la boca; como había soñado tantas veces.

Nos separamos con la respiración entrecortada, completamente agitados. Una sonrisa comenzó a formarse en mis labios, pero desapareció tan pronto noté que no alzaba el rostro, que no me miraba. Y dolió. Se llevó una mano a los cabellos castaños, alborotándolos, tirando un poco de ellos. Permanecí en silencio, esperando cualquier gesto, cualquier palabra, cualquier cosa. No la hubo.

— Jonghyun. — apartó mi mano antes de que le tocase siquiera. Estaba molesto, avergonzado, dolido. ¿Por qué él…?

— Es imposible, Kibum; así que basta. — dio media vuelta y se alejó, recuperando su lugar tras el escritorio de madera, ordenando papeles, marcando nuevamente la relación profesor-alumno de esa forma. Dolió más. — He permitido que esto llegara muy lejos. Debí ponerte un alto antes.

— ¿Ponerme un alto? — pregunté ofendido, rodando los ojos y poniendo mi mejor sonrisa falsa. — ¿No eres tú quién estaba besándome hace un momento? ¿No eres tú el que ha dicho que le gusto? ¿No eres tú…?

— ¡Basta! — golpeó el escritorio con la palma de su mano, mirándome con enfado. — Es suficiente, Kibum. — me acerqué sin vacilar, apoyándome sobre el mueble, acercando mi rostro al suyo. No podía dejar las cosas así. — Salgo con alguien. — admitió al final, dejándome sin palabras de nuevo. — Llevamos seis años juntos, tenemos una relación perfecta. — alzó el rostro, sus ojos sobre los míos. Me sentí pequeño, insignificante, inseguro. — Jamás podría cambiarlo por un chiquillo como tú.

¿A qué estaba jugando? Mi mirada tembló, mis ojos se humedecieron, me mordí el labio. En algún momento me sentí incapaz de respirar, de frenar las emociones que me embargaban. Quise decir muchas cosas, hacer otras pocas, gritarle que estaba mintiendo, convencerme de que sólo era una broma de muy mal gusto. ¿Cómo podía decirme que le gustaba y luego mandarme por un tubo? ¿Cómo podía jugar así conmigo? ¿Era divertido, acaso?

— ¡Key! — giré hacia la puerta.

Minho se encontraba de pie bajo el umbral, una sonrisa mal dibujada en sus labios gruesos. Nos miramos intensamente y al final suspiré, resignado. No hubo necesidad de más palabras entre nosotros, Jonghyun ya había dicho todo lo que debía. Tomé mi bolso y avancé hacia mi amigo, notando en su mirada lo que más temía. Choi Minho era observador, demasiado, y fue, sin desearlo realmente, espectador de los últimos momentos compartidos con el castaño en ese salón de clases. Y me sentía aliviado de no tener que darle explicación alguna cuando las primeras lágrimas cayeron. No dijo nada. Se limitó a pasar su brazo por mis hombros y apoyarme en su cuerpo, guiando mis pasos. Como siempre.

Me ausenté a clases el resto de la semana. Estaba siendo cobarde, lo sabía, pero no podía hacer nada para cambiar eso. Encerrado entre los cuatro muros de mi habitación, tumbado en la cama, oculto bajo una enorme manta, me permitía pensar en todo lo ocurrido desde el primer momento en que mis ojos se cruzaron con los de Kim Jonghyun y mi mundo se transformó. Me daba asco. Cada vez que recordaba ese día, nuestro beso, sus palabras hirientes, a mi mente venía la mirada cariñosa de Minho, su brazo alrededor de mis hombros, su “todo estará bien” que me había robado una sonrisa. Y los sentimientos se mezclaban y me confundían; me mareaban.

El timbre sonó. Me hundí más en mi almohada, escuchando los pasos de mi madre hacia la puerta. Su tono de voz cambió, se volvió alegre, casi podía ver su sonrisa. La curiosidad me invadió, ¿de quién se trataba? Dos pares de pasos en dirección a mi cuarto, una voz cálida que conocía perfectamente, silencio de nuevo.

— Key, ¿cómo estás? — siempre tan torpe, tan ingenuo. ¿Cómo se supone que debía estar? Cualquier se hubiese ofendido con esa pregunta, se habría molestado. De no haber sido él, posiblemente le estaría insultando sin vergüenza alguna, pero era Minho quien me hablaba y yo… Yo no podía hacer otra cosa que no fuese sonreír. Como siempre.

— Tonto. — aparté la manta, mirándolo con los ojos húmedos por las lágrimas de momentos antes. Me sonrió tiernamente, acariciando mi mejilla con sus dedos largos. Me estremecí. ¿Por qué debía ser tan bueno conmigo? ¿Por qué no podía ser como el resto y hacerse a un lado? ¿Por qué no lo echaba de mi vida?

— También me da gusto verte. — su risa inundó mis sentidos, era tan fresca, tan natural, tan suya. — No te has perdido de nada estos días. — asentí, desviando la mirada. Seguía tocando mi rostro y eso me ponía nervioso, mucho. — El instituto es aburrido sin ti, Kibum. — le miré confundido, seguro de que esa era la primera vez que me llamaba por mi nombre. — Yo… Te he echado de menos.

Me moví torpe, demasiado rápido, sentándome en la cama y mirándolo de frente. Minho siguió en el mismo lugar, pero sus mejillas habían comenzado a adquirir una tonalidad rosada que se me antojó adorable. Sonreí de nuevo, sincero, como no lo había hecho en días. Sólo él lograba cambiar mi humor de esa forma.

— Minho. — nuestras miradas se cruzaron una vez más, el tiempo pareció detenerse, su sonrisa bonita apareció.

¿Por qué ahora era capaz de observar tantos detalles? Minho era extremadamente atractivo, de cuerpo atlético, con un rostro un tanto infantil. Sus enormes ojos castaños poseían un brillo que nunca había visto en alguien más, y siempre me contemplaban con una calidez que me embargaba el corazón. Sus labios gruesos se curvaban en perfectas sonrisas que podían robarte el aliento. Justo como lo hacían ahora.

— No he querido decir nada sobre lo que vi y escuché el otro día. — habló bajito, tomando mi mano y entrelazando nuestros dedos. — Tampoco he querido preguntar al respecto, porque realmente no lo considero de mi incumbencia. — Minho siempre había sido así: directo, algo impropio, bobo. — Pero creo que ya ha sido suficiente, Kibum. — enarqué una ceja, interrogante, ¿de qué estaba hablando? — No puedo permitir que estés escondido aquí, lamentándote por algo que no puede ser, cerrándole la puerta a alguien que de verdad te quiere, que se preocupa por ti, que te ama.

— No bromees. — forcé una sonrisa, desviando la mirada. Odiaba hablar de ese tipo de temas. — ¿Quién podría querer a alguien como yo? — una sola lágrima se deslizó por mi mejilla, llevando consigo uno de mis más grandes temores. Él la retiró con sus dedos, obligándome a mirarlo. — Dime, Minho, ¿dónde está la persona de la que hablas?, ¿cómo sabes que realmente existe?

No quería admitirlo, nunca había deseado hacerlo, pero temía no encontrar a alguien que me amase alguna vez. Me había enamorado muchas veces antes, inclusive de mi mejor amigo cuando recién nos conocimos, pero en todas esas ocasiones me había rendido antes de admitir mis sentimientos. Jonghyun fue el primero en escuchar de mis labios un “me gustas” , pero ¿de qué había servido?

— Sé que existe. — su voz interrumpió mis pensamientos. ¿Cuándo se había acercado tanto? — Dime, Kibum, ¿quién no podría quererte? — deseaba responder, decir cualquier cosa, pero las palabras se negaban a salir. Su cercanía me desconcertaba, disparaba mi pulso, adormecía mis sentidos. Eso no cambió nunca con el tiempo, él seguía provocando las mismas reacciones en mí desde la primera vez que nos vimos; mi corazón se negó a olvidarlo, quizá porque fue el primero en ocuparlo. — Eres simplemente perfecto, Key, ¿cuándo lo entenderás?, ¿cuántas veces y de qué manera debo decírtelo? — traté de sonreír, pero tampoco pude. Él siempre me había descrito de esa manera, siempre. — Yo… Sé que hay alguien para ti…

— ¿Dónde? — interrumpí, tan terco como siempre. Me sonrió y nuevamente sentí mi corazón acelerarse. Esto no debía ocurrir.

— Aquí.

Silencio. Me quedé sin aliento, incapaz de reaccionar de ninguna forma. Minho seguía en el mismo lugar, mirando hacia la pared, con su mano aún unida a la mía. En ese momento no había espacio para Jonghyun, para mis miedos, para todas esas ideas que asaltaron mi mente mientras me negaba a salir de la cama. Sólo estábamos él y yo, con su confesión flotando a nuestro alrededor, con mi corazón latiendo furioso y nuestras mejillas enrojecidas.

— Minho. — le llamé de nuevo, pero no me miró; no pudo. — Yo…

— No digas nada. — suplicó, con sus ojos grandes buscando los míos. ¿A dónde se fue su brillo? — Ha sido estúpido de mi parte decirlo en un momento así. Debería estar apoyándote, comiendo helado contigo… — mordí mi labio para no reírme de su ocurrencia. Sabía que trataba de devolver todo a su lugar, pero no tenía intención de dejar pasar el tema. — Olvidemos lo que dije y…

— No quiero olvidarlo. — me miró sorprendido, seguramente pensando que era uno de mis tantos caprichos. Terminé de acortar la distancia que nos separaba, rozando mis labios con los suyos. — No pienso hacerlo, Minho, porque realmente no lo deseo.

— Kibum. — esta vez fue él quien acortó la distancia, buscando mi boca.

Nuestros labios se movían lento sobre los del otro. Mis dedos se encontraban enredados entre las hebras oscuras de su cabello, él mantenía un brazo alrededor de mi cintura y una mano en mi nuca. Siempre había querido un beso suyo, probar sus labios esponjosos, que me quitara el aliento con esa caricia íntima. Y mientras su lengua acariciaba la mía, una descarga eléctrica me recorrió por completo y me pegué aún más a su cuerpo, sintiendo tantas cosas a la vez.

— ¡Chicos, me voy! — nos separamos sobresaltados, avergonzados, con la risa de mi madre resonando por el pasillo después que cerró la puerta.

¡Santo Cielo! , ahogué un gemido de frustración, ¿cómo explicarle eso a ella? Minho comenzó a reírse; bueno, al menos uno de los dos estaba preocupado.

— Ella lo sabía. — dijo de repente, rozando su nariz con la mía. — Sabe que he estado enamorado de ti todo este tiempo.

Golpeé su hombro. Sería idiota. Me hice a un lado, dejándole espacio para que se tumbara en la cama. Tan pronto lo hizo acomodé mi cabeza en su pecho y cerré los ojos. No era la primera vez que estábamos así, pero sin duda se sentía diferente. Comenzó a jugar con mis cabellos, revolviéndolos, enredándolos. Su corazón latía rápido, como el mío. Sonreí. Él tenía razón, como siempre.

— Minho, te quiero — no me atreví a mirarlo, pero fui capaz de saber que estaba sonriendo también.

— También te quiero, Kibum.

Su mano encontró la mía y la apretó con fuerza. Alcé el rostro, buscando sus ojos. Sonreímos. Así es como debía ser, como debería haber sido, como sería a partir de ahora. Porque Minho iba a estar a mi lado, cuidándome, animándome, protegiéndome. Como siempre. Pero esta vez yo también estaría ahí sólo para él, queriéndolo, amándolo. Estaríamos juntos, como siempre.

Notas finales:

Asdfasdfsdf ~ LOL. ¡Les juro que cada vez escribo más extraño! Aún así, espero les gustase aunque sea un poco. Gracias por leer ^^


Mi Twitter --> https://twitter.com/melenacg


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).