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AGUILA Y SERPIENTE por Mahozahamy Arisugawa

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Notas del capitulo:

¡Hola! Muchas gracias a marizu194, kaname_knight y Sweet Pumpkin por dejarme sus lindos comentarios, gracias de verdad, sin ustedes esta actualizacion no hubiera sido posible. No habia conseguido inspiracion para seguir en toda la semana. Muchas gracias.

México. Un país como cualquier otro, pero con sus propias peculiaridades que le daban forma a su personalidad, normalmente siempre era despreocupado, alegre y hospitalario, su comida estaba entre las mejores del mundo, y junto con el tequila, su bandera y su himno constituían su orgullo nacional.

 

Tenía una casa maravillosamente pintoresca, tanto que muchos de los lugares más bellos de su geografía habían sido declarados como patrimonio de la humanidad, tenía la bandera más hermosa del mundo, pero también tenía defectos, muchos, todos malos por cierto, entre ellos era bastante mal hablado, obstinado y terco como una mula.

 

Además se las daba siempre de ser muy hombre. Era dicharachero pero siempre solo cuando se trataba de beber, o hacer fiestas, contar chistes y diversión. Tenía infinidad de dichos y refranes populares. Pero cuando se trataba de su propio dolor o sus problemas, no hablaba con nadie. Se aguantaba siempre. Y era ello el origen de su peor defecto. Era ante todo un masoquista redomado y consumado.

 

Pero aquello tenía un por qué, México había sufrido mucho. Siempre. Era un país con un origen sangriento y un pasado lleno de dolor. Tan solo tenía doscientos años, pero había sufrido desde el día mismo de su nacimiento. No era por ello extraño que ahora fuese tan insensible. Y tan grosero. Siempre hacía las cosas a su modo y al que no le gustara, pues ni modo. Que se fregara.

 

Todo ello aunado a que aunque era un país aguerrido, herencia de sus antepasados, nunca había sido muy fuerte. No porque fuera cobarde su casa estaba llena de gente valiente, era ante todo su delicada salud siempre mermada por resfríos que casi nunca se cuidaba y que parecían nunca sanar del todo, además simplemente no poseía los recursos para seguirse desarrollando, y esa era otra de las tristes realidades, México era un país pobre. Y estaba endeudado hasta las orejas. Su situación a veces empeoraba, a veces mejoraba, pero casi nunca había un cambio significativo.

 

Gracias a algunos de sus jefes por supuesto. Que más que viles traidores a la patria que merecían el fusilamiento, eran unas enormes ratas, se habían encargado, no solo de robarle lo que era suyo, sino también de pedir prestado a su nombre y dejarlo a él con la deuda.

 

Pero México que estaba atado de manos y no le quedaba de otra que aguantarse como siempre, tenía un sentido del humor único para esta clase de situaciones. Para ejemplo bastaba recordar a uno de los personajes más odiados por sus ciudadanos llamado incluso el Innombrable, que no era otro que Carlos Salinas de Gortari, ex jefe suyo, encargado de desaparecer cantidades extraordinarias de dinero que no solo sumieron a México una de las crisis más devastadoras de su historia, sino que incluso lo llevaron a una peligrosa situación en la que su existencia misma estuvo en peligro.

 

Este personaje, que debiera ser motivo de vergüenza y odio nacional era en cambio convertido en efigie y quemado durante la quema de diablos del Sábado de Gloria, una tradición de su país. Y también en máscaras de plástico muy populares que se usaban en Halloween, una tradición de su vecino que se había puesto de moda entre su gente. Esa era la clase de humor extraño que tenía México.

 

Hablando de tradiciones México tenía un amplio repertorio. Mezcla de la tradición prehispánica, heredada por sus abuelos, el Imperio Azteca y el Imperio Maya, con las tradiciones católicas, impuestas por la fuerza y por la sangre por Antonio Fernández Carriedo, representación de España quien en su arrogancia había incluso exigido en el último siglo que México lo respetara y lo llamara “Madre Patria” aún cuando ya ni siquiera eran hermanos, ni tenían nada que ver el uno con el otro, obviamente México enfadado le había hecho un gesto grosero, soltado una palabrota y dicho que no, todo en una misma frase.

 

Así entre las tradiciones Mexicanas se encontraba el día de todos los santos el día primero de noviembre y el día de muertos el día dos del mismo mes. El día de todos los santos México recordaba a las almas de los niños fallecidos, quienes venían a visitar a sus familias y a disfrutar de una buena comida, y dulces que se colocaban en un altar, específicamente dedicado a ellos. Al medio día del día siguiente partían y llegaban las almas de los difuntos adultos, que también se quedaban exactamente un día. México tenía en aquellos días mucho papel picado, pan de muerto, calaveritas de azúcar por millones y cientos de miles de altares en su casa ese día. Había muchísimas velas y flores de cempaxúchitl, el aroma a incienso y a copal llenaban muchos rincones de su casa.  Era una fecha importante.

 

En esa ocasión México sacaba a relucir su lado más oscuro y extraño. A muchos países les costaba entender la manera en que México trataba a la muerte. Como una amiga y una consejera. México y su catrina podían ser vistos caminando entre los caminos de pétalos flores.

 

Porque México a pesar de ser la representación de un país también era el heredero de un imperio, y el heredero de tradiciones y ciertas habilidades que debían continuar hasta el fin de los tiempos.

 

Entre las habilidades de México se encontraba ver a los seres que no eran de este mundo. Y también a los muertos. Hablaba con ellos en rituales muy extraños, algunos de los cuales rebasaban incluso su propia comprensión. Y predecía el futuro. Aún muy de vez en cuando México se encaminaba a la parte sur de su casa, entre la selva México vestido con sus ropas típicas se encerraba en el oscuro interior de las pirámides, entre el aroma del copal realizando encantaciones en idioma indígena se unía a sus chamanes, luego todos recibían la revelación… Un vislumbre del futuro… O un posible futuro.

 

En la casa de México era de noche, el país estaba todavía dormido, soñando… soñando con un pasado que hacía muchos años no recordaba. Era un sueño sobre su niñez, sus primeros años antes de la conquista, antes de la muerte de su amado abuelo.

 

El había recibido un nombre indígena de sus abuelos imperios, pero México ya no podía recordar con claridad cuál había sido ese nombre. En aquel entonces acababa de nacer y no entendía demasiado. Solo sabía que los hombres blancos habían llegado y que su gente tendría que enfrentar la invasión, horror que no se había visto en siglos, eso era lo que decían los sabios… Que los imperios estaban en peligro. Pero en lugar de esconderse o huir Imperio Azteca decidió luchar. México quería quedarse, pero su abuelo lo envió con su otro abuelo, el Imperio Maya quien decidió aceptar la encomienda de Imperio Azteca, proteger a México y escapar con él. Pero no había logrado su objetivo. Imperio Maya no había llegado. El y su gente… México nunca más supo de ellos, él se quedo solo. A merced de Antonio quien al principio lo trató bien, y encantado con su inocencia lo tomó en brazos, pero luego sorprendido por todas las riquezas que su pueblo poseía despertó en él la codicia y quiso no solo que México se convirtiera en su colonia… si no también exigió de él toda riqueza y todo trabajo que la gente de este nuevo mundo pudiera dar. 

 

Ese fue el comienzo del horror. Había llegado la conquista española. México creció entre los golpes de látigo de Antonio, la evangelización, la falta de alimento que debilitaron su cuerpo, jornadas de trabajo inhumanas, esclavitud y una deuda de tributo inacabable… Antonio saqueó sus tierras, robó, asesinó y aún así… México lo quería. Y se odiaba por quererlo, pero no podía evitarlo, a veces Antonio era una buena persona, le alzaba en brazos, cantaba canciones de su tierra y México sabía que eran los jefes de Antonio los que exigían todo aquello, los que ordenaban que su pueblo fuera oprimido… Por eso algunas veces México lo perdonaba.

 

Pero no siempre, porque Antonio casi nunca estaba, lo dejaba solo al cuidado de carceleros brutales que lo explotaban sin compasión, y también lo detestaba porque México sabía que no era el único que había sido adoptado en la familia de Antonio. El español tenía otros niños que había tomado como hermanos. Aunque México más bien pensaba que eran como hijos adoptivos… A los que siempre trataba mejor que a él.

 

Y lo que más le incomodaba era ese niño… Lovino. Del que México sentía especial resentimiento, por que el chico era el favorito de Antonio. Vivía en su casa y Antonio era muy indulgente con él. Lo mimaba y lo cuidaba como a nadie. México sentía especial dolor cuando veía a Antonio cuidar de Lovino con tanto amor y a él lo dejaba morirse de hambre, lo obligaba a trabajar incluso hasta veinte horas al día y le quitaba todo lo que tenía.

 

México se removió en la cama, inquieto. Un par de lágrimas escurrieron de sus párpados cerrados. Recordar aquello había sido demasiado para él. Pero no podía despertarse, por alguna razón. Siguió durmiendo, recordando dolorosos momentos. Deseando escapar de su pasado, y soñar con un futuro brillante. Cálido. Encontrando solo pobreza, sangre, mentiras, engaños, y muerte…

 

Un rayo de luna se coló en ese momento por la cortina de su cuarto, iluminando su rostro trigueño, ligeramente tostado por el inclemente sol que hacía en su casa estos días, crispado en una mueca de tristeza, sus hermosos ojos cafés estaban ocultos por sus párpados de largas pestañas. Su complexión era un tanto cuanto desproporcionada. Medía un metro y sesenta y ocho centímetros. Algunas partes de su cuerpo eran muy delgadas, como sus brazos y sus piernas, pero últimamente le había estado abultando el vientre. Cosa que le avergonzaba, porque no era lo mismo cuando se ponía su ajustado traje de charro. Últimamente el idiota del gringo gordo había estado poniendo restaurantes en su casa y como la comida era sabrosa… y el concepto novedoso… había comido mucho más de la cuenta… Sus jefes estaban un poco asustados por que últimamente su índice de obesidad estaba subiendo de manera alarmante. Sobre todo en niños, lo que era peor.

 

 

Su cama era individual y tenía una sola cobija que colgaba hecha un nudo en uno de los lados de la cama. México se cubría solo con la sábana…

 

En suma México era un país muy extraño, de costumbres arraigadas que escondía además de sus sentimientos sus habilidades detrás de una sonrisa y una apariencia de simplón grosero. 

 

De pronto el gallo rompió el silencio que reinaba en la casa, justo al rallar el alba… México le aventó un zapato…

 

************************

 

A muchos kilómetros de distancia, al norte de la casa de México, Estados unidos ya estaba levantado y había salido a correr. Llevaba una sudadera con gorro con el número 50 en la espalda y shorts con la bandera de Estados Unidos, llevaba tenis blanco, solo él podía vestirse así y verse ridículo, pero no importarle. Llevaba su Ipod con los audífonos al volumen máximo y seguía corriendo, con atronadora música rock taladrándole los tímpanos. Era como no un nuevo grupo inglés que le había parecido muy interesante… Pero ni de loco pensaba decirle a Inglaterra que lo había escuchado… aun cuando ya se sabía todas las canciones… sonrió muy tontamente y siguió corriendo alrededor del patio de la casa blanca.

 

No escuchó la primera vez que su presidente lo llamó desde una de las ventanas de la residencia. Y tampoco a la segunda. Tuvo que ir un guardia de seguridad a llamarlo para  detenerlo de gritar a todo pulmón creyendo que cantaba… Y recordarle amablemente o más bien advertirle que tenía una reunión con el presidente y los consejeros dentro de cinco minutos…

 

Alfred se horrorizó cuando vio la hora, pero de inmediato y con una energía que hacía sentir a todos cansados de solo verlo salió disparado a la ducha… corrió para llegar a la reunión pero como siempre llegaba una hora tarde… Iba nervioso por su quinto retraso en esta semana pero esperaba que los consejeros y su presidente se apiadaran de él, aunque sea un poco.

 

Entró en el despacho oval y se encontró con muchas caras serias… Lo cual significaba solo una cosa, algo horrible había sucedido… Esperaba que no fuera una invasión alienígena o una epidemia al estilo de Soy leyenda… o una invasión zombi… esperaba que no fuera una invasión zombi, o tal vez se habían acabado las hamburguesas… no… eso sí que no podía ser… Estaba a punto de llorar por su preciado alimento cuando el presidente Barack Obama le puso una mano en el hombro y el tuvo que volver a la realidad.

 

---Hola, Alfred, siéntate por favor, tenemos un asunto muy importante que discutir. Se trata de algo muy grave, así que vamos a tomarlo con toda la seriedad posible ¿De acuerdo?

--- ¿No se acabaron las hamburguesas, verdad?

---Tranquilo Alfred, cuando acabemos con esto iremos a comer todas las que quieras.

--- ¿De verdad? –Sus ojos brillaron entusiasmados— Quiero una soda extra grande, y papas con queso… y unos aros de cebolla… y un helado… no… diez helados… 

El presidente sonrió como si Alfred fuera un niño pequeño, pero los consejeros solo suspiraron, tratar con Estados Unidos era una verdadera guerra.

 

---Escucha Alfred—empezó el presidente sentándose frente al rubio— ¿Recuerdas a José Juan, nuestro vecino del sur?

--- Who?—preguntó Alfred mirando a todos con cara de confundido y ojos de cachorro.

 

 

***************************

 

Cuando acabó la reunión dos horas después los consejeros tenían un dolor que cabeza tan intenso que fácilmente podría haberles freído el cerebro, hartos decidieron dar por acabada la reunión una hora antes de lo previsto y posponerla por cinco días… Alfred cuando estaba en uno de esos días de estupidez suprema era de verdad inaguantable…

 

---Ahh, eso fue muy complicado… La verdad es que no entendía nada… Creo no deberíamos tener esta clase de reuniones antes de desayunar, es bastante vergonzoso y creo que nadie lo notó pero mi estómago estuvo haciendo ruido todo el tiempo. Ha, ha, ha, ha.

---Bien, no te preocupes por eso, Alfred—dijo el presidente tratando sinceramente de no estrangularlo porque obviamente él al igual que todos los consejeros habían escuchado los ruidos que hacía su estómago—Intentaré que la próxima reunión sea más tarde.

 

Iban en la limosina hasta el McDonald’s  más cercano, donde ya Alfred estaba planeando comer al menos ocho hamburguesas dobles, tres órdenes extra grandes de papas con queso extra y al menos diez helados de chocolate o caramelo….

 

---Hay algo-munch- que no –munch- entiendo… -munch- ¿Qué-munch- tiene–slurp-que ver-slurp- México –munch- en todo este asunto?—dijo incomprensiblemente Alfred cuando ya le habían traído su orden y comía con singular alegría sus preciados alimentos.

---Es muy simple, Alfred—contestó el presidente sin una sombra de asco en su rostro y entendiéndole perfectamente—México-kun es un país en desarrollo que como todos los países en desarrollo de este continente depende de nosotros, de nuestra economía. Quizá depende de nosotros más que cualquiera de los otros. Y siempre ha sentido debilidad por ti. Es perfecto para nuestro plan.

---Sigo –munch- sin- much- entender nada –slurp-

---Escucha, Alfred, México es un país de recursos. Si tuviera la manera de explotarlos y el conocimiento para sacarles provecho se convertiría en un país muy poderoso… capaz de ser una amenaza y eso no es conveniente para nosotros.

--- ¿No –munch- puedes –munch- explicarlo –slurp- de modo más simple –slurp-?—preguntó Alfred a su presidente con impaciencia, su jefe hablaba mucho pero no entendía nada. Ya se estaba pareciendo a los consejeros.

---Ponerlo más simple… veamos qué te parece esto Alfred, México-kun debe ser nuestro.

--- ¿México está en venta?—preguntó Alfred muy sorprendido dejando su segunda soda que ya iba a la mitad para mirar al presidente—  ¿Debemos comprarlo?

---Estamos en un momento muy difícil, comprar un país no es aceptable. Invadirlo tampoco. Nuestra sociedad de naciones se ha encargado de dar al mundo la imagen de que somos la justicia. Dime Alfred, ¿México te gusta?

---No—respondió rotundamente—Lo detesto. Es mal hablado, grosero. Siempre me da la comida con eso que se llama “chile” y se ríe de mí cuando no puedo comerla… Además a veces se mete a mi casa sin permiso. Cruza el río o se brinca la barda.   

---Pero a ti te gusta visitar su casa en vacaciones—dijo sonriente su jefe—Además México es atractivo. 

---No está mal—murmuró casi inaudiblemente Alfred pensando en los brillantes ojos de José, en sus largas pestañas, en su rostro serio, firme—Y su casa es muy bonita, hay muchos lugares para explorar. ¿Pero qué tiene que ver todo esto?

---Nuestro país necesita una alianza si quiere sobrevivir indemne a la crisis que nos contagiará Europa y podemos hacer que la casa de México-kun sea la nuestra… Si tú te casas con él…

 

 

************************

 

 

México estornudó tan fuerte que el documento que estaba leyendo… Un  decreto… ¿O era un proyecto de ley? Total que algo a lo que no le entendía ni jota, quedara incomprensible e imposible de leer. Llamó a su asistente para que alguien se lo volvieran a imprimir. Un fastidiado empleado entró para llevarse el documento.

 

Para hacer algo mientras esperaba México decidió informarse un poco viendo las noticias en internet, pero se distrajo tan pronto como vio  su cuenta de correo. Más de un millón de correos cadena atascaban su bandeja de entrada. La mayoría eran de sus estados. Eliminó unos cuantos, abrió la mayoría y reenvió más de la mitad. Para cuando terminó de limpiar su bandeja era más del medio día.

 

Cuando llegó otra vez el documento ya era hora de comer. Así que México pidió que le trajeran una orden de flautas de pollo, unos tacos de barbacoa con guacamole y… una hamburguesa con papas y refresco. Lo dicho, últimamente México estaba haciendo mucho menos ejercicio y comiendo de más.

 

Al acabar de comer ya eran las tres así que dejando el escritorio en un desorden total y el documento recién impreso sin tocar metió en su portafolio algunos papeles la mayoría de los cuales eran correos personales de sus estados o de los países que lo conocían. Para leerlos en su casa.

 

Encendió la televisión buscando algún informativo o algún canal de noticias, pero otra vez se distrajo cuando encontró que en un canal daban las reposiciones de uno de sus programas favoritos de todos los tiempos, “El chavo del ocho” se descostilló de risa la siguiente media hora. Para entonces ya se le había olvidado que no había visto para nada las noticias. Llamaron a su puerta

 

--- ¿Quién? –dijo distraído, estaba otra vez en internet, jugando por supuesto.

--- ¿Señor José Juan? –Dijo una voz tímida—Soy yo, su asistente.

---Pásale, hombre, pásale—dijo mientras muy concentrado intentaba que la serpiente no se estrellara contra la pared—A ver ¿Qué pasa ahora?

---Tengo una llamada de su jefe. Es urgente. 

---Otra vez ese pendejo—dijo José Juan.

--- ¿Señor?—preguntó el asistente escandalizado.

---Ayer nos peleamos—dijo México sin explicarse.  

--- ¿Lo disculpo entonces?

---Sabe que estoy aquí—dijo pensando—No pus ya me chingué. A ver qué carajo quiere, pásamelo.

 

El asistente corrió hacia el teléfono para disculparse por su tardanza, y pasar la llamada. Dos minutos más tarde el aparato en la oficina de México sonaba estridentemente. Abajo en la calle un microbús recordaba amablemente a la progenitora de los automovilistas con su claxon… México se levantó para cerrar la ventana bastante molesto por el ruido y se dio cuenta que el teléfono sonaba.

 

--- ¿México-kun? –preguntó la voz de su presidente.

--- Si, soy yo, José Juan González García, México, pero no para servirte, pus quien más va a ser ¿Qué quieres?

--- ¿Estás muy ocupado?—dijo su jefe.

---Ocupadísimo—dijo volviendo a sentarse y mirar su juego pausado.

---Hay algo que quiero pedirte—dijo el presidente—espero que no te moleste.

---Pues tú dirás. Nada más no me salgas con alguna pendejada.

---Quiero invitarte a cenar. Solo nosotros dos. 

---A chingá—dijo totalmente sorprendido— ¿Y eso por qué?

--- Porque… hace mucho que no salimos. ¿Acaso no puedo salir contigo? Además hay algo importante de lo que quiero hablarte.

---Ya salió el peine… Mira si estás buscando que te firme algo o mi autorización para seguir jodiendo a los ciudadanos ya puedes irte mucho a la…

--- ¡México!

---Pus como quieres que te hable, si claro a cenar como no… que te crea tu abuela, si la tienes…

---Solo quiero hablarte de Alfred…

--- ¿Del gringo? Como que ¿pa qué?

---Mira José Juan, yo se que Alfred no te cae bien…

--- ¿Que no me cae bien? Te quedaste corto, si yo odio al desgraciado gordo ese… Me quitó los lentes ¿Qué ya no te acuerdas?

---Claro que me acuerdo, pero cálmate ¿quieres? Recuerda que eres la representación de toda la nación y que yo te guste o no aún soy tu jefe.

---Por desgracia.

---No quiero discutir contigo, José Juan. El asunto de Alfred tenemos que tratarlo, de cualquier modo, es un asunto oficial, pero hoy solo quiero invitarte a cenar. Pasar un rato agradable como al principio de mi administración… Quiero hablar contigo sobre Alfred de manera personal, para que no sea una desagradable sorpresa cuando tengamos que anunciártelo como país. Créeme. Tienes que saberlo cuanto antes. Pero no hablaré de él si no quieres.

---Esto está muy sospechoso.

--- ¿Aceptas mi invitación? Nada de presidente y país. Solo quiero estar contigo José.

---Pus bueno, ya que, total es viernes ¿al restaurante de siempre?

---Vamos a donde tú quieras. Yo invito, claro.

---Pues a donde siempre, pero pídenos una botella de tequila, o mejor tres, algo me dice que las voy a necesitar.

---A las ocho. Se puntual, José Juan. Voy a pedir que vayan por ti.

---Manda algo discreto, no quiero que todo el mundo se entere que me voy de fiesta contigo.

--- ¿José Juan?

--- ¿Ora qué?

---Te quiero.

---Mentiroso—dijo pero tratando de reprimir una sonrisa.

 

 

************************

 

 

Arthur estaba sentado en su computadora personal, una laptop de última generación, después de un largo día de agotadora agenda, decidió revisar por si tenía algún mensaje importante. Ya eran las nueve de la noche pero hacía solo una hora que había terminado de trabajar.

 

Mientras su computadora encendía el representante de Inglaterra o Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del norte, se puso cómodo, se cambió los zapatos y se aflojó la corbata. Colgó el saco y preparó un poco de reconfortante té.

 

Estaba eliminando correos basura con expresión de hartazgo cuando de pronto encontró un mensaje de Alfred… sonrió, ese idiota nunca olvidaba mandarle algún mensaje contándole sus aventuras, cómo lo extrañaba… si tan solo ese estúpido se diera cuenta de lo mucho que lo quería… si tan solo pudieran volver a estar juntos, como antes… si tan solo Alfred lo quisiera como antes…Abrió el mensaje sin siquiera revisar el asunto y empezó a leer.

 

Conforme avanzaba en la lectura su ceño se fruncía cada vez más. Luego el fuego de la ira brilló en sus ojos. Cuando leyó la última línea unas traidoras lágrimas manchaban su bello rostro. Una de ellas cayó en su taza de té.

 

Arthur se puso de pie, llorando silenciosamente, luego apretó los puños y haciendo gala de una ira monstruosa golpeó la delicada taza que se hizo añicos en el suelo. Luego Arthur tomó la computadora con odio y la partió limpiamente por la mitad.

 

Todavía temblando de furia, Arthur llamó a la reina y luego a su primer ministro, el señor Tony Blair.

 

---Estamos en guerra—dijo cuando este se puso al teléfono.

 

 

 

**************************

 

 

El espía no podía creer la información que acababa de obtener directamente. Había estado batallando mucho para conseguir cualquier información que pudiera ser importante para Rusia. Pero no había nada. Inglaterra ya no representaba ningún problema. Se pasaba el día trabajando, las noches de los fines de semana solía beber y acordarse de Estados Unidos, luego lloraba un poco. Al otro día tenía resaca, iba a pelearse con Francia… Nada de importancia o interés para Rusia.

 

Pero hoy las cosas fueron un poco diferentes, la verdad, muy diferentes. Desde temprano sus compañeros espías en Estados Unidos habían estado muy alterados, anunciando que algo muy gordo iba a ocurrir pronto. El dudaba seriamente que pudiera haber algo más gordo que Alfred.

 

La confirmación de que algo “muy gordo” estaba ocurriendo llegó horas después, cuando el señor Arthur recibió un correo electrónico de Estados unidos. Sin pensarlo dos veces, temblando por las consecuencias que esto tendría en el mundo llamó directamente a casa, tardaron al menos una hora en localizar al señor Braginski, pero ahora hablaba directamente con el por primera vez en su vida.

 

--- ¿Señor Iván?—dijo asustado.

---Da. Eres Vladimir ¿Da?

---Si, señor, soy yo, es todo un honor hablar con usted en persona.

---Spasibo. Tienes información importante ¿da?

---Así es señor… yo no sé cómo decirle esto pero… Inglaterra declarará la guerra dentro de unos momentos…

--- ¿Quién es el objetivo?

---…México…

 

Notas finales:

Ooh, ahora si las cosas se van a poner muy mal por aqui. Bien en las opiniones Rusia, mi querido psicópata va a la delantera, y por eso ya hizo acto de presencia en esta historia, pero pueden seguir opinando aun  ytratare de incluir a los que tengan mas votos el que tenga mas sera el afortunado que rescatara a nuestro pobre y mal hablado Mexico-kun. Nos vemos la semana que viene. Cuidense. Besos.


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