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Aeternum. por PauYh796

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Notas del capitulo:

Número de palabras del capítulo sin notas: 11.641

Cuatro meses.

Atardecía mientras Naruto caminaba por desolados callejones con un gran equipaje a cuestas. Su mente era un revoltijo total, y no era para menos, le habían dado un ultimátum que debía aceptar quisiera o no; a pesar de haber estado tan seguro de su decisión horas antes, ahora se encontraba de nuevo en duda; no podía negar que lo que le ofrecían era tentador, demasiado tentador, pues, para Naruto la vida eran solo los experimentos, ser un instrumento, por ello, como aquellas personas le aseguraban que tendría un futuro, bueno, lo aceptaba… Añoraba un futuro más que cualquier otra cosa.

Pocas horas antes, después de terminar su conversación con aquella mujer simplemente había corrido a su ahora ex-habitación; de allí, tomó todas sus cosas rápidamente, queriendo salir de ese lugar de inmediato; el aura que la casa comenzaba a emanar no era nada agradable, lo mejor era huir de allí cuanto antes.

Allí, cuando la noche se volvía eterna pero a la vez efímera Naruto pauso su andar para respirar con emoción la brisa que comenzaba a llegar hasta él. Las estrellas se asomaban por las nubes, como si no existiera ninguna clase de contaminación visual; la luna comenzaba a crecer, como si el mismísimo Zeus la inflara con sus pulmones. El mundo seguía su curso aun bajo los problemas de más de uno, solo hasta ese momento Naruto lo entendió, pues, todo el universo mismo lo superaba, él no podía quedarse estancado en medio de una visión errónea de dramatismo. Sí, su vida y las decisiones que debía tomar eran densas, cosa dura; pero no por ello podía rendirse y caminar con la cabeza gacha por aquel universo.

Alzó la mirada hasta las estrellas y sonrió.

Pensó en lo positivo de todo, pese a las circunstancias ahora se encontraba cerca de Sasuke, ahora ya no iba a estar más tiempo en aquellos oscuros sótanos, ni iba a sentir las dolorosas inyecciones que odiaba, ahora ninguna lágrima se asomaría por su rostro, pues en ese momento se sentía la persona más afortunada.

De repente todo se iluminó, por lo menos a su vista.

Sin pensar más volvió a cargar el molesto equipaje que ahora parecía más ligero y corrió por las desoladas calles, solo en busca de una sonrisa. Una que con seguridad conseguiría en un único lugar, más bien en una única persona.

 

Quien sabe en cuanto tiempo pero por fin estaba fuera de la mansión Uchiha, su respiración era acelerada y sentía las piernas acalambradas pero eso no importaba, nada importaba. Solo la sonrisa que se mantenía en su cara, como aquella vez mientras estaba algo ebrio.

Entro a la casa, donde casualmente la puerta principal estaba abierta; avanzó a paso más lento por el pasillo de entrada en busca de cualquier señal de vida. Lo encontró poco después, un ruido proveniente de la cocina; de nuevo con paso apresurado llegó hasta allí donde al asomarse divisó a Uchiha Sasuke sentado y bastante distraído.

Se acercó sonriendo divertido, en seguida, al ver que Sasuke no reaccionaba, tiró su equipaje al suelo de la manera más ruidosa posible; Sasuke, al sentir la vibración y el sonido se espabiló ahora concentrado su mirada en los ojos azules que lo miraban con una chispa de diversión en los ojos.

—¿Dónde estabas? —preguntó suavemente sin salir por completo de su universo interno.

—Decidí que no puedo vivir de tu ropa por siempre —dijo a medio mentira, pues no pensaba en confesar lo más importante de su paseo de ese día.

Sasuke, aun adormilado terminó de despertarse sacudiendo la cabeza. —¿Eso qué significa? —preguntó sin creérselo realmente—.  ¿Quiere decir que volviste?

Hasta ese momento Naruto captó su error y se maldijo en sus adentros. —Me aseguré que no hubiese nadie en la casa, solo entré, obtuve mis cosas y salí rápidamente —se excusó ahora declarando una mentira por completo.

—No debiste exponerte a semejante peligro —reprobó el pelinegro—. No sabías que podías encontrarte allí, ¡Imagínate si te hubieran descubierto!

—Recuerda que el hubiera no existe, Sasuke.

—Aparte de eso, ¿te demoras todo el día haciendo eso?

—Bueno… —comenzó sintiéndose inquieto por primera vez—. Necesitaba aclarar toda mi situación —respondió por primera vez con la verdad.

—¿Qué era necesario aclarar?, creí que todo ya estaba resuelto.

Naruto se tragó las ganas de gritar que no era así, que todo estaba de cualquier manera menos resuelto, pero antes de cometer esa clase de tontería se golpeó internamente obligándose a sí mismo a parar un segundo y pensar lo siguiente que iba a decir.

—Estoy seguro que después de que te quebraras el cinco de mayo pensaste que comenzaría a verte como una persona débil, cosa que nunca fue así, porque entiendo que hay días buenos y malos; por eso quiero pedirte lo mismo Sasuke, no volveré a verme tan débil, te lo prometo —habló mirándolo con total decisión en los ojos.

Al principio Sasuke quedó sorprendido pero en seguida sonrió aceptando lo que le decían, a la vez se fijó en el error que estaba cometiendo. —Aun así… —dijo—. Hay muchas cosas que sigo sin entender, por ejemplo… ¿Quieres explicarme que paso ayer?

Acorralado.

Esa era la palabra que mejor describía la situación en la que se encontraba Naruto en ese instante. Instintivamente giró la vista hacia algún lugar que no fuera bajo el escudriño de los ojos negros que lo miraban con dureza. —¿Puedo omitir esa pregunta? —preguntó nervioso.

–No —negó Sasuke aun mirándolo firmemente.

Sí Naruto había decidido hace poco que sería fuerte, que no agacharía la cabeza porque hay más coas buenas que malas… en ese instante debía enfrentar lo que le preguntaban, aun así no le confesaría a Sasuke la verdad, temía lo que pudiera suceder después de la confesión. Entonces, por ello era mejor evadir la verdad, a la vez de no decir ninguna mentira.

Ahora no le escondió la vista a Sasuke y lo miró fijamente, como un cobarde estaba alargando el tiempo antes de dar una respuesta.

Sin hablar se acercó la distancia que los separaba, Sasuke aun permanecía sentado, mirándolo desde abajo; al llegar se inclinó para que sus miradas quedaran a la misma altura, a la vez que la sonrisa volvía a aparecer en su rostro, pegaron los rostros tanto que sus respiraciones se sentían juntas, su ritmo se acomodaba al ritmo del otro, y así…

En cierto punto Sasuke se dio cuenta del truco sucio que estaba usando Naruto para distraerlo y que se olvidara de la pregunta, aun así él mismo quiso olvidar la pregunta, pues todos los sentimientos que comenzaban a arremolinarse en todo su cuerpo lo estaban cegando y de alguna manera quería dejarlos ir, sacarlos, aunque no tenía ni idea de cómo.

—Diez de noviembre —dijo suavemente Naruto sin separarse de su posición.

Sasuke lo miró confundido.

—Te prometo que el diez de noviembre te aclararé todo —agregó con una sonrisa.

—Faltan cuatro meses para eso —mencionó Sasuke comenzando a enfadarse.

—Lo sé.

Sasuke suspiró, se distrajo un poco y pensó que últimamente suspiraba mucho; suspiró ante eso. Pero a la vez volvió a centrarse en la situación real que estaba viviendo en ese momento.

—¿Cómo sé que dentro de cuatro meses aun estarás acá? —preguntó nervioso.

—Solo es cuestión de confiar.

—No me agrada la idea.

Se quedaron en silencio pero aun sin moverse, sus ojos estaban alineados unos con los otros pero en realidad no se estaban mirando, en ese momento cada uno estaba sumido en sus pensamientos, pensando en el siguiente paso a dar.

—De acuerdo —dijo Sasuke cediendo a la oferta.

—¿En serio?

—Naruto… —dijo en un suspiro—.  ¿Serías mi novio por cuatro meses?

Naruto abrió los ojos totalmente sorprendido, no esperaba semejante pregunta; a la vez no sabía que responder frente a ello. Ahora miró a Sasuke en busca del indicio que le dijera que era una broma, pero no lo encontró. Lo que decía Sasuke era totalmente serio, y estaba a la espera de una respuesta.

—Sí —respondió con simpleza, mas una sonrisa adornaba su rostro mostrando su verdadera felicidad.

Sasuke suspiró y se alejo de Naruto esquivando magistralmente tocarlo. —Diez de noviembre —afirmó pausadamente.

Naruto se posicionó firme, quedando un poco más debajo de la vista de Sasuke. Asintió fuertemente.

—El diez de noviembre me responderás a todo lo que deba preguntar.

—Y lo haré. Con una condición.

—¿Cuál?

—Viviremos estos cuatro meses como adolescentes normales, para mí no existen esos experimentos y para ti no existirán esas cosas sombrías. Solo dos personas normales.

—Está bien.

Naruto sonrió.

Pero la verdad es que por dentro estaba llorando amargamente. Había tomado una decisión; jugaría al adolescente normal por cuatro meses, luego… volvería con esas personas, no le importaba, él ya estaba acostumbrado a los experimentos, al dolor; no podía hacer que Sasuke sufriera lo mismo que él ya había sufrido. Por ello sería todo lo que nunca fue en toda su vida, una persona normal…

…Durante cuatro meses.

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Con la reciente noticia de “llevar una vida normal” Naruto decidió que comenzaba a ser incomodo dormir en la misma habitación de Sasuke, por ello, con algo de vergüenza le preguntó si podía darle otra habitación, una en la que no tuviese que invadir el espacio privado de su ahora novio.

Obviamente Sasuke aceptó, así dándole una habitación al rubio; una habitación que casualmente se encontraba junto a la suya.

Aquel día no hablaron más. Cada uno tomó camino por su lado, como si no quisieran romper esa mística esfera que se había creado alrededor de ellos; pareciera que creyeran que el reciente confirmado noviazgo se rompería si se encontraban, o si se ponían a hablar. Sasuke por su lado estaba realmente feliz, una burbuja de felicidad cegaba sus ojos y no le dejaba ver la real situación que se presentaba, lo cruel es que cuando cayese a la realidad el golpe sería más duro. En otra habitación se encontraba Naruto, que no había podido resistir más y ahora se encontraba en un estado de desesperación sin lágrimas; desesperado había buscado una hoja y un papel donde había comenzado a escribir toda la situación.

Parte de esta hoja decía:

“Puedo ver en cada uno de mis hombros al ángel y al demonio; es extraño que el demonio me aliente a salvara a Sasuke y el ángel me diga que al único que debo salvar es a mí mismo. Me he repetido más de cien veces que la decisión ya está tomada, que no hay marcha atrás… pero siempre podría conseguir un somnífero, mezclarlo con alguna comida de Sasuke y luego llevarlo en una camioneta hasta los sótanos en los que sufrí tanto tiempo. Todo acabaría para mí pero empezaría para él.

No es justo, ¿verdad?

¿Por qué Sasuke debe sufrir lo que yo ya he vivido?

El sueño está nublando mis sentidos, pues siento que necesito descansar en paz por unas horas; no quiero volver al instituto pero se lo prometí a Sasuke, así que debo hacerlo…

Por ahora no quiero pensar más en ello, creo que seguiré firme en mi anterior decisión; jugaré un poco, seré una persona normal y agradable, sin un pasado escalofriante. Haré que mi actuación se vuelva real, y que la felicidad fingida se vuelva felicidad autentica. Seré un adolescente normal, con problemas de adolescente, pensaré infantilmente y creeré que siempre tengo la razón; así se comporta un adolescente normal.

Entonces, en medio del instituto tendré una que otra pelea con Sasuke por cosas tontas, terminaremos reconciliándolos al día y todo seguirá igual que antes. Así son las cosas con un novio.

¿Por qué se hace un nudo en mi garganta cuando pienso en Sasuke como mi novio?”

La última parte de la hoja se veía más garabateada que lo anterior, el sueño comenzaba a hacer estragos en la motricidad de Naruto. Por ello prácticamente se arrastró hasta la cama donde se dejó caer pesadamente y en seguida se durmió.

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Actualidad, lunes 23 de julio, Japón.

Naruto POV.

Un reloj biológico se activó en alguna parte de mi cerebro haciendo que me levantara justo para ver el amanecer por medio de la no tan grande ventana ubicada en mí ahora habitación, suspiré sabiendo todo lo que se me vendría encima desde el momento en que saliera de la mansión Uchiha. No quise pensar en ello por lo que entre a bañarme.

Era una lástima que no tuviera baño propio en la habitación, si fuera así podría ahorrarme situaciones incomodas; me tocaba usar un pequeño baño ubicado en el pasillo a pocos metros de la habitación, no sería tan malo de no ser por el susto que me había llevado la semana pasada al ir en medio de la noche y notar como el hermano mayor de Sasuke salía de este totalmente adormilado, me escondí y evite encontrarme con aquel hombre que ya bastante miedo daba.

Me bañé con toda la calma del mundo, al haberme levantado al amanecer me daba un poco más de tiempo para demorarme. Al salir caminé sin vergüenza por el pasillo portando solo una toalla amarrada a mi cintura; entré, me vestí y en poco tiempo estuve listo con el uniforme del instituto. Salí de nuevo al pasillo, solo que esta vez me desvié levemente hasta encontrarme con una puerta en particular.

Entré para ver la habitación en penumbra, a pesar de que el amanecer ya había llegado las gruesas cortinas del lugar no dejaban que ningún rastro de rayos solares se colaran para iluminar la habitación.

Avancé con paso lento hasta llegar a la ventana, donde sin piedad abrí las cortinas de par en par logrando que el bulto que permanecía sobre la cama se levantara y me mirara con los ojos furiosos. Podría jurar que por un momento vi esos ojos rojos.

—Sé que no quieres trabajar hoy, pero se hace tarde y la multinacional espera —le anuncié sonriente.

Al no encontrar respuesta reí sonoramente.

—Y a mí se me hace tarde para ir al instituto —agregué—. Lo prometido es deuda.

Sasuke, que hasta ahora me había dado la espalda se giró y me miró nuevamente ahora con una mueca que simulaba ser una sonrisa.

—Desde hoy deberías comenzar a llamarme Sasuke-san o algo así —me dijo aun adormilado.

—No.

Giré para buscar la hora.

Abrí los ojos sorpresivamente al notar que tenía menos de 40 minutos para llegar al instituto, ¿desde cuándo el tiempo se pasa tan rápido?, pensé frustrado.

—Voy tarde —dije para en seguida girar dispuesto a irme.

Pero en la puerta recordé algo muy importante, y era la única razón de que me hubiera levantado ese día sin la pereza que me había carcomido los días anteriores. Giré sobre mis talones para mirar a Sasuke que aun estaba sentado en la cama queriendo dormirse de nuevo.

—Feliz cumpleaños —le dije y en seguida salí corriendo de aquella mansión.

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Hace unos años, 23 de julio, Japón.

Feliz cumpleaños —dijo un niño de alborotado cabello dorado.

Un pequeño Sasuke miraba la pequeña cajita que le ofrecía su mejor amigo con algo de recelo; recelo que el pequeño Naruto notó. ¿No lo quieres? —preguntó con la voz cargada en tristeza.

¿No es una broma? —preguntó aun desconfiado

¿Por qué habría de serlo?

Lo vi en un programa de televisión, al personaje le hacían una broma —afirmó haciendo un puchero.

Yo nunca te haría una broma Le replicó serio.

Sasuke sonrió mientras asentía levemente y tomaba la cajita, luego, sin más esperas la abrió para encontrarse con un pequeño medallón con una luna y un sol en él.

 Es porque siempre nos comparan con el día y la noche —explicó Naruto en voz baja.

Sasuke asintió feliz a la vez que estrujaba con fuerza el medallón que ahora comenzaría a formar parte de sí, y lo llevaría siempre…

 

Actualidad, 23 de Julio, Japón.

Sasuke comenzaba a preguntarse el paradero del medallón que su Naruto le había regalado tiempo atrás, de alguna manera un remordimiento cruzó por su mente al notar que no tenía ni la más mínima idea de donde podría estar el regalo que en su momento había significado todo para él.

Suspiró.

Comía un desayuno preparado por Itachi personalmente, quien mientras hacia el desayuno había notado como Seichi Naruto abandonaba la mansión apresuradamente. Quiso preguntar pero a la vez no; al final no lo hizo al ver como Sasuke bajaba las escaleras totalmente elegante pero a la vez con un humor de mil demonios.

No era un bien día para molestar al hermano menor de los Uchiha.

En silencio abandonaron la silente casa Uchiha, subieron al lujoso auto de Itachi para encaminarse a la multinacional; donde, al llegar más de uno los esperaba con una sonrisa fingida pero que a la vez parecía totalmente real. Alguna mujer –de seguro secretaria– había saludado a Sasuke con una sonrisa, aunque Sasuke pudo notar perfectamente el regalo que tenía la mujer, que de seguro sería una convincente forma de decirle al futuro presidente “no me despidas”, por unos segundos Sasuke pensó que se sentiría ser un presidente tirano.

Llegaron al último piso donde todos los socios de la multinacional Uchiha esperaban pacientemente sentados alrededor de una fina mesa de madera; todos se levantaron y dieron una reverencia al ver como los dos hermanos entraban con su típico porte y elegancia.

—No quiero que esto se convierta en una cosa cursi —sentenció Itachi—. Todos los presentes sabemos el por qué de este día, y sabemos que no es nada de tradición ni mucho menos —agregó.

Un hombre de edad mayor y cabello canoso se levantó con unos papeles en mano, se acercó hacia Sasuke que permanecía de pie a una de las orillas de la mesa.

—Al firmar estos papeles te convertirás en el presidente de la multinacional Uchiha, al firmar estos papeles tendrás bajo tu cargo miles de empleados y duras decisiones por tomar —anunció el hombre a la vez que le daba los papeles a Sasuke.

Sasuke miró a Itachi, diciéndole con los ojos que eso lo hacía por él, por nadie más; que lo hacía para librar a su hermano mayor de un cargo que desde un principio nunca debió haber tenido. Itachi asintió con la cabeza levemente.

Y Sasuke firmó lo que sería una sentencia más adelante. 

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—…Entonces con la muerte de tantos familiares me sentía incapaz de venir a estudiar —terminó Naruto soltando una lágrima falsa.

Frente a él se hallaba el director del instituto, un hombre de cabello oscuro y bastante viejo, que lo miraba de manera desconfiada, no se terminaba de tragar la excusa de que aquel estudiante había faltado casi dos meses a causa de una calamidad familiar.

—¿Tus padres? —preguntó el director—.  ¿Por qué no vienen a excusarte personalmente?

—Me temo que mi madre se ha sumido en una depresión terrible, tanto que me preocupo por ella y por su estado de salud; mi padre ha estado viajando por cosas de trabajo el último tiempo. Pero estoy seguro que cuando puedan ellos vendrán en persona a excusar mi inasistencia reiterada —mintió severamente.

El director, aunque parecía una persona fría y manipuladora asintió dando a entender que le daría otra oportunidad al alumno de intercambio. —Estarás muy atrasado en tus clases —le comunicó.

—Estoy dispuesto a adelantarme en lo que más pueda y presentar unos excelentes exámenes finales —dijo ahora sonriente.

—De acuerdo —cedió—. Ahora ve a tus clases, explica la situación a los profesores y entre ustedes cuadren alguna solución para remplazar todo lo que no se ha presentado de trabajo y evaluaciones.

Naruto salió lo más rápido de la oficina con el miedo de que el director se arrepintiera en cualquier momento de la decisión que estaba tomando y que le pusiera problema para volver a reintegrarse a las actividades del instituto.

Avanzó con paso decidido por los pasillos hasta encontrarse afuera del salón de clases en el que realmente no había pasado mucho tiempo. No golpeó la puerta sino que abrió de sopetón interrumpiendo una puede que no tan divertida clase de trigonometría. Podría decirse que las expresiones de más de uno fueron épicas, Naruto pudo divisar a Kiba que sonreía abiertamente como aliviado por algo.

—¿En qué puedo ayudarle? —preguntó el profesor negándose a reconocer al alumno.

—Soy Seichi Naruto, estudio acá.

El profesor abrió los ojos entre sorprendido y apenado por no recordar a un estudiante, mientras que sin esperar respuesta Naruto avanzó hasta el que había sido su puesto, y el de Sasuke, recordó para sus adentros. Se sentó solitario a la vez que el profesor en frente suspiraba y continuaba dando una divertida lección de identidades trigonométricas.

“Estar en este ambiente es extraño”, escribió Naruto en la parte superior de alguno de sus cuadernos.

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Sorprendentemente las clases de la mañana pasaron rápido, antes de lo pensado todos se encontraban alistando diferentes cosas para salir al descanso, más de uno se había acercado a preguntarle a Naruto acerca de su desaparición, a lo que él se había limitado a asentir con la cabeza y responder con un –Estaba por ahí – bastante misterioso que hizo que algunos se sorprendieran y lanzaran un pequeño grito de admiración ante lo “rebelde” que había resultado ser Seichi Naruto.

Cuando la mayoría de los que lo habían estado acosando los últimos minutos Naruto pensó que era hora se salir y sentarse en cualquier parte totalmente solo.

Cosa que no sucedió porque antes de que pudiese cumplir su plan Sai se acercó con una sonrisa escalofriante ofreciéndole un puesto para un partido de Basketball que tendría lugar en ese mismo instante. Con una sonrisa nostálgica Naruto aceptó el juego y juntos se encaminaron hasta la cancha de Basketball que se encontraba en la parte posterior del instituto.

Al llegar una gran cantidad de personas los esperaban, todos sonrientes y felices. De alguna manera se formó un partido de chicas versus chicos; la cosa es que el partido no fue cosa seria, en general fue una jugarreta porque Sakura no acababa de entender las reglas y comenzaba a correr con el balón en las manos, o porque tanto Hinata como Ino atacaban a Neji cuando tenía el balón, en una oportunidad Ino le había saltado a la espalda a Neji como medio para quitarle el balón. Sorprendentemente las chicas iban ganando, y ganaron por falta de tiempo para hacer un segundo tiempo de juego.

Mientras caminaban de vuelta a clase conversaban acerca de las situaciones presentadas en el partido recién terminado.

—Insisto que no fue falta —se quejaba Sakura.

—¿Desde cuándo no es falta golpear a otro jugador en la nariz para que suelte el balón? —ironizó Kiba a la vez que giraba a ver a Naruto quien tenía la nariz algo rojiza por el gran golpe que Sakura había propiciado minutos antes.

—Ya me disculpe por eso.

—Y yo no te he perdonado.

Sakura sonrió divertida y se encogió de hombros ligeramente para luego sumirse en una conversación ajena con Ino.

—¿Vas a explicar tu desaparición? —preguntó Kiba en voz baja para que el resto de los presentes no escucharan.

Naruto alzó los hombros y negó ligeramente con la cabeza.

—Creí que ese Uchiha sería lo suficientemente amable como para informarme —masculló entre dientes.

Naruto giró a verlo con la mandíbula desencajada. —Espera, ¿qué?

—Hace poco más de una semana me encontré con Uchiha Sasuke en la calle y le mencioné que no habías aparecido por un buen tiempo… creí que de seguro saldría buscarte como loco y que luego tendría la decencia de avisarme que ya no estabas desaparecido.

—Ahora entiendo porque me fue a buscar —se aclaró a sí mismo en un susurro inaudible.

Era increíble como las cosas tomaban forma cuando menos se lo esperaba, ahora entendía porque Sasuke había hecho esa misión tan “peligrosa”, quien sabe que cosas habría dicho Kiba para que Sasuke se pusiera como loco a buscarlo, y a que esperara todo ese tiempo, y a la infiltración en la casa… todas esas cosas ahora adquirían sentido.

—Todo es culpa de Kiba —dijo en voz alta.

Y Kiba lo miró sorprendido. —¿Yo? —preguntó con la voz aguda.

Naruto soltó una carcajada. —No me hagas caso, ya comencé a delirar por el calor.

—A todas estas… ¿es cierto que antes eras un excelente jugador de Basketball? —preguntó Kiba con curiosidad.

—Si… —aceptó el rubio con la voz perdida en unos recuerdos nada agradables.

Pero en seguida sacudió la cabeza y se obligó a centrarse en la situación en la que estaba, en la que todos estaban cansados y felices, que todos caminaban de aquí para allá recordando experiencias pasadas que aun en ese momento causaban la misma gracia que tiempo atrás. Por otro lado Kiba no preguntó más, de momento había sentido que comenzaba a entrar en terreno peligroso entonces prefirió dejar el tema de lado y cambiar de tema, a un tema en el que Naruto se sintiera más cómodo.

Volvieron al salón de clase algo agitados por el esfuerzo físico que habían hecho minutos antes. Cada uno se fue a su lugar y se sentaron dispuestos a descansar antes de que llegara algún otro profesor.

En lo que siguió del día no paso nada relevante; solo profesores preguntando acerca de la ausencia de Naruto, más de uno en un son chismoso para averiguar la situación desagradable que había presenciado Naruto en las últimas semanas, solo que no esperaban que el chico no les respondiera a ninguna de las preguntas; al final habían tenido que conformarse con acordar como serian las recuperaciones de las notas y exámenes que aun no había presentado.

—Tendrás que trabajar aun más duro que los demás —le habían anunciado en medio de todo.

En ese momento Naruto solo asentía sonriente con la cabeza, con toda la intención de volverse el estudiante más aplicado, y así poder graduarse ese mismo año.

Cuando la última hora de clase acabó Naruto se disponía a tomar todas sus cosas y en seguida huir hasta la mansión Uchiha.

Pero de nuevo sus planes se vieron frustrados al encontrarse con Sakura a la salida del instituto chillando para todos lados, invitándolo a pasar una tarde divertida en el centro comercial. Se hubiera negado, por supuesto que sí, pero cayó en cuenta de algo bastante curioso. “Seré como un adolescente normal, por lo menos en este tiempo”; aquella frase había entrado a su cerebro y estropeado su intención de encerrarse en una oscura habitación.

Al final, y con una sonrisa aceptó la invitación.

Pero en realidad la mayoría había rechazado la invitación de la chica de ojos verdes. Cuando se vieron en el centro comercial solo estaba él, Sakura y Sai que siempre parecía no tener nada mejor que hacer.

La tarde divertida se convirtió en desastrosa cuando Sakura y Sai comenzaron a coquetear entre sí dejando a Naruto en segundo plano, como si no existiera. Tanto así que Naruto terminó frustrado y se separó de la feliz pareja sin que ellos lo notaran siquiera. Comenzó a dar vueltas por el centro comercial en busca de algo que hacer cuando algo llamó su atención.  

Al final del pasillo había una gran tienda de música de la cual salían varias notas musicales de un grupo que resultó totalmente desconocido para él.

Se rebuscó en los bolsillos hasta dar con una pequeña tarjeta platinada.

—Por fin me sirve lo que me han pagado —dijo irónico mientras recordaba como esas personas le pagaban cada vez que se sometía a algún experimento de alguna clase—. Se supone que le pagamos a nuestros empleados —había dicho un sujeto de cabello negro mientras le entregaba la tarjeta hace unos seis años; al principio no lo había entendido, ahora no le parecía nada más que una broma de mal gusto que le estaban haciendo.

Aunque ahora no venía nada mal.

Llegó a la tienda donde de una vez un hombre de cabello naranja, varias perforaciones en la cara y con un tatuaje en el brazo le saltó encima, tenía una sonrisa algo escalofriante.

—¿Qué se le ofrece? —preguntó algo ido.

—¿Qué es lo que suena? —preguntó refiriéndose a las notas musicales que había escuchado mientras caminaba.

El hombre lo miró con los ojos bien abiertos. —¿En serio no sabes quién es? —Naruto negó avergonzado—. Es una banda; es Nirvana y el álbum Nevermind —respondió algo hosco.

En seguida se puso a rebuscar entre una estantería que permanecía junto a él hasta dar con lo que buscaba, sonriente le pasó a Naruto el CD que tenía en la portada el titulo Nevermind. —Vas a llevártelo, sin excusa —sentenció el hombre mostrando una perfecta sonrisa.

Naruto lo miró y asintió levemente.

El hombre giró y caminó hasta la parte posterior del lugar donde colgadas a la pared habían varias guitarras, acústicas, eléctricas y electroacústicas. —¿Estás consciente de lo que implica una buena canción, un buen acorde, un buen músico? —preguntó el hombre tatuado aun de espalda.  

—No.

—Entonces debes tener esto —dijo mientras se estiraba para bajar una guitarra electroacústica de la pared, aun desde la lejanía Naruto pudo apreciar la guitarra de color rojo y negro; por alguna razón le gustó y quiso tenerla en sus manos—. Apuesto a que no sabes tocar guitarra.

—No —negó Naruto de nuevo.

—Eso no importa, ya verás como las cosas se dan por sí mismas. Solo un sentimiento puede tocar una guitarra.

Naruto asintió a la vez que caminaba hasta el hombre y le extendía la pequeña tarjeta sin pensar realmente en lo que hacía. —¿Hay más música que exprese tanto? —preguntó a la vez que el hombre facturaba su nueva adquisición.

—Muchísima —le respondió mientras se acomodaba el cabello—. Te enseñaré de ella, puedes venir cuando quieras…

—Naruto —se presentó.

—Un nombre inusual —dijo pensativo. Le pasó la guitarra con un estuche de cuero y en una pequeña bolsita el álbum de Nirvana. 

—Pero solo pagué la guitarra —dijo asustado el rubio.

—Considéralo mi regalo —sonrió—. Tienes que conocer Nirvana, es ley.

Naruto sonrió.

Giró para irse pero antes de salir de la tienda escuchó como el extraño le gritaba algo. —¡Cuando vuelvas por acá pregunta por Yahiko!, te enseñare de buena música.

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Sasuke caminaba frustrado por en medio de su habitación, el estrés que sentía lo estaba consumiendo total y parcialmente.

El día había sido lo más falso que presenció en toda su vida; primer los socios de la multinacional “alegrándose” por el nuevo presidente como si no estuvieran enterados de el por qué de todo es show; en seguida todos los empleados en el auditorio esperando al discurso del nuevo magnate, cosa que Sasuke hizo breve, solo un pequeño impulso para que a nadie se le diera por renunciar o algo parecido; y para más colmo, cuando creyó que todo había terminado se encontró con toda la prensa esperándolo a la salida de la multinacional.

Todos preguntaban que cuales eran sus planes a futuro, que como iba a combinar el estudio y el trabajo, que qué iba a pasar con Uchiha Itachi. Y aun más cosas, foto por aquí, foto por allá, pero nada importante; solo veía como el plan comenzaba a surtir efecto, lo que se venía encima era lo que posiblemente más temía, era hora de destruir a la multinacional Namikaze desde el interior.

El movimiento en la puerta hizo que Sasuke saliera de su estupor, por esta pudo ver a Naruto asomarse a la vez que sonreía tiernamente.

—Te traje algo —anunció Naruto.

 Sasuke solo lo miró.

Naruto terminó de entrar y con una sonrisa le extendió a Sasuke el álbum de Nirvana.

—¿Nirvana? ¿Por qué un Cd de Nirvana? —preguntó Sasuke extrañado.

—Solo se me ocurrió —mintió—. Tienes que escucharlo.

Sasuke asintió levemente para después musitar un gracias casi inaudible.

Naruto sonrió. —¿Cómo te fue en el nuevo cargo de presidente?

—¡Ni me lo recuerdes! —gritó frustrado—. Odio toda la falsedad que me lanzan a cada rato, ¡más la de los socios!, como si ellos no conocieran la situación que estamos enfrentando.

—¿Y qué pasa con el plan que tenían en mente?

—Sigue en pie, y realmente no quiero hacerlo. No quiero que ese plan siga.

Sasuke se tomó el mentón con la mano derecha pensando de nuevo en la misma situación en la que tantas veces había pensado; por otro lado Naruto miraba la ventana como si de repente fuese lo más interesante en todo el universo.

—Estoy cansado —anunció pasivamente—. Después de todo perdí el ritmo del instituto —se acercó a Sasuke que permanecía en la misma posición y con el cariño desprendiéndose de todos sus poros sacudió el cabello del pelinegro con una mano. —¿Sabes qué significa ser el presidente? —preguntó sin quitar la mano a lo que Sasuke solo lo miró de reojo—. El presidente tiene la última palabra, si algo no te gusta lo cambias. Por algo la multinacional es tuya ahora.

La sonrisa de Sasuke se ensanchó y de golpe se alejó de Naruto con un humor mejorado.

—Es hora de poner en marcha mi nuevo rol —anunció ansiosamente sonriente.

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Actualidad, 24 de Julio, Japón.

Un abucheo resonó en toda la sala y más de uno demandó ver a Itachi Uchiha cuando Sasuke sorprendió a todos cancelando el plan.

—¡Está incumpliendo un acuerdo!

Sasuke se hizo el ofendido. —¿Cuál acuerdo?, el acuerdo desde un principio fue que heredaría la multinacional Uchiha en cuanto cumpliera 18 años. Soy Sasuke Uchiha y tengo dieciocho años —ironizó.

—Y esa siempre fue la intención —aceptó un hombre de unos treinta años—. Pero en cuanto descubrimos las condiciones del acuerdo decidimos como junta administrativa que Uchiha Sasuke se convertiría en aprendiz a presidente en cuanto cumpliera la mayoría de edad, y que como mínimo un año de diferencia se posicionaría como el líder, no antes.

—Bien pudieron decidirlo ustedes, pero el estado solo responderá a lo que el testamento de Fugaku Uchiha diga —dijo voraz.

—Aun así debe tener en cuenta lo que la junta dice —se quejó la mujer.

—Y lo tuve en cuenta, solo que ahora ya no importa porque al final es el presidente quien toma la decisión; puede que Uchiha Itachi lo aprobara pero yo no.

—¿Y dónde está el presidente?

—Ex-presidente —corrigió—. Creo que está preparando lo necesario para su viaje.

Más de uno soltó un gemido ahogado. —¿Viaje?

—Aja. Ahora que hay un nuevo presidente puede irse a…

Pero antes de que terminara la frase un hombre de ojos negros y profundos irrumpió en la sala. —Todavía no —anunció Itachi con voz fría—. Ya teníamos dicho lo que haríamos, no puedes cambiar el juego a última hora Sasuke.

—Puedo y eso hago.

—¡Un día de posesión y ya eres un presidente tirano! ¡Felicidades! —dijo burlón.

Sasuke solo resopló molesto. —¡No lo vamos a hacer!

—¿Por qué?

Ante la pregunta todos los presentes fijaron la vista en Sasuke, que miraba un punto muerto en la pared en busca de alguna respuesta que claramente no encontraba. Suspiró y volvió la vista a Itachi.

—No voy a hacerle más daño a los Namikaze —dijo con voz aparentemente normal—. Ahora soy el presidente, tengo el poder de las decisiones y he decidido buscar otra manera para que no nos lleven a ningún juicio que ponga en la cuerda floja todo lo que hemos logrado. No actuaremos de manera tan baja y eso es todo. El que no sea capaz de acatar la orden bien puede darse por desempleado.

Y se fue del lugar dejando a más de uno con la boca abierta.

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Actualidad, 1 de septiembre, Japón.

Sasuke botó al aire todos los papeles que tenía en la mano, como si eso fuera la mejor celebración que pudiese dar, pero no era nada más que la celebración hacia el estéreo que permanecía a un costado de la oficina. Entre tanto estrés que el estéreo decidiera reproducir “Come As You Are” de Nirvana era la salvación que necesitaba; se dedicó a escuchar el acorde de cada canción como si fuese único en cada segundo que pasaba. No importaba cuantas veces había escuchado esa canción, siempre le seguía gustando tanto como la primera vez que la escuchó.

La letra de la canción en realidad no tenía nada muy inusual, pero por alguna razón pese a todo lograba sacarle una sonrisa a Sasuke.

Pasaban las once de la noche en lo alto de la oficina de presidencia de la multinacional Uchiha, en la que Sasuke había recibido hace poco una carta de la multinacional Namikaze que citaba: “La fecha del juicio será programada pronto”. Había pasado poco más de un mes y Sasuke aun no tenía nada previsto de lo que podría llegar a ser una solución.

Al igual que hace un mes seguía confundido y realmente no entendía porque los dioses habían confabulado contra él; en algún momento de soledad había pensado que era porque Zeus ya no tenía nada más que hacer, y que ahora disfrutaba con hacer sufrir a un pobre mortal.

—Definitivamente soy la reina del drama —proclamó a la soledad mientras la canción llegaba a la última parte.

El sonido del celular lo sacó del mutismo.

Prácticamente corrió hasta él para descubrir que era un mensaje.

Deberías salir de ese edificio ya.
¡Esas cuatro paredes te están consumiendo!

Aquel mensaje no era de nadie más. Era de Naruto, que últimamente estaba preocupado por Sasuke y por su reciente adicción a esa oficina; ¡pasaba más tiempo allí que en su propia casa!; y aunque Naruto no era una esposa celosa que espera a su marido en la oscuridad de la noche ciertamente le preocupaba la actitud de Sasuke, escondiéndose de sus problemas de la peor manera.

Sasuke sonrió en medio de la oscuridad y en seguida se acercó hasta el gran ventanal de la oficina, dando así una vista de ejecutivo mafioso que obviamente Sasuke no poseía.

Con una risilla nerviosa salió de la oficina dispuesto a volver a la mansión Uchiha y una vez allí echarse a dormir como si no hubiera mañana. Si Naruto tenía razón en algo, ese algo era lo que afirmaba a lo último de su mensaje; tenía razón, esas paredes lo estaban consumiendo. Y el hecho de tener a los socios de la multinacional respirándole en la nuca no le ayudaba.

Porque la solución que había dicho que obtendría, aun no la tenía. Era como si en serio la única salida fuese destruir por completo a los Namikaze, pero estaba totalmente enfrascado en seguir negando la opción; podría decirse que esa era la decisión en la que más se mantenía firme en esos días.

Al atravesar las puertas de la mansión Uchiha Naruto le saltó encima con una sonrisa adorable, como si fuera un perrito que espera que su amo vuelva a casa.

—Me hiciste caso —afirmó riendo—. No es justo que alguien trabaje un sábado hasta tan tarde.

—Tienes razón en algo. Si me quedo en esa oficina terminaré enloqueciendo.

—Yo creo que ya estás loco —dijo divertido.

Sasuke suspiró y en seguida se encaminaron juntos hasta la parte superior de la casa, en donde se encontraba la habitación del pelinegro.

—¿Vas a dormir de una vez? —preguntó Naruto.

—Sí.

—Pero antes… —dejando la frase incompleta Naruto dejó un tierno beso en la mejilla de Sasuke para después huir como si hubiese hecho la mayor fechoría que alguien pudiese cometer.

Y Sasuke se metió en su habitación con una sonrisa boba en la cara.

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Actualidad, 4 de septiembre, Japón.

—Debe ser una broma —musitó Naruto a la vez que miraba la hoja que Asuma le había pasado—. ¿En serio? ¿No pasé el examen?

—Mejor suerte para la próxima —dijo el maestro en un vano intento de consuelo.

Naruto dejó caer la cara contra la mesa haciendo que un fuerte ruido sonara por todo el salón, pero nadie dijo nada; más de uno estaba enfrascado en el examen que estaban entregando, examen que valía la mitad de la nota final del bimestre.

—Así nunca podé aprobar el curso —murmuró contra la mesa en depresión total.

—Vamos, no es tan malo. Aun puedes pasar el examen final y puede que asegure un buen cierre de notas —le intentó animar Kiba que por circunstancias desconocidas ahora era el compañero de puesto de Naruto.

—Eso espero —susurró en tono más alto.

—Tengo una idea —dijo Kiba de repente después de unos segundos de silencio—. ¿Qué te parece si te doy algo que de seguro te anima?

—¿Y eso que podría ser? —preguntó curioso.

—Ya lo verás, solo acompáñame después de clase.

Naruto asintió intrigado.

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Al final las clases habían acabado como era de esperarse, y ahora Naruto y Kiba caminaban en completo silencio por una calle en la que parecía no pasar ni un alma, totalmente desolada e inclusive tenebrosa.

—¿Acaso eres un asesino y soy tu próxima presa? —bromeó Naruto al no saber a dónde se dirigía.

—No, no soy un asesino. Aun.

Naruto se estremeció. —¿Quieres decirme a donde vamos?

—A un lugar que solía frecuentar mucho hace varios años.

Caminaron en silencio unos minutos más y en poco se encontraron afuera de una cancha de Basketball; una que parecía bastante abandonada, mejor aún, sin rastros de persona alguna.

—¿Por qué una cancha de Basketball? —preguntó Naruto con el seño fruncido.

—Porque a pesar de que lo niegues me doy cuenta que amas este deporte más que cualquier otra cosa, y también parece que por ciertas razones que no preguntaré no puedes practicarlo, por eso este es mi regalo. Una cancha que nadie conoce para que puedas estar acá todo el tiempo que quieras sin ninguna interrupción.

Naruto sonrió lentamente. —Gracias —fue lo único que pronunció pero que de igual manera para Kiba era lo mejor que pudo haberle pasado.

—Entonces… ¿Qué tal un partido?

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—Fue raro entrar a la casa y no verte por ahí saltando —dijo Sasuke desde la puerta de la habitación de Naruto que permanecía recostado con los ojos cerrados, sin embargo totalmente despierto.

—Llegue hace más de tres horas y desde ese momento no he tenido fuerza para levantarme de acá —mencionó con voz patosa.

—¿Por qué? ¿Qué pasó?

—Nada importante… creo.

—¿Qué pasó? —repitió.

—¿Recuerdas que hace tiempo Lee dijo que antes jugaba Basketball y que más de uno pensaba que terminaría jugando profesionalmente?

—Sí.

—Yo también lo creía, es más, lo anhelaba con todas mis fuerzas.

—¿Y por qué abandonaste?

Una risa irónica abarco todo el lugar; risa que duró unos pocos segundos antes de extinguirse en medio del silencio que amenazaba con invadir la habitación. —El deporte hacía que las hormonas y mi sistema metabólico se alterara todo el tiempo, ocasionando que los resultados de los experimentos cambiaran todo el tiempo, y así nada concordaba con nada, nunca podían tener un veredicto final.

Sasuke miró el vacio por un momento.

—De seguro pensaras que fui un tonto por no haberme opuesto a aquella decisión. –continuó sin esperar respuesta—. Pero claro que me opuse; en ese entonces el Basketball lo era todo para mí, mi único medio de escape, ¡y querían quitármelo!, claro que me negué. ¿Pero sabes que me gane con eso?

Naruto levantó su muñeca desnuda en dirección a Sasuke, quien al notar la acción se acercó lentamente para visualizar bien la piel. Allí, claramente se podía apreciar una leve elevación de piel blanca; una perfecta cicatriz que permanecía ahí sin moverse ni un poco.

—En aquellos días me aterraba la sangre, y eso era lo que usaban en mi contra; entonces con un poco me doblegaron totalmente —explicó lentamente.

—Hay muchas cicatrices en tu cuerpo —afirmó Sasuke—. Pero lo bueno de todo eso es que después de todo eso te ayuda a ser más y más fuerte frente a todos los problemas.

—Eso suena como a frase de psicólogo —se burló el rubio.

—Di lo que quieras pero es verdad.

Naruto sonrió aun sin abrir los ojos.

—¿Eso crees? —preguntó suavemente.

—Plenamente. Creo que tienes mejores cosas que esas cicatrices.

Una enorme sonrisa se formó en rostro del rubio, que ahora abrió los ojos lentamente. —Gracias —musitó sin borrar la sonrisa.

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Actualidad, 13 de septiembre, Japón.

Un mes.

Sasuke se mantenía con la cabeza recostada contra la fría columna de su oficina en busca de enfriar su acalorada cara; mientras tanto un solo pensamiento cruzaba por su mente, y era ese; un mes… Quién diría que otro año pasaría tan rápido y que ahora se veía nuevamente envuelto en esta serie de sucesos que lo sacaban de su cordura tanto o más que el cinco de mayo.

Un sonido en la puerta hizo que el silencio de la habitación se desvaneciera por completo.

Sasuke giro la cabeza para encontrarse con un sonriente Itachi parado en la puerta como si aquel fuera el mejor día que pudiera existir.

—Creo que lo mejor que ha pasado desde que deje la presidencia es dejar de tener que usar esos molestos trajes —dijo sonriendo a la vez que daba una agraciada vuelta para que Sasuke se fijara en la ropa casual que portaba.

—Yo no llevo traje —dijo Sasuke a la vez que soltaba un bufido.

—Eso porque aun nadie te presiona para que vengas mejor presentado.

—Por más que me digan algo seguiré con la misma ropa que suelo usar siempre.

Itachi rió. —Entonces lo que dicen es cierto.

—¿Qué cosa?

—Los empleados se la pasan afirmando que el nuevo presidente de la multinacional Uchiha es un tirano que no se interesa por los demás; inclusive ya comenzó a correrse el rumor de que Sasuke, el nuevo presidente es en realidad una especie de hechicero que busca vengarse de la humanidad.

—No sé si sentirme ofendido por eso.

—No lo hagas, ellos solo buscan divertirse; pero tienen toda la razón en pensar que eres tirano. Eso lo piensan todos después de ver como rechazaste tan bastamente el plan.

—No tenía otra opción, era eso o dejar que se destruyera toda la multinacional Namikaze.

—De acuerdo, pero a cambio de eso ¿qué has ganado?

—¿A qué te refieres?

—Sabes exactamente a lo que me refiero, Sasuke. Por culpa de todo esto ya se han presentado protestas del público, y parece que poco a poco comenzamos a perder toda nuestra credibilidad, ¿eso es suficiente para ti?

—Puedo afrontar esto, solo necesito un poco de tiempo.

—Recuerda que eso es lo que justamente no tenemos, tiempo.

—Ya lo sé, pero a todas estas, ¿qué haces acá?

—Solo estoy pasándome, no tengo mucho que hacer en casa.

—Creí que estabas estudiando para el examen de admisión de octubre.

—El examen será de historia del arte, pinturas, épocas… todo eso me lo sé desde hace muchos años, ahora solo necesité un repaso para saber a que me enfrentaba.

—Arte… —murmuró Sasuke—. Definitivamente esa carrera no encaja en el perfil de un Uchiha.

—Siempre me lo pregunté, ¿por qué eres tan obsesionado con el perfil que debe mantener un Uchiha?

—Porque se supone que así debemos ser, es la pauta que nos dieron para vivir.

—Suenas como si quisieras que tu vida fuese de una manera para siempre.

—Después de tantos años aprendí que realmente no me gustan las sorpresas.

—No puedes vivir pensando eso; ¿qué es la vida sin un poco de emoción?

Sasuke no habló más. Se sumió en sus pensamientos creyendo por un momento que sus palabras eran ciertas; afirmaba que quería que su vida fuera de cierta manera pero a la vez sabía perfectamente que lo que más deseaba era tener un poco de emoción con todo lo que sucedía a su alrededor.

Itachi salió de la oficina sin más.

Sasuke volvió a apoyar la frente contra la pared fría; se podría decir que esa era su reciente adicción, por más extraño que fuera.

Después de unos minutos escuchó el ruido provenir del pasillo y de inmediato se tensó pensando en la posibilidad de escapar por la ventana sin matarse en el intento. Al final no lo logró, obviamente; se vio en frente de toda la junta administrativa de la multinacional Uchiha; todos lo miraban como si quisieran comérselo con la mirada, y eso le aterró.

—¿Y bien? —preguntó un hombre de cabello canoso.

— ¿Cuál es la solución que planeó, presidente? —secundó otro hombre.

—Aun no tengo ninguna solución —aceptó Sasuke esquivándole la mirada a todos los presentes.

—¡Ha pasado más de un mes! —gritó la mujer escandalizada—. No podemos continuar así. Antes de venir hemos hablado; presidente, si no tiene una solución para final de mes proseguiremos como lo habíamos planeado al principio.

—No pueden imponerme esto —dijo Sasuke comenzando a asustarse.

—Claro que podemos niño —dijo el hombre de cabello canoso notablemente enfadado y sin importarle ni un poco la manera despectiva en la que se estaba dirigiendo al presidente—. Tenemos mucha más experiencia en cuanto a la multinacional, sabemos manejar las cosas mejor. Sasuke, no debe olvidad que usted acá lleva poco más de dos meses, y debe recordar que usted no es un niño jugando al empresario.

Sasuke miró la ventana y volvió a pensar en el dolor que causaría la caída desde aquel piso. Pero seguía sopesando la posibilidad de escapar por allí.

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Actualidad, 14 de septiembre, Japón.

—…Pink Floyd —anunció Yahiko sonriente a la vez que le pasaba el Cd a Naruto, quien lo tomaba y miraba con ilusión la cajita.

—¿Qué es? —preguntó el rubio con curiosidad.

—Si quieres definirlo, es Rock psicodélico.

—He estado pensando en esto desde hace un tiempo, ¿no te meterás en problemas si sigues regalándome tantos Cd’s?

—No, no creo. Pero eso no importa, me decidí a enseñarte de buena música, y eso hago; es mi pequeño aporte a la humanidad.

Naruto soltó una carcajada.

—¡No bromeo! —se quejó el de cabello naranja—. Debemos salvar al mundo de la gente con mal gusto en la música.

Naruto volvió a reír.

—Nunca te pregunté, ¿al final como te pareció el primer álbum que te di?

—¿El de Nirvana?

Yahiko asintió.

—En realidad aquel día se lo regale a alguien que estaba cumpliendo años, pero de un tiempo acá siempre que paso cerca de su habitación lo está escuchando, así que se podría decir que me gusta bastante.

—¡Que injusto que regalas mi primer regalo! —dijo con falsa molestia.

—Era por una buena causa —se excusó el otro.

—Bueno, ya no importa —suspiró—. Ahora quiero que me digas que haces hoy acá.

—¿Acaso no puedo visitar el lugar? —preguntó inocentemente.

—Sé que vas a pedir algo, así que rápido.

—De acuerdo —soltó una risilla nerviosa—. La primera vez que vine compre una guitarra, y tenía la intención de aprender a tocarla por mi cuenta pero se está volviendo algo imposible, y quiero tener cierta canción lista para comienzos de noviembre.

—Entonces, en resumidas cuentas, ¿quieres que te enseñe a tocar guitarra?

Naruto asintió. —Por favor, es para una ocasión especial.

—De acuerdo.

—Creí que tendría que rogar un poco más —dijo aliviado.

—¡Vamos! ¡No soy tan cruel! —se quejó dramáticamente—. ¿…Y la canción es para dedicársela a alguien? —agregó-

—Sí.

—¿Qué canción tienes en mente?

Naruto sonrió. —Remember Me This Way, Jordan Hill —anunció.

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Actualidad, 20 de septiembre, Japón.

—Llegas tarde de nuevo —dijo Sasuke con nostalgia en la voz a la vez que Naruto atravesaba el umbral de la mansión Uchiha.

—Lo siento, me retrase haciendo un trabajo de física —mintió

—Ya veo —aceptó con la voz aun nostálgica.

—¿Cómo están las cosas con los socios de la multinacional? —preguntó con voz pasiva, incluso cautelosa.

—Todo sigue igual, siguen presionándome para que haga lo que ellos quieren, pero sigo resistiendo.

—Te ves triste, ¿estás bien?

—Muy bien —respondió cortante.

Naruto asintió algo disgustado por la respuesta cortante de Sasuke, giró para irse escaleras arriba pero la mano de Sasuke en su brazo lo retuvo. —Lo siento —murmuró.

—Tranquilo, de seguro tuviste un mal día.

—Un poco, sí. De igual manera lo siento por descargarme contra ti.

—¿Tienes hambre? —preguntó en un intento de cambiar de tema.

—No, estoy cansado.

—¿Entonces quieres dormir?

Sasuke asintió levemente.

—Vamos, te acompaño a tu habitación.

Subieron las escaleras lentamente hasta llegar a la habitación del pelinegro, sin dudas ambos entraron y Naruto caminó junto a Sasuke hasta la cama del segundo donde ambos se sentaron delicadamente.

—¿No crees que desde que te mudaste acá dejamos de hablar? —preguntó Sasuke rompiendo el silencio que había aparecido.

—Sí, pero es porque ambos hemos estado pensando en otras cosas.

—Hace un mes, cuando dijiste que viviríamos una vida normal me imagine algo diferente a lo que estamos viviendo.

—¿Cómo te lo imaginaste?

—No sé, diferente. Tal vez saldríamos en una cita o dos, también puede que iríamos a alguna fiesta, o puede que tuviéramos una discusión por celos, después de todo eso es lo que hacen los novios, ¿no?

—¿Querías que discutiéramos? —preguntó Naruto con una sonrisa consoladora.

—No exactamente, solo algo normal.

—Creo que debemos aceptar que no somos normales.

—Tienes razón, pero eso no quita el hecho de que no hemos hablado casi nada en el último tiempo, como si nos hubiéramos convertido en un matrimonio de ancianos.

Naruto no habló sintiéndose culpable.

—Hoy es 20 de septiembre, queda poco menos de dos meses para que la burbuja se rompa —dijo Sasuke.

Naruto miró el suelo de la habitación, Sasuke sabía que el diez de noviembre conocería la verdad de la que realmente no estaba consciente, pero a la vez Sasuke no entendía por ningún lado lo que significaba el diez de noviembre.

—Eso significa que nos queda poco menos de dos meses para ser novios y personas medio normales.

—¿Qué pasará luego de el diez de noviembre? —preguntó Sasuke con miedo en la voz.

Naruto lo miró y le sonrió sin responder a la pregunta, pero hablando seriamente la respuesta a aquella pregunta era demasiado dolorosa.

—¿Sabías que la graduación es el 5 de noviembre? —le dijo cambiando de tema—. Nos graduaremos siendo novios.

Sasuke sonrió. —Eso si me gradúo. Mezclar estudio y trabajo es más difícil de lo que puede parecer.

—¿Qué me dices si de propongo que desde mañana mismo estudiemos con todo para pasar los exámenes finales y ser orgullosamente graduados?

—De acuerdo —le dijo sonriente.

—Los exámenes son el 20 de octubre, tenemos un mes para aprender lo de un año.

Se sonrieron el uno al otro dispuestos a aceptar el reto.

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Actualidad, 30 de septiembre, Japón.

Toda la junta administrativa y socios de la multinacional Uchiha aguardaba a que el presidente se dignara a hablar, el fin de mes había llegado y con ello el ultimátum de Sasuke, quien debía presentar la solución o enfrentarse a la furia de todos los vejestorios que permanecían frente a él.

—Estamos esperando —dijo la mujer con la voz cortante y fría.

—Estamos actuando como neandertales intentando destruir a la multinacional Namikaze de la peor manera, si lo pensáramos civilizadamente habría una única solución. Hablar con ellos.

Las protestas no se hicieron esperar. —¡Ya intentamos hablar con ellos! ¿Y qué nos ganamos? ¡La citación a juicio!

—Eso ya lo sé, pero, piénsenlo. ¿Cómo intentamos hablar con ellos?

—Cartas —respondió un hombre con algo de culpabilidad en la voz.

—Exacto —aceptó Sasuke—. Era imposible que aceptaran un concilio cuando ni siquiera somos capaces de darles la cara.

—¿Entonces qué hará?

—Hablar directamente con la presidencia de la multinacional Namikaze.

—¡Pero Minato Namikaze no ha salido a la luz desde hace más de diez años!

—Ya lo sé; tengo otra forma de contactar con la multinacional Namikaze.

Todos lo miraron buscando la respuesta en silencio, sin encontrarla. Sasuke suspiró y casi se arrepintió por lo siguiente que iba a decir.

—Su mano derecha, Hatake Kakashi —anunció.

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Actualidad, 1 de octubre, en algún lugar.

En lo alto de un gran edificio permanecía un hombre durmiendo sobre la mesa, por su expresión se notaba que estaba cansado. El lugar parecía arrasado por un huracán, con papeles por todo el piso y cosas de dudosa procedencia.

El sonido del teléfono rompió la quietud del ambiente e hizo que el hombre que seguía durmiendo se levantara de golpe y algo desorientado; tardó unos segundos en situarse en lugar y en seguida contestó el teléfono agobiado.

—¿Hola? —preguntó con voz patosa.

No escuchó respuesta al otro lado de la línea.

—Si está llamando por la deuda de las películas que no he devuelto, eso fue por un terrible accidente que no me ha permitido devolverlas.

Al otro lado de la línea sonó una ligera risa que escuchó bastante bien. —Todavía con excusas tontas —le dijeron.

—¿Con quién hablo? —preguntó algo asustado.

—Sabía que esto pasaría, después de todo ha pasado mucho tiempo.

El hombre no respondió, en medio de todo creyó que era un sueño y que aun estaba durmiendo en medio de aquel lugar de aspecto desastroso.

—…Kakashi-sensei —dijeron al otro lado de la línea.

El hombre se quedó quieto, solo había tres personas en todo el universo que lo llamaban de esa forma.

—Solo hay tres personas que me llaman así —dijo repitiendo lo que había pensado—. Sakura no es, a menos que se haya hecho un cambio de sexo del cual yo no esté enterado; no es Naruto… ¿Sasuke? —preguntó mientras una sonrisa se extendía por toda su cara.

—Ha pasado tiempo —dijo a modo de saludo.

—¡Uchiha Sasuke! —gritó sin creérselo del todo—. ¿Es en serio? ¿O sigo dormido?

Sasuke, al otro lado de la línea suspiró. —No, te aseguro que es en serio. Soy Sasuke.

Kakashi, se levantó de la silla donde había despertado y miró cautelosamente hacia una puerta del costado de la habitación. —Espérame un minuto —dijo por el teléfono para después comenzar a caminar en dirección contraria a la puerta que había visto segundos antes; llegó hasta un ventanal que daba a un pequeño balcón al cual salió rápidamente cerrando la puerta de cristal tras de sí. —Listo —anunció.

—Tengo que hablarte de algo delicado —dijo Sasuke sin irse por las ramas, directo y radical; era mejor así.

—¿Qué sucede? —preguntó comenzando a preocuparse

—Sé muy bien que estas enterado de lo que está pasando entre ambas multinacionales en este momento —dijo serio.

—Sí, lo sé, y para que lo sepas intente evitarlo, pero no hubo caso.

—No quiero que esto termine mal, quiero que me ayudes a solucionar esto de la mejor manera posible, no quiero tener que seguir con lo que los socios de la multinacional quieren, me tienen presionado y a veces no tengo ni idea de que hacer —expresó frustrado.

—Es verdad, felicidades, presidente. Aunque ahora es algo tarde.

Sasuke, en su lado sonrió nostálgicamente. —Se suponía que llegaríamos a ser presidentes juntos —susurró pero Kakashi alcanzó a escuchar.

—Por lo menos tú cumpliste tu parte del trato.

Sasuke soltó una risa.

—De acuerdo, te ayudaré, Sasuke. Pero en realidad no prometo nada, tú sabes que… —la frase se interrumpió abruptamente cuando Kakashi escuchó un clic en la puerta—. Te volveré a llamar —dijo y sin más colgó.

De su lado, Sasuke miró el teléfono con una ligera sonrisa y colgó, en seguida volvió donde la junta administrativa y los socios esperaban impacientemente.

Los miró y con una sonrisa más confiada anunció: —Ahora solo es esperar, ya verán como esto termina de la mejor manera para todos.

Al final los presentes tuvieron que aceptar a regañadientes lo que el presidente afirmaba y así uno por uno se fueron retirando de la sala dejando a Sasuke solo quien suspiró al saber que había superado la primera etapa del problema que se había estado presentando desde hace tiempo, luego le pidió algo de suerte a los dioses griegos para así poder salir de la siguiente etapa. Lo que podría ser lo más tortuoso era tener que volver a tener contacto con los Namikaze.

Y luego estaba lo extraño que había sido el hecho de que Kakashi colgara el teléfono sin más.

Como si estuviera escapando.

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Actualidad, 10 de octubre, Japón.

Las cosas se habían calmado parcialmente para dar paso al suplicio personal de Sasuke, aquel que él mismo había nombrado un mayor suplicio a la muerte de su padre, Fugaku Uchiha.

Caminó por los pasillos de la mansión Uchiha llenándose de memorias con este simple acto, como aquella vez que se enfadó con su Naruto y lo empujó contra la pared ocasionando que comenzara a llorar amargamente y que con esto Sasuke se sintiera totalmente culpable y comenzara a llorar también; minutos después había llegado Itachi preguntándoles que había pasado, para después sonreír con la historia que ambos niños le contaban, en ese momento Itachi los había abrazado de la manera más protectora que puede hacerlo alguien.

De repente sus ojos se inundaron de lágrimas, amargas lágrimas que se tragó con todo el dolor en el alma.

Caminó hasta su habitación donde se encerró para después llorar dolorosamente, era como si cada lágrima que caía de sus ojos quemara al contacto con su piel.

Lo que no supo era que Seichi Naruto observaba la escena desde el fondo, y que no entendía que pasaba.

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Actualidad, 10 de octubre, Japón.

Naruto se levantó junto con el día; terminaba de amanecer y el rubio se metió a bañar tomándose tu tiempo, era sábado pero no le importó levantarse temprano, es más, su propio cuerpo había decidido no dormir más. Aquel día, y pensando en la conversación que había tenido con Sasuke días atrás pensó en pedirle una cita de todo el día.

Por ello caminó hasta la habitación del pelinegro donde golpeó suavemente pero al no recibir respuesta entró sin más. Se sorprendió al encontrar la habitación totalmente vacía y la cama perfectamente tendida. Después, confundido y arriesgándose a un reprimenda por parte del hermano mayor de Sasuke se encaminó hasta la habitación de Itachi donde al entrar se encontró con la misma situación de la habitación de Sasuke.

Dio vueltas por la casa confundido, estaba totalmente vacía, y era raro porque a las seis y cuarenta y cinco de la mañana en la casa debía estar alguien.

Llamó al celular de Sasuke sin éxito alguno pues nadie respondió y su instinto le decía que nadie respondería.

Confundido y un poco enfadado salió de la mansión Uchiha sin ningún destino en particular, solo quería caminar por algún lugar en busca de que su malhumor despareciera.

Después de un rato paró, miró a su alrededor y se asustó al no saber donde estaba.

Había terminado en medio de un barrio que se veía desolado, como si fuese un pueblo fantasma, no había ni un ruido, ni una luz… nada. Todo estaba solitario, y se aterró de la posibilidad de que algún fantasma apareciera y se lo comiera, o que alguna secta satánica lo secuestrara para alguno de sus rituales.

Pero nada de esto se cumplió, a lo lejos visualizo una silueta que le resultó familiar. Y la silueta también lo veía desde su lejanía, luego comenzó a acercarse lentamente.

Naruto sonrió levemente antes de asustarse por el inminente encuentro que tendría con Uchiha Itachi.

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Sasuke se dejó caer sobre el césped de su lugar especial con Naruto. Aquel día sí que necesitaba estar allí y sentirse medio cerca de su ahora amor platónico. Suspiró mientras recordaba la primera vez que había llegado a ese lugar con su Naruto; aquello que había comenzado como pelea y que ahora se convertía en algo más, algo que podía apreciar sobre todo, un único lugar en el cual sentirse de una única manera.

Miró a su derecha, donde en ese entonces era donde Naruto siempre se acostaba a admirar el cielo junto a él. Como era de esperarse estaba vacío, y siempre iba a estar vacío.

Ahora ya eran once años.

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Itachi y Naruto permanecían sentados uno junto al otro sin pronunciar palabra; estaban sentados sobre un muro en medio de aquel barrio fantasma.

—¿Por qué está tan solo acá?, parece un barrio fantasma —preguntó Naruto algo asustado por la imponente presencia que tenía junto a él.

—Justamente eso es —respondió Itachi riendo suavemente—. Hace muchos años este era un lugar como cualquier otro, tenía varias familias viviendo acá; a pesar de ser de la ciudad parecía que era un lugar totalmente ajeno, todos tenían su forma de vivir acá diferente a la de los demás.

—¿Y qué pasó?

—Hace unos años, en medio de la noche un hombre bastante salido de sí mismo llego y mató a todo aquel que encontró; solo un niño sobrevivió a aquella matanza. Eso fue hace unos 20 años —murmuró suavemente.

—¿El niño que hizo?, toda su familia murió. ¿Cómo siguió adelante?

—Pasó la mayoría de su vida de orfanato a orfanato, cuando cumplió la mayoría de edad escapó y nadie volvió a saber de él. Con eso la historia de su gente murió.

—¿No es un poco egoísta?

—¿A qué te refieres? —preguntó Itachi mientras volteaba a verlo.

—Escapó y olvidó todas sus raíces, es egoísta.

—Sí, puede ser —dijo Itachi sonriendo.

—¿Por qué hoy todos escaparon? —preguntó Naruto sonando más infantil de lo que hubiera deseado.

—Es un día  un poco nostálgico para todos.

—¿Por qué?

Itachi miró a lo lejos mientras sus ojos comenzaban a aguarse, cosa que sorprendió a Naruto, pues nunca pensó que una persona como Itachi Uchiha llorara, pero claro que lloraba. Esperó a que Itachi se relajara y comenzara a hablar.

—Es el aniversario de la muerte de Namikaze Naruto.

En la boca de Naruto se formó un perfecto círculo de sorpresa que no pasó desapercibido para Itachi, quien lo miró y le sonrió. —Es bastante triste porque hoy también es su cumpleaños, entonces nunca sabemos si debemos celebrar su cumpleaños o llorar su muerte.

—¿Cómo pasó? —preguntó el menor sintiéndose algo entrometido al preguntar.

—Eso no es lo que importa —dijo con voz nostálgica—. Lo que importa es que ya no está, y que eso duele, año a año duele.

—¿Hace cuanto?

—Hoy hace once años.

Naruto hizo cuentas rápidamente. —¿Ese no es el mismo año que…?

No terminó la frase porque Itachi lo miró y asintió. —Sí, es el mismo año que Fugaku Uchiha, mi padre, murió; el mismo año que Sasuke cumplió siete simples años y que por desgracia Namikaze Naruto también falleció.

—No fue un año nada fácil —murmuró.

—¿Tú crees? —dijo Itachi burlándose pero sin llegar al punto de ser hiriente.

—Parece que te lo tomas bastante bien.

—No negaré que me duele, pero no quiero estar triste en su cumpleaños.

—¿Eso decidiste? —Itachi lo miró confundido—.  ¿Decidiste celebrar su cumpleaños y no llorar su muerte?

Itachi rió. —Supongo.

—Entonces tienes que darle un regalo.

Naruto se levantó con una sonrisa para después comenzar a caminar siendo seguido por Itachi que lo miraba con algo de disimulo.

—¿Y cómo pretendes que le dé un regalo? —preguntó el pelinegro.

—¿Acaso no es obvio? —respondió Naruto soltando una carcajada—. A su tumba, obviamente.

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Itachi, junto a Naruto caminaban por los caminos del cementerio, el pelinegro cargaba consigo un pequeño medallón que había comprado en medio de la calle, en el cual se veía un sol grande con un gran ojo en medio de este. Cuyo significado Itachi se lo había guardado para sí mismo.

Naruto, que había estado una vez en el cementerio el pasado cinco de mayo, cuando Sasuke había huido allí después de que estar en el instituto se había vuelto totalmente insoportable, Naruto que ya conocía el camino se adelantó a Itachi para llegar antes y ver la tumba de aquel al que los Uchiha habían querido tanto.

Subió la pequeña colina, y en la cima se encontró con algo que no esperaba.

Allí, sentado al lado de la tumba de Namikaze Naruto se encontraba Sasuke, hablándole al aire, pero seguramente él estaba hablando con su difunto amigo. Solo que al ver a Seichi Naruto paró abruptamente la charla invisible que mantenía para sonreírle al recién llegado.

Y justo detrás llegó Itachi que sin decirle nada a nadie paso de largo hasta donde permanecía la lapida y dejó sobre esta el pequeño paquete. –Feliz cumpleaños. –Susurró al viento.

Sasuke miró a su hermano mayor y le sonrió.

—¿Cómo estás? —le preguntó Itachi a Sasuke.

—No puedo decir que bien, pero lo estoy sobrellevando.

Itachi asintió.

—Solo quiero estar acá todo el tiempo que sea posible —dijo Sasuke como excusándose de estar allí.

Itachi volvió a asentir.

Naruto, que había permanecido afuera de la escena, se acercó y de su bolsillo sacó un reproductor de música que le paso a Sasuke con una sonrisa.

—Le grave todo el Cd de Nirvana, así podrás escucharlo mientras estás acá —le explicó con una sonrisa.

Sasuke tomó el reproductor y se puso los audífonos sonriendo en forma de agradecimiento.  

—Yo caminaré por algún lugar —anunció Itachi y se fue.

Naruto murmuró un inaudible “Te esperaré en lo bajo de la colina” que Sasuke entendió perfectamente, a lo cual asintió.

Luego se quedó ahí.

Se quedó lo suficiente como para que en el reproductor sonara más de cinco veces la misma canción, demostrando que el álbum había comenzado de nuevo ya varias veces. Seguía hablando con el aire, más bien con Naruto de cualquier cosa que se le ocurría y que se le pasaba por la cabeza.

Pronto el sol estuvo en lo alto del cielo, anunciando el medio día y dejando atrás el frio de la mañana.  

En lo bajo de la colina Naruto se encontraba en un colapso de sí mismo, sentado contra un viejo roble veía la inminente fecha; el diez de noviembre estaba a tan poco que lo asustaba; tenía tanto miedo que ya no podía convivir con él. Pero… aun le quedaba un mes.

Un mes de vida y luego todo acabaría.

—¿Qué harías si supieras que solo tienes unos pocos días de vida? ¿Cómo los aprovecharías? ¿Con quién lo pasarías? —preguntó al aire mientras una solitaria lágrima se resbalaba por su mejilla.  

Notas finales:

Hola. 


Tres semanas, conté las tres semanas que duré sin actualizar. Y fue por x cosas que pasaron, primero, mi inspiración se tomó vacaciones sin autorización, por eso cuando volvió la obligue a trabajar de más xdd... 

En word, este capitulo ocupo 30 páginas, así que lo veo como, 10 páginas por semana.

Ya ven todo lo que pasa en este capitulo. ¡Muchisimas cosas! ... Y lo que se viene n.n 

Para el siguiente capitulo prometo no demorarme mucho. :) 

Ah, y el siguiente capitulo se llamará "El adiós y la vida sin él" ... Ya se imaginaran lo que pasa n.n ... Ah! y la aparicion de Kakashi! no lo iba a dejar por fuera, eso fijo. 

Amm, y me gustó mucho la última frase que dijo Naruto; ¡De admirar!

Pero como sea, yo me voy n.n 

Adiós, y gracias por leer n.n 


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